Tras una asombrosa noche, Magali estaba abierta a nuevas experiencias que le dieran aún más placer. La oportunidad de buscarlo se presentó al siguiente día sin buscarlo, más cuando se presentó, no la dejó pasar.
I
Era casi mediodía y mientras desayunábamos entre bromas y mimos, Magali con una expresión que no le conocía, fijó la vista más allá de la enchapada superficie de la mesa, guardando un silencio ausente, como si solo su cuerpo estuviese ahí conmigo, pero su alma, su esencia realizara un largo viaje.
Magali: te voy a contar algo porque sé que me escucharás y lo que me digas, si algo quieres decir, tengo la certeza, será para mi bien… quieres que te cuente…
Yo: por supuesto…
Magali: ayer cuando llegué al taller, venía de un encuentro donde un par de gorilas me trataran como a una basura… no puedo decir nada, pues yo misma se los pedí… no los estoy acusando, sino solo argumentando para que no existan dudas de lo estúpida que soy…
Yo: -tras casi un minuto en silencio- estás bien, Rojita… no me tienes que contar si no quieres…
Magali: no es eso, cariño… mira… en el fondo, por dármelas de chica de mundo creyendo ser el depredador, terminé siendo la tonta provinciana y una asustada presa…
Yo: y…
Magali: tengo miedo de toparme alguna otra vez en el lugar con alguno de ellos…
Yo: te amenazaron?
Magali: me dijeron que donde me pillaran me harían lo mismo…
Yo: algo más que agregar…
Magali: nada…
Yo: bien… respecto a los tipos… uno de ellos por casualidad tiene un BMW 725 ix, MG, blanco con sunroof…
Magali: el mismo… alto, fornido, bigotes, ponchera… y tú cómo lo conoces…
Yo: no lo conozco a él, pero sí a su auto, pues te esperó detenido fuera del taller todas las mañanas que viniste por el dinero. A propósito, te tengo lo de ayer y hoy… el punto, bombón, es que si me dices cómo ubicarlos podemos arreglar el asunto como ellos lo prefieran. -cerrando ambos puños y mostrándole cada uno alternativamente, agregué- pueden elegir a la persuasión o a la razón…
los dos: jajaja…
Magali: gracias, pero no quiero que te metas en problemas por culpa mía…
Yo: somos o no somos amantes oficiales?
Magali: pues lo somos, amor…
Yo: entonces, esa condición me pone en la posición de tener que velar por tu bienestar y lo que esos dos abusivos representan para ti es precisamente todo lo contrario a eso… ergo, hay que eliminar el problema. no se hable más hasta cuando sea necesario… -mirándola con ternura y recibiendo lo mismo desde sus hermosos ojos- jamás te haría daño, por el contrario, deseo que sepas que estoy a tu lado para cumplir la mayor cantidad de deseos que emerjan de tu corazón.
Magali: -con lágrimas en los ojos y una temblorosa y amplia sonrisa- no sé qué decir para describir lo que me haces sentir, Dani… En una noche y media mañana he sentido que te importo, que de verdad estás interesado en lo que soy y lo que pienso y siento tanto como por lo que ves…
Yo: -parándome de la silla para estrecharla entre mis brazos- Rojita… -besé la base de su cabeza- eres una increíble mujer y una sensacional compañera… y mereces todo y mucho más de cuanto has recibido, pero si vas a seguir buscando adrenalina, te sugiero aprendas defensa personal.
Magali: pero si yo sé defenderme…
Yo: me refiero, Rojita a algo más que saber hacer las llaves de cachete…
Los dos: jajaja…
Magali: idiota -dijo al tiempo que estrechaba aún más el abrazo en el cual nos encontrábamos-parece que es tu celular el que suena…
Yo: si, cariño, es el Pantera, dueño del Negro Bueno, un local de mala muerte que seguramente no conoces y al cual estoy invitado a almorzar, pero le diré que no puedo ir…
Magali: no lo hagas por mi… yo voy al departamento a ducharme y descansar… tú ve a tu almuerzo y para que estés informado, si conozco al Negro Bueno aunque nunca he entrado. Nos vemos en la tarde.
Yo: tengo una idea mejor… espera… estoy devolviendo la llamada del Pantera… hola viejo lobo de mar… no te preocupes ahí estaré y como siempre llevaré el postre… nos vemos.
Magali: por qué me miras de ese modo?
Yo: ponte algo y vamos a tu departamento a que te vistas para la ocasión… deseo me acompañes al almuerzo… quieres?
Magali: puedo?
Yo: eso es un sí?
Magali: sí…
Yo: entonces… vamos… saco un cambio de ropa y nos vamos… me podré duchar en tu casa, cierto?
Magali: solo si lo hacemos juntos… de otro modo la respuesta es no…
Yo: en fin… si no hay de otra, me sacrificaré…
Magali: uy que valiente y estoico hombre…
II
Mientras nos acicalábamos le conté mi larga relación con el Pantera y sus dos mejores amigos. Conocía al viejo desde mis tiernos 10 años de edad y desde que recuerdo hasta ahora (o sea más o menos 25 años) el último sábado del mes no abre el local hasta la noche con la excusa de poder disfrutar de una buena sobremesa con unos carmenere fina cosecha que siempre tiene para la ocasión.
Los invitados serían los acostumbrados, es decir, el Güasón y el Tranca. Todos viejos lobos de mar que rondaban los 65 años, aunque no los representaban ni en sus rostros ni mucho menos en su actitud frente a la vida.
El Pantera era delgado, con gruesos brazos, pelado al 100%, 1.80 m de altura y con un chispeante humor. Luego, al Güasón le decían así (nunca supe su nombre o apellidos) porque siempre estaba riéndose de todo y por todo y porque no era extraño verlo contando algún chiste o gastando alguna broma.
Este viejo era de complexión media, bajo (1.64 m), rubio y con unos profundos ojos azules. El Tranca, por su parte, era ver a Bud Spencer. Más alto que su amigo, macizo y musculoso, negra y profusa barba, pelo cano y largo hasta los codos, tomado siempre en un moño atado con elásticos de vivos colores. De todos los amigos del Pantera, el Tranca era el más buena con quien más afinidad tuve.
Los tres habían sido pescadores de jóvenes, los tres se casaron casi al mismo tiempo y fueron padres sincronizadamente. Los tres eran viudos, de personalidades similares y con tendencia a buscar la diversión en cada afán al que se dedicaban.
Magali: oye Dani, me contaste del por qué de los sobrenombres del Pantera y el Güasón, pero y el del Tranca…
Yo: es que solo tengo suposiciones porque cada vez que lo pregunté solo se miraban y reían por lo bajo entre ellos. Aunque puede ser… aún cuando me tinca que no… el hecho es que cuando se embriaga muchísimo, se le traba la lengua y le cuesta mucho hablar…
Magali: -cubierto su cuerpo con una pequeña y húmeda toalla desde el nacimiento de sus pezones hasta apenas dos dedos por debajo del fin de sus redondeados y firmes glúteos- qué me pongo?
Yo: puedo sugerir: nada…
Magali: jajaja… ya po… es en serio…
Yo: entiendo… si es en serio entonces debes contestarte las siguientes preguntas… cómo te sientes hoy; qué quieres que los demás piensen de ti, qué imagen esperas proyectar…
Magali: mmmmmm… Dani…
Yo: -mientras me vestía- si?
Magali: no sé cómo ir donde esos señores mayores… crees que se puedan molestar si voy así…
Yo: molestarse??? Van a creer que tú eres el postre… te ves maravillosa así… vamos que se nos hace tarde…
III
Para aquellos que no leyeron el relato anterior, les diré que Magali es una mujer de 1.60 m y espectacularmente bien conservados 36 años. De tez blanca y cubierta de pecas, cabello largo, rizado y rojo como brasas brillando en la oscuridad y almendrados ojos verdes. Su boca y nariz son menudas al igual que su afilado mentón.
Cuello largo, hombros estrechos y un par de perfectas aunque más bien pequeñas tetas, se sostenían en una estrecha cintura y femeninas y anchas caderas. Su culo era maravilloso, con dos glúteos redondos y firmes que terminaban en un estilizado y largo par de piernas apoyadas cada una en un hermoso y fino pie.
Vestía un blanco y vaporoso vestido delgado de algodón tipo salida de playa, ajustado en su parte superior la cual se sostenía mediante dos delgados pabilos unidos mediante un nudo detrás de la nuca y amplio desde el nacimiento de la cintura hasta medio muslo.
Como de costumbre por ropa interior solo traía un hermoso colaless semitransparente tan albo como su vestido, dejando sus hermosas tetas libres para mostrar a voluntad sus perfectos y rosados pezones. Calzaba un par de sandalias con terraplén a juego con todo lo demás.
Minutos antes de la hora señalada, estacionábamos el auto frente al Negro Bueno, portando dos helados tamaño familiar y dos botellas de un buen Carmenere. Traspasamos la cerrada puerta y una vez dentro nos dirigimos al comedor 1 en el segundo piso. Al llegar fuimos recibidos por el señor de la casa.
Pantera: hola hijo que bueno que llegaste…
Güasón: dime que ella es el postre, por caridad…
Todos: jajaja.
Yo: hola, les presento a mi novia, Magali… Rojita… él es el Pantera, dueño de este sucucho de mala muerte, el chistosito es el Güasón y el gorila de allá el Tranca…
Magali: hola, es un gusto conocerlos.
Yo: Pantera, acá vienen los helados… toma…
Tranca: ohhh…
Magali: se siente mal, Tranca?
Güasón: es que se había hecho la ilusión de que de verdad usted, angelito de Dios, sería el postre…
Todos: jajaja.
Durante casi tres horas, comimos y bebimos en un grato ambiente. Los viejos contaron muchas anécdotas que fueron subiendo de tono subrepticiamente. El alcohol corría por nuestras venas, las carcajadas eran la banda sonora de la reunión.
El Güasón era el director de orquesta en cuanto a las bromas con doble sentido, las que Magali celebró de manera entusiasta y cuando tuvo que responder alguna, lo hizo con perfectas y recatadas escatolalias.
Las risas llenaban el ambiente, pues el vejete acababa de terminar con una historia de grueso calibre donde entre otras cosas, escaparon de un prostíbulo después de follarse entre los tres a la dueña. Sin duda, unas joyas.
Magali: -hablándome al oído- me acompañas al baño?
Yo: le pasa algo malo, cariño?
Magali: por qué me lo preguntas?
Yo: porque la vez anterior fuiste sola…
Magali: nada malo…
IV
A pesar de conocer el camino más corto, Magali se levantó de la silla y caminando con parsimonia, rodeó la mesa llevándose todas las miradas de los comensales quienes se deshacían en piropos y halagos.
Al llegar a mi lado, bruscamente dio un giro sobre su eje, levantándose con el impulso su vestido lo suficiente como para permitir una buena visión de sus redondas y firmes nalgas. Me guiñó con su ojo derecho y tomándome de la mano abrió el camino hacia el toilette. Por la acústica, escuchamos los comentarios soeces de los viejos acerca de mi novia y lo que le harían hasta justo antes de ingresar a él.
Magali: Dani… estoy caliente… esos viejos con sus cuentos y comentarios me tienen el coño a mil… follemos acá mismo… ven…
Yo: -pasándole la mano por debajo del calzón- wow, Rojita… estás de verdad prendida, pero sería una descortesía para los viejos… por otro lado, tu permiso expira el lunes…
Magali: pero ya encontré a quién buscaba…
Yo: pero eso nada tiene que ver con que puedas seguir gozando…
Magali: me da miedo, Dani…
Yo: lo que te pasó con esos dos gorilas fue porque nadie te estaba cuidando, lo que ahora, en este momento, claramente no pasa… Si te animas, estos viejos te trataran como tú les pidas sin llegar a lastimarte… te lo prometo.
Magali: lo sé…
Sin dejar de sostener la mirada, Rojita se desprendió de su vestido y calzones, quedando solo con sus sandalias… -cómo me veo-, dijo pícaramente.
Yo: los vas a matar de un infarto, Rojita… eres una diosa… no te muestres hasta que te diga… vale?
Magali: vale!
Yo: -desde el comedor por lo que Magali solo podía oír mi voz- ayúdenme a limpiar la mesa, viejitos, por favor… quien quiere más postre… –todos aceptaron- genial… pero si me la maltratan, los asesino… Venga cariño… pregúnteles usted misma…
Magali: -entrando desnuda, mirándolos de uno en uno a los ojos- Mi Dani me dijo que ustedes saben cómo tratar a una dama… me encantaría ser su putita por esta noche solo si prometen no comportarse como unos brutos… lo prometen…
Mis amigos, sentados, no dando crédito ni a sus ojos ni a sus oídos, miraban alternativamente a Magali y a mí, como esperando alguna señal de mi parte que les indicara qué diantres hacer…
Pantera: por supuesto que la vamos a tratar como a una reina, si con solo mirarla uno se da cuenta de que lo es… venga, mijita súbase a la mesa para que estos viejos puedan mimarla como se debe…
Magali tomó la mano del Pantera y usando la silla a modo de escalera, subió sobre la mesa, recostándose mirando al techo apoyada en los codos.
Güasón: oiga cosita linda quiere que la grabemos para que después pueda verse???
Magali: si
Pantera: Dani, hijo… ve a encender las cámaras de seguridad…
V
De camino a la sala donde se encontraba la central de cámaras, fui encendiendo todas las luces para, cómo decía el lobo de caperucita roja, verla mejor. Una vez en la habitación y tras prender los equipos, pude ver cómo los vejetes atendían a esa bella pelirroja con esmero y dedicación.
Así, mientras el Pantera lamía su clítoris, Güasón y el Tranca besaban, lamían, mordían y acariciaban el resto de su hermoso cuerpo. Magali estaba tan excitada por la situación que prontamente les regaló a los veteranos el primer orgasmo de la noche.
Cuando llegué donde estaba la acción, encontré a Magali, jadeando y gimiendo, estirada encima de la mesa mirando al techo, las piernas flexionadas y completamente separadas, los brazos estirados sobre su cabeza con las bocas de mis viejos amigos en cada teta y la otra en su coño.
De pronto, nuestras miradas se toparon con el Pantera. Salió de entre las piernas de la colorina con una sonrisa de satisfacción que no le conocía. Al retirarse, su lugar fue inmediatamente ocupado por el Güasón, el que siguió con el mismo tratamiento de lengua y dedos y por los gemidos a Magali no notó la diferencia en el cambio de protagonista.
Pantera: -caminó hasta quedar hombro con hombro, observando a la Rojita gozar- gracias hijo… es la mujer más increíblemente bella que he conocido… la podemos follar de a dos? –tras un leve movimiento de mi cabeza, continuó- vas con el Tranca… puedo comenzar???
Yo: no faltaba más… no sean rudos o…
Pantera: tranquilo, hijo…
Mientras conversábamos, el Güasón y el Tranca con manos y lenguas llevaban a que otro orgasmo invadiera sus sentidos, cuando de pronto, mi móvil recibía una video llamada de Jaime. Estaba devolviendo mi intento de comunicación del día anterior. Al tiempo que sacaba mis ojos de la pantalla del celular, el Pantera se acercaba hasta la mesa. No contesté.
VI
Tomando a Magali de la mano, la ayudó a levantarse. Ella se dejaba llevar sin oposición. Se encontraba totalmente embriagada de placer y quería, necesitaba más. La condujo hasta una pieza con blancas paredes, de unos 4×3 metros. En ella había una cama King size, dos sofás – cama arrinconados, una silla y una gran televisión.
Los pezones erectos, el resplandor de sus ojos y sus labios entre abiertos denotaban que mi pelirroja anhelaba más. Sus cabellos brillaban como brasas en una noche sin luna. Al llegar al costado de la cama, Magali se subió a ella gateando con lentitud hasta quedar, a lo perrito en medio de ella.
Entonces, el Pantera por el coño y el Güasón por la boca comenzaron a follarse a la Rojita con contenida pasión. Debo confesarles que me excitó mucho ver a Magali con mechones de pelo pegados al sudado rostro; desnuda en el centro de una deshecha cama que no era ni mía o de ella, a lo perrito, jadeando ahogadamente debido a tener una verga en su boca embutida hasta la campanilla y otra en su rosado y perfecto culo (ambas desconocidas) las que sincronizadamente mantenían a la esposa de mi ahora ex amigo, en un pleno estado de abandono total al hedonismo y la lujuria.
El bacanal de placer fue de pronto interrumpido por una segunda video llamada. Esta vez contesté…
Jaime: hola… todo bien?
Yo: excelente…
Jaime: has visto a la Maga…
Yo: si… está bien…
Jaime: oye… estás viendo porno por lo que escucho…
Yo: pues… Más o menos…
Jaime: deja ver…
Yo: en serio quieres que te muestre. –en eso Magali, sin sacarse de la boca la verga del Güasón ni perder el ritmo de las embestidas recibidas en su coño por gentileza del viejo Pantera, con un movimiento de la cabeza, me instó a enfocarla-.
Jaime: ya dale…
Yo: ok… ahí va…
Jaime quedó mudo. El encuadre incluía a los tres amantes, pero solo la mujer era identificable, pues la toma solo mostraba desde el pecho de los vejetes hasta la cama. Tras casi 30 segundos de filmación Magali, hasta ese instante de perfil, siempre con la verga del Güasón engullida hasta la mitad, torció la cabeza para mirar fijamente hacia la lente y guiñar su ojo derecho.
Yo: -Es una pícara, pensé y volví a enfocarme- te lo advertí… aunque no tenía esto en mente cuando lo hice.
Jaime: qué diablos pasa ahí… qué le estás haciendo a mi esposa…
Yo: lo que tanto Magali como yo te dijimos haríamos… Ella, ejecutando lo que te advirtió haría y yo, tal y como te lo prometí, te la estoy cuidando… en fin, nos vemos…
Jaime: espera, no cortes… déjame ver al menos…
Yo: si, claro… nos vemos…
Jaime: espera… te arrepentirás por traicionarme, Daniel…
Yo: oh, que aburrido… sabes dónde encontrarme, viejito… cuando quieras, dónde quieras… ahora sí te voy a dejar, pero quiero que sepas, para tu tranquilidad, que la Rojita está bien… por lo que te pido no te preocupes por su bienestar.
Antes de cortar, una voz que no fue la mía ni tampoco la de Magali, dijo: -quédate tranquilo, ñatito que acá te la cuidamos hasta que llegues…- El comentario del Güasón sacó risas de todos.
VII
Poco rato después, primero el Pantera y casi de inmediato el Güasón, acababan abundantemente en lo profundo de su coño y boca, respectivamente. Fue el momento en el cual Magali y yo supimos la verdad del por qué al Tranca, le decían el Tranca.
El vejete sacó una verga descomunalmente larga y gruesa. Yo no me quejo de mis 20 cm, pero la de este simio medía al menos 23.
Yo: ahora entiendo el por qué de tu nombre… jajajaja…
Magali: amor… quiero cabalgar ese monstruo de verga que tiene este señor… Ven Tranca… acuéstate acá… eso… ay! Ah, que grande… ah… ah… que rica verga…. Ahhh
En cuanto el Tranca se acostó mirando al techo con su polla al 100%, Magali se subió sobre él y lentamente su dilatado coño fue engulléndose la vergota del vejete. Justo después de tenerla toda dentro experimentó un intenso orgasmo, tras el cual inició un cadencioso vaivén con sus caderas. El espectáculo nos tenía hipnotizados.
Magali: Dani, cariño, necesito tu verga en mi culito… ahhh… me cooorro… ahhh… ya po… ay! Ay… aaayy aaah…
Sin demora cumplí los deseos de mi amada y de una sola estocada le incrusté todo el glande para acto seguido, iniciar un mete y saca con el fin de tocar el fondo de su hermoso, rosado, redondo y fragante culito.
Menos de un minuto nos costó lograr encontrar coordinación entre los tres y desde ese instante follamos largos minutos. En medio de la sesión, Magali inició una cadena de orgasmos que acabaron cuando primero yo y un par de minutos después el Tranca le llenamos de semen su culo y coño, dejándola exhausta sobre la cama.
Aún tenía la respiración agitada cuando con un cobertor de algodón, cubrí su desnudez. Al sentir la tapa sobre ella se encogió hasta adoptar una posición fetal. Sonreía satisfecha, pero rendida. Cayó en un profundo sueño en cuanto cerró sus brillantes y alegres ojos.
Pantera: menos mal que se quedó dormida… Hijo, esta hembra es de verdad…
Yo: concuerdo, pero… no es solo una hembra… es una mujer y vaya qué mujer…
Güasón: lo que sea… pero menos mal que se durmió, porque no habría podido responder…
Todos: jajaja…
Tranca: es, después de mi difunta viejita, la mujer más hermosa con la que he estado… Dani… crees que podamos seguir luego…
Yo: si ella quiere, no hay problema…
Magali: Dani… Dani…
Yo: -arrodillándome para quedar a la altura de su rostro- dígame…
Magali: quiero dormir… pero que los viejitos no se vayan…
Yo: duerma tranquilita Rojita mía… Acá la esperamos.
Esa noche de sábado, el sucucho de mala muerte llamado El Negro Bueno, propiedad del Pantera, presentaba una puerta de acceso cerrada y todas sus descuadradas ventanas a oscuras, pues Magali, mi pelirroja ardiente vivió y me hizo vivir una experiencia que aún hoy, solo con recordarla, despierta mi verga instantáneamente.