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Andrea en cuarentena con papá (Parte 2)

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Continuación de “Andrea, ¡vaya sorpresa!”.

Andrea aún desconcertada por todo lo que había vivido en los últimos días, se secaba el cabello mirando fijamente el fajo de billetes sobre su cama. En su mente daba vueltas una y otra vez el olor, el sabor, no solo de los labios de su padre. Aún tenía la sensación en sus pechos y sexo de esa lengua que desesperadamente buscaba robarle el alma.

—¡HIJA! Escucho cuando ya su madre abría la puerta de su habitación, lanzo la toalla sobre los billetes.

—¿Que paso mami? —Contestó nerviosa.

—Ven a desayunar, tu papá ya casi se va a trabajar.

—Voy mami, deja me pongo algo —Dijo aún desnuda y con el pelo suelto.

Cuando se sentó a desayunar. Su padre no le quitaba la vista de encima. Con un semblante de risa y dolor. Se levantó y sin despedirse se salió de casa.

Andrea pasó el día pensando que hacer, pensaba regresarle el dinero a su papá y olvidar todo. Si eso era posible.

Llevaba apenas dos días de encierro y no encontraba la manera de evadir a su papá, aunque él seguía trabajando. Desde las seis de la tarde estaba en casa, luego de bañarse se sentaba frente al televisor, su madre la invitaba a sentarse con ellos pero ponía mil pretextos y si padre no insistía, el tercer día su mamá fue a visitar a una tía a la que por la edad ya no le era posible salir a comprar sus cosas. Así que si madre le ayudaba y se quedaba a platicar con ella un par de horas. Salió alrededor de las cuatro de la tarde, así que regresaría pasadas las nueve.

Cuando escucho que se estacionaba, Andrea se llenó de angustia. ¿Qué iba a hacer con su padre a solas?

—¡YA LLEGUE! —grito de esa manera acostumbrado a que su esposa lo recibiera con un beso. En cambio, solo encontró silencio.

Después de darse un baño se sentó en el sillón, cuando Andrea se armó de valor, salió; pero él ya estaba dormido con el control remoto en la mano. Así que dio gracias a todos los santos a los que se había encomendado y se dirigió a su habitación.

—¡ANDREA! —Escucho el grito y se le detuvo el corazón por un momento, luego sintió como se revolucionaba su corazón y las piernas le temblaban.

—Mándeme papá —Dijo quedando a un costado del sillón.

—Párate aquí enfrente —le dijo como si fuera un general dando una orden militar y Andrea obedeció.

—Si papá

—Todos estos años partiéndome el lomo, trabajando como pinche mula, ¿y para qué? ¡Para que mi hija ande de puta! —Enfatizó lo último para que entrara en su corazón ya vacío.

—Papá… es que…

—¡Es que nada! Te doy todo lo que me pides, ¿y me sales con esas chingaderas?

—Perdón…

—¡PUTA MADRE! —Grito mientras pegaba sobre el sillón.

—¿Y tu que hacías ahí? —Preguntó desafiante Andrea.

—Es diferente.

—¿Porque es diferente? Es lo mismo… yo digo…

— a mi ni me gustan esas chingaderas, pero el puto licenciado insistió. Y ahí voy yo de pendejo, pero que bueno. Imagínate si se entera mi jefe o el licenciado de que mi hija… ¡mi hija! —Andrea intentó salir huyendo de ahí pero en cuanto dio un par de paso su padre la detuvo.

—¿a dónde vas?

—A mi…

—¡No!

Su padre se hizo a un lado para que ella se sentara. Mientras ella se sentaba el zafaba su cinturón, se escuchó el cierre del pantalón bajando y el corazón de Andrea se aceleró aún más. En cuanto vio que la cabeza gorda de su verga se asomó, volteó la vista.

—papá…

—Ya lo sé hija, los dos nos vamos a ir al infierno, pero tenía años que no me mamaban la verga y fuiste tú… bueno. No le diremos nada a mamá. Será solo una última vez.

—Andrea volteó sin mirarlo a la cara comenzó a mamar aquella verga que ya estaba dura como piedra.

—Eso hija… dale…

—Solo esta vez…

—Siiii —le dijo su padre mientras le jalaba la cabeza para que su boca llegara a su verga.

Con los ojos cerrados, el pulso acelerado, una mezcla de asco y culpa. Andrea asomó su lengua para sentir el sabor de su padre que respingó en cuanto sintió la saliva sobre su verga.

—¡haaaa puta madre que rico! —Se recargó hacia atrás para disfrutar de la pequeña boca de su hija.

—Mmmm mmmm

Andrea seguía chupando, solo quería que su padre terminara, así que chupo con más fuerza, aunque su padre por el contrario pensó que ella estaba disfrutándolo y empujó su nuca para que su verga fuera aún más adentro, al punto que Andrea no podía respirar.

—Haaaag! ¡AAAGH!

—¡Siii que rico lo chupa mi niña!

Apenas pudo jalar aire, y un gran hilo de baba y espuma escurrieron sobre la verga de su padre, así como un par de lágrimas por el esfuerzo.

——Eso, sigue así —Volvió a empujar su cabeza y de nuevo la asfixiante sensación se apoderó de su garganta.

—¡Haaag! ¡GAAAAGH! ¡GAGH!

Volvió a darle un respiro con la misma abundante baba escurriéndole, embarró su mano de ese líquido y se lo embarró en la cara a su hija.

—¡Si quieres ser una puta, serás mi putita!

—¡No papa…! No alcanzo a pronunciar otra palabra, nuevamente la verga de su padre entraba por sus labios y penetraba hasta si garganta.

Mientras mantenía la cabeza de Andrea oprimida, sujetaba su cabello para poder ver el esfuerzo que demostraba su cara, queriendo jalar aire, los ojos seguían soltando lágrimas por la sensación sofocante.

—¡ha agh! ¡Gah… gaaah! ¡Haaaaaa! —Cada que podía jalaba la mayor cantidad de aire o el que podía pues su padre seguía embarrando su cara con toda aquella baba que escurría de su boca

—¡Eso, trágatela toda!

—¡haaag! ¡Gaaagh!

Por fin sintió como su padre terminaba, para su mala suerte tenía su verga hasta la garganta y su boca quedó repleta de semen. Aunque ya había terminado, seguía oprimiendo su cabeza, jalando su cabello. El sonido de la puerta los tomó distraídos. Era su mamá que llegaba. Apenas pudo Andrea salir a gatas de la sala con la boca llena de semen, mientras su padre se acomodaba el pantalón y trataba de normalizar su respiración.

—¡Puta madre que asco! —hablaba consigo misma mientras escupía en el lavabo el semen y enjuagaba su boca mirando como su cara estaba pegosteosa de su baba mezclada con los fluidos de su padre.

—¿Dónde estas niña? ¡Esa niña no sale de su cuarto, habla con ella!

—Es la edad amor.

—Ya tiene dieciocho, debe tener responsabilidades.

—Cálmate, yo hablo con ella —dijo su padre mientras se dirigía al baño. Aunque se toparon de frente cuando ellas salió.

—Andrea, tienes que ayudarle a tu madre en las labores de la casa —luego bajo la voz y le dijo al oído— nada de esto a tu madre, ¿entendido?

—¿a qué te ayudo mamita? —salió disparara a la cocina y cenaron como una familia normal.

Pasaron los días con total normalidad, desayunaban y cenaban en familia. Mientras su madre se espantaba mirando los noticieros, Andrea inmersa en su teléfono sentía la mirada pesada de su padre. Fue el sábado que su madre saldría a visitar a sus hermanas que Andrea al salir de bañarse, encontró un par de bolsas sobre su cama. Un vestido negro, corto, pequeño quizá una talla menos a la que ella usaba. Lo mismo un par de shorts color pastel y lencería de encaje. Andrea pensaba erróneamente que el mamarle la verga a su padre cerraba sus experiencias incestuosas. Pero su padre pensaba todo lo contrario, la miraba tendida en el sillón e imaginaba esos pechos que le enloquecieron, ese culo que destrozo cuando detrás de una máscara era a su hija a quien sodomizaba. Permaneció en su habitación hasta que escuchó a su madre despedirse.

—¡Andrea vengo en unas horas!

El silencio reino en la casa, al menos por unos quince minutos. Tal vez el tiempo que su padre dio para asegurarse de que si esposa estaba lejos y no regresaría.

—¡Andrea! —Escucho a su padre dando un salto de la cama, aún en pijama salió hasta la sala.

—¿Que paso papá?

—Cámbiate, te compre ropa, quiero verte con ella.

Andrea entró a su cuarto y se puso encima el vestido que, efectivamente le quedaba embarrado al cuerpo, además demasiado corto, apenas abajo de sus nalgas. Salió hasta ponerse frente a él, dio un par de vueltas y espero alguna reacción.

—Probemos con los shorts —dijo mientras con una seña le señalaba su habitación. Andrea se quitó con mucha dificultad el vestido, en cuanto subió los shorts sintió sus nalgas aprisionadas. Se puso la camiseta que usaba para dormir. Esa hollister que tanto le gustaba y salió ya un poco fastidiada.

—¡Listo! —Dijo, mientras repetía las vueltas.

—Ven… —le dijo su padre jalándola de la mano. La giro y palpó sus nalgas con ambas manos, amañándolas con suavidad. Luego la jalo hasta tenerla sobre su regazo, boca abajo, con sus nalgas a Merced. Movió el short hasta encontrar su ano, luego con dos dedos palpó su panochita hasta hundir un poco sus dedos. Andrea sintió la saliva mojarle si agujero trasero.

—¡Haaaa!

Seguido a eso, la lengua de su padre lamió su culo, mientras de manera sincronizada metía sus dedos cada vez más a su panochita, sacándolos solo para chuparlos y sentir el sabor de su hermosa hija.

—¡¡haaa! ¡Aaah! ¡papiii!

Su padre seguía en trance, lamiendo, perforando con sus dedos la intimidad de Andrea que jadeaba, el temor que tenía unos días atrás y la culpa, los sustituía esa sensación de placer.

—¡Siii papito siii!

El timbre de su casa sonó y ambos brincaron, Andrea día a su habitación, su padre acomodándose el pantalón fue a abrir la puerta.

—¡No se donde tengo la cabeza! Deje los libros que me prestaron y mis llaves—su madre daba vueltas por la sala, luego tomó las llaves de la mesita de centro y salió.

—Si me tardo piden una pizza, ¿esa niña no sale nunca?

—Ve ve mujer, se te va a hacer más tarde.

—Habla con ella, a mi no me escucha.

—Si si, ahora mismo hablo con ella.

Su madre se alejó en el auto, en cuanto vio que doblaba la esquina fue en dirección a la habitación de su hija. Andrea estaba acostada aún agitada. La tomó de los pies y la giro hasta dejarla boca arriba, pero con la cabeza volando en el borde de la cama. Se sacó la verga y con violencia la metió en la boca de su hija.

—¿era mamaaag? ¡Gaaaagh! ¡Gaaaggh!

—mmmm

Apenas jalaba aire su saliva acumulada resbalaba, esta vez la fuerza de gravedad lograba que resbalara sobre su rostro. Mientras su padre le sostenía las manos para que no pudiera sacarse a menos que él lo permitiera.

—¡gaaagh gaaag gaaaah!

En cuanto dejo de oponer resistencia, su padre busco con sus dedos de nuevo su sexo, moviendo a un lado el short y su ropa interior, solo que ahora frotaba su clítoris. Por fin le dio un respiro, Andrea tomó aire mientras la visión se le nublaba por la baba que escurría a sus ojos y frente. Esta vez fue ella quien buscó aquella verga y la metió hasta el fondo.

—¡AAAGH aaaahaagh!

—Eso es, chúpala mi niña.

El seguía frotando mientras, con su otra mano se estiraba para meter un dedo en su colita. Andrea están a teniendo un orgasmo, cuando sintió que el semen de su padre entraba en su boca, penas sacó de su boca aquella verga el semen mezclado con su saliva le escurrió hasta el pelo. Mientras su padre comenzaba a chupar sus tetas.

—¡Haaah! ¡Haaah!

Andrea seguía lamiendo aquella verga, a pesar de que hubiera perdido la dureza, reblandecida chocaba en sus mejillas mientras su padre saboreaba sus pechos. Luego fue a su sexo y de igual manera chupo, hasta que Andrea nuevamente cedió a la fuerza y tuvo un nuevo orgasmo.

—¡haaaaa que rico!

Su padre jadeante, salió de ahí para darse nuevamente un baño y se sentó frente al televisor. Andrea después de lavarse la cara, se acurrucó a su lado para que el sobara suavemente sus nalgas.

Pasaron varios días, incluso su padre dejó de trabajar en su oficina y ahora se paseaba por la casa en bermudas, Andrea usaba esos short todo el día.

—Hija eso ya no te queda —Le decía su madre, pues en cuanto se agachaba un poco se asomaban sus nalgas queriendo reventar los shorts.

—Están cómodos mamita, ¿y pues, aquí quien me ve?

—¡Hay hija!

Su padre guardaba silencio mientras contemplaba aquel delicioso culo moverse por la casa, fue Andrea quien después un par de semanas tomó la iniciativa. Estaba en su habitación con la Luz apagada mirando porno en su teléfono, masturbándose. Cuando logró llegar al éxtasis, de madrugada y sin sueño, una idea le rondó la cabeza. Bajo de su cama, se fue a gatas desde ahí hasta la habitación de sus padres, a gatas se acercó hasta el borde de la cama, su padre dormía como piedra. Andrea se acomodó, metiendo su cabeza entre las sábanas mientras sus manos buscaban la verga de su padre. Cuando la encontró y logró bajar un poco los calzoncillos de su papá, su lengua comenzó a lamer, teniendo poco a poco una respuesta, conforme su verga se endurecía, su padre iba despertando. Se dio cuenta que su esposa estaba de espaldas a el, además era imposible que ella le estuviera dando una mamada, le parecía repugnante. Entre las sombras apreciaba la espalda de Andrea y aquel short rosa pastel que no se quitaba nunca. Mientras se acomodaba para recibir los labios de su hija.

Cuando levantó la sabana, Andrea con señas le pidió que guardara silencio. Su padre mordía una almohada para no emitir ningún sonido. Andrea sabía que le gustaba que su verga hasta su garganta, sin embargo el ruido despertaría a su mamá. Así que solo lamió y chupo suavemente allá verga de papá hasta que sintió su semen en la boca. Su padre se retorció un poco y su madre despertó.

—¿Que pasa? ¿Porque te mueves tanto?

—Nada mi amor vuelve a dormir.

Andrea logró colocarse debajo de la cama, con el semen de papá, no tuvo otra opción que tragarlo. Tuvo que esperar un par de minutos, su madre se levantó al baño y a beber un poco de agua. Luego salió a gatas aún con el sabor en su boca y durmió profundamente.

Durante las siguientes semanas, apenas y pudo darle una mamada mientras su madre cocinaba y por poco los descubre.

—Creo que debemos parar —Le dijo su padre mientras miraban la televisión.

—¿Ya te aburrí? —Preguntó Andrea mordiéndose los labios.

—No es eso, pero… eres mi hija. Y no quiero que por nada tu madre llegara a enterarse.

—Yo no le voy a decir.

—Pero la otra noche en la habitación, el otro día. Estamos jugando con fuego.

—Pues como quieras, pero después no te arrepientas.

Andrea se fue a su habitación, aunque sabía que su padre tenía razón. Ella quería más, le gustaba ser la nena de papá. Además esa manera intensa de tocarla, como chupaba sus pechos. Quería sentirlo una vez más y puso manos a la obra.

Pasan sus nalgas cerca de su padre, con esos shorts pequeños, se sentaba en sus piernas para ver la televisión, frente a su madre.

—Niña bájate de sus piernas, lo vas a aplastar —dijo su mamá desaprobando aquellas situaciones.

—Hoy es Día del niño, ¿todavía soy tu niña?

—Si Andy, siempre serás mi pequeña. Pero siéntate acá que me duermes la pierna —la realidad es que le despertaba otra parte del cuerpo. Pero trataba de disimular.

En las mañanas se masturbaba tratando de mitigar el deseo de su hija, los chorros de agua se llevaban el semen por la coladera y salía un poco más tranquilo, solo para verla pasear moviendo su hermoso cuerpo frente a el. Se suponía el día 2 de mayo terminaría la cuarentena y regresaría a su trabajo. Paso toda la tarde pensando en eso. Y por la noche, espero a que su esposa se durmiera. Paciente frente al televisor. Pasada la media noche se levantó, fue a la habitación de Andrea, quien después de ver un poco de porno dormía plácidamente.

Cuando sintió que le jalaron las piernas, quiso gritar. Pero una mano tapó su boca.

—Tranquila, soy yo —distinguió la voz de su padre, al mismo tiempo que el le bajaba el short.

—¡MMM!

Después de sentir un escupitajo en su colita, la verga de su padre entró sin paciencia ni compasión.

—¡MMMM! ¡MMM! ¡Mmmm! —Las mano de su padre apretaba fuerte para silenciar los gritos de Andrea a causa dolor que le provoca con su verga.

—¡Es la última vez, déjame disfrutar de esto pequeña!

Cuando por fin ella dejó de sentir o se acostumbró al dolor, levantó bien su colita. Por fin su papito le estaba dando lo que quería. Entonces el quito su mano de la boca y la tomó de la garganta, causándole un poco de asfixia. Andrea tenía los ojos en blanco. Era un placer enorme lo que sentía con la verga de papá destrozando su culo.

—¡mmm! ¡Siii papi cógeme!

—¡está mal pero están delicioso!

—¡dame duro! ¡Dale duro a tu nenita!

—¡haaa! ¡Puff!

Ambos jadeaban en un ritmo sincrónico, disfrutando cada quien de su parte. Su padre la giro, quería ver ese rostro hermoso. Sonriente ella lo abrazó mientras el levantaba sus piernas y metía nuevamente su verga en aquel culito que le causaba tanto placer.

—¡Hola papito!

—Hola mi amor!

Se besaron, el comenzaba a menearse para meter bien al fondo su verga. Iba y venía de esos pechos hermosos que lo enamoraron cuando ignoraba que fueran de su propia hija.

—¡que rica estas! Le decía mientras ensalivaba sus pezones.

—¡tú también aaaah! ¡Papi! ¡Cógeme duro!

Cuando sintió la inevitable necesidad de terminar. Sacó su verga y Andrea rápidamente se arrodilló. Levantó la cara abrí la boca sacando se lengua, una invitación a terminar sobre si hermoso rostro.

—¡Dame mi lechita papito!

—¡Haaa ha haaaa!

—¡dale su leche a tu nenita!

—¡haaaa! ¡Haaaa! ¡Mmm!

Los chorros de semen caían sobre el hermoso rostro de Andrea, escurrían a su lengua, que también recibió su parte. Miraba atento como el semen recorría lentamente su rostro. Mientras ella lo miraba fijamente con una sonrisa de felicidad.

—¿me veo bonita? —Preguntó mientras tomaba una selfie con su teléfono.

—Te ves hermosa —con sus dedos fue jalando el semen de la cara de su hija para que ella chupando sus dedos lo comiera degustando el sabor que era su favorito en esos día de cuarentena.

—Ven abrázame —Le dijo Andrea a su padre que se acurrucó desnudó junto a ella. Durmieron tan rico que la mañana llego y su madre los despertó tocando a la puerta.

—¡Andrea, ven a desayunar! —Ambos desnudos brincaron

—Abajo de la cama, no tarda en abrir la puerta—Le dijo Andrea y apenas estuvo debajo su madre abrió la puerta.

—¡Tu papá salió y no sé si se llevó cubre bocas! ahí está el suyo en la sala, los que le lave ni se los pone. No se llevó gel antibacterial. Levántate a desayunar y tiende tu cama, huele muy feo, abre la ventana, huele a... cava!

—Mamá cálmate, ya voy…

—Ni siquiera se llevó su teléfono, ya le marqué y está ahí en la mesita de la sala.

—¡ya mamá!

—¡lávate la boca hija hueles horrible! ¿Qué hace aquí la ropa interior de tu padre?

—¡Ya mamá! Me baño y te ayudo al desayuno, ve a poner las noticias Ándale!

En cuanto salió su madre, el padre de Andrea también lo hizo de debajo de su cama.

—¿y ahora?

—Salte por la ventana, ahorita te paso ropa y le dices que fuiste a caminar o algo.

—Es la última vez, esto ya se salió de control hija.

—Ok, ahora sal que puede regresar

Cuando por fin los tres desayunaban, en las noticias anunciaban que la cuarentena se extendía a todo mayo.

—Voy a tener que ir a dale una vuelta a tu tía. Ambos se miraron, pensando que no resistirían treinta días sin buscar la manera de… en fin esa es otra historia.

@MmamaceandoO

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