Nuevos relatos publicados: 0

Vestuario

  • 3
  • 19.634
  • 8,89 (38 Val.)
  • 13

Había terminado el partido y ya no quedaba casi nadie en las tribunas salvo yo que esperaba a mi marido. Me compré una coca y seguí sentada sola como loca mala. De repente me dirigí a buscarlo y cuando abrí la puerta del vestuario todos se estaban bañando. Cuerpos, torsos, tríceps y bíceps perfectos bajo el agua. Que hombres tan apetecibles.

Pero sin embargo a pesar de estar toda húmeda seguí en busca del cuerpo que veo todas las noches. Que no dista de esa perfección. Uno de los hombres rozó su pene contra mi mano y aunque estaba dormida noté que era bastante gruesa sin poder evitar tomarla. De pronto mientras lo tocaba para lograr la ansiada erección el que estaba a su lado comenzó a frotarse contra mí haciendo que mis pezones se endurezcan. Comenzaron a tocarme y besarme dentro de la ducha. Sus manos bajo mi ropa empapada me hacían mojar más y no por el agua precisamente.

Comenzaron a entrar uno, dos, tres.... y perdí la cuenta de cuantos penes toqué hasta que vi a mi marido observando el show. Me besaban un poco cada uno por donde podían y me acariciaban tanto que no distinguía caras. Comencé a meterme los penes en la boca de a uno, empezando por el gordito. Me tomaron por las caderas a este punto desnudas y sentí un pene en mi conchita. Yo seguía chupando y observando entre tanto hombre a mi marido que miraba mientras se le paraba la pija. Yo por mi parte quería que me follaran toda. Mi vagina cambiaba de pene a cada instante haciendo que se acomodara a cada uno y mojándome más.

Tenía siempre la boca ocupada con una polla así que no podía gritar como quería, sino que jadeaba y gemía. Escuchaba las cosas que me decían y el notar las diferentes voces me excitaba tanto que me hacía llegar al orgasmo una y otra vez. Escuché que me decían; puta, putita, que colita.... como me movían y me acomodaban a su antojo. Y algunos ya me llenaban de semen. Pasaba mis dedos por mi clítoris pidiendo más. Me penetraban por todos mis agujeros y me hacían desear tener dos o tres agujeros más.

Mis piernas temblaban, ya no podía moverme, aunque quisiera, pero ellos lo hacían por mi manejándome como una cosa. El pene que tenía en mi cola era enorme más sin embargo sentía dolor y placer mientras me bombeaba. Se acercó mi marido y se prendió a follarme también como nunca lo hacía, salvajemente como si no fuera yo a la que se lo hacía y eso me ponía más. Cuando ya no aguantaba más y temblaba comenzaron a llenarme todos de semen. A veces dos, tres o uno inclusive. Yo tocaba mi vagina en medio de esos gustos diferentes.

Cuando terminaron se fueron y me bañé con mi marido porque sabía que no iba a resistirse a follarme una vez más. Aunque mi dilatación ya era demasiado extrema y le sobraba un poco, podía sentir que a pesar de tener una buena polla le bailaba. Pero no importaba me excitaba que me dijera que era su putita y acordarme de lo de hacia un rato.

(8,89)