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Cogiendo a mi suegra mientras mi mujer viaja por trabajo
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Tiempo de lectura: 12 minutos

«Me acosté boca arriba y ella me miró. Se subió y ella misma guio mi pija a su culo y se empezó a mover, primero lento y después cada vez más fuerte. Le di una bofetada en un pecho y se puso loca, otra en la cara, otra en el culo y parecía poseída como saltaba sobre mi pija. Sus gritos eran tan tremendos que Marga vino a ver y se quedó con los ojos abiertos. La hice acostar junto a mí y nos besábamos mientras Tere me cabalgaba.»

Lo que voy a contarles pasó hace 15 días solamente. Soy de Buenos Aires, tengo 27 años, mi nombre es Fernando, Fer para todos, en pareja con Alejandra, Ale, de mi misma edad. Yo trabajo en una empresa, en el área financiera y ella en otra, internacional, en IT. Ale, sin ser una potra como decimos en Argentina, es una linda mujer, inteligente, proactiva, y muy sensual y sexual. Disfruta tanto el arreglarse, maquillarse suavemente como el sexo. Yo, por mi parte, soy muy normalito, mido 1,8, tener una buena dieta y algo de gimnasio me ayudan a estar en forma. Muy lejos estoy de ser un hombre sexy, pero si soy muy sexual, ayudado por un pene de muy buenas dimensiones.

Todo empezó cuando Ale me aviso que debía viajar una semana a Atlanta, EEUU donde la empresa tiene la casa matriz. No era nada infrecuente, por lo menos dos veces por año ella tiene que viajar.

—Amor, voy a hablar con mami para que esta semana te vayas a su quinta. No vas a estar solo, no te vas a tener que ocupar de cocinar, y vas a poder disfrutar de la pileta cuando vuelvas de la empresa. Ah, y por la autopista, solo vas a tardar diez minutos más en el trayecto.

—No quiero joder Ale, vos viste que tu vieja tiene su “vida social” y no quiero quedar en el medio…

—Que elegante que sos para hablar cuando querés, te adoro por eso… Que la suspenda una semana o que la haga fuera de la quinta, espera que la llamo.

Teresa, mi suegra, viuda hace 10 años, tiene 50 años, se mantiene de manera increíble por un gimnasio que instaló en la quinta, spa dos veces por semana, masajista, y como ella dice “muchas ganas de tener vida social activa”. Eso traducido, tener una vida sexual activa.

—Hola madre, ¿Cómo estás?

—Hola Ale, que lindo escucharte.

—Igualmente. Ma, tengo que viajar el sábado a Atlanta, y se me ocurrió que Fer se puede quedar en tu quinta, así no está solo, y disfruta la pileta cuando vuelve de la empresa.

—Por supuesto, va a ser un gusto, tenemos buena relación, es super atento siempre conmigo. Decile que lo espero.

—Gracias Ma. Nos vemos a la vuelta.

—Dale, que tengas buen viaje. Dijo y cortaron.

—Viste que no tiene problema, te quiere mucho porque me ve feliz con vos.

—Bueno…

El sábado, cerca del mediodía llevé a Ale al aeropuerto, y de allí, con una valija y un bolso, me fui a lo de mi suegra. Cuando llegué, estaba en la pileta, con una amiga y dos amigos. Todos más o menos de la misma edad.

—Hola Fer, pasa, estoy con amigos en la pileta. Vení así te muestro tu cuarto, te pones la malla y a disfrutar la soltería. Me dijo sonriendo con picardía.

—Dale Tere, gracias. Dije.

Como soy ordenado, primero guardé mi ropa, y después me puse la malla y fui a la pileta. Su amiga y los hombres eran muy simpáticos, enseguida nos pusimos a charlar.

—¿Les parece que haga unas pizzas para la noche? Va a estar espectacular para comer en la galería tomando cerveza.

—Yo no puedo Tere, quedé con mis hijos en cenar juntos. Dijo uno de los hombres.

—Yo tampoco, es el cumple de un amigo y nos vamos a juntar…

—Tontos, Uds. se la pierden… Dijo Teresa sonriendo y mirando a Maga, su amiga que le devolvió la sonrisa.

—Totalmente, por lo menos tenemos a Fer que nos va a hacer compañía. Dijo Maga.

Ellos se fueron y mientras Tere preparaba las mazas de las pizzas, hicimos una picada en la cocina los tres. Entre ellas había miradas y sonrisas disimuladas.

Me fui a dar una ducha y a poner otra malla y una remera. Cuando volví a la cocina, las dos estaban con unos short de lycra, Teresa con una blusa de bambula que permitía ver casi a la perfección sus pechos ya que no tenía brazier como Maga, que tenía una camisola blanca abierta que me dejaba ver la redondez de sus pechos. En varias ocasiones me pareció que me estaban seduciendo, sobre todo Maga que miraba mi entrepierna cuando por algo me levantaba de la silla.

—¿Cómo andan las cosas con Alejandra? Me preguntó Maga.

—Muy bien, realmente. Hace cuatro años que estamos juntos y no hay desgaste en la pareja, ganamos muy bien los dos, nos damos gustos.

—¿Tienen buen sexo? Me preguntó y me descolocó con la pregunta.

—Maga, no jodas…

—¿Qué tiene de malo la pregunta Tere? Es otra época, ellos son más libres que nosotros para hablar

—Fer, no te hagas problema si no querés contestar. Dijo Tere.

—No tengo problema. Si Maga, tenemos muy buen sexo. A los dos nos gusta mucho el sexo, no nos quedamos con ganas de nada, hablamos todo y por eso el buen sexo.

—Ah… Dijo Maga.

—Por lo que me dijo Ale, es tal cual. Viven el sexo plenamente.

La charla fue para otro lado y las latas de cerveza pasaban, sobre todo ellas. Cuando fue momento de cenar, lo hicimos en la galería y ellas ya estaban bastante “cargadas” de cerveza.

—A estos dos no los invito más. Son dos boludos. ¿Cómo se van a ir? Nos dejaron solas… Dijo Tere.

—Te juro que pensé que se iban a quedar, Tito no paraba de mirarme comiéndome con los ojos…

—Lo mismo Juan conmigo… aparte, saben que las dos vamos al frente, pudimos haber hecho una buena fiesta. Dijo Tere.

—Y bueno… nos vamos a tener que arreglar solas… Dijo Maga y para mi sorpresa, le dio un pico a Tere y le apretó un pecho.

—Maga, compórtate un poco, esta Fer… Dijo Tere.

—Tere, lo conozco nada a Fer, pero no me da que sea un boludo, ni para darse cuenta, ni para contarle a Alejandra.

—Tere, tranquila que tu vida es tu vida, la respeto, y ni pienso en contarle nada a Ale.

—Gracias Fer… dijo mirándome a los ojos.

—Igual creo que Ale no se sorprendería. Ella en el pasado, también ha tenido encuentros con chicas según me contó.

—Eso no lo sabía…

Terminamos de cenar, tomé otra cerveza y me fui a mi cuarto a acostarme. Al rato empecé a escuchar gemidos de las dos, y cada vez más fuertes. Me entro el morbo y las ganas de verlas a la dos fueron más fuertes que yo y salí del cuarto. Los gemidos venían del living, y sin hacer ruido me fui acercando.

Las dos estaban en un sillón, de rodillas, Marga tenía un strap-on colocado y Teresa frente a ella chupaba el consolador con todas sus ganas mientras Marga se apretaba los pechos y tiraba de los cabellos de Teresa haciendo que se meta todo el consolador en la boca mientras le decía:

—Así Tere, chupa bien, imagínate que es la pija de Fernando, ponela bien dura, así te rompo la concha…

—Sí… Ale me conto que tiene una pija formidable… Dijo Tere.

Y volvió a chupar con todo hasta que se dio vuelta y se puso en cuatro patas… Marga guio el consolador y se lo empezó a meter… Teresa no paraba de gemir. Marga fue bombeando cada vez con mayor fuerza, provocando más y más gemidos de su amiga. Mi pija ya estaba totalmente dura y el comentario de Teresa sobre lo que le había dicho Ale, me dieron muchas ganas de intervenir.

Estuvieron varios minutos hasta que Tere tuvo un orgasmo, Marga se sacó el arnés y se puso en cuatro patas.

—Méteme el consolador en el culo… Dijo Marga.

Teresa tomo un consolador y lo empezó a meter luego de ponerle un poco de un aceite al parecer. Los gritos de placer de Marga eran tremendos. Así estuvieron hasta que ella tuvo un orgasmo y las dos se sentaron en el sillón besándose.

Yo estaba solo con el bóxer, retrocedí un poco y para volver a ir hacia el living como si saliera del cuarto.

—Perdonen, me dio sed, iba a la cocina. Dije y ellas me miraron sorprendidas.

—Eh, sí, claro… Dijo Tere tratando de taparse.

—Tranquila Tere, no hay problema. Ya lo hablamos… Dije.

—Claro… pero es que…

Fui a la cocina, tomé agua y volví para el living.

—Por lo que escuché, no la pasan nada mal Uds. Dije sonriendo.

—Decepcionadas, esos boludos nos dejaron muy calientes. Dijo Marga.

—Me imagino, que descansen… Dije y me fui a mi cuarto.

No pasaron cinco minutos que Marga vino a mi cuarto solo con la camisa.

—¿Dormido? Preguntó en voz baja.

—Imposible después de verlas Marga. ¿Qué pasa?

—Hable con Tere, y ella no va a hablar con Ale…

—¿De que no va a hablar?

—De que si vos querés… bueno, me entendés…

—No mucho, se más explícita. Dije buscando que ella diga todo.

—Bueno, que hagamos algo… vos y yo…

—Ah… supongo que decís, tener sexo…

—Si Fer, no me la hagas difícil…

—Jajaja… Vení…

Ella se acercó, y me saqué el bóxer. Mi pija estaba parada y bien dura. Marga se la quedó mirando fijo y se sacó la camisa.

—Chupala. Le dije.

Ella se puso de rodillas y comenzó a chuparme con todo, segundos después vi como su mano desaparecía entre sus piernas. Chupaba y se metía dedos…

—¿Queres llamarla a Tere? Tengo ganas de ver como te hace el culo con el consolador…

—Nos viste…

—Sí…

—No sé si querrá.

—Si no le preguntas…

—Voy…

Se fue y a los tres minutos las dos volvían, Tere con el arnés y el consolador colocado.

—Fer… secreto de familia… Dijo Tere.

—Por supuesto, las dos, chúpenme la pija.

Las dos se pusieron a chuparme, las dos lamían y chupaban, se alternaban entre mi pija y mis testículos. Así por varios minutos.

—Tere, hacele el culo. Marga, ponete en cuatro, sin dejar de chuparme.

—Pero…

—Dale, quiero verte gozar esa pija en tu boca mientras te hago el culo. Dijo Tere.

Marga se puso en cuatro y chupaba con todo mientras Teresa le hacía el culo.

—Que buena puta que sos Marga, ¿Te imaginas esa pija en tu culo?

—Desgraciada, me parte…

Las dejé así un rato, hasta que me levanté y me puse detrás de Teresa, poniendo mi pija entre sus cachetes, apretando sus pechos y besándole el cuello.

—Quiero ver como acabas rompiéndole el culo a Marga suegra.

—Hijo de puta… me estas poniendo a diez mil por hora…

Y sus movimientos eran tremendos, tomando a Marga de la cintura le daba con todo en medio de gemidos, quejidos y gritos de placer de esta…

Un par de minutos y Marga tuvo un orgasmo que arrastro a Tere con otro… Baje de la cama y tome la cabeza de Tere para que me la chupe… cosa que hizo hasta hacerme acabar en su boca, sin dejar caer una sola gota. Se dio vuelta y me mostro como compartía mi leche con Marga.

Se besaron con todo y las dos chuparon mi pija para limpiarla por completo.

—Con razón Ale dice que tienen un sexo espectacular, que ni puede pensar en estar con otro tipo. Dijo Teresa.

—Si lo hace, es una boluda… Dijo Marga.

—Gracias por el cumplido.

Se levantaron para irse y le dije a Teresa que se quede.

—¿Yo, que me quede?

—Si Tere.

—Bueno…

—Tranquila, no soy un monstruo…

—Es que… una cosa es estando con Marga, otra solos…

—Acostate, vamos a dormir…

—Bueno.

Se acostó, boca abajo y mirando para el otro lado, para no verme. Me hice el dormido y ella se dio vuelta para mirarme. No estábamos tapados, por lo que podía ver perfectamente mi pija… y se llevó la mano a la entrepierna y se empezó a masturbar. Saber que ella se estaba masturbando por mí, y escuchar como sus dedos hacían ruido en su concha hizo que se me empiece a parar la pija. Cuando ella vio eso, se dio puso de costado dándome la espalda sin sacarse los dedos.

No lo termino de hacer que yo me puse contra ella y mi pija ya parada entro entre sus cachetes. Ella gimió y se quedó quieta. Separe un poco los cachetes y apoye mi pija contra su ano.

—Fer… me vas a lastimar… es…

—Formidable… por lo que dijiste…

—Sí…

—Pues a tu hija le entra toda en el culo…

—Hija de puta, yo… ya vengo… Dijo y se fue corriendo del cuarto.

Volvió con un frasquito, y se puso de rodillas, chupándome la pija y metiéndose dedos en el culo, no pude ver cuantos entraron, pero varios minutos después, puso una almohada y se acostó dejándola bajo su pelvis. Separó las piernas y me miró.

—Por favor… despacio.

—Así no tiene gracia… Ponete de rodillas.

—No…

—De rodillas…

Me pare frente a ella y le metí mi pija en su boca y la empecé a coger como desaforado, ella tenía arcadas, tocía, yo la sacaba, la dejaba recuperar y de nuevo a cogerle la boca. Tomándola de los cabellos la enterré con todo y acabé. Obviamente trago todo. Me acosté dejándola de rodillas y le di la espalda.

Cuando desperté, no estaba en la cama. Me di una ducha y fui a la cocina. Las dos estaban tomando café.

—Hola Fer… ¿Te sirvo un café? Me preguntó Marga.

—Hola, dale, por favor.

—¿Enojado? Me preguntó Teresa.

—No, para nada.

—Nunca me cogieron con una pija como la tuya, te juro que me dio miedo.

—No hay problema.

Marga me miraba sonriendo. En ese momento llamó Ale, me contó que había llegado bien, y que ya estaba en el hotel. Me preguntó por Teresa y obviamente no dije nada. Nos despedimos y dejé el teléfono en la mesa.

—Te manda saludos Ale.

—Gracias…

Más tarde nos pusimos las mallas y fuimos a la galería.

—Fer… ¿Te puedo pedir algo?

—Sí Marga, si está a mi alcance. ¿Qué querés?

—Siempre tuve la fantasía de que un tipo con una pija como la tuya me viole por todos lados.

—Entiendo. No me contestaste que querés.

—O que me violes, o que me cojas como un animal, por donde quieras y como quieras. Me contó Tere como le cogiste la boca, y quiero eso…

—Bueno… ¿Vos Tere, querés participar o te quedas afuera del dormitorio? Pregunté.

—¿Puedo ver y decidir si me animo?

—¿Marga, tenés algún problema con lo que dice Tere?

—Ninguno, pero Tere, ni pienses que te voy a dar bolilla.

—Ya lo sé…

—Después de almorzar, nos tiramos a la pileta y después, si seguís pensando lo mismo, lo hacemos. Dije.

—De acuerdo.

Almorzamos, nos quedamos un rato en la galería y vi que Marga iba a la pileta. Esperé un poco y fui. Me puse frente a ella, la tomé de los cabellos y corriendo su malla, le metí tres dedos en la concha.

—Última oportunidad para tirarte para atrás, para arrepentirte.

—Ni loca me arrepiento.

—¿Te dijo algo Tere?

—La boluda se muere porque la cojas… culo incluido…

—Sacate la malla.

—Fer, me pueden ver desde la calle…

Tiré fuerte de sus cabellos y le di una bofetada. No dijo nada y se la sacó.

—Vamos a la galería…

Fuimos y Teresa nos miraba. Me saqué la malla y me senté.

—Parate a mi lado, separa las piernas y los cachetes. Dije y ella lo hizo de inmediato.

—Contame Tere, ¿Cómo anda tu negocio? Dije mientras le metía dos dedos en la concha a Marga, que estaba totalmente mojada.

—Eh… bien. Dijo mirando a Marga que se movía sobre mis dedos.

Así, estuvimos hablando mientras Marge se masturbaba con mis dedos.

—Contame Marga, ¿Siempre fuiste tan caliente?

—No… desde que me separe… Dijo en medio de gemidos…

—¿Tu marido no te cogía bien?

—No…

—Ah… ¿Y nunca te hizo el culo?

—Fer… no, nunca… Solo se lo di a un muchacho, pero no tenía ni la mitad de tu pija.

—Ah… Dije y sacando mis dedos completamente mojados de su concha se los metí en el culo.

Tere me miraba y respiraba pesado, signo que estaba muy excitada.

—Y vos Tere, ¿Nunca entregaste el orto?

—Sí, pero como ella, nada que ver con tu pija…

—Córrete la malla y metete un dedo en el culo.

—Fer… Bueno…

Primero se lo metió en la concha y luego en el culo, y miraba como Marga se movía sobre mis dedos… Mi pija iba tomando fuerza y volumen… Las dos pajeándose el culo era un espectáculo impensado un día antes.

—Tere, busca un consolador y anda a mi cuarto. Marga, no te pienso sacar los dedos del orto. Vamos.

Y así fuimos a mi cuarto. Hice acostar a Marga boca arriba, tome sus tobillos y los llevé al costado de su cabeza. Cuando metí mi pija en su concha hasta el fondo y con todo, ella dio un terrible grito. Hice que tomara sus tobillos y al mismo tiempo que bombeaba con todo, apretaba, y pellizcaba sus pezones. Teresa se sentó en la cama y se tocaba la concha y chupaba sus propios dedos con sus flujos.

Marga no paraba de gemir y de gritar. Varias veces me pidió que me detenga, pero no le hice caso. Estuve así hasta que tuvo un orgasmo y bajé de la cama. La arrastré de sus piernas y dejé que estas cuelguen de la cama. Separé sus cachetes y apoyé mi pija en su orto.

—Me encanta lo estrecho que es tu culo… amo los culos estrechos. Dije mientras se la empezaba a meter.

—Me estás haciendo mierda, por favor Fer, para.

—Tu última oportunidad fue en la pileta. Dije y la seguí enculando.

Lentamente fui entrando y saliendo de su culo. Cuando salía, algo de sangre traía, la tome de sus cabellos y tire su cabeza para atrás. Tere miraba incrédula como mi pija taladraba a su amiga.

—Putita, contale a Fer como te estoy rompiendo el culo.

—Fer, es un animal, estoy segura que me desgarro el culo, pero es un hijo de puta, me vuelve loca como me coge.

—Yegua… Dijo Fer y se quitó la malla.

Cada vez le cogía el culo con más fuerza, enterrándole toda mi pija. Marga gritaba, ahora de placer apretando las sábanas con todo. Tere buscó el consolador y cuando lo iba acercando a su culo me miro y se detuvo. En vez de meterlo se puso a chuparlo desesperada. Acabé en el culo de Marga, y le dije a Tere.

—Chupale bien el culo, quiero ver que tan puta sos.

Sin decir nada, lo empezó a hacer mientras yo me ponía delante de Marga para que me chupe la pija. Me miro con cara de loca y se puso a chupar con todo.

—Metele el consolador en la concha y hacela mierda Tere.

Marga me miro asustada pero no se detuvo en su chupada. Mi pija mantuvo su vigor y luego de unos minutos la hice poner de rodillas en el suelo y le dije a Tere que busque el otro consolador y lo traiga. Mientras le empecé a coger la boca.

—Metele uno en cada lugar, y hacela mierda.

Tomé la cabeza a de Marga y sin soltarla la cogí con todo, durante un rato y a ella se le ponían los ojos en blanco por completo… Acabé en su boca, llenándola de leche y ella tuvo un orgasmo. La solté, y con Tere la acostamos.

—Seguime. Le dije a Tere y me siguió a la cocina.

—¿Queres una cerveza? Me preguntó.

—Eso venía a buscar…

—Tremenda cogida le pegaste, no se la olvida más… Tenía sangre en el culo y en la concha.

—Era estrecha, y le di el gusto.

—Por un par de días no a querer joda.

—Mejor que sí, porque pienso cogerla cuando termine la cerveza.

—Pobre… dijo sonriendo…

Terminé la cerveza y volví al cuarto. Marga seguía en la cama, despierta, pero tal cual la dejamos. Me puse a su lado y le metí mi pija en la boca. Se puso a chuparla desesperada y en minutos nuevamente yo tenía una tremenda erección. Tere miraba y se tocaba la concha y los pechos.

Puse a Marga en cuatro y sin aviso le enterré la pija en el culo.

—Animal… Grito Marga.

La tome de los cabellos, hice que arquee su espalda, y le di dos chirlos en el culo. Tomándola con una mano de la cintura, le cogí el culo por un rato, hasta acabar nuevamente en su intestino. Hice que me limpie la pija y ella se dejó caer en la cama.

—Me voy a dar un chapuzón en la pileta. Dije sin ponerme la malla.

Unos minutos después, también desnuda, vino Teresa.

Nos quedamos un rato en la pileta y luego fuimos a la galería a tomar una cerveza.

Marga apareció recién para cenar, y destruida.

—Hijo de puta… gracias, cuando quieras, soy tu puta… y hasta te pago si es necesario.

—No va a ser necesario.

—Solo dame un par de días… mi culo necesita descanso, igual mi concha… me la hiciste mierda.

—Vos quisiste Marga…

—No me arrepiento para nada…

Cuando me iba a acostar las saludé a las dos y fui a mi cuarto. Al rato apareció Tere, y sin decir nada se metió en la cama. Sin decir nada me acariciaba la pija, hasta ponerla dura, y se puso a chuparme.

—También quiero ser tu puta… como quieras y por donde quieras. Dijo Tere.

—Quiero verte la cara, boca arriba y levanta las piernas.

Ella lo hizo y acerque mi pija a su orto. Lo escupí y empecé a empujar, sin detenerme. Tere había tomado una almohada y la mordía y gritaba. Yo fui moviéndome y mis movimientos fueron casi frenéticos, ya Tere soltó la almohada y aullaba de placer.

—Una buena puta hace gozar a su macho… Móntame.

Me acosté boca arriba y ella me miró. Se subió y ella misma guio mi pija a su culo y se empezó a mover, primero lento y después cada vez más fuerte. Le di una bofetada en un pecho y se puso loca, otra en la cara, otra en el culo y parecía poseída como saltaba sobre mi pija. Sus gritos eran tan tremendos que Marga vino a ver y se quedó con los ojos abiertos. La hice acostar junto a mí y nos besábamos mientras Tere me cabalgaba.

—Mirá, la que no quería saber nada con el culo. Dijo Marga.

—A que te chupa la concha como nunca lo hizo. Dije.

Marga se paró y le puso la concha en la boca a Tere, que se puso a chuparla como loca, y a gritar que era una verdadera puta… Estuvo así hasta hacerme acabar y ella lo hizo segundos después. Dio un salto y se puso a chuparme hasta dejarla limpia. Nos acostamos los tres en la cama, y puse el despertador para ir a trabajar…

Así fue el comienzo de una semana de sexo total con mi suegra.

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