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Malena 5: Nuevo Comienzo 2

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La historia de Malena; Nuevos Comienzos 2: TRATO HECHO.

Anteriormente, en el capítulo de Malena y el profe…

Azcunes se resarció merecida y plenamente de sus años de espera para cobrar su parte. Además, estaba orgulloso de que una alumna tan mala en su materia, como lo había sido ella, hubiera sido capaz de darle un uso tan eficiente a las herramientas financieras que el enseñaba en su cátedra de “Control de Costos” era realmente grandioso. Esto, hablaba muy bien de sus altas capacidades pedagógicas: ambos merecían un premio adicional, así que esa noche se tomó doble dosis de la nueva medicina que su socio le había traído de su último viaje a Europa y para ella, el premio fue embadurnar su cosita con la nueva crema que el drogadicto de su esclavo acababa de inventar. Se dieron un banquete como nunca olvidarían: sexo duro e interminable.

Recapitulando para empezar…

Gonzalo había quedado en ascuas desde que supo que había abandonado la celebración tomada del brazo del viejo: no sabía que pensar.

Su interés por indagar si Malena ya estaba lista para “la acción” sin ningún tipo de prejuicios, ni restricciones estúpidas autoimpuestas -causadas principalmente por la descaminada relación que mantenía con Leonardo- lo habían llevado a espiarla.

El primer paso, fue observar -en sus vinculaciones con los clientes que él le asignaba- sus reacciones ante sus inevitables avances, pues generalmente se proponían conquistarla.

Sus conclusiones al respecto dejaban mucho que desear, pues no se soltaba, se mantenía temerosa de ser acusada con su maldito novio.

En cuanto a lo que había pasado en la celebración del contrato con la empresa de Azcunes, estaba en la luna debido a la merecida borrachera que se había metido, no pudo hacer observaciones directas de calidad acerca de la conducta de Malena con el viejo…pero si captó cierta familiaridad entre ellos, que pasó desapercibida para los observadores menos interesados.

Por ello, tuvo que apelar a la percepción - siempre desconfiable- de sus espías.

Los interrogó, pero salvo Ámbar que creía haber observado una mano perdiéndose entre los confines de las piernas de Malena, nadie había visto nada. Además Ámbar era una observadora tendenciosa pues Malena le había quitado a Leonardo.

Había que preguntarle a ella misma. Ordenó a su secretaria que la trajera a su oficina y se preparó para la confrontación.

CLAUDICACIÓN

La sometió a un exhaustivo interrogatorio, al que ella resistió a pie firme sin soltar prenda, apoyándose en la seguridad de que Gonzalo no sabía nada de nada.

Sus habilidades y su fuerza de voluntad la ayudaban…pero, Gonzalo era más mañoso, bellaco, zorro y personalmente interesado en la inversión que había hecho en ella.

Ella resistía. Él afincaba sus dientes en la presa.

Lo que la perdió fue el hambre.

A una noche en blanco, al licor ingerido, al ejercicio extremo que el profesor le había inducido con sus trampas químicas durante toda la noche y al no haber tenido ocasión de probar bocado desde el día anterior, se debió el descalabro de su voluntad: Estaba a punto de desvanecerse.

Claudicó:

-¡Ay, sí! ¡Ya! ¡Deja la tortura! ¡Eres ladilla y cruel! Sabes que me estoy retorciendo del hambre y debilidad y sigues con tu maldita insensibilidad hasta lograr lo que quieres… Sí, está bien ¡me acosté con el viejo! ¿Y qué?

Lo confesó al fin casi gritando de rabia.

-¿y qué? -Continuó después de tomar aire- ¿No es eso lo que quieres que haga con todos? Lo hice por el bono que me toca que lo necesito con urgencia… quise asegurar el negocio… trató de contratarme para su empresa, pero me negué… por Leonardo -a pesar del sueldo que me ofreció- entonces, me pidió esa compensación y no pude negarme. No fue nada excitante como te imaginarás y fue casi impersonal. Fue un sacrificio.

UN TRATO EQUITATIVO Y RAZONABLE

Era una mentira convincente que se le ocurrió sobre la marcha para aumentar el valor y el prestigio de “su sacrificio” pero que no pudo rematar con algunas gotas de llanto pues la sonrisa de oreja a oreja que Gonzalo empezó a mostrar la cortó.

No la dejó terminar, la acalló con un gesto y sobre todo con su gran sonrisa de triunfo. Se levantó de su sillón y la abrazó. Estaba exultante.

-¿Y esa emoción? Le interrogó ella ya sin asomo de rabia.

-Quiero que sepas que estoy contento porque al fin estas curada de la enfermedad… de la tristeza, que se había aposentado en tú espíritu y has regresado a tú verdadera personalidad. Al fin, ¡al fin!... ¡has regresado a la vida útil!

-¿Útil? ¿Por qué útil…útil para quién?... Gonzalo, óyeme, está muy interesante tu disertación, pero tengo tanta hambre que creo que me voy a desmayar… ¡por favor, tengo hambre! ¡Sácame de aquí… llévame a comer!

-¿Quieres un trago? Ya nos vamos a ir…espérate un poco.

Sin esperar la respuesta sacó la botella del escondrijo que ellos conocían y le sirvió un trago. Se sintieron mejor.

-Productiva más bien, productiva quise decir…no útil, remendó Gonzalo.

-Explícate mejor, inquirió ella sin entender bien el sentido pero columbrándose algo ya.

-Estás lista para ser mi arma secreta.

Ella continuó bebiendo, esperando que se explicara más claramente para evitar especulaciones erradas.

-… mi arma secreta para los negocios… para los casos más especiales… de las minucias se encargan las demás.

-¡Ah! Ya entendí. Acostarme con clientes, dejarme manosear, besarme, etc… ¿no? Y además… me vas a pedir que me acueste también contigo -argumentó con cierta congoja en la voz. Se sirvió otro trago.

-No, no, no… no me gustas lo suficiente -le rebatió su argumento en forma de broma para relajarla- eres idiota y antipática… sólo te quiero como mi mujer de confianza… aunque no confío en nadie y menos en ti… pero no me queda más remedio.

-¡Ah! O sea… solo debo prostituirme con los demás. No contigo. Tú sólo serías mi chulo.

El arregló convenientemente la respuesta:

-ser cariñosa, atenta, buena escucha y simpática, no es prostituirte y a cambio se obtienen mejores ganancias que las que “se abren de piernas” con facilidad… Tú no eres de esas: Eres inteligente y astuta, mentirosa y buena actriz…

-gracias… te faltó que me crees idiota ¿No sería más conveniente meterme directamente a puta?

-Con tu cuerpo puede ser muy productivo, pero sería desperdiciar el resto de tus dones, que son más valiosas que tu estructura física. Mientras llegas a conocer ese difícil negocio, puedes quedarte conmigo y probar lo que te ofrezco…

-¿Qué gano con dejarme chulear?...pásame otro trago… ¡Gonzalo tengo hambre!

-En principio –enumeró mientras le entregaba su propio trago- mucho dinero extra; relaciones personales que podrían servirte a futuro y “a presente” en tu recién comenzada carrera universitaria -bueno, “semi universitaria”- se mofó; diversiones, experiencia -sobre todo en el trato con los hombres (que te serviría para no ser tan idiota “como ahora lo eres” y poder dejar de creer en “pajaritos preñados”- Además están las becas… los regalos…mi agradecimiento… mi protección y… becas para finalizar estudios, repitió a sabiendas de cuál era la principal frustración suya.

-Es un buen trato. A cambio de lo que “podría” ganar, yo solo perdería mi dignidad, mi hígado, mis pulmones, mi piel se avejentaría de tanto trasnochar… puedo perder a Leonardo, quedar preñada o “enfermada”… etc. Más nada que eso y algunas otras que no me vienen a la cabeza que ya me está dando vueltas… ¡Ah! Y la famita de puta que me perseguiría para siempre… ¡buen trato!

-Nada se pierde, todo se transforma…y en la vida, queridita, se pierde para ganar.

Ella estalló en una sonora carcajada. Su estómago se había calmado con el licor, pero su cabeza parecía más liviana:

-Eres realmente una mierda… chanceó.

-Pragmático, respondió el sonriendo. Prueba. Solo prueba. Si no te conviene, te retiras…y por tu queridito Leonardo, no te preocupes, no es mucho lo que perderías, pero si te interesa tanto, estoy dispuesto a interponer todos los recursos a mi alcance para que no se entere. Porque tengo tantos enemigos, he desarrollado toda una gama de técnicas para proteger mis actividades y a los míos… si no, ya me hubieran jodido.

Siguieron bebiendo en silencio un buen espacio de tiempo que ella utilizó para pensar:

Desde el principio, lo había observado y sus acciones le parecían destinadas a entramparla y espiarla para descubrirla cuando se resbalara con algunos de sus amigos (a los que ella consideraba señuelos) y obtener pruebas que la incriminaran en una infidelidad para así poder chantajearla y acostarse con ella.

Esa era la idea que tenía de él hasta ese momento.

Le inspiraba confianza, le simpatizaba por su ruda sinceridad y le hubiera gustado poder ser su amiga como lo era Lobelín, la administradora. Era poderoso y avispado y de muchas maneras la protegía más que Leonardo.

Ahora sabía que no era su cuerpo lo que le pedía…era su alma a la que quería corromper.

-Acepto… ¿Becas de estudio…dijiste? Respondió al cabo de su recopilación mental dejando fija su mirada en él. ¿Alguna instrucción, mi chulo?

-confiar en que lo que haga será de provecho para ambos, seguir mis instrucciones al pie de la letra. No te exijo lo de la lealtad porque sé que no es necesario.

-Muy bien. Entendido. ¡Tengo hambre! Las tripas me están sonando… ¡otra vez…! estoy medio borracha… ¡otra vez…!

A Gonzalo le divertía su actitud desenfadada y pragmática como la suya misma. Era bellísima y peligrosísima.

-Quiero que estudies bien a Juan.

-¿Al gallego? ¿Al jefe máximo? No sabía que dios podía ser estudiado.

-Estas borracha, vámonos. ¡A comer! Busca tus pertenencias que nos vamos.

Ella salió sin chistar.

Primeras instrucciones

Mientras la esperaba en el carro, Gonzalo cavilaba.

Había esperado por su recuperación pacientemente. Había aprendido sinceramente a confiar en ella, pues nunca había pretendido engañarlo -más que con mentiras superficiales- con las que buscaba, más que nada, preservar su propia intimidad.

Nunca antes, la belleza, la malicia y la lealtad las había conseguido unidas en un solo espécimen femenino. Conocía su historia, pues se la habían contado, sabía que la vida le había dado unos buenos golpes, pero no la habían amargado.

Tenía que convencerla de que debía seguir sus instrucciones al pie de la letra, pues para poder sacarle provecho a sus propiedades “físicas y a las electroquímicas de su cerebro”, tenían que aprender a actuar sincronizadamente.

Era una lindura, pero no buscaba que se acostara con él, sería un error, quedaría embobado como tantos… ni buscaba que se acostara con otros, sino que aprendiera a administrar sus recursos para su provecho.

-Con Leonardo y con los demás podrás seguir representando tu papel -le dijo cuándo la tuvo sentada a su lado en el automóvil.

-Juan -continuó después de poner en movimiento el vehículo y haber encendido un cigarrillo- es de ahora en adelante tu tarea principal…debes mantenerte alejada suyo hasta que yo te diga… pero recaba toda la información femenina, con las que han estado con él…pero tú: lejos. Por ahora…hay muchos objetivos en la mira que ya te iré mostrando…debemos hacer de esto, algo divertido. Nada de tapujos, desde el principio… ¿okey?

-¿Confías en mí? -Le peguntó Malena mostrando más asombro del que sentía- yo no sé si se puede confiar en ti…

-Tendremos que hacerlo, no nos queda más remedio si queremos que este negocio nos dé buenos dividendos… delimita tu relación con Leonardo a su justa ubicación.

Ella saltó como una tigra:

-No sigas metiendo a Leonardo en esto, ni lo nombres -lo interrumpió histérica-  Él, es mi a-sun-to y mi pro-pie-dad. Recalcó señalándolo con el índice. ¿Entendido?

-Está bien, le respondió él en medio de una sonora carcajada; que no constituía un intento de burlarse de ella, sino, lo que dejaba salir con esa efusión repentina que le había provocado su salida, era su sorpresa por lo dura que podía ser cuando se lo proponía; aunque no lo pareciera. 

-Es tu propiedad… está bien. Sé que es muy importante para ti –continuó- pero no entiendo exactamente cuál sea tu interés en él… siempre hay uno mejor -recalcó- todo es temporal  ¡Es tú problema! Como dices…El problema mío era que necesitaba una compañera como “Hunter&McCal” por-que-no-con-fío- en- na-die…tú, eres mentirosa pero no traidora: yo sí confío en ti.

-¿Por qué Juan?

-Juan…-dijo pensativo- quiero su puesto cuando lo asciendan… y tú me vas a ayudar… ya está muy interesado en ti, ahora hay que lograr que se enrede en tu tela. Controlándote a ti…lo controlo a él…sus secuaces me tienen rodeado…quieren sacarme del orden de sucesión…si yo salgo, tú quedas sola…si yo subo: tú subes. Aún no es momento propicio para que actuemos, cuando llegue, te lo haré saber.

-No tengo ganas de relacionarme con ese tipo y mucho menos dejarme seducir. Las veces que lo he tenido cerca, me mira el culo con cara de sádico…me tiene ganas de verdad…no es que sea feo…sólo que es demasiado arrogante, soberbio y me cae mal. El otro día en una reunión me hizo ruborizar por la manera cómo miró –ostentosamente, delante de todos-mis senos en un momento de descuido de mi parte cuando me incliné a recoger un papel que se me había caído…

-No puedes culparlo por quedarse mirando tu rabo, es muy atrayente y, cualquiera que tiene la ocasión de mirar una bonita delantera de piquitos rosaditos…

-¿Quééé? -ella lo interrumpió mientras cerraba con sus manos la abertura de su vestido- ¡DEJA, chico!

-…la duda que tengo -dijo sonriente prosiguiendo con su pensamiento sin hacerle caso a sus aspavientos virginales- es que si serás buena en la cama (si se presenta esa situación) y fuera de ella, tanto como para mantenerlo interesado…... yo creo que además de buena cama hay que tener, picardía y la sensualidad. Siempre se lo digo a las muchachas, pero ellas abren las piernas como si entre ellas estuviera la solución…

Ella lo interrumpió:

-¿Quieres probar? ¿No? -interrogó asustada otra vez-

-te dije que ¡NO!

-…soy buenísima en la cama, querido –le respondió refiriéndose a lo que mejor había captado de su parla- y tengo pruebas: más bien se pegan más…se engolosinan… ¡Mira a Leonardo…!

-Ya le he preguntado, pero es muy conservador y… “de eso no se habla”…

-¡Bien hecho! para que no seas atrevido y entrometido. Le respondió en medio de una carcajada de orgullo que la sorprendió.

-Bueno, bueno…veremos…de todas maneras la regla con Juan es: “mejor que se quede con las ganas y así se mantendrá interesado”… y tú también ganas más, porque esa actitud de la mujer misteriosa e inaccesible…provoca el interés de conquistarla, agasajarla, seducirla, cortejarla… ¡Tú entiendes…!

-Sí, maestro, dijo en voz alta mientras internamente se decía, que “esa” era su vida.

-Vamos a almorzar…hay que celebrar los dos triunfos: nuestra sociedad y el negocio que conseguiste…porque es innegable que  lo conseguiste… ¡te felicito! Le reiteró Gonzalo mientras aparcaba el carro en el estacionamiento del restaurant.

-Concéntrate en lo de Juan -finalizó Gonzalo luego de una pausa para encender uno de sus innumerables cigarrillos- sé que me vas a ayudar mucho ¡Vamos a celebrar!

-Gonzalo… por favor -ella le dijo en voz baja acercando incitadora la boca a su oído:

Él la miró con sorpresa.

-…quítame la mano de la pierna…

Él se la quitó y se echó a reír.

PIERÍNA

Fue su segundo triunfo y el que consolidó su fama de buena negociadora. Sucedió tres días después del asunto de Azcunes.

Se la presentó Leonardo durante un almuerzo en una de las visitas que hizo a Ciudad Jardín acompañando a Cesar, uno de sus corredores de negocios, a fin de asesorarlo en el cierre del trato con su empresa: una fábrica de calzado femenino.

Ya los ellos tres, se encontraban en el restaurante cuando Malena se les unió.

Al finalizar el almuerzo, Pierína, se encaprichó en llevar también a Malena a la visita que le harían a la fábrica.

Ya en ella, dejó a Leonardo y a Cesar en manos de su jefe de producción para que respondiera a sus inquietudes y se llevó a Malena consigo: Quería mostrarle los modelos de zapato que confeccionaban actualmente para que le diera su opinión al respecto.

Malena inmediatamente -con ese olfato que tenía para las cosas con mujeres- se dio cuenta de que era una excusa para estar con ella a solas.

-Macarena nos presentó. Le espetó Pierína, una vez que estuvieron sentadas en los cómodos sillones de su elegante oficina.

Malena no se sorprendió mucho porque esperaba algo como eso… aunque no exactamente así.

Sonrió y bajó la cabeza para mirarse las manos.

-quiero hacerte una propuesta… dijo Pierína.

Malena levantó la mirada hasta encontrarse con la suya. No respondió, sólo descruzó las piernas y las volvió a cruzar al contrario.

-… ¿cobras comisión por los negocios o sólo eres empleada de oficina?

-Ambas, respondió Malena. Estaba nerviosa al sentirse cortejada nuevamente por una mujer.

Porque a todas luces Pierína había comenzado a coquetearle con su actitud de cercanía y secretos remotos. Se había sentado en el sillón aledaño al suyo y lo había acercado lo suficiente como para que sus rodillas se rozaran.

-sé que no puedes -por razones éticas- quedarte con mi negocio para ti… además, está tu novio… por eso no te lo ofrezco…pero hay un negocio más grande: la ampliación de la planta de plásticos de mi familia… además de la comisión que ganarás por un negocio que es cinco o seis veces mayor que el mío… te daré una recompensa adicional…

Malena estaba boquiabierta: -¡qué directa! A la yugular, me está comprando –pensó divertida.

No contestó nada y se limitó a, nuevamente, descruzar y cruzar las piernas en la posición contraria.

Pierína se las miraba golosa cada vez que lo hacía. Se le acercó más y le tomó una mano que se llevó a la boca para estamparle un beso:

-te preguntarás ¿Cuál es la trampa?

Malena sonrió como si estuviera cohibida.

-Mi esposo cumple años mañana y siempre me ha pedido el mismo regalo año tras año… y no se lo he podido dar, porque… porque, nunca había conseguido a la persona idónea… pero tiene que ser una buena señal que tú… precisamente tú… la muchacha en la que siempre he pensado desde aquellos días, haya reaparecido, precisamente hoy… además del negocio que te daré, te pagaré lo que me pidas… si te prestas para que hoy en la noche hagamos un trio… eso es lo que él desea y… por mi parte… tendré la oportunidad de cumplir mi deseo contigo. Todo en estricta confidencialidad y tú pones las condiciones… será en nuestra casa… totalmente discreto y…

-Acepto. Malena la interrumpió.

Mientras ella hablaba, la había recordado.

Era la mujer que había llorado por ella cuando la descubrió con Jenny durante la fiesta de esponsales con Macarena… no podría olvidar jamás esa expresión dolorosa.

Había cambiado y no la reconoció a primera vista. Además de los cambios físicos –producto de alguna que otra operación reconstructiva- y de, estilo de peinado; ahora era más equilibrada y de mirada sojuzgadora, era difícil no sucumbir a sus pretensiones. Habían pasado como cuatro años de eso… ¡Qué tiempos aquellos!

Las interrumpieron unos toques a la puerta. Leonardo, Cesar y el jefe de taller habían concluido su visita. En el mismo momento que ellos entraban, a su vez, fueron interrumpidos por un viejo maestro zapatero que con su delantal azul, pidió permiso, se postró a los pies de Malena y muy profesionalmente, después de tomarle sus pies entre sus callosas manos para poder tomarle sus medidas. Finalizado el asunto se inclinó ante ella y se retiró.

-Mañana o pasado mañana, tendrás una nueva colección de zapatos, aseguró Pierína muy sonriente.

Todos, que habían quedado silentes a la vista de sus sensuales pies entre las manos de ese rudo hombre durante el acto de medición, reanudaron sus asuntos.

Pierína parecía de buen humor y ante la explicación que le dieron y la promesa de mantener las tasas que le habían dado hacía ya más de un mes, el negocio se cerró a la satisfacción de todos.

Malena y Leonardo estaban sentados uno al lado de la otra con sus manos agarradas por debajo de la mesa.

Todos se quedaron un rato para brindar y celebrar el buen suceso.

Leonardo había quedado con Malena en que esa noche la pasarían juntos.

La situación, la atribulaba y la excitaba. Estaba entre dos fuegos. Pero ya había decidido cuál sería el fuego que esa noche la quemaría.

Pierína quiso mostrarle personalmente las instalaciones de su reservado cuando necesitaron usarlo: Había notado las miradas de Malena que le pedía auxilio.

Mientras orinaban y se lavaban, tramaron cómo se desharían de Leonardo sin que fuera muy traumático.

Fue sencillo.

Al momento de despedirse, Malena se colgó del brazo de su novio como para salir de la oficina con él, rumbo a la diversión y al sexo. Pierína actuó en ese momento.

Llevándose la mano a la cabeza como si hubiera olvidado algo, dijo con tono preocupado: -señor Cesar, disculpe que lo moleste, pero ¿podría entregarme la definitiva propuesta mañana a primera hora? Había olvidado que a las diez tengo la junta con mis socios… son mis hermanos, pero son exigentes… podríamos dejarlo para la próxima reunión de nuestra directiva –dentro de un mes- pero sé que no nos conviene… a ninguno… las buenas tasas que me están ofreciendo sé que me las mantendrán por pocos días… y no quiero perder el negocio… ustedes, me imagino que tampoco… sé que ahora iban a celebrar el negocio pero les juro que los compensaré el día que firmemos… yo pagaré la celebración… díganle a Juan que asista también ese día… que está invitado… ¡Ay, perdónenme!

Entre caras no tan alegres como al principio y “no hay problema, señora Pierína” y “otro día celebramos, así el jefe máximo podrá asistir también” se fueron retirando… los esperaba una noche de trabajo puliendo detalles. Pero bueno, era tremendo negocio.

Leonardo, le dio un leve beso a Malena y con cara contrita le hizo un mohín de: ¿Qué se puede hacer?

La carita entristecida que puso Malena era un poema.

Pierína le pasó la mano por el hombro y le dijo delante de Leonardo: - perdóname tú también, amiga, pero a Leonardo le conviene que el negocio se cierre lo más pronto posible... “burro amarrado, leña segura” ¿no es así Leonardo?... tiempo siempre hay para lo otro… ¿no?

Leonardo con una risa de frustración, las besó a ambas y se fue tras Cesar que ya caminaba hacia su carro.

En cuanto desaparecieron en la lejanía con reiterados saludos, Pierína la tomó de la mano y se la llevó a la oficina. Allí le indicó el teléfono con un gesto:

-llama a tu jefe y dile que le tienes un gran negocio…

Malena llamó a Gonzalo. Le explicó que los de la regional habían cerrado su negocio con éxito… pero ella… ¡muérete!... Mañana, nos entrevistamos con el presidente de una fábrica de plástico a las tres de la tarde… el negocio es seguro… me dio la buena pro sólo con lo que le expliqué… ¿qué te parece?

El presidente de la planta era el marido de Pierína.

-ven, vámonos a la casa, quiero estar segura de llegar primero que Octavio… para tenerle preparada la sorpresa…

-¿me vas a aponer un lazo? -Preguntó Malena cuando ya iban en el auto de Pierína rumbo al apartamento- ¡coño, se me olvidaba!

-¿qué? preguntó Pierína mientras le ponía una mano en el muslo.

-tengo que llamar a mí mamá…

PRIMERO, VEAMOS QUÉ HAY.

Malena se sentía mal, se sentía traidora, desleal, mentirosa e ingrata.

No le gustaba lo que le había hecho a Leonardo… era su amante y debía respetarlo... hacerlo quedar como un pazguato ante extraños era malo. Eso la atormentaba y le dolía el estómago.

Pierína se presentó ante ella -apenas llegaron a su casa- con un cheque que acababa de firmar. La cifra era alarmantemente alta. A Malena le tembló la voz cuando se lo agradeció.

-Es para ti…

Pierína tomó asiento en el primoroso sofá y con un golpecito de su mano sobre su superficie le indicó que se sentara a su lado:

-tenemos tiempo, aún está en la oficina. No te debo nada. Te entregué el cheque ahora, para que cambiaras esa cara de consorte compungida por la traición a su maridito, que… bueno lo demás no es mi problema.

-dime lo demás -le pidió Malena.

-es tú problema si quieres saberlo… tú maridito me estaba echando unas miradas que me estaba quemando la entrepierna.

-lo dices para que cambie mi actitud…

-si lo crees así, está bien por mí.

Pierína le pasó el brazo por sus hombros y la atrajo. Así se quedaron en silencio unos minutos.

Malena le puso la palma de su mano sobre la rodilla: -perdóname, pero es extraño lo que sucedió, le dijo, me siento un poco incómoda por haberlo hecho… aunque después de lo que me dijiste –que sé que es verdad- ya me siento mejor.

-considéralo un negocio… que te impidió cenar con tu hombre… nada más… nada por lo que ponerse mal… él es sólo una víctima más de mis encantos.

Se carcajearon.

-sí, pero…

-ya te acostumbrarás… no te preocupes… sentimientos de primeriza… en eso de ser infiel frente a su pareja… aunque en aquella ocasión ¿recuerdas? No parecías conturbada por estarle siendo muy infiel y en sus narices y con su mejor amiga, a Macarena…

Mientras le hablaba le acariciaba el cabello con suavidad -no para calmarla… sino para satisfacer el deseo de saber cuán suave era- y se le acercó más y le olisqueó el cuello.

Malena sintió cosquillas y se rió.

-hueles a sensualidad… le dijo Pierína.

-¿puedo beber algo?

-¡oh, sí! Claro, disculpa. A continuación sin dejar de acariciarla, llamó a su camarera por su nombre y le pidió whisky.

Cuando la camarera regresó, la lamida que en ese momento le aplicaba a su cuello no se detuvo. Fue Malena quien dio un respingo apenada por la actividad de Pierína en presencia de la muchacha.

-¡vete! -Le dijo Pierína a la muchacha, apenas puso la botella y los vasos en la mesita- no vuelvas… ¿no ves que la asustas?

La muchacha se inclinó y se retiró.

Malena no entendía. Y se lo dijo con la expresión de su rostro.

-no te preocupes por ella, es como mi animalito, no volverá. Quiero decirte que, el día que te vi haciéndolo con aquella mujer, sentí un gran dolor… esa noche estabas bella y había decidido enamorarte, sonsacarte y robarte… pero la expresión de tu rostro cuando ella te poseía… indicaba tal entrega, que me dolió más porque pensé que nunca te tendría… ¿qué ha sido de ella?

-no lo sé. Nunca más la vi… -Malena tomó un buen trago pensativa… rememorando- hablemos del presente.

-el trato es que eres nuestra hasta el amanecer ¿lo sabes?... y los límites que tu impongas serán aceptados…

-eso está claro… mi único límite es la relación anal… no lo hago…

Pierína volvió a llamar a su camarera.

-debes fabricar pronto, un lazo -le ordenó- que sea grande, y dirigiéndose a Malena le preguntó: ¿quieres que ella te desvista?

-yo puedo sola.

-quisiera darle a Lily ese pequeño obsequio por sus desvelos conmigo… tocará el paraíso pero no entrará…

La muchacha se mantuvo hierática.

Se acercó a Malena, le dio la mano para ayudarla a ponerse de pie y sin pedirle permiso comenzó a desvestirla delante de Pierína, quien sentada en el sofá observaba atentamente la escena: -hazlo más lentamente, le indicó a Lily, pon atención…te ves muy excitada ¿es que vas a acabar?

Malena se dejó hacer. Era suya por una noche.

Mientras la muchacha se divertía un poco, Pierína se desnudaba sin dejar de mirar.

Lily se veía excitada y no perdía ocasión para rasar sus dedos por las partes más excitantes del repertorio de Malena. Ella no la detuvo cuando sintió sus dedos entre sus nalgas.

-¿verdad que es un rabo fabuloso? ¿Acaso tú habías visto algo así? – Preguntó Pierína a Lily- pero no te pases… no metas los dedos allí… la vas a excitar más de lo necesario…

La mucama se detuvo. Le quitó el último trapito a Malena y se paró a su lado. Respiraba con fuerza.

-¿la quieres?

La muchacha no contestó.

-vete, ya es suficiente. Ocúpate del lazo y tráelo de inmediato.

Se marchó con las prendas que ellas se habían quitado.

-¿Por qué no la usaste a ella en el asunto del trio? Preguntó Malena mientras se ocupaba de aderezar su trago para disimular su turbación y su nerviosismo.

-¿Estás loca…? ¿Esa zafia mujer meterse en mi cama? ¿Con nosotros? Siempre he buscado la más alta calidad para todas mis cosas… no niego que a veces la uso para alguna emergencia… tú sabes: está bonita y sabe… como para cuando pensaba en ti… me hace sus cosas y me calma… ¡pero nada más! Contigo es diferente, eres calidad al máximo – le dijo mientras se le acercaba y ponía su mano sobre sus senos: -eres un bocado de Cardenal.

-quiero bañarme…

-¡NO! ¿Estás loca? Y perder el sabor y el aroma que ahora tienes… sírvete otro trago… Octavio, no tarda.

Se sentaron bien pegaditas. La mucama Lily regresó con un enorme lazo.

Pierína de poco más de cincuenta años -que no representaba- era una morena alta, gruesa, fuerte, de medianos senos y de piel mate. Bella como hija de italiano con criolla que era. No tenía hijos. Sus posaderas eran amplias al igual que su vulva. En ese detalle se asemejaba a Malena. Se notaba que se cuidaba en gimnasios y con dietas… además de en el cirujano plástico… pues estaba muy comestible aún.

Mientras esperaban –para entretenerse, pues Pierína no quería cansar al regalo de su marido… y suyo- comenzó a recorrerla con sus manos y a comérsela con los ojos en una especie de reconocimiento de la mercancía:

-eres perfecta… ¿te vendes a menudo?

-es mi primera vez… creo.

-¿si te necesito estarías dispuesta para mí? El precio lo discutimos… no soy tacaña con mis placeres…

-ya veremos… depende de….

Un ruido en la puerta indicó que Octavio, estaba llegando.

-rápido, ponte el lazo y escóndete tras el sofá…

¡CUMPLEAÑOS FELIZ…!

Octavio había llegado y Pierína lo recibió en carne viva. Malena escondida tras el sofá no pudo verlo… ¡otro viejo para la cuenta! Se decía.

Los oía conversando acerca del cumpleaños… y que ella lo recibiera así era parte del regalo que le había comprado… él la besaba… se oía su risa incrédula… las voces se acercaban al sofá… se sentaron en él mientras se sentía el chasquido de los besos y se oían las emocionadas palabras que se decían.

De pronto Pierína dijo en voz alta:

-Malena… sal de allí.

Malena temblaba de la emoción y de la angustia cuando se puso de pie a sus espaldas. Rectificó el lazo y salió.

Octavio no presintió en dónde estaba la tal “Malena” –la sorpresa fue perfecta… sin aviso- por un momento pensó que estaba tras una cortina, no esperaba que surgiera a sus espaldas.

Cuando apareció delante de él su sorpresa fue mayúscula. Malena también se sorprendió. 

Pierína dejó que el momento apoteósico fluyera durante unos segundos, ellos se miraban electrizados por la sorpresa:

-te presento a Malena… ¡feliz cumpleaños!... ¿Te gusta el regalo?

-deliciosa sorpresa, dijo él mirándola extasiado.

Malena sostenía el enorme lazo con sus manos colocado frente a su bajo vientre y no pudo evitar no poder quitar sus ojos de la figura de Octavio.

-quítate eso de allí, mija -ordenó Pierína- deja que te vea… date una vueltecita.

Malena había recaído en su angustia.

-deja, déjala –dijo Octavio con una sonrisa que la desarmó y la calmó- para que entre en confianza.

Malena dejó caer el lazo sin dejar de mirarlo… y luego dio un giro completo… lentamente… muy lentamente.

A Pierína en ese momento le pasó por la mente que había cometido un error.

Mientras giraba, Malena pensaba que era la primera vez en sus veinticinco años de vida… bueno, había perdido la virginidad a los diecinueve… que iba a hacer el amor con un joven como ella.

Octavio, no podía tener más de veintiséis, era bello como el arcángel concupiscente, fornido, alto, con una boca sensual que disparaba los malos pensamientos de Malena, unos ojos… una sonrisa… una simpatía…

-buena adquisición Pierína -se dijo para sus adentros Malena- ¿cuánto te habrá costado, mi amor? ¿y los desvelos para mantenerlo? ¡Ay dios! Pobrecita. Por mi parte creo que todos los que he tenido en mi vida han sido pura… hoy me resarciré, concluyó.

Al detener su giro y abrir sus ojos. Ellos se estaban besando.

-¿más calmada? Preguntó Octavio al verla detenerse. Se le notaba que tenía la boca vuelta agua y el pene a punto de reventar.

-sí, Respondió ella.

Debía dejar que él buscara la manera de actuar sin parecer muy desesperado. Imaginó que cualquier paso suyo en falso podría ofender a su proveedora. No podía mostrarse muy ansioso. Decidió colaborar.

Sonrió y preguntó muy modosita: ¿me puedo sentar? Estoy nerviosa, como comprenderán.

Pierína observaba sonriente la escena. Malena sabía lo que pasaba por su cabeza… ¿quién la manda, pues?

Ellos se separaron para que ella entendiera que podía sentarse entre ambos, ya que la iban a compartir.

Pero no. Ella se sentó en el extremo, al lado de Pierína. Esta, sonriente y a sabiendas de que Malena con ese gesto le entregaba el mando, le colocó la mano sobre el muslo y marcando su territorio, se lo sobó desde la rodilla hasta la cintura en ademán posesivo y preguntó a Octavio: ¿qué te parece?

Octavio con un golpe de vista le había agradecido a Malena que lo hubiera sacado de ese problema.

Malena sonrió complacida: “los tengo en mis manos”

-¿cómo empezamos? Preguntó Malena, me parece que Pierína que es la que me compró diga qué prefiere… yo por ahora quiero un whisky, doble o triple.

Se rieron forzadamente, pero ya estaban entrando en confianza.

-¿cómo lo tendrá? Se preguntó Malena y un escalofrío de deseo recorrió su columna y se metió entre sus nalgas.

TRIO

-¿Qué te parecería que nuestro galán nos hiciera un strip tease?

Malena aplaudió. Se había tomado la mitad de su triple trago de un solo sorbo. Estaba excitada y quería calmarse. El tipo era bello… un bombón.

Cuando comenzó con su baile (tenía que preguntarle a Pierína si el hombre había sido stripper, porque lo hacía muy bien) Malena se tomó el resto de su bebida y se inclinó hacia la mesita para tomar la botella, momento y circunstancia que fue aprovechado por Pierína para meter su mano entre sus nalgas y su dedo en su rajita. Y allí los dejó.

Malena se apoyó en su hombro: el tipo estaba buenísimo, pero ella era la del billete.

Se sirvió sin medida y también a Pierína, bebieron angustiadas –cada una por una razón diferente-

El momento de conocer su pene estaba cerca. Ellas lo incitaban con el alborozo y la algarabía de sus expresiones alegres para que acentuara sus movimientos sensuales. Ambas estaban bebidas y lo demostraban. Ya Pierína no escondía el deseo que la embargaba.

La duda de Malena era que si el deseo que Pierína sentía por ella era igual al que sentía por su marido.

La duda pronto se despejó: -tú con ella, ella conmigo –dijo Pierína con voz enredada.

No entendieron bien pero harían lo que pudieran.

En ese momento otra duda se despejó para Malena: el miembro de Octavio: era grande y perversamente bello.

Malena pensó -cómo había pensado Florencio cuando la dejó desnuda en manos de Azcunes-: “esta noche morirás, Malenita”

Octavio se acercó a Malena y le puso el miembro cerca de su boca. Ella lo tomó con una mano y mirando a su dueño a los ojos… lo engulló. Sabía a gloria. Pierína se separó en el asiento para darles espacio.

Malena estaba desesperada por ser empalada. La gata se lo pedía a gritos. Mientras: chupaba y succionaba.

Se separaron y sin bochorno ante la presencia de Pierína se besaron vivamente-

A continuación, él metió su cara entre sus muslos y Malena comenzó a morir.

Pierína la ayudó a acomodarse cómodamente en el sofá. No cabían los tres: se cambiaron al piso.

Él le mordisqueaba suavemente toda su vulva con suavidad, como comiéndose un manjar. Ella se retorcía y le acariciaba su cabello con ternura y le dirigía palabras delicadas para que supiera que se le entregaba de verdad.

Pierína, observaba sentada tras la cabeza de Malena con sus muslos abiertos colocados a cada lado de sus orejas.  Le acariciaba las mejillas con exquisito miramiento. Malena no veía su cara pues la tenía detrás, pero sentía el influjo sensual que manaba de su entrepierna y le entraba a su cabeza directamente.

En el momento que sintió que el orgasmo se acercaba, Octavio notó el temblor recrecido de sus entrañas, dejó lo que estaba haciendo con su boca y se irguió, colocó la cabeza de su tranca en la entrada de Malena y se la zampó de sopetón.

Malena abrió los ojos y vio sus bellos ojos mirándola, sonrió y los volvió a cerrar. Ya estaba cerca del cielo.

Pierína ahora le acariciaba los senos. Malena acarició esas manos que tan sabiamente la hacían gozar de una forma diferente a la que Octavio le aplicaba.

Él se enterraba completo y luego salía casi hasta sacarlo, de allí se enterraba nuevamente pero despacio. Malena estaba perdiendo el control. Abrió los ojos llorosos y miró a Pierína que estaba inclinada sobre ella.

Su mirada se lo dijo todo: estaban gozando de ella. Ambos estaban deleitándose con su cuerpo portentoso. Ella era su placer: el placer era para ellos. Su propio gozo era un asunto que no habían discutido como parte del trato.

Cerró los ojos nuevamente y sintió los labios de Pierína sobre los suyos. Abrió la boca para que su lengua la penetrara.

Octavio estaba acelerando sus movimientos. Ella sentía su dureza llenando su canal con buena carne. No quería irse aún, quería sentirlo más… sentía su calor, su sudor, el roce de su pubis y cómo sus ninfas se abrían para tragarlo y se estremecían cuando casi las abandonaba.

Era un maravilloso suplicio… pero todo tiene fin, el orgasmo emergía trepidante de sus tripas que latían como queriendo expulsarlo. Pierína lo presintió primero que Octavio y dejó de besarla pero mantuvo su cara cerca de la suya… para tragarse su hálito cuando lo sintiera salir.

Malena extrañamente estaba silenciosa. Sólo resoplaba y respiraba por la boca, apretaba los ojos y las piernas, pero no se quejaba.

El orgasmo llegó y se manifestó en forma de un quejido grueso que salía de su matriz, en forma de un estremecimiento espasmódico que recorría todas sus fibras. Su cola se levantaba del suelo sin ella proponérselo, sus manos enterraban sus dedos en los brazos del macho y su boca suplicaba a la hembra que la besara.

Así se fueron juntos: Octavio y Malena.

Apenas él terminó, Pierína prestamente lo apartó y sumió su cabeza en el vientre de Malena.

Comenzó a chupar el semen de su marido y la vulva de Malena, era una sensación exótica, diferente, la que Malena ahora sentía. La lengua era más suave, la caricia más experta…

Octavio permanecía a su lado observándola con su bella sonrisa, ella lo tomó por un brazo con el objeto de apoyarse en el para aguantar lo que se avecinaba. Le sonrió agradecida.

Pierína era una estrella con su lengua y Octavio era un rayo para recuperarse a pesar de que con Malena había perdido mucha energía por el deseo tan fuerte que le inspiraba.

Se colocó tras Pierína y la penetró en posición de perrito. Pierína se sacudió, levantó un poco su cabeza y Malena oyó cuándo le dijo: “déjalo para ella, a mí me va bien así”

Volvió a la gata de Malena y esta vez su lengua la penetró, Malena sintió que la espuma la llenaba de nuevo, aspiró, cerró los ojos, apretó sus manos alrededor de la nuca de Pierína y se fueron juntas las dos.

El orgasmo de Pierína no fue fruto de la masturbación, fue la expresión espontánea de tanto placer que había acumulado al poder poseerla al fin.

Se tendió a su lado. La abrazó, la besó con ternura y le dijo “gracias, eres inolvidable” acto seguido se quedó acurrucada a su lado hasta que se durmió.

Octavio la miraba con su pene entre sus dedos: -descansa -le dijo en voz baja- tiempo queda, ella no se despertará hasta mañana.

Malena no sonrió. Iba a morir.

LA MUERTE PEQUEÑA.

Octavio levantó el gran cuerpo de Pierína como si no le pesara nada y lo llevó a la habitación. Cuando regresó, Malena estaba sentada en el sofá con un trago en la mano. No se había tenido que limpiar su semen pues Pierína se lo había limpiado con su lengua.

-quiero orinar, dijo.

La condujo a un reservado que estaba en un salón cercano y entró con ella.

Se sentó en el váter y él se acuclilló a su lado. Ella le pasó la mano por el cabello con una sonrisa de cómplice intimidad y comenzó a orinar, el metió la mano entre sus piernas y se llenó sus dedos con su orina.

Ella se echó a reír: -¡deja, chico!

Él metió su cara entre sus muslos y les pasó su lengua; -no te limpies, quiero probar todo de ti.

-¡cochino! Le dijo en broma, pero no se limpió.

La tomó entre sus brazos y la cargó hasta una habitación secundaria y la colocó sobre la cama con cuidado. Se trenzaron en un beso que duró una eternidad.

-quiero tragarme tu semen…

El la complació. Se acostó boca arriba y cerró los ojos. Ella era mala mamando, pero esa noche se acordó de todas las clases que había recibido y en menos de media hora había llenado su boca con su semen. Todo en él era divino para ella. Quería seguir jugueteando. Apenas eran las tres de la madrugada: -¡feliz cumpleaños! Le dijo cuando supo la hora. Ya era el día de su cumpleaños.

-¿Cuántos cumples?

-veintinueve.

-puedes hacérmelo veintinueve veces.

Se carcajearon y se volvieron a enredar en un beso que era como agua de manantial para sus cuerpos y sus almas.

-lo haremos sólo una vez, debo estar con Pierína cuando despierte.

-entonces, mátame de una vez.

Casi lo logró. Ella se sentía débil por tanto goce. Fue tanto su placer que por efecto de la hiperventilación se desvaneció después del “n” orgasmo.

Era una hembra rica, como nunca había conocido a otra, pensaba él mientras ella descansaba dormida a su lado. Lo dejó seco y sin más ganas. Nunca más, hacerlo, sería lo mismo. Le había dejado su sello. Ya entendía a Pierína.

La cubrió con una manta y se retiró en silencio.

AMANECER

Pierína velaba cuando ella despertó.

Le dio un tierno beso y se acurrucaron desnudas en el sofá.

-¿tienes ganas? Le preguntó Malena.

-claro, pero el trasnocho, los tragos y lo que hicimos me dejaron para la urna.

-quedemos en paz entonces. El exceso es malo.

-¿Qué te pareció mi hombre?

-Casi me mata… es divino, pero no conviene que me vuelva a tocar

-te entiendo… gracias por la sinceridad…

-por cierto te felicito… ¿qué tal se porta? Preguntó Malena.

-es un regalo de dios para una lesbiana retirada…

Se carcajearon.

-menos mal que “retirada”… me ibas a sacar el útero y los ovarios con la boca...

Volvieron a carcajearse. Se besaron.

Pierína llamó a Lily.

-prepara desayuno, le ordenó secamente.

La mucama se retiró.

-¿quieres que Lily te saque la música que te queda?

-no es necesario, gracias. Es el frío lo que tiene a mis pezones así, respondió Malena burlona.

Lily vino a informar que el desayuno en cinco minutos estaría listo. Informó a Malena, además, que su baño estaba preparado y sus ropas listas.

-báñala Lily, yo voy a vestirme en mi cuarto. Refunfuñó Pierína poniéndose de pies.

Malena se dejó llevar por la sirvienta hasta su baño. Una tina cálida la esperaba, depositó su cuerpo estragado en el reservorio de agua y se quedó tranquila respirando su aroma a hierbas.

Abrió los ojos y vio a Lily allí de pie, expectante. Entendió su reclamo.

-está bien, hazlo.

Lily sonrió, se acuclilló, se despojó de la bata, se bajó la pantaleta y comenzó a frotarle el cuerpo con una suave esponja enjabonada. Cuando la sintió bien relajadita: con una mano se ocupó del placer encerrado en el cofre de Malena  y con la otra, del propio.

Fue vaciando la tina sin sacar a Malena del placentero momento que le proporcionaba con sus dedos.

Entró en la bañera y colocó su vagina cubierta de suave pelaje cuidadosamente sobre la boca de Malena, mientras, bajaba su cara hasta que sus labios encontraron la sonrosada raja de la catirita de nombre extraño. Abrió la boca… mordió la fruta y al compás de su lengua fue extrayendo su zumo.

Media hora después ambas bebieron sus flujos entre aspavientos, temblores y susurros.

Cuando Malena estuvo vestida pasó al comedor. Desayunó sola pues Octavio y Pierína ya se habían marchado a sus labores.

Lily, la acompañó a tomar un taxi: Gonzalo la esperaba en su oficina.

Fin de: Trato Hecho y Pierína.

By: leroyal

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