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Adictos al sexo (madre e hijo)

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Hace mucho tiempo vengo haciendo una gran inversión de tiempo en sexo, por ello he dejado de lado un montón de actividades que hacía diariamente. Me pasaba organizando como serian mis encuentros con el sexo opuesto, para terminar masturbándome, incluso lo hacía después de tener algún encuentro cuerpo a cuerpo.

Llegue a un punto en que mis exigencias en cuanto al sexo se refiere, aumentaban, con fantasías reiteradas, que no podía controlar.

Como lo definen los psicólogos tengo un comportamiento sexual compulsivo o sea, adicción al sexo, lo que me trajo problemas en el trabajo, en la salud e interrelaciones personales, impidiéndome tener relaciones duraderas.

Me llamo Juan Alberto, me dicen Juani, como dicen en España, estoy de muy buen ver, con mis 24 años bien trabajados en oficios que requería de mucho esfuerzo muscular, mi aspecto corporal se podría decir que es atlético, todo acorde a mi metro ochenta y dos de altura, genética heredada de la familia materna.

Cierto día golpean a mi puerta insistentemente, al abrir, una mujer, que resultó ser mi madre, se arroja a mis brazos llorando. Tratando de calmarla, la hice pasar para que se siente. Luego de ingresar también tres bolsos inmensos y pesados, le serví un vaso con agua. Tras diez minutos de palabras ininteligibles entre sollozos, se calmó y paso a explicarme lo sucedido.

Su pareja, (que no es mi papa) la había echado de la casa argumentando una inexistente infidelidad por parte de mi madre, le preparó su ropa arrojándola a la calle junto con mi bella progenitora.

- Bueno ma, no te preocupes, estoy para lo que necesites.

- Gracias Juani, ¿podría quedarme con vos unos días hasta que consiga algo para alquilar?

- ¿Qué pregunta es esa? Más vale que te vas a quedar conmigo, aquí hay dos cuartos que no se usan, acondicionamos uno y te podes quedar todo el tiempo que gustes.

Obvio que mi viejita querida no tiene idea de mi gran problema, pero viéndolo de forma terapéutica, al estar ella en casa por lo menos me llamaría a sosiego y creo podría ayudar a paliar la situación, pues su presencia invalidaría en mi un montón de cosas.

Ya corría el primer mes de convivencia y evaluando esa estrategia que surgió sin querer, venía dando resultados, alguna masturbación que otra pero aislada, nada que ver con las frecuencias de meses pasados, mi madre era un ángel que lo habían enviado para mi ayuda, pero… siempre hay un pero, una noche al ir a bañarme me encontré con un tanga color gris, totalmente sexi en el bidet, se me hacía raro, porque mama lavaba su ropa interior mientras se duchaba. Sin poder dominar el impulso tome la tentadora prenda llevándola a mi nariz para oler esa parte que toca la prohibida entrepierna de mama.

Ese olor agridulce que emanaba hizo que mi miembro cobrara vida, instintivamente lo envolví con ella y me masturbe alocadamente, descargando gran cantidad de semen en la suave tela.

Como no quería recaer en ese turbulento pasado, la llame para hablar.

Alguna vez escuche una frase y la quería poner en práctica, ella decía, de la vergüenza también se aprende y te ayuda.

Ya frente a frente, le mostré la bombacha chorreando mi semen y le conté mi problema de adicción al sexo, que lo venía trabajando solo y le pedía ayuda, no quería más eso para mí.

Se levantó, me abrazo y lagrimeando me dijo que haría lo que fuera necesario para ayudarme, que podía contar con ella para lo que fuera.

Aquí comienza la verdadera terapia de curación.

Por un mes o un poco más Jovita (mi mama así se llama) tomo todos los recaudos para que no volviera a ocurrir ningún tipo de descuido que me pudiera hacer mal, hasta que un día al llegar a casa luego de la jornada laborar, Jovita estaba vestida con un salto de cama transparente y la ropa interior con la cual yo me había masturbado, el espectáculo era imponente, semejante mujer de pechos firmes un gran culo redondo y firme, el largo cabello cayendo por sus hombros y su entrepierna que se observaba depilada a través de la transparencia que poseía la tela.

Sin emitir palabras, nos saludamos, fui derecho al baño haciendo carpa en mi pantalón, abrí la ducha con la llave del agua fría, pero no dio resultado, por más que pasaban los minutos debajo del chorro de agua mi miembro no se bajaba, obvio lo que paso, me masturbe con esa imagen que había quedado grabada en mi retina del cuerpazo de Jovita.

Salí del cuarto vestido con un pantalón deportivo, sin remera y solo unas pantuflas, a la vista, nuevamente Jovita, y ya mi erección no la podía disimular.

- Juani me ayudas a cocinar.

- Si Jovita vamos a ver que hacemos de rico.

- Ya vas a ver que rico lo que vamos a hacer.

- Bueno mami, aquí la experta sos vos.

- Creo que ambos tenemos experiencia “culinaria” (remarcando culinaria)

Mientras ella estaba apoyada con el vientre en la mesada, yo pasaba por detrás tomando los utensilios para ubicar en la mesa y así cenar. Pero mi cabeza no pudo con su instinto, no pudiendo resistir y aprovechando el poco espacio de la cocina, pase por detrás rozando su culo con el pene, solo atino a mirarme de soslayo con una media sonrisa en sus labios. Al regresar a buscar los vasos, quise repetir la experiencia, pero estuvo más astuta, cuando estaba por pasar se giró acercando la vagina a mi endurecida entrepierna, nuestros labios fueron a su encuentro buscando la tibieza de las lenguas, tomándola de la cintura la senté en la mesada para desnudar poco a poco su piel, abandone su rostro para ir a sus rozados pezones mientras le sacaba el corpiño, volví a mamar de sus pechos como cuando era niño, sus caderas comenzaron moverse, interprete una señal para ir a por la presea dorada, baje suavemente besando todo el camino hacia su entrepierna hasta sentir la humedad de la tela, rodee con mis dedos el contorno de su tanga estaba por comenzar a sacarla cuando me dijo.

- Juani, así no, quiero un macho que me arranque la ropa, quiero sentirme deseada, quiero que saques la bestia que hay en vos y que saques la que hay en mí.

Sin dudarlo y de un tirón arranque su tanga, lo que no fue difícil debido a las pequeñas tiras que poseía, poniéndome en puntas de pie de un solo empujón la penetre.

- Si así se hace, ese es mi macho, mi macho pero con una condición, la que manda soy yo, a partir de ahora vas a ser mi esclavo sexual, vas a hacer todo lo que yo te diga, como, cuando y donde quiera, no va a haber excusas, ¿entendido?

- Si mi ama.

- Ahora sacala y chúpame bien chupada, quiero que te tomes todos mis jugos.

Me sorprendió, no tenía a mi madre en esa faceta. Baje a su jugosa vagina para recorrer sus labios inflamados del deseo, introduciendo de vez en cuando la legua en el interior, hasta llegar a su clítoris, el más grande que he visto y chupado, a la vez que lo chupaba como si fuera un biberón mis ágiles y gordos dedos se perdían en el interior entrando y saliendo logrando que sus piernas comiencen a temblar, y al grito de -acabo mi amor- me lleno de su dulce producto la boca.

De un ágil salto bajo de la mesada, de un empujón mi espalda quedo pegada a la pared, se arrodillo y mi gran miembro se perdió en el interior de su tibia boca, la presurosa lengua recorría todo el tronco de mi pene entrando y saliendo, cuando la hacía llegar hasta el fondo abría la boca buscando aire, en alguna oportunidad tuvo que sacarla jadeando para poder respirar bien, hasta que un gran chorro de semen inundo su cavidad bucal, tomando hasta la última gota.

- Gracias me estaba haciendo falta, pero esto recién comienza, mi fantasía hoy va a ser completa, como la vengo soñando hace rato.

Tengo una madre de la cual he desconocido varias de sus facetas, estoy descubriendo la que más me gusta.

Tomados de las manos fuimos hasta el dormitorio, me arrojo sobre la cama y salto sobre mí con tal pericia que sin darme cuenta mi miembro se introdujo de una vez hasta el fondo, saltaba sobre mi cuerpo como una amazona en plena carrera con su corcel.

No daba crédito a las reacciones sexuales de mi madre. Su orgásmico grito se hizo sentir, lo mismo que la humedad de su liquido en el interior junto a las contracciones vaginales.

Se incorporó para ponerse sobre sus cuatro miembros sin decirme nada, yo sabía lo que debía hacer, posándome detrás la penetre frenéticamente, mis testículos golpeaban en la vagina en un frenesí de ida y vuelta, el ruido al líquido que se encontraba en el interior hacia ese ruido tan característico, lo que me encendió más aun el morbo, era la combinación perfecta, madre, hijo, vagina, pene y sexo, que más podía pedir mi sádico cerebro.

Siento ese cosquilleo previo a la eyaculación, moviéndome con más intensidad y violencia, hasta llenar esa hermosa cavidad materna por la cual alguna vez supe salir a la vida.

Me desplome rendido sobre el torso de Jovita, el miembro comenzó a perder firmeza y de a poco abandono la zona del placer, el semen chorreaba por sus piernas teniendo como destino final las sábanas.

- Juani, creo que ya entramos en confianza ¿no?

- Si mama, pasamos de cero a cien en un instante.

- Bueno, creo que es hora de que lo sepas, tu problema de adicción al sexo parece ser hereditario, pues yo soy igual a vos, tengo el mismo problema, es ese el motivo por el cual tuve que irme de casa, cuando se lo comenté a Raúl para que me ayudara, el interpreto que yo andaba con uno y con otro.

- Es increíble mama, por dos motivos, que haya descreído de vos, perdiendo el pedazo de mujer que sos y en otro orden que ambos tengamos lo mismo.

- Pero no importa, ahora que traspasamos la frontera, podemos ayudarnos ambos, lo haces muy rico, me sentí esplendida siendo penetrada por mi hijo, saber que estabas descargando tu semen en mi interior, ingresando con esa arma que la naturaleza te dio, volviendo a entrar por donde alguna vez saliste.

Volvimos a besarnos apasionadamente, solo se escuchaban nuestros besos en la silenciosa habitación, una sinfonía muda a cuatro manos, recorría nuestros cuerpos, cada centímetro de piel era acariciado.

Levantándose grácilmente camino con su seductor andar hasta su pieza, regresando con un bolso de mano que, para mi sorpresa, estaba lleno de juguetes sexuales. Extrajo un plug anal y en un ritual mezclado con unos sensuales movimientos dignos de una película, se lo fue introduciendo poco a poco. Mientras tanto yo palpitaba lo que estaba por venir, con mi miembro nuevamente erecto.

Una vez ubicado en su esfínter, regreso hasta mí, me encontraba sentado al borde del colchón, se arrodillo para darme nuevamente un exquisito sexo oral, no me dejo eyacular, fue a gatas hasta mi lado, recostó su torso en la cama dejando sus rodillas en el piso.

- Ahora nuevamente te toca darme placer hijo, ahora te toca crear a vos (con un guiño de sus hermosos ojos color miel) sorpréndeme.

Sabía lo que quería y yo se lo iba a dar, tomando el frasco de lubricante que uso para el plug, embadurne el miembro, me agache hasta su hermoso culo y a la vez que rodeaba el ahora tibio metal con mi lengua, retire muy de a poco el artefacto que ocupaba esa entrada que en un rato seria mía.

Una vez afuera lo deje a un lado, nuevamente lubrique con el gel todo el esfínter de Jovita, apoye la cabeza del pene y empuje hacia el interior, no le costó ingresar a pesar de mi grosor, solo escuche un “Ahhhh, cuanto placer, seguí por favor no pares”.

Sus gemidos me encendían cada vez más haciendo que mis movimientos fueran cada vez más violentos, rodeando con los brazos sus caderas, mis manos buscaron su vagina, los dedos de una mano ingresaron en ella mientras los otros jugueteaban con el gran clítoris.

Ahora eran todos gritos de placer y gemidos que rebotaban por las paredes, tuvimos un orgasmo casi al mismo tiempo, primero fui yo quien lleno ese recto que me recibía, Jovita al sentir el semen impactar en sus vísceras hizo lo propio, con un grito impresionante, que si los vecinos los llegaban a escuchar hubieran venido a ver si paso algo.

Al calmarnos y aun agitados, retire el miembro, su esfínter había quedado abierto, casi puedo decir que se veía un poco hacia su interior, lo observe como tomaba su tamaño normal poco a poco, estaba fascinado, nunca había visto algo igual.

Con el correr del tiempo decidimos implementar una “terapia” muy casera, intentando minimizar lo que nos atormentaba día a día, queríamos empezar a vivir como una pareja de enamorados normalmente.

En principio nos deshicimos de todo lo inherente a la pornografía e implementamos un trato de no ver nada relacionado con lo pornográfico y al momento en que se nos cruzaban esos tipos de pensamientos le diríamos al otro que nos ocurría, para dialogarlo, como así también algunas sesiones con Psicólogos que agregaban más armas para trabajar la problemática, obvio que sin blanquear nuestra relación.

Pasado unos largos meses logramos encontrar el equilibrio sexual que toda pareja tiene, seguimos teniendo el mejor sexo, seguimos usando juguetes sexuales y ahora, haciendo el amor.

Llevamos varios años de nuestra relación amorosa, cada día más enamorados, cada día más unidos, cada día más pareja.

Creo que nos sirvió sobremanera todo lo que hicimos, recuperamos el control de nuestras vidas, manejamos nuestras emociones adecuadamente, nuestra autoestima mejoro y sobre todo nos sentimos bien desarrollando adecuada y placenteramente nuestra sexualidad.

No extrañamos para nada a los antiguos personajes que habitaban en nosotros.

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