Nuevos relatos publicados: 13

De campamento

  • 20
  • 59.385
  • 9,50 (56 Val.)
  • 1

No pretendo al relatar esto, hacer de mi vida una tragedia o determinar si es real o no, es algo que simplemente me permití hacer. Está sujeto a su criterio si creen que hay maldad existe si no… pues no.

Mi marido falleció a mediados de año. Dejando como testimonio de su presencia dos fortachones y guapos hijos adolescentes. Pero también nos dejó bastante bien económicamente, y por esa misma razón, nunca tuve necesidad de trabajar. Mi intención no es culpar a mi marido de lo que sucedió entre nosotros. Pero lo cierto es que era muy joven cuando mi marido me inició en las relaciones sexuales. Sobra decir que adquirió un fuerte pleito cuando mi familia se enteró de mi embarazo, entre mi padre y mis hermanos le tundieron fuerte. Sin embargo, el nunca evadió su responsabilidad, la verdad mostro que me quería, y mucho valor también para plantarse frente a mi familia.

Me entregue por amor él era mucho mayor que yo. Su apostura y madurez me enamoraron. Amé a mi esposo lo suficiente para extrañar y añorar su presencia. Jamás dude de mi cariño por él, hasta el instante de su inoportuna muerte. Durante nuestros años de matrimonio, siempre disfrutamos del placer sexual sin límite alguno. Él era muy abierto para cumplir mis demandas en ese aspecto. Mención aparte. Siempre he sido muy fácil para alcanzar el orgasmo. Leímos muchos libros y en ellos aprendimos diferentes formas para tener relaciones sexuales. Solo una ocasión le dije que quería probar algo distinto. Pero el, increíblemente me ignoro. Fue algo que provoco cierta frustración en mí. Mas no podía quejarme el siempre mostro buenas formas como un buen padre atento y cariñoso. No me quedo más que vivir con mi frustración. Durante vacaciones llevaba con él a los niños, dos semanas invirtiendo su tiempo por entero, pescando, y viviendo en su enorme casa, que era aquel hermoso lago donde convivía con sus hijos, bajo la curiosa mirada de las estrellas. Aquella ocasión los niños estaban ansiosos. Después de la muerte de David, Erik acababa de cumplir 19 años. 

Aquello estaba muy próximo, y no sabía qué hacer, sabía que debía acompañar a mis hijos en ausencia de mi esposo. Pero en verdad no lo deseaba.

La verdad deseaba pasar una temporada en plena libertad. Lejos del yugo de ser madre y esposa. Después de la cena platiqué con ambos, pregunté si querían ir de viaje como siempre. Esperando encontrar desacuerdo en esa opción, lamentablemente ambos deseaban el viaje. Intente disuadirlos con el pretexto de la preparación, pero ellos se ofrecieron a ayudarme sin poder evitar el no deseado viaje. Paolo era el más animado y se ofreció a preparar lo más pesado… empacar. No tenía idea que preparar, era mucha comida para tres personas por dos semanas. La verdad no llevamos tantas cosas, mucho menos que en anteriores ocasiones. Ellos sugirieron llevar platos y enseres desechables cosa que agradecí mucho. El trayecto en el auto rondó unos trescientos kilómetros, más el trayecto hacia las colinas. Estacionamos la camioneta a unos diez kilómetros de la última estación. Llevamos un teléfono móvil que sería nuestro único medio de auxilio en caso de ser necesario. Los paquetes eran grandes y pesados.

Si no fuera por mi apego al gimnasio en los primeros 5 kilómetros hubiera estado fuera de combate. Mis hijos en todo momento se ofrecían a cargar mis paquetes, pero no podía permitirles pensar que mamá era débil e indefensa. Erik tuvo que regresar a la camioneta por el último paquete. Mientras Paolo y yo montamos el campamento. Este par de jovencitos sabían lo que hacían, su padre les había enseñado bastante bien, y me hicieron sentir orgullosa de ellos. Bien entrenados no cabía duda. Me mostraron como hacer una cama de pino y paja, que resultó ser bastante cómoda. Prepararon un rincón donde podía cambiar mi ropa, oculta de la vista de mis dos jóvenes. Hicieron un hoyo y ahí improvisaron nuestra calefacción y lo que sería nuestra estufa. Enseguida me dispuse a preparar una comida ligera para alimentar a mis dos hombrecitos. Rato después salieron a preparar el cuarto de baño que sería como a 30 metros del campamento, después de terminar de montarlo comenzaron a cavar una zanja en donde quedarían los desechos. Todos lo usaríamos, así que a mi correspondía avisar a mis hijos cuando necesitara estar allí. Estaba impresionada con todo lo que mis hijos sabían hacer. Colocaron una lámpara de aceite sobre un pilar de la tienda para alumbrarnos por la noche.

Sobre todo, por si tuviéramos que levantarnos. Esto fue una gran idea, porque tomé mucho café con mis alimentos, y tuve que levantarme después de horas de sueño. Mis dos hombrecitos dormían como troncos, por ello mismo no creí prudente molestarlos. Me sentí segura de ir a donde debía. El fresco de la noche se sentía intenso, y decidí ponerme mi largo camisón de franela, en silencio salí me puse mis botas y salí del campamento. En verdad el frio estaba muy vivo lo pude palpar como golpeo mi desnuda vagina al orinar. Me reí un poco de mí. De pronto escuche un ruido me asusté y olvide las recomendaciones que me hicieron mis hijos. Me moví en lateral y encontré el amparo de un arbusto. En principio pensé aterrada que se trataba de un oso. Pero la luna me ofreció la cantidad justa de luz para distinguir que se trataba de mi Erik el más “viejo” de mis hombrecitos se acercó bastante al arbusto que protegía mi presencia. Extrajo su verdugo y comenzó a orinar. No saben cuánto me reproché porque no fui capaz de voltear a otro sitio. Pero a la vez me pregunte. ¿Por qué salió? si al levantarse debió darse cuenta que no estaba en mi lecho, por lo tanto, debía intuir que estaba en el improvisado cuarto de baño.

¿Qué cosa había ocurrido para que no lo notara? Supongo que me estuvo observando por algún lugar, que no pude descubrir. Debía tomar medidas al respecto, sabía que los hombres cuando están en cierta evolución sexual, no pueden reprimir sus instintos y Erik tampoco lo hacía. Estaba sorprendida al mirar el verdugo de mi hombrecito, principalmente por lo desarrollado del mismo, prácticamente era de las dimensiones que el de su padre si no es que más grande, afirmo que era muy grande para su edad. Eso me hizo retroceder algunos años cuando mire por primera vez la dureza de un verdugo delante de mí.  Sonreí porque recordé la primera vez que lo hice con su padre y su verdugo parecía más pequeño que el de su hijo, lamentablemente esos pensamientos me llevaron una situación que no había calculado, de súbito sentí una punzada en mi sexo, al tiempo que deslicé mi lengua sobre mis labios. En ese momento fue cuando más cuenta me di la falta que me hacia mi marido, y hasta sentí que el corto tiempo que había pasado era una eternidad. Erik regresó al campamento, yo lo hice bastante tiempo después, cuando logré apaciguar mi temperamento. Erik estaba dormido, o al menos lo aparentaba… ya no estaba segura de ello.

El sol apenas alumbraba cuando mis hijos estaban listos para ir de pesca. Nunca en mi vida había pescado y no tenía mucho interés, pero me sentí comprometida con ellos y prometí alcanzarlos más tarde. Que nos encontraríamos al borde del lago. Velozmente prepare huevos con tocino. Más tarde cambié de opinión y decidí esperarlos en el campamento, Paolo regresó por el desayuno y me dijo que regresarían muy tarde. Me senté a disfrutar del silencio del bosque, no escuchaba nada y eso se me hizo muy agradable. Pero el bullicio no tardó en hacer su presencia y se llenó el ambiente de ruidos extraños, disfrutaba de mi tercera taza de café. Cuando mi atención fue robada por un envoltorio de plástico, y alcance a observar que había algo dentro de él. Supuse que se trataba de algo olvidado el año pasado. Con muchos esfuerzos logre quitar la tapa. Y lo encontré repleto de revistas de alto contenido sexual, había una en especial que acaparó mi atención, “incesto” por título “en familia para quien así lo considere” como agregado. Esto tentó mi curiosidad sabia de su existencia, pero nunca había tenido una en mis manos. La comencé a hojear había fotos de jovencitas cogiendo con hombres mayores supuestamente hijas suyas.

Había también una sección amplia dedicada a historias según ellos, de madres seducidas por sus hijos. Había fotos verdaderamente lamentables de mujeres muy mayores que parecían abuelas, acompañadas por jóvenes con enormes verdugos endurecidos y ellas mamando como crias. El detalle de una foto atrajo mi atención, un muchacho con cara de niño delgado con un larguísimo verdugo sostenido por su mano blandiéndolo frente a varias señoras, otra foto donde una señora abrió la boca a punto de meter el enorme verdugo dentro de ella. Eso me pareció excitante tanto que deseé ser yo quien succionara aquel enorme tronco, lo había hecho tantas veces en mi vida y cada vez me gustaba más, me encantaba apresar en mi boca la dura virilidad de David y mi emoción no tenía limite si lograba hacerlo eyacular dentro de ella. Aquello logro despertar mi deseo y mis pantaletas estaban algo más que húmedas, tanto que si por alguna razón alguien tocara mi vagina con la lengua me derramaría abundante en su boca. Cuantas veces lo había hecho en mi época escolar, años antes de entregarme al padre de mis hijos.

De la misma manera esos chicos también lo hicieron conmigo, por eso mismo me opuse a que Erik se llamara David como su viejo, y Erik se llama así en honor al chico que lamio mi florecita por primera vez. Ambos nos chupamos y conocimos el sabor de nuestros sexos, sé que esto no les ocurre a todas, pero a mí me encanta el sabor de la piel del verdugo y aún más el sabor del semen caliente en mi boca. Sin hipocresías muchos de ustedes recordaran sus primeros pasos en el delicioso mundo del sexo en muchos casos con hermanos y primos. Eso es lo normal.  Absorta estaba en esos pensamientos cuando recordé la noche anterior, cuando vi a mi Erik con su verdugo firme por alguna causa… no, no podía hacerme la tonta, era por mi causa. Me pregunté si aún tendría la habilidad de succionar el verdugo de mi Erik y hacerlo eyacular en mi boca. Sentí una punzada en mi vientre. Me creí en el infierno por pensar en mamar el verdugo de mi hijo. Me pareció inapropiado sucio. Tengo conocimiento que cada sitio o país tienen leyes y normas con respecto al incesto, por esa razón pensaba que no era bueno para mí. Regresé las revistas a su sitio, y salí a despejarme un poco. Baje andando hasta un sitio lejano al estero, desde ahí podía observar muchos patos nadando, y con ello logre olvidar mi hallazgo.

A lo lejos miré a mis hijos nadando y decidí zambullirme junto con ellos. Regrese al campamento pues recordé que, si había empacado mi bikini, tiempo tenía que no lo usaba, pero me conservaba en forma, así que confié en que me quedaría perfectamente, no me equivoqué el bikini me quedo un poco más ajustado, pero me servía, el trabajo en el gimnasio había acrecentado mis piernas y mis nalgas. El sol no estaba en el cenit cuando regresé al lago, me sumergí en el agua y la sentí muy fría. Requerí algunos minutos para acoplarme a la fría agua de la montaña. La piel de mis senos se erizó y mis pezones pusieron duros, pero permanecí buen rato dentro del agua. Estábamos situados como a 50 kilómetros de la población y mis hijos a más de 50 metros, miré a todas partes sin mirar una sola persona o animal cerca. Así que consideré que podía quitarme el sostén de mi bikini, y me tendí a tomar el sol. Antes de que me diera cuenta estaba dormida, supongo que por un lapso de veinte minutos más o menos. Por fortuna mi sueño no era pesado, y escuche voces que se acercaban a donde me encontraba. Reconocí las voces se trataba de mis hijos. Con rapidez traté de colocar mi sostén en su sitio tan apurada que lo coloqué mal.

Hecho esto permanecí acostada en mi sitio y fingí seguir dormida. Cuando estuvieron frente a mí, Paolo fue el primero en hablar… dijo:

—¡Mamá expuso al sol sus tetas! Maldición ninguna joven tiene unos como mamá ni yo uno de ese tamaño en la boca. 

—¡guarda silencio! —le ordeno Erik.

Sabía que ambos estaban mirando mis tetas. Decidí hacérselos difícil fingí un movimiento rascando mi brazo y con el cubrí mis senos. Alcancé a escuchar a Erik murmurar:

—¡eso no es justo!

Paolo repuso:        

—mamá tiene mejor cuerpo que la chica del colegio que me ando atornillando.   

—eres un hablador Paolo,

—a poco tú eres el único que puede cogerse una chica. Mamá tiene un cuerpo hermoso, ella no es ni la mitad de mamá.   

—en eso tienes razón —contesto Erik.

—mira que abultada se ve su panocha.

—eso se ve delicioso Erik.

—si la hubieras visto como la vi yo… sin ropa, abierta aventando un chisguete de agua toda cubierta de pelos.

—a poco ya se la viste.

—anoche… anoche se la vi cuando salió a orinar.

—porque no me avisaste.

-— estabas muy dormido y no creí que despertaras. 

—dime Erik serias capaz de follar con mamá.  

—lo estoy desando desde hace años, me encantaría chupar y morder esos pezones y follarla con todas mis ansias.   

—a mi encantaría chupar su capullo no me importaría si estuviera desaseado.   

—¡crees que a mí me importaría eso!

Los dos sonrieron pretendiendo no “despertarme” yo seguí fingiendo, pues me interesó mucho lo que charlaban.

Paolo propuso:  

—tomemos fotos antes de que despierte, yo me comprometo a desatar el nudo del bikini estoy seguro de no despertarla.

Cuando escuché aquello, pensé cortar sus intenciones, pero había algo en mí que me obligo a averiguar de qué eran capaces mis retoños. Paolo se postro junto a mí y sentí sus manos que no temblaban al desatar el nudo del bikini lo hizo tan rápido que parecía un experto. Casi exclama cuando jalo hacia mis pies la parte frontal de mi bikini, dejando descubierto mi peludo sexo. Eran tan atrevidos que no paraban mis sorpresas. Paolo dijo a Erik:

—espera un segundo.

Se lo que hizo porque Erik le indico:

—acerca lo más que puedas tu verdugo a su peluche, ¡vamos hombre empuja parece que nunca va despertar! 

Si al oírlos hablar tan suciamente de mi chochito me había excitado, pueden imaginar cómo me sentía con el verdugo de Paolo tocando mi puerta intima.

Afortunadamente creo que eso que hicieron logro dejarlos satisfechos porque Erik le dijo a Paolo que era hora de largarse.

—larguémonos antes de que despierte.

No sé cómo pude ocultar mis suspiros porque mi tragón estaba empapado, por fortuna Paolo no se dio cuenta. Gracias a dios se habían ido en el momento oportuno, de haberse quedado, o hubieran descubierto la parte posterior de mi bikini, empapado de mi excitación. Deje transcurrir un par de minutos, hasta oír sus voces apagarse en la distancia, después los escuche gritar fingiendo ignorar donde me encontraba. 

—¡mamá, mamá donde estas!

Me incorporé y sujeté mis prendas sueltas, y caminé directo al campamento. Después les conteste.

—¡aquí estoy me quede dormida en una roca allá cerca del lago!

—preparaste algo para la comida.

Había preparado algunos bocadillos y una ensalada. Paolo saltó sobre el almuerzo y lleno su boca de alimento, Erik parecía distraído, apenas tomaba alimento, lo mire al rostro y le pregunte:

—es agradable lo que estás pensando. 

Sin mirarme contesto:

—muy agradable.

Tengo que confesar que lo que dijo me sonrojo y la punzada que sentí en mi entrepierna me provoco mareo. Después de la comida Paolo quiso volver al lago.   

—está bien, pero si logras pescar ahí mismo preparas el pescado, voy a quedarme a preparar nuestro refugio porque parece que estaremos bajo la lluvia toda la noche.

Paolo tomó su caña y se fue. Grité para pedirle que se cuidara, cosa que parece que no le gustó pues no respondió. Me ocupé en lavar algunos trastes y empaquetar la basura. Miré a Erik afanado en su labor y yo intenté ocuparme en cosas sin importancia. Colgaba algunas cosas cuando vi a Erik acercarse a mí.

—mamá, se con certeza que no estabas dormida en la roca, sé que escuchabas a Paolo y a mi hablar de ti.

Supe que era inútil fingir. Le sonreí y le enfrenté.

—tu hermano y tu hablaron tan lascivo de mí.

Me dijo sentirse apenado, pero dijo que la causa habían sido mis tetas.

—hace tanto tiempo que tus tetas son mi tentación madre, que quizá no lo puedas creer.               

—ustedes llegaron tan repentinamente que no me quedo más remedio que fingir, por alguna razón mi sostén no hizo su función. Esperaba contar con su caballerosidad y no juzgaran los senos desnudos de mamá.

Erik no contesto se vio abrumado por mi respuesta, luego cuestione:

—porque habían usado el lenguaje tan obsceno, tan sucio para mamá.

—No te molestes es algo que aprendimos con papá aquí arriba se permite todo hasta preguntas indiscretas esas incluyendo cosas tuyas y de él. Era una especie de escapé según el.  

—-dime una cosa lo que dijeron es cierto—agachó su cabeza y dijo:

—cuando estamos solos Paolo y yo hablamos de las cosas que más nos agradan de las cosas que pensamos de ti y tu persona, y a veces uno alardea y bromea.

Lo vi un poco apenado y le dije:  

—está bien parece que sin querer los espié —le abracé y también me abrazó, no había tenido tiempo de cambiarme así que continuaba con mi delgado y breve bikini, nos abrazarnos sin intensión alguna, mis pechos se estrellaron con fuerza en su pecho.

Después se retiró unas pulgadas de mí, y contemplo sin empacho mis firmes pechos.

—mamá espero que no te enfurezcas por lo que voy a decirte, pero es mejor que uses una camiseta mientras dure el campamento, si es que deseas usar tu bikini, si no lo haces seguramente tendrás que enfrentarte a nuestras miradas lascivas.  

—está bien jovencito seguiré tu consejo.

Sin embargo, no era la única que estaba exhibiendo tentaciones la plática y el arrimón que nos dimos me puso cachonda tanto como a él, su pantalón no podía ocultar su erección y se lo hice notar.

—debes perdonarme no lo puedo evitar.

—no te preocupes creo que a mí me pasa lo mismo, ven creo que puedo ayudar con eso—no quiero parecer exagerada, pero su verdugo estaba tan duro como la roca donde me vi ultrajada por mis hijos.

Erik estaba muy excitado y me murmuro: 

—lo tengo tan duro que me duele. 

—pobrecito de ti acercate —le dije mientras tomaba asiento en un madero que habíamos improvisado de banca. Erik hizo lo que le indique y se paró frente a mí. Mi tentación era mayor que mi cordura, aflojé su cinto y eché al suelo sus pantalones cortos junto con su prenda interior, le empujé unos pasos hacia atrás lo suficiente para hincarme entre él y la banca, sujeté su enorme verdugo duro, pero de textura suave.

Erik sabía lo que iba hacerle y exclamó: 

—¡mamita!

Fue lo único que alcanzó a decir, antes de que un gran trozo de su largo verdugo, se alojara en mi boca hasta mi garganta. Tiempo tenia que no succionaba un verdugo, tanto que me gustaba, y estar en un receso no deseado. Y más ahora por tratarse del tierno y suave verdugo de mi Erik. Lo necesitaba, nada me importaba el incesto, solo quería un verdugo duro y potente dentro de mi boca. Escuche lo complacido que estaba Erik, sus ligeros gruñidos me lo indicaban, eche mano de toda mi experiencia, y a la vez me deleite con cada pulgada de carne dura, comencé a frotarla con mi lengua en toda su longitud, desde la base de sus pelotas las cuales acariciaba con mis manos, hasta que la enrojecida testa regresaba a mi boca, volví a empujarla hasta mi garganta ejerciendo presión con mis anginas, era tan perfecto el verdugo de Erik que nada tenía que envidiarle a un viejo macho, un hombre pequeño con verdugo grande.

Fue tan grato para mi mamar el verdugo de mi hijo que puse todo mi empeño en complacerlo, semejando la invasión de mi vagina lo metía y sacaba de mi boca, el resultado fue prodigioso Erik se corrió dentro de mi boca, su abundante semen ya viajaba por el tubo de mi esófago, mientras Erik sacudía con fuerza sus caderas. Sus pelotas vacías permanecían en mis manos, su verdugo permanecía tan duro como al principio, yo seguía mamando la testa de la misma forma golosa que siempre lo hacía. Instantes después Erik volvió a descargar otro torrente de leche que sin remedio se deslizo de nuevo hacia mi estómago. Esta vez el verdugo de Erik se desplomo sin vida de mi boca, él lucía sudoroso y fatigado, pero con la suficiente fuerza para caballerosamente ayudar a ponerme de pie.

De inmediato Erik golpeo con ternura una de mis nalgas. Con tenue voz, que apenas alcancé a escuchar me dijo:

—te amo mamá te amo.

Le aparté y le dije al quedarnos mirando fijamente.     

—quise hacer esto, gracias por permitirme hacerlo.

Cándidamente preguntó si el podía hacer cualquier cosa por mí. Le dije:

—tal vez, pero ahora no puedo contestarte. Pero debes apurarte para justificar con tu hermano tu permanencia en el campamento, otra cosa Erik como todo un caballero nada de esto a tu hermano. 

—si mamá no te apures.

Sonrió cuando le dije:

—podrás hacer todo libre de dolor en las pelotas.

Termino raudo su trabajo y corrió al encuentro con su hermano. Una vez sola solté una carcajada, no sé si de nervios o de gusto no podría definirlo. Había succionado el verdugo de mi hijo hasta dejarlo seco. En el fondo sabía que lo que conteste solo fue para poner emoción a la inminente cogida que me iba a dar Erik. Que viaje tan maravilloso estaba resultando. Mis hijos se portaron tan buenos. Limpiaron el pescado y me lo trajeron listo para freír, rumbo a la cena, cocine, cenaron y se asearon, y se acercaron a la linterna para leer un rato. No transcurrió tanto tiempo cuando Paolo dio muestras de sueño.

Bostezo y se abrigo en su saco de dormir, de pronto recordé cuando su padre y yo esperábamos a que durmiesen para coger a gusto. Arreglaba medianamente mis uñas cuando Erik al ver que Paolo dormía se acercó y se sentó junto a mí.           

Sin más preámbulo le pregunte que quien era la niña que Paolo se estaba cogiendo, se acercó a mi oído y me dijo:

—Alejandra Fernández.

Entonces le pregunte:

—seguro que ya se posesionó de su capullito.

—pues Paolo no lo sé. Pero yo si mama yo si le metí mi verdugo en su “lucy” —de momento me dio risa y me pareció increíble— no lo crees verdad, pero si supieras que la niña salió tan puta como su madre.      

—Calla Erik como puedes decir eso.  

—lo que no sabes es que doña Irma le da a quien le pide, si no es que ella les ofrece.

Ese viaje me estaba despertando más de lo yo pudiera imaginar.

—Erik te ha gustado coger con esas chicas. 

-—¡si fue genial!    

—te derramaste dentro de la chica Fernández.

—si …mamá.     

—¡sabes que sucedió con ella? Si ella tuvo un bebé.

—no… no sé.

—debes tener cuidado —estuvimos platicando largo rato sobre la seguridad en el sexo pues no se trataba de andar haciendo bebés aquí y allá.

Le dije que aún no estaba listo para ser padre, comprendió y me prometió ser más cuidadoso. Después me dijo:

—mamá en verdad me hiciste muy feliz por la mañana, y mucho habré de agradecerte si lo vuelves hacer lo necesito.

Lo abracé y le dije:        

—lo hare tantas veces como lo necesites. 

—eso es realmente lindo me lo mamas por favor mamita.

Al terminar de decir eso Erik libero en forma instantánea el verdugo de sus prendas. Bajé mi vista y lo miré totalmente erecto.

—sabes papi me entusiasma la idea de coger contigo.  

—¿hablas en serio mamita, a mi encantaría moriría de gusto. 

—si Erik, desde que murió tu padre mi chochito ardiente muere por falta de actividad. Además, conmigo puedes vaciar toda tu ardiente leche sin el riesgo de hacerme un bebé, así que puedes vaciarte dentro de mí, cuantas veces quieras.  

—justamente es lo que quiero llenar tu “lucy” con mi lechita.

Nos levantamos y nuestras prendas cayeron rápidamente al suelo, Erik era más alto que yo tan guapo y apuesto como su padre. Se acercó tímidamente a mí al contemplar mi completa desnudez, aun hoy puedo sentir como corrió uno de sus dedos entre los gruesos labios de mi chocho; encontró su meta mojada y caliente.

Mi mano sujetó su añorado verdugo duro y caliente con varios grados arriba de la temperatura normal Erik me beso dejando por completo a un lado su timidez. Entonces pregunte:

—¿haz lamido en alguna ocasión un chocho?  

—si mamita.  

—¿podrías hacerlo por mí? 

—con todo mi amor.

Tendí sobre el piso mi saco de dormir y en él me tendí yo. Estaba tan ansiosa que al instante abrí mis piernas a toda capacidad para él. Erik se arrodilló y yo atraje su rostro y lo hundí en mi mojada y caliente intimidad. Erik me sorprendió gratamente tenía una lengua suave y activa, perdí mi control y empuje con fuerza mis caderas rebotando su cara en mi ardiente pubis, fue más bueno de lo que esperaba, lamió mi botón como todo un experto, largos lengüetazos a lo largo de mi rendija. Mi chochito escurría mientras demandaba más aquella grata sensación. Quizá fui imprudente en mis muestras de placer el caso es que pedí a Erik desesperada.

—¡comeme más, mas! me voy a venir.

Cuando de pronto escuche la voz de Paolo. Justo cuando Erik daba el lengüetazo que provocó mi clímax.

—¿Qué está pasando aquí?

Fue sorpresivo, pero ni aun así no pude evitar mi orgasmo. Erik se incorporó con las huellas de mi orgasmo en su boca.

Temblorosa y agitada mire a Paolo desnudo, levantado, con su verdugo despierto apuntando hacia mí. Repuesta del orgasmo, y de la sorpresa, extendí mi brazo y le indiqué a Paolo que se acercara a mí. Paolo se acercó sin dudar, arrodillada, su verdugo quedo frente a mi cara, me aproximé hasta tomarlo con mi boca. Al momento Paolo gritó entusiasmado.

—¡eso es, mama mi verdugo como una puta!

La forma obscena en que se expresaba Paolo me excitaba, nunca me había expresado de esa forma, pero recién descubrí que me gustaba. Me apoyé de sus nalgas para deslizar más profundo su verdugo en mi boca, de pronto me vi en un sueño, Erik se acomodó debajo de mis piernas y lamía de nueva cuenta mi chochito. Ardía en envuelta en el fuego que habían desatado en mis cachorros, sentí que explotaría en cualquier momento, solté un momento el verdugo de mi Paolo y me puse en cuatro patas, enseguida le indique a Erik que me cogiera como a las perras, me excitaba imaginar la escena que estaba ejecutando con mis hijos Erik penetrando mi chocho desde atrás mientras seguía devorando el verdugo de Paolo con mi boca, mis hijos atacaban con fuerza mis dos partes mientras se veían de frente. Paolo dijo a Erik. 

—-mierda no lo puedo detener más.

Erik grito.   

—-¡no lo sueltes mamá hazlo que se venga en tu boca!

Así lo hice lo aferré con mi mano y con mi boca hasta que comenzó a contonearse por el fuerte orgasmo que le propiné.    

—¡púdrete en el infierno maldita perra mamadora.

Instantes fue Erik quien sujetaba con fuerza desmedida mis caderas y enseguida sentí el chorro cliente de su esperma inundando mi chocho.

—¡oh mamita por dios esto es genial!

Estaba disfrutando tanto mi inundación que a pesar de tener el esperma de Paolo en mi garganta me vine tan intensamente que caí desplomada con Erik encima de mí y Paolo arrodillado en el piso. Paolo me veía enternecido.    

—gracias mama nunca antes habían chupado mi verdugo.  

—qué lindo mi amor, que yo haya sido la primera.

Reposábamos después de aquella cruenta batalla, esto es lo que había pedido a David, y no supo darme una respuesta, quizá no hubiera soportado verme ensartada por otro macho. Irónicamente había sido ensartada por sus dos hijos tal como yo lo deseaba. Paolo rompió el silencio.    

—mamita algún día dejaras que te coja por tu chochito. 

—¡claro que, si mi rey cuantas veces quieras, solo hay una condición, de esto nadie debe enterarse, nos meteríamos en muchos líos. La gente no lo entendería. Si callan tendremos una vida hermosa de hoy en adelante, haremos cuanta locura quieran, sus verdugos para mí y mi chocho para los dos.

Celebramos aquel pacto cogiendo como desesperados todos los días de nuestro campamento.

(9,50)