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Como fue el debut con mi hermoso hermano
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Mis padres salieron muy temprano por la mañana. Partieron rumbo al pueblo de donde es mi mama, a visitar a la familia. Estarán todo el fin de semana allí. Y mi hermano anoche fue a la casa de su novia, donde seguramente pasaría todo el día, dejándome la casa para mi sola. Les cuento un poco de mí.

Me llamo Camila, tengo 19 años, y a pesar que muchos chicos me ven como una chica sexy, nunca tuve relaciones. Lo más lejos que he llegado fue con mi último novio, a quien una vez estando en su casa, lo masturbe. El me pedía todo el tiempo que hiciéramos el amor, pero yo aún no estaba preparada y eso derivo en una pelea y no nos hemos vuelto a ver. Mi pelo negro contraste con mis ojos color verde y soy un poco petisa, mido 1,57. Tengo un par de kilos de más, pero los hombres no se fijan en ello ya que tengo unas tetas muy grandes y llamativas, y es allí donde siempre se posan las miradas de los hombres. Mi culo, aunque no es muy llamativo, sí que está muy firme, tal vez porque suelo dedicar algunas horas todas las semanas al gimnasio.

El sol que ingresa por la ventana hace que ya no pueda dormir. Me quedo un rato en la cama escuchando, pero el silencio en toda la casa confirma que me encuentro sola. A pesar de no haber querido entregar mi cuerpo a un hombre aun, soy una chica muy sexual. Claro que sin haberme entregado aun, mi único contacto con el sexo es mediante el autoconocimiento. Y es así como, al igual que hago siempre que estoy sola, me preparo para jugar un rato con mi cuerpo.

Me aseguro que la puerta de la casa este cerrada para no recibir visitas inesperadas, agarro una muda de ropa limpia, mis juguetes que guardo celosamente en un cajón junto a mi ropa interior, y me dirijo al baño. Nada disfruto más que explorar mi cuerpo mientras me baño. Abro la canilla y dejo que la bañera se empiece a llenar mientras quito mi ropa y admiro mi cuerpo frente al espejo. Al quitar mi camiseta veo mis pechos en el espejo, notando que mis pezones se encuentran muy erguidos. Y no es para menos, realmente tengo ganas de empezar el día masturbándome. Al quitar mi tanga y ver lo mojada que estoy, decido no perder más tiempo. Agarro los dos juguetes con los que deseo jugar hoy, de esos que pueden usarse bajo el agua, y me meto en la bañera.

La canilla no tiene mucho caudal, por lo que la bañera se llena muy despacio. Pero su principal función no es esa. O al menos no es la que a mi más me interesa. Me acomoda de tal manera que al agua que cae lo haga sobre mi vagina. Apenas siento el agua caliente golpeándome no puedo evitar emitir un leve gemido. Fue muy suave, pero si no estuviera sola en casa me habrían escuchado. Uno de mis juguetes tiene forma de un pene real. Y así se siente al tacto, casi como se hubiera un hombre de verdad conmigo. Y lo que más me gusta de este juguete es como se siente en mi boca, así que comienzo a pasarle la lengua, recorriendo todo el tronco y la cabecita.

Al mismo tiempo uso mí otro juguete en mi entrepierna, uno sin tanto detalle pero igualmente con forma fálica y con el agregado de tener vibración, La suma de la vibración más el golpe del agua hace que muera de placer. Al cabo de unos segundos, me encuentro totalmente entregada al placer. El agua que cae masajeando mi clítoris. El vibrador en su máxima potencia entrando y saliendo de mi vagina. Y casi sin darme cuenta, me encuentro tragando el pene de plástico hasta sentir como llega a mi garganta. De seguro tuve un sueño muy sexual anoche debido a la excitación con que desperté, aunque no recuerdo de que se trataba. La forma del vibrador hace que al moverse dentro mío frote mi punto G. Mis pezones parecen explotar de tanta excitación.

Dejo quieto el vibrador dentro mientras penetro mi boca con el otro juguete. Ahora tengo una mano libre y la uso para pellizcar mis pezones. Y es tanto el placer que no puedo resistir ni un segundo más, y un grito de placer lleno cada rincón de la casa en el momento que mi cuerpo se estremece y se entrega al placer del orgasmo. Me relajo y me recuesto dentro de la bañera, pero un ruido me perturba. Giro la cabeza rápidamente y veo un movimiento en la puerta del baño. Alguien estaba allí y me quedo helada al darme cuenta. No solo me estaba observando, antes que se fuera pude ver que se encontraba desnudo.

Mi hermano vio como me masturbaba. Escucho cerrarse la puerta de su habitación y ya no me quedan dudas. Muerta de vergüenza salgo del agua y seco mi cuerpo. Aún estoy sensible luego del orgasmo, y cuando seco mi entrepierna mi cuerpo se estremece. No puedo crear que uno de mis mejores orgasmos se vuelva uno de mis peores recuerdos. No estoy segura sobre que deba hacer, pero luego de meditarlo un rato tomo una decisión. Me visto y salgo del baño en dirección a la habitación de mi hermano. Más vale hablarlo y dejar todo atrás, o sería un fin de semana muy feo estando los dos solos en casa sin hablarlo.

Golpeo a su puerta, pero no responde. La abro lentamente y lo veo acostado en su cama, de espaldas a mí. De seguro se está haciendo el dormido para evitar hablar conmigo.

– Sé que estás despierto – le digo mientras me siento al borde de su cama.

– Perdoname – responde sin voltear. – No quise mirar, solo estaba yendo al baño y ahí estabas y yo…

– No, perdoname vos. Pensé que estaba sola en casa, que vos te ibas a quedar en lo de tu novia.

Se da vuelta y nos miramos a los ojos. Sin decir ni una palabra ambos sabemos que esto solo sería una anécdota de la cual ninguno de los dos volvería a hablar. Le doy un beso en la frente y dispongo a salir cuando noto algo raro. Al ser un verano muy caluroso él no se encuentra tapado. Y al girar pude ver que el bulto en su entrepierna estaba enorme y no solo eso, una pequeña mancha de humedad había invadido su pijama.

– Perdona, no puedo evitarlo – me dice mientras intenta tapar su erección.

No respondo. Solo me quedo mirándolo. Sé que es mi hermano pero… siento que me mojo nuevamente. Siempre me pasa que al llegar rápido al primer orgasmo, no pasa mucho tiempo para que mi cuerpo me pida más. Pero… ¡estoy viendo a mi hermano!

Poco a poco retira las manos de su bulto y mi mirada sigue como hipnotizada sobre él.

– No pasa nada, sé que los chicos, en especial a tu edad, despiertan así.

– Es que no es solo eso… Es por lo otro

– ¿Lo otro? ¿A qué te réferis?

– Vos sabes… cuando fui a entrar al baño y vos estabas ahí… haciendo lo tuyo…

– ¡Ay nene! Soy tu hermana… ¿me vas a decir que eso es por mi culpa? – le digo mientras señalo su bulto.

No me responde pero no es necesario. Desvió la mirada de su bulto y busco su cara cuando me doy cuenta que él también está paralizado viendo algo. Como pensé que estaría sola en casa busque ropa muy fresca para pasar el día. Y acá estoy, en la habitación de mi hermano vistiendo solo una tanga y una camiseta. La camiseta es muy larga y cubre toda mi zona intima, pero mis piernas quedan al descubierto dándome un aire de sensualidad. Y además es de una tela muy fina.

Al salir del baño estaba tan metida en mis pensamientos, en cómo iba a hablar con mi hermano, que no me di cuenta que aún no estaba completamente seca. El agua que quedaba sobre mi cuerpo ahora se estaba haciendo notar al volver transparente mi camiseta, permitiendo ver ligeramente mis pezones. Esto está mal, ¡mi hermano está mirando descaradamente mis tetas! Pero en lugar de intentar taparme, me doy cuenta que mi cuerpo reacciona a su mirada y mis pezones parece quieren atravesar la tela.

Mi hermano se da cuenta de lo que está haciendo y desvía su mirada hacia mi cara. Pero de inmediato la devuelve a mis pechos al tiempo que noto que ya no tapa su bulto, sino que parece masajearlo por sobre el pantalón de si pijama. Esto está mal. Debo detenerme. Vuelvo a mirarlo a la cara buscando sus ojos, pero los tiene fijos sobre mis pechos. Debo frenar esta locura. Pero mi cuerpo no hace caso a mis pensamientos y de repente me encuentro quitando mi camiseta y mi hermano estira su mano para agarrar mis pechos.

Yo meto mi mano en su pantalón y descubre que debajo de él no lleva ropa interior. Al sentir el calor de su miembro en mi mano me doy cuenta de dos cosas. Una es que mi hermano está muy excitado. Y la segunda es que se siente mucho mejor al tacto que el pene de mi ex. Agarro a mi hermano por la cabeza y lo acerco a mis pechos. Él no se opone y deja que lo guie hasta quedar con su cara entre mis pechos. Mi mano comienza a deslizarse sobre su tronco duro y caliente. Estoy masturbando a mi hermano.

A sus 18 años recién cumplidos debe sentirse orgulloso de lo que lleva entre sus piernas, mucho más grande que el de mi ex. Su punta ya se encuentra mojada. Y yo también estoy muy mojada al sentir la boca de mi hermano mordiendo mis pezones. Muero de excitación y no puedo resistir un segundo más. Aparto su cara de mis pechos. Me paro al lado de la cama, y lo dejo mirarme mientras retiro la última prende de vestir que llevo puesta. Ahora estoy totalmente desnuda frente a él. Recorre mi cuerpo con su mirada. Observa mis pechos erguidos que culminan en unos pezones muy duros. Al llegar a mi entrepierna detiene su mirada. Me gusta estar completamente depilada lo que le permite ver los labios.

– ¿Te gusta lo que ves?

– Mucho hermanita

Lo escucho llamarme hermanita y lejos de hacerme sentir mal, me siento excitada. Sin dudarlo subo a la cama, y me acomodo sobre de forma tal que ya nos encontramos haciendo un 69. Mi ex me pidió muchas veces que se la chupe pero siempre me dio asco. Sin embargo ahora sin que mi hermanito me lo pida, me estoy comiendo todo su pedazo. Intento meterlo en mi boca lo más que puedo hasta que me da arcadas, y siento que me gusta.

Me gusta sentir esa verga dura y caliente entrando por mi boca. Esa verga que ahoga mis gritos de placer al sentir su lengua recorrer mi clítoris. Lo masturbo al mismo tiempo que lo hago gozar con mi boca. Con mi otra mano acaricio sus bolas. Se sienten muy bien en mis manos. Siento que me mojo más y de seguro estoy mojando toda su cara. Pero parece gustarle ya que lo siento chuparme con más intensidad. Y lo mismo hago yo son su verga. Al cabo de unos segundos siento que deja de chuparme.

– Para hermanita, no sigas. Estoy muy caliente

No le hago caso. Por el contrario, intensifico la mamada. Nunca pensé en chupar una verga, lo veía como algo feo. Pero acá estoy, chupando con más y más intensidad la verga de mi hermano, sabiendo que lo está gozando mucho, y sabiendo también que si no me detengo le va a llenar la boca a su hermana. Y continúo. Me muevo con más velocidad. Lo siento clavar sus manos en mi cintura mientras aplasta su cara contra mi vagina. En ese momento un espeso chorro de leche caliente inunda mi boca.

Con mi nula experiencia no sé qué hacer. Pero continuo chupando mientras su miembro se estremece dentro de mi boca largando hasta la última gota de leche. Trato de mantenerla toda en mi boca hasta que mi hermanito finalmente retira su verga, pidiendo que pare. Sin salir de arriba suyo, me incorporo quedando sentada sobre su cara. Separo los labios de mi vagina y empiezo a masturbarme sobre su cara.

De inmediato el saca su lengua y la usa para penetrarme mientras masajeo mi clítoris. Mi boca aún está llena de su leche. Su verga esta relajada pero aun con un enorme tamaño. Intensifico el masaje sobre mi clítoris y en pocos segundos llego a un orgasmo tal que no pude evitar gritar, esta vez sin que nada ahogue el grito.

Mis piernas me tiemblan y me cuesta mucho salir de arriba de la cara de mi hermano. Pero lo hago, me recuesto junto a el dándole la espalda y agarrándolo de una mano hago que se recueste contra mí. En ese momento trago toda la lechita que queda en mi boca.

– Gracias hermanito

– Gracias hermanita

Nos quedamos así abrazados hasta quedar dormidos. Desnudos. Con su verga apoyada contra mis nalgas. Y con nuestras bocas llenas del sabor al sexo prohibido

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