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Mi pariente robó mi virginidad (Parte I)

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Mi pariente robó mi virginidad. (Parte I).

 (Basado en una experiencia de una compañera de trabajo).

Hola, tal vez piensen que esta historia es ficción, y puedo comprender que así lo piensen, pero eso ya no importa. Hoy, en el presente año (2014) tengo 24 años de edad, soy mujer, debo decir.

Soy una chica de color chocolate, una cimarrona, mis senos no son muy grandes, pero son bellos y confieso que los adoro, mi mayor atractivo son mis nalgas, ellas son paradas y muy grandes, como si estuviesen hinchadas. Antes, cuando era adolescente, me acomplejaba mis glúteos debido al bullying de mis compañeros de clase, ya que en realidad son muy grandes; pero con el tiempo me di cuenta que no fue así, y eso sucedió cuando empecé a usar ropa ajustada. Recuero que una vez subí una foto al Facebook con short de jean sumamente corto, mis nalgas explotaban, yo había cumplido la mayoría de edad y fue un acto de rebeldía que me costó varias cachetadas por parte de mi madre. Pero me gustó mucho haberme exhibido, al principio tuve pena, pero había recibido más de 600 Me Gusta y unos 300 comentarios, sin mencionar los mensajes privados. Uno de esos mensajes me los envió mi primo hermano, un muchacho mestizo, dominando en su piel y en sus rasgos lo caucásico de su padre, un italiano. 

Mi primo, Claudio, llevaba varios años lanzándome algunos elogios, pero yo pensaba que era cosa de primos, pero nunca fue así, siempre me codició de manera genuina y lasciva. Yo era una chica virgen, mi madre me sobreprotegió al máximo, si es por ella, me hubiese puesto un cinturón de castidad. Lo cierto era, que mi virginidad era el orgullo de mi madre y la envidia de mis familiares. Pero yo era una muchacha que deseaba al menos besar los labios de un hombre, sentir la piel y el aroma de un varón.

Recuerdo una vez, antes de la mayoría de edad, que quise explorarme, conocer mi sexo, así que tomé un espejo de tamaño moderado y empecé a ver mi vagina, la cual era cerrada, yo la abrí, y mis labios color marrón sobresalieron, en el interior era rosado, es un contraste muy interesante, noté que se inflamaba mi vagina, y un líquido viscoso empezó a salir, me gustaba, me gustaba verme. Yo toqué aquel líquido, era babosito y suavecito, fue algo rico, muy rico, sentí una especie de corriente. Me tocaba con suavidad, y cuando lo hacía, cerraba mis ojos. Empecé a rozar mi clítoris, nunca lo había visto tan grande, allí, en esa cabecita, se sentía mucho mejor. Me estaba masturbando y no lo sabía, no metí mis dedos, solo me acariciaba. Sentí curiosidad de oler ese flujo y de probarlo también, me gustaba su olor, era agradable, olía a mi vagina y a sudor suave, lo probé, era algo saladito.

Mientras me masturbaba de manera suave, noté que mis lindos y pequeños senos estaban duros, sobre todo mis marrones pezones, los cuales son largos como puyas. Estaba muy excitada, aquello era nuevo para mí. 

Ansié  ver mis nalgas grandes y cimarronas, así que me fui a un espejo más grande, era el espejo donde guardo mi ropa. Allí me veía, me gustaban mis nalgotas, notaban que eran muy sexis, después me incliné, y me abrí las nalgas, me quería ver mi culo, era negro y negro alrededor, más oscuro que el color original de mis nalgas, y por una extraña razón quise meter mi dedo. Intenté meterlo, no entraba, pero me gustaba, sentía cosas, y pude notar que me mojaba más en mi vagina. Hice otro intento, y empezó a entrar, pero solo pude meter un poquito, así que se me ocurrió mojar el dedo con el flujo viscoso de mi vagina. Al intentar por tercera vez, ocurrió…

<<Continuará mañana, no dejes de seguir esta historia, gracias por leerme, un abrazo>>. 

(9,10)