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Malena 6: Nuevos Comienzos 3

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Malena 6: Nuevos Comienzos 3: DRÁCULA

ACTIVIDAD CON GONZALO: ANDANZAS, PELIGROS Y DIFICULTADES

Días después del productivo asunto con Pierína y Octavio… comenzó sin tapujo la actividad extra para la que estaba designada.

Estaba dispuesta a cumplir su parte, el problema era que tenía serias reservas en cuanto a la promesa que Gonzalo le había hecho referente a su capacidad para protegerla de las habladurías.

Mónika

Había una muchacha casada, que también se prestaba para estas actividades. Era ingeniera y muy eficiente en alcanzar lo que Gonzalo le propusiera como objetivo, sin limitarse por el aburrido asunto de la fidelidad conyugal.

Gonzalo la mantenía en el equipo porque su presencia en él, daba la sensación, de que las actividades que se desarrollaban en su seno eran de naturaleza simplemente “técnica “y libre de toda otra connotación.

La tipa, era una belleza morena que se comportaba con decoro ante la opinión pública.

Era tan astuta y mosquita muerta como Malena. Gonzalo temía que pudiera descubrirse el rollo de sus infidelidades y eso podría traerle perjuicios, ella, sin embargo, le rogaba que la mantuviera en esas actividades, y sus ruegos eran tan sentidos para Gonzalo, que siempre se salía con la suya.

Se llamaba Mónika, tenía tres años más que Malena, piel canela, alta, de cuerpo fuerte y sensual formado en gimnasios, tenía unos rasgos faciales atractivos y sobre todo su actitud ante la vida, su personalidad activa, positiva, resuelta y atrevida le atrajeron la simpatía de Malena. Su actitud, desfachatada, insincera y perversa, atrajeron la de Gonzalo, quien procuraba -desde que se agregó al grupo- utilizarla junto con Malena que era su perfecta compañera.

Tenía poco tiempo en la empresa, había entrado en Mayo del ‘90, cinco meses después que Malena.

Según le confió a Gonzalo, solo quería divertirse, pues vivía muy aburrida encerrada en su apartamento desde que salía del trabajo hasta que se levantaba para reanudarlo. Que por su marido no se incomodara ni se preocupara, que ella tenía todo bajo control, él viajaba y no era celoso, ni averiguaba su vida, ni tenían hijos ni familia en la ciudad. Estaban de paso.

NUEVA YUNTA: MÓNIKA Y MALENA

Habían congeniado desde el principio. Ambas se parecían, en que -a pesar de que aparentaban ser dicharacheras- no decían nada de ellas ni de lo que eran o pensaban.

Solían salir juntas y su diversión consistía en sentarse ante las jarras de cerveza que pedían y pasar largos períodos sin hablar, observando el entorno.

Malena le había presentado a Leonardo. Los acompañó un rato y en cuanto pudo, se escabulló.

-¿Qué te pareció? Le preguntó Malena.

-¿es bueno en la cama? Ripostó Mónika con otra pregunta.

-buenísimo, excelente, espectacular: ¡lo mejor!

-entonces no te preocupes por opiniones ajenas, respondió, disfrútalo mientras lo tengas. Las cosas duran poco: menos de lo que uno espera.

-¿eso es una respuesta? Arguyó Malena.

-podría agregar que el mundo está lleno de hombres bellos, inteligentes, amorosos, protectores…pero casi vacío de hombres que lo hagan bien. Es raro privilegio proporcionado por el demiurgo, tropezar con uno… No sé si él es el tuyo… eso lo decides tú…

-¿es todo?

-estás muy exigente, mija: el tipo parece estar muy enamorado de ti, pero no te admira; tú no estás enamorada de él, pero lo admiras… o, quizá sólo lo necesitas, ahora sí: ¡fin!

-está bien con eso para una de mis próximas tandas de análisis interno…

-introspección -le corrigió Mónika- introspección, se dice.

-¡ay, sí ya sé! La señora inteligente ha hablado…

-culta, “culta”, no inteligente… ¿Qué te pasa mija? ¿Estas desbalanceada?

-desarmonizada, “desarmonizada”, le respondió Malena siguiéndole el juego, sépase señora “curta” que yo también leo mucho.

-¿”leo” no es que se llama tu novio?

-¡idiota!

-Tu amiga Shay es una inculta, pero me gusta, su homosexualidad nos atrae. Pero me aburre y me disgusta con sus “salidas naturales”: insultantes, vulgares que demuestran falta de léxico suficiente…parece que escondiera algo…que se pusiera nerviosa por algo que siente cuando tú estás cerca… ¿qué será, Malenita, qué será?

-No sé -respondió Malena sin hacer caso a su planteamiento acerca de la homosexualidad, al que consideraba solo una maniobra para jalarle la lengua y entretenerse a su costa.

-¿te pusiste nerviosa por lo de la homosexualidad de tu amiga, que te escabulliste del tema?

-siempre estoy nerviosa y me evadí porque quise esquivar palabras que buscan jalarme la lengua…

-¡ah, ok! ¿Cómo se dice: jalar o halar?...

Conversaciones para pasar el rato que compartían en la terraza del local al que gustaba asistir pues era fresco, la cerveza fría, buena la atención y se disponía de una vista privilegiada de transeúntes y tráfico vehicular sin los problemas del smog.

Después de un rato silencioso, Malena preguntó:

-¿Qué te parece todo este asunto del grupo de Gonzalo?

-divertido, pero poco idóneo pues presenta a la compañía como un lugar en el que el sexo se impone sobre el profesionalismo.

-creo que sucede en muchas empresas… ¿no le ves futuro?

-…ni presente, amiga. Creo, que Gonzalo es adicto al alcohol y al tabaco… creo que tiene alguna enfermedad mental o nerviosa, que viene siendo lo mismo…según sabrás -le dijo embromándola- por ahora su método parece resultarle. Lo he investigado…

-nosotras… ¿cómo crees que quedamos?

-¡solo como putas! Tenemos esa fama, según me han dicho nuestras honradas compañeras: “El burdel de Gonzalo” le dicen. Me tiene sin cuidado; me divierto. No me importa la mala o buena fama en este submundo -dijo enigmática- porque no pertenezco a éles un sub mundo ajeno a mi realidad. Tú sí tendrías que cuidarte un poco, tienes un hijo: bueno, es un hijo de puta, al fin y al cabo…

-Necesito el dinero extra…no quiero volver a pasar “desabastecimientos”… precisamente lo hago por mi hijo y por mi madre…

-toda puta tiene su excusa…

Se volvieron a sumir en su acogedor silencio habitual. Se refugiaron en él. Nada les dolía nada les molestaba mientras estaban en su seno. Era un lugar acogedor ese silencio.

Retornaron de allí: -¿te has acostado con Gonzalo? preguntó Mónika.

-No. No he tenido el honor… ¿tú lo has hecho con él?

-¡SI! No te lo recomiendo. No sé cómo su esposa lo resiste a su lado en la cama…tiene siempre un profundo olor a alcohol que impregna su cuerpo… sus poros. Es divertido e inteligente, hábil y apuesto. Lo volvería a hacer con él solo para poder asomarme al borde de su alma…es en la intimidad donde se despoja de su máscara y entonces se muestra débil, aterrado y tierno.

Malena quería saber más de a qué submundo pertenecía pero prefirió no seguir inquiriendo acerca del tema… podía encontrar lo que no se le había perdido.

-y… ¿cómo te ha ido con la clientela del burdel? Inquirió Malena.

-creo que por aquí lo llaman “harén”, respondió con una carcajada-“el harén de Gonzalo”…bien, chica, ha podido ser peor. Me he acostado con dos, a pesar de que parezca lo contrario, soy poco promiscua. Con uno de ellos casi no recuerdo nada: estaba muy borracha.

-¿a ti no te da miedo salir preñada, o que te contagien algo?

-esa es una pregunta estúpida viniendo de otra “puta” ¿no?... tomo precauciones sanitarias, tengo colocado, “instalado”, un DIU, tomo todas las mañanas mi píldora y cargo condones en la cartera… no me importa lo que piensen de mí, peor es ser una blanca paloma con gonorrea. ¿Y, tú?

-tengo que hacer algo al respecto, porque no estoy tomando en serio los riesgos, tomo la píldora, a veces se me olvida y creo que me hace daño… ninguno acepta usar condones.

-¡ten cuidado con eso! Por cierto, hablando de clientela: ¿no te han pedido el rabo? Porque tienes una hermosa zona “cular”

-varias veces. El profesor -que fue el primero de mis clientes que me lo hizo- en vista de mi actitud reacia a las relaciones por allí hasta me ofreció un automóvil a cambio, e hizo tambalear mi determinación de no entregarlo. Quiero guardarlo para después… conclusión: no tengo carro por el terror que le tengo al dolor…

-no es la gran cosa, con el tiempo uno se acostumbra y tiene un saborcillo morbosillo… que le confiere cierta espectacularidad al asunto… ¿Y, para quien lo reservas?

-quizá se lo ofrezca a mi novio un día de estos…

-¡si serás estúpida! El primer mal rato es el peor y lo único malo… y ¿lo vas a hacer gratis?... yo, vendí el mío… además tu maridito no te lo va a agradecer tanto como otro al que no le pertenezcas. Si te dedicas algún día -de forma abierta- a la más antigua profesión, te aseguro que te producirá grandes ganancias… y cosas buenas y placenteras…es cuestión de acostumbrarse, como todo en la vida… pero perder la oportunidad de tener carro una pobre proletaria como tú –lo de pobre es redundanciacariño- para entregarlo gratis a un tipo que no te va a pagar… es repugnante.

Malena no contestó pues vio la veracidad de su argumento.

Volvieron a sumirse en el silencio. Parecían cansadas de tanto contarse cosas… pidieron más cerveza… se quedaron mirando a su alrededor en paz… nada les importaba, solo miraban...

Una señora con un niño de la mano, se las quedó mirando con interés.

-¿Qué le pasa a esa? Preguntó Malena nerviosa por la forma cómo las miraba.

-es marica y cree que nosotras también lo somos, que somos pareja…nos envidia. Le voy a informar que tienes dueña…

Rápidamente -por debajo de la mesa- sin dejar de mirar a la señora fijamente, Mónika metió su mano por entre las piernas de Malena –quien sorprendida por un acto certero y rápido como ataque de Macagua- sólo tuvo ocasión de dar un respingo al sentir sus manos llegando al final del túnel.

La señora les sonrió abiertamente. Siguió su camino sin voltear otra vez.

-¿ves? -Confirmó Mónika mientras retiraba su mano- Hay muchas maricas por ahí… somos atractivas para ellas… ¡Ah! te puedes dedicar a ese tipo de prostitución también, es menos riesgosa, igual de placentera y sin peligro de embarazo.

-eres rápida con la mano -opinó Malena arreglándose la falda- ¿te has acostado con mujeres?

-sí. Con tres. La primera fue una amiga y compañera de la universidad, durante los días siguientes a nuestra graduación, durante un viaje que hicimos juntas para celebrar, fue un mes muy sabroso…tanto que me quedó la duda de mi sexualidad… creo que tengo mucho de marica… ¿bisexual?... ¿Y tú?

-También, con unas mujeres mayores… tres…también con mis hermanas y sus amigas, cuando era una adolescente…

-¿las veteranas te pervirtieron? preguntó Mónika con una carcajada, tienes más experiencia que yo… y ¿qué te gusta más?

-ambos mundos tienen su sabor…pero prefiero a los hombres.

-¿La administradora, es lesbiana?

-eso dicen, respondió Malena acompañando las palabras con su característico levantamiento de hombros que indicaba que le daba lo mismo.

-la he visto mirándome con apetito, pero no me interesa, no me gusta. Es insípida. Quiero una nueva aventura lésbica, pero con alguien que me atraiga…quiero volver a disfrutar “del sabor de ese mundo” como lo llamas… tú amiga Shay, me gustaría de abreboca.

-¿te gusta? Ella no es marica

-me encanta y no estoy de acuerdo contigo. Una nunca puede estar segura de nada, opinó Mónika.

-en el fondo todas somos maricas desde niñas, bisexuales, más bien -aseveró Malena-¿me pusiste en tu lista por lo que te acabo de contar?

-siempre has estado… y de primera, Shay de segunda… pero voy a empezar por ella… tú estás avisada y será difícil cortejarte… pero ella no… caerá pronto… me daré un banquete con ella.

Al ver la cara que ponía Malena ante su seguridad, se carcajeó tan fuertemente, que echó su cuerpo hacia atrás y sus senos empujaron los botones de su camisa.

Malena se los miró: -¡coño! creo que empezaste a cazarme…

-¿Qué te parece una apuesta? Propuso Mónika.

-¿Cuál?

-si te llego a probar que me arrastré a mi cama a tu amiga… te acuestas conmigo.

-¿y si no la “arrastras”?

-pídeme lo que quieras… tengo algunos buenos secretos que te interesarían mucho… ¿Qué tal?

-me interesan tus secretos cómo por ejemplo: ¿Por qué no perteneces a mi submundo? Acepto la apuesta. ¿Qué lapso propones? No puede ser muy largo, si no, no tiene gracia… ¿No me iras a pagar con un secreto de pacotilla?

-me ofende tu duda… pongamos un plazo de treinta días… ¿aceptas?

-¿tan poco?...estas muy segura…bueno, lo quiero ver… aceptado.

-en menos de treinta días las tendré… a las dos…

-¿de verdad crees que Shay se deje convencer?

-se dejará… es una bella mariquita… está enamorada de ti… y yo también le he empezado a gustar, me late que sí…

-no creo… pero allá tú… todo es posible… ¿y cómo me lo probarás?

-ella misma te lo contará… debe saber de tus aventuras lésbicas de antaño… aunque no se las hayas contado, alguien lo habrá hecho… y entonces una buena excusa para entrarte es: “Malenita, mi amorcito, ¿me puedes dar un consejito? Es que siento algo extraño por una bella morenita” dijo ella remedando a Shay.

-yo no se las he contado, respondió Malena seria mientras bebía el último sorbo de su cerveza.

-vámonos, que ya es tarde y me duele la lengua… voy a masturbarme por tu amiga… ¿quieres ir a verme?

ACTIVIDAD RIESGOSA PARA UNA MUJER ENAMORADA

Malena estaba definitivamente dentro del grupo con todos los derechos y deberes de una de las más importantes concubinas del harén de Gonzalo.

Cada vez tenía que esforzarse más, dar más. Se veía exigida a ser más obsequiosa con los clientes recalcitrantes que Gonzalo le asignaba para que ella los suavizara, los sonsacara y, en fin, los convenciera de que “hacer negocios con nosotros es la mejor alternativa”.

Se estaba acostumbrando a beber más de lo normal, a acostarse tarde y levantarse más temprano de lo habitual para cumplir sus deberes maternales que no podía ejecutar en horario ordinario a causa de sus madrugadoras llegadas a casa. Comía más de lo normal y comida perjudicial.

Ya veía como cosa normal (y sin consecuencias) el besarse y dejarse manosear por tipos prácticamente desconocidos sólo porque eran “clientes” que debía convencer de algo.

Estos ejercicios libertinos la ponían en un estado de excitación tan grande, que nunca estaba segura de poder resistirse a un pedido extra...

En fin, se estaba acostumbrando a ajustar sus principios a una actividad tan riesgosa para su condición de mujer con pareja fija, pero que le proporcionaba más dinero extra que el que necesitaba.

Los hombres con los que se relacionaba eran -casi siempre- bellos ejemplares olorosos a buenos perfumes, elegantes, ricos y que le proponían compensaciones económicas impresionantes porque se convirtiera en amante de fin de semana o porque les sirviera de compañía durante algún evento.

Eran difíciles de resistir.

La continua violación de sus preceptos morales no le causaban remordimientos de consciencia, lo que sí la perturbaba era el asunto de que Leonardo pudiera probar sus infidelidades, pues tenía proyectado que fuera su pareja definitiva después de separarlo definitivamente de su mujer.

Era el hombre de su vida y con él quería casarse. Por ello, era renuente a ser condescendiente -sexualmente hablando- con, o delante de, compañeros de trabajo que pudieran delatarla. Sólo se lo permitía delante de las compañeras del harén, pues en el grupo todas tenían rabo de paja.

Había malacostumbrado a su madre y a su hijo, a vivir de una manera tan desahogada, económicamente, que ya no le era posible retroceder a niveles más bajos de ingresos sin que ello causara una tormenta en la vida de su familia, por lo tanto, mantener esos ingresos se convirtió en el objetivo de su vida y por los que era capaz de todo.

Le refería, sinceramente y en confianza, a Shay <su mejor amiga y única persona que conocía al detalle su vida y obras> sus inconvenientes para mantenerse continente y fiel:

-“¡coño, vieja una no es de hierro! Hay tipos a los que me resulta casi imposible resistirme…son muy bellos y hábiles, saben ponerme mala… como perra en celo ¿Qué hago? ¿Me dejo de esta vaina y que mi mamá y Félix vuelvan a lo de antes? Mi papá está enfermo y debo velar por él sin que se dé cuenta… ¡ya no hay vuelta atrás! Estoy jodida tengo que seguir... me tengo que cuidar de una barriga... y si me ponen una, se la achaco a Leonardo... ¿qué más voy a hacer, pues?”

DRÁCULA

Hubo ocasiones en las que el enardecimiento de sus ganas la arrastró más lejos de lo prudente y muchas veces la marea se la llevó mar adentro.

Sabía que de seguir así, se pervertiría totalmente –como Ámbar- y perdería el freno moral que aún la obligaba a mantener cierto recato e impedía que se despeñara por el precipicio de la decadencia sin límites.

Una noche -como suele suceder como aviso- uno de sus clientes, que logró atraparla en uno de sus momentos de debilidad mental, le ofreció un aventón hasta su casa que ella aceptó sin tomar precauciones, y aprovechando su borrachera trató de violarla en un paraje oscuro del estacionamiento de su propio edificio, la providencial intervención del vigilante del aparcadero la salvó justo a tiempo.

Así hubo algunos que anotaban y otros que llegaban a tercera.

Otra noche se consiguió con Drácula.

Habían pasado la agradable velada bailando muy acaramelados. El negocio había sido cerrado horas antes y salieron junto con Gonzalo y algunas muchachas del grupo a celebrar.

Se gustaban.

La dueña del precitado animalito, estaba alegre en exceso debido a las continuas libaciones y había dejado de presentar una defensa seria ante el ariete que arremetía contra las puertas de su castillo.

Cuando trataba de eludir -mediante movimientos de retroceso de su popa los pinchazos en su bajo vientre- él anulaba sus intenciones defensivas mordiéndole el cuello suavemente con dientes, lengua y labios.

Ella dejaba de defenderse, se le erizaban los pelitos de la nuca y por el contrario se le aproximaba más, víctima de una debilidad indescriptible que la asaltaba desde adentro… desde alguna parte de sus senos le salía el calorcito que la debilitaba.

El tipo no chupaba sangre, chupaba fuerzas y resolución de luchar.

Ella ya no sabía si era peor para su voluntad –casi inexistente en esos momentos- los mordiscos draculianos.

Ella contaba con el último recurso capaz de salvarla de que Drácula la llevara a su castillo: al regresar a la mesa le pediría a Gonzalo que la llevara a casa debido a un malestar que había sentido súbitamente…allí terminaría todo. Se despediría y… salvada.

Pero…

Un tufo casi imperceptible, al principio; pero que iba aumentando sensiblemente con el tiempo; comenzó a causar alarma entre los asistentes a la discoteca: era olor a quemado.

La música cesó y por los altavoces ordenaron que desalojaran el local ordenadamente por la puerta de emergencia debido a que un desperfecto en las cocinas había producido “un pequeño y controlable incendio” que ya estaba siendo sofocado, pero… por normas de seguridad, debía seguirse el procedimiento prescrito para estos casos.

-En cuanto “el pequeño incidente” sea dominado podrán regresar al interior del club a buscar sus pertenencia… es solo cuestión de pocos momentos.

Esos pocos momentos fueron suficientes.

En medio del intenso estado nervioso que a Malena se le disparó a su máximo pico, y el ímpetu por abandonar el recinto -aunque ella aparentaba mantener el autocontrol- se dejó arrastrar de la mano por Drácula en busca de la salida.

Este, con poco esfuerzo y mucha habilidad -por los malos pensamientos que ya llevaba- logró que salieran entre los primeros a la playa de estacionamiento -bastante amplia y obscura- del establecimiento, dónde debían esperar a que las cosas fueran solventadas por el personal del club.

El barullo y las tinieblas que los rodeaban -nadie se explicó el por qué habían apagado las luces del estacionamiento en vez de encenderlas para evitar más caos- no contribuyeron a calmar a Malena.

Drácula imperceptiblemente la llevaba más lejos musitándole palabras maternales.

La mayoría de las personas se habían quedado apostadas en el área cercana a la puerta del local para poder entrar a buscar rápidamente sus pertenencias en cuanto finalizara la prohibición de entrar… Drácula, en cambio, la iba arrastrando lejos de allí, poco a poco, con la explicación de que era mejor estar lejos de la entrada por si acaso una explosión de gas en las cocinas…eso es muy peligroso, le decía, y ella con el pánico que tenía, se dejaba llevar pues estaba protegida por un experto de varios incendios.

-Además, en cuanto permitan la entrada la gente se empujaría y se causarán daños por la premura, sin sentido, por recuperar sus cosas.

Ella se dejó conducir dócilmente.

Llegaron así, a los confines del aparcadero, hasta la parte más obscura y solitaria del mismo, que era donde estacionaban sus vehículos los empleados.

Inmediatamente, Drácula reanudó sus manejos con su cuerpo y su puya en la parte inferior de Malena.

La había adosado a un carro estacionado y se apoyó sobre ella emparedándola entre la carrocería y su cuerpo que la acosaba por delante.

Ella, al principio, le dijo su proverbial “Deja” pero él no le hizo caso y entre palabras y lengua la fue retrotrayendo al estado de excitación que tenía antes del siniestro.

Reanudó sus mordisquitos en el cuello y pronto la leve oposición que ella había opuesto al principio cesó.

Ella volvió a sentir el calorcito que emanaba de sus pezones. Los nervios, los mordisquitos y lengüetadas en su cuello, minaron su voluntad de tal manera que esta volvió a desaparecer.

Ese día Malena -quien solía vestir pantalones o faldas cortas pegadas al cuerpo- estaba vestida con una bata amplia, sedosa y larga que le había obsequiado Gonzalo el día anterior y había querido estrenarla precisamente ese día para demostrarle que le gustaba, aunque no fuera su estilo.

Sintió que con mucha maña y con mucho disimulo, el hábil Drácula había logrado irla subiendo casi imperceptiblemente y ya había llegado a su cintura dejando sus piernas y su bajo vientre al aire libre. Lo supo porque sintió el aire frio de la noche refrescando sus partes inferiores tan recalentadas por el roce y la excitación.

Trató de bajar la bata con sus manos pero un leve mordisco de Drácula se lo impidió, entonces, por el contrario, subió sus brazos y le rodeó el cuello abandonando esa plaza al enemigo.

Los sabios mordisquitos a su cuello que menudeaban viciosamente, sus dedos que magreaban sus pezones: la llevaron a la sabia conclusión de que ya no había salvación.

Miró alrededor: todo estaba obscuro, solitario y en silencio. Cerró los ojos y se entregó.

Él le bajó las pantaletas sólo hasta medio muslo -quizá con el cuidado de que no se fueran a arrastrar en el piso y su suciedad… palpó su ponchera abultada, dilatada y húmeda y…la penetró con un dedo.

Ella se estremeció y su boca buscó la suya.

Volvió a morderla en el cuello mientras tomaba el trozo de carne que tenía preparado desde hacía rato y…la penetró.

Ella abrió los ojos, pero él no lo supo, pues todo era oscuridad y concentración en sus asuntos mordisqueativos y penetrativos.

El intruso había apartado las ninfas y ya conocían los secretos más profundos de su recinto mágico.

Carne invasora y pliegues internos de la penetrada, se adhirieron en un solo sonido húmedo que era todo lo que se oía, además de los leves suspiros y susurros propios de las copulaciones de Malena que eran acallados con la boca y lengua de Drácula, cada vez que ella subía el volumen.

A lo lejos, se escuchaba el barullo de la gente agolpada frente a la puerta de la discoteca. Allí cerca, los grillos habían callado y se oían pujos, sonidos de carne contra carne y murmullos de besos y de lengua en lengua.

Él estaba callado, solo mordía, chupaba y empujaba a velocidad máxima su pinga dentro de ella. Adentro y afuera, adentro y afuera…

Malena tomó aire:

-por favor… no me… acabes adentro… te lo suplico…

-te lo prometo…

Entonces lo rodeó con sus brazos, apretó fuertemente su vulva contra el pubis del hombre y soltó el orgasmo. Un chillido se le escapó de su garganta reseca.

Él la apretó por las nalgas para sentir el temblor de sus entrañas desbordadas, a través de la agitación que, sus enormes posaderas, le trasmitían a sus manos. Apretó con fuerza, impulsó toda su herramienta hacia lo profundo de ese mundo interior y soltó el chorro.

“Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo” parecía ser uno de sus lemas draculianos.

Drácula con una mano en cada una de las robustas nalgas de Malena, siguió impulsándose dentro de ella. Aún tenía ganas ¿cómo saciarse de algo tan cómodo y receptivo? Iba rumbo al segundo orgasmo de la noche.

La acolchada brecha de Malena no quería soltarlo, lo atenazaba como a veces le sucedía especialmente cuando estaba nerviosa o asustada.

El tipo se movía de forma frenética y técnicamente perfecta e inolvidable, los mordisquitos en el cuello ahora eran más fuertes, pero sólo le clavaba los dientes, no la succionaba: solo la mordisqueaba con lengua, labios y a veces le raspaba un poco con sus afilados colmillos y era en ese momento cuando ella sentía desvanecerse.

Sus nuevos clímax llegaron casi al mismo tiempo.

Todo había sucedido en menos de diez minutos.

Ambos quedaron en estado de gracia.

Se habían regalado mutuamente varios orgasmos maravillosos que les quedarían para contárselos a los amigos por lo inusitado de la situación en que se produjeron.

Malena respiraba agitadamente. Lo separó bruscamente de su cuerpo abotagado por la fatiga, el placer saciado y el vacío que había dejado la desaparición de su tensión nerviosa.

La bata se desenrolló por sí sola y volvió a cubrirla, la pantaleta regresó a su sitio merced al esfuerzo de sus propias manos. La raja estaba babosa.

-te dije que no me acabaras adentro y lo hiciste dos veces… ¡eres malo! Le dijo aún entontecida.

-no pude, no pude -le dijo él tratando desesperadamente de explicar su falta de palabra, mientras acomodaba su propia ropa- tú misma me lo impediste… no lo pude sacar porque apretabas…

-ay, sí…tremenda excusa… ¡aléjate! déjame arreglarme… ¡dame tu pañuelo! ¡ay sí…Qué vivo, eres!

Se arreglaron en silencio: ella haciéndose la brava y él digiriendo la reprimenda, pero relamiéndose de placer.

Se dirigieron nuevamente hacia la entrada en la cual la gente ya empezaba a moverse con el fin de entrar a recoger sus cosas.

Allí los esperaba Gonzalo.

-¡coño! ¿Dónde se habían metido? Tengo rato buscándolos, preguntó intrigado y mostrando su preocupación.

-nos alejamos hacia atrás para evitar peligros en caso de una explosión siempre previsible en estos casos que…

Gonzalo lo cortó:

-¿estás bien? preguntó dirigiéndose a ella que se veía aun desorientada y trastornada por todo lo que había pasado en tan pocos momentos.

-sí, estoy muy asustada… tú sabes cómo son mis nervios… me iba a poner a llorar y todo…respondió tratando de sonreír.

Sentía el semen de Drácula brotando de ella y rodando suavemente entre sus rajas, humedeciendo su perineo y la parte interna de sus muslos.

Gonzalo le entregó la cartera que el mismo había recuperado y sin hacer caso a Drácula le dijo:

-¡vámonos! Estás muy pálida…

Se despidieron, con un insulso saludo, del feliz Drácula y con un: “gracias por haberla cuidado, se te agradece”, que le expresó Gonzalo sin mucho sentimiento.

Quince minutos después, Malena abordaba el ascensor de su edificio que la conducía a su séptimo piso.

Su raja lubricada por la doble ración de semen que le habían inyectado, le avisaba que ya no había nada que hacer para prevenir una preñez.

Al acostarse -después de lavarse profusa y compulsivamente- (como siempre lo hacía en estos casos de emergencia) se preguntó: -¿para qué tanta lavadera que lo que hace es irritarme la gata?... para haber quedado preñada, he tenido tiempo más que suficiente… ni que me lave con ácido sulfúrico lo evitaría, si ya está hecho… ¡no joda!

Una carcajada que fue inspirada por este pensamiento flotó en el aire de su habitación durante unos segundos.

Eso era claro indicador de que su forma pragmática de pensar había retornado desde el abismo de la ansiedad, el pánico y la obsesión.

-¡qué fácil me cogieron…! Ja, ja, ja… y fue divino… ¡que bolas! – se decía escondiendo su cara en su almohada para que le sirviera de sordina a sus carcajadas y no despertar a nadie en la casa.

-Me echaron dos polvos y yo acabé dos veces en un ratico… no me había pasado… ja, ja, ja… debe haber sido el miedo… y esos mordisquitos que son verdaderamente un peligro para la humanidad… el tipo estaba bueno y lo hacía divino… bonito se sentía… ja, ja, ja… dígame si me convierto en vampira, porque estoy segura de que hoy me lo hizo un vampiro…ja, ja, ja…

Fin de: Obligaciones extracontractuales y Drácula

Por: leroyal

(8,71)