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Cuando inesperadamente somos tres

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Mientras esa música sonaba, ella se movía sensual delante de nosotros.

Estaba buenísima en ese vestido de seda ceñido al cuerpo, muy atrevido por lo corto y escotado, dejando imaginar y más todo lo que suponía esconder debajo.

Obvio que a partir de las luces tenues, la música acaramelada y el alcohol que ya había corrido, todos estábamos encendidos.

La conversación subía de tono, cada vez más sexual.

Que las posturas, que cuantas veces, que si engañábamos a nuestras novias y unos tantos temas más que producían en nuestras pijas la calentura propia que podía tener cualquier joven de nuestra edad.

Ella también se la notaba encendida, algo caliente.

De tanto en tanto, pasaba su lengua muy sensualmente por sus gruesos labios o se mordisqueaba el labio inferior mientras escuchaba nuestras historias.

Atenta a nuestros relatos, deslizaba suavemente su mano derecha en un ejercicio de sube y baja sobre su seno, que ya permitía observar los pezones erectos debajo de la seda del vestido. Estaba calentísima, a punto y las ganas que yo tenía de cogerla.

TENÍA MUCHAS GANAS DE CHUPARLE LAS TETAS.

Así de gráfico, con las letras mayúsculas.

Los malignos pensamientos que se me cruzaban mientras ella hablaba, hacían que mi falo se endureciera aún más.

La verdad, la pija ya me dolía, encerrada en el pantalón, con lo cual me excusé para ir al baño.

No aguantaba la calentura y prefería ventilarme antes de cometer un error, que provocara el rechazo y la vergüenza en medio de la noche.

Volviendo del baño, resultó una gran sorpresa la escena que me encuentro.

Cuando ingreso en nuestro reservado (en este bar tienen pequeños reductos para no más de cuatro personas, bien privados) Rodrigo y Florencia se estaban “tocando” descaradamente: mientras Rodrigo se masajeaba su pija a centímetros de Florencia, esta se pajeaba a dos manos también cerca de él.

Quedé paralizado ante la escena que estaba viendo.

Ella entonces, susurrando (de placer y casi acabando) me dice:

-Es que apostamos quien llega primero… yo ya casi le gano…

-Yo me prendo -dije.

Y ahí nomás pelé mi chota y comencé a masajearla. Ya la tenía de piedra antes de empezar a tocarme.

Florencia, mientras se metía mano, miró deseosa mi pene.

-No vale… recién empezás… vení acá que te desgasto un poquito -volvió a susurrar.

-Tremendo palo tenés nene… te lo mamo un poquitín, si???

Con cara viciosa se empezó a devorar mi falo que ya estaba súper duro.

La verdad que lo hacía muy bien. Tenía mucha experiencia con la pija en la boca, sobaba muy bien mis huevos que estaban duros como piedras.

Rodrigo mientras, le comía la concha a lengüetazos. Era un descontrol porque también le metía dos dedos en el culo.

Ella gemía como gata, mientras se devoraba mi verga durísima.

Estábamos todos a mil: Florencia quería pija a toda costa (su cara de vicio la delataba), Rodrigo estaba descontrolado metiéndole mano por todos lados y yo, bueno ni hablar.

Como pude, sugerí irnos a otra parte, pero ninguno de los dos me contestó, continuaron en lo suyo.

-Si mi amor!!! Lávame la conchita a besos!!! Aaah tu lengüita, que ricaaa!!! -bramaba Flor a Rodrigo, que no paraba de mamarla.

-Que putona que sos, como te gusta! Y como se me pone la pija de dura con vos -le decía yo al oído.

Ella, hacia oídos sordos y continuaba en lo suyo. Mientras yo la toqueteaba y Rodrigo le exprimía la concha con la boca, sacándole todo el jugo vaginal y arrancándole una catarata de gemidos de placer.

A esta altura, nuestro reducto era una explosión de sexo desenfrenado, a tal punto que un mozo se acercó y nos pidió de muy buena manera que nos retiráramos.

Ese fue el único momento en el que Flor reaccionó y cubriéndose sus partes con las manos, dejó de gozar.

Nosotros con las pijas erectas y ella paralizada, escuchamos la voz del mozo que nos indicaba por donde estaba la salida.

Tomamos nuestras cosas, nos vestimos a medias y salimos volando con rumbo al departamento de Flor.

Desde el local hasta el estacionamiento, fuimos entre los tres tocándonos y besándonos desenfrenadamente.

Ya en el auto, nos comimos a besos y Flor entre gemidos y manoseo, llego a su primer orgasmo.

Por supuesto el auto nunca arrancó hasta no bien Rodrigo descargó su leche en la boca de Flor.

Yo continuaba sin venirme y la putita me dijo:

-Tranquilo que para vos también estoy -mientras se limpiaba el semen de Rodri, me pajeaba con la otra mano.

Apenas si pude aguantar, y cuando eyaculé (en sus tetas), mi amigo encendió el auto y salimos rumbo al dpto.

Ya en el lugar la seguimos.

Nos desnudamos y Flor me devoró la boca a besos. Yo se los devolví también.

El tercero en discordia la toqueteaba de arriba abajo mientras recibía una estupenda paja de parte de nuestra hembra.

Que delicia era estar así.

Flor no tenía miedo a las pijas, y se las manducaba sin problema por todos lados, aunque histeriqueaba un poquito.

Eso me calentaba más.

Mientras me la cogía, los dos tumbados en “cucharita”, le tocaba el clítoris desenfrenadamente provocándole gemidos de placer.

Ella exclamaba entrecortada:

-Aaaayyy Juaco, me vas a romper toda con esa pija!!! -decía mientras yo la embestía por delante.

-Y tu amiguito… qué ricoo!! Seguí bombón, asiii… Siii dale no pares -Rodrigo le estaba pegando una sobada de tetas que la volvía loca.

Él alternaba las tetas en su boca, mientras se tocaba su miembro.

Ella no paraba de recibir placer hasta el hartazgo.

Ambos machos queríamos ese cuerpo y la hembra estaba deseosa de entregárnoslo.

Mientras la penetraba, podía observar el espectáculo de cómo se comían la boca a besos de lengua. Ella estaba suelta como fiera que solo deseaba sexo, y nosotros dos chiquilines calentones con la leche a flor de piel.

Intercambiábamos lugar con Rodrigo, y la única quieta era Flor.

Meta y meta entre los dos, le damos sexo por todos lados.

Ella pedía, rogaba por más.

En sus gemidos y bramidos de placer se notaba la calentura que tenía.

Yo me envalentoné, y en una de esas raras poses que entre los tres habíamos adoptado, le apoyé la cabeza de mi pene en la puerta de su dilatado y húmedo ano.

Ella lo sintió, continuó como si nada cogiendo con Rodri y me dio luz verde para el ingreso con una miradita de trola mientras se mordía el labio inferior de su boca.

Parecía expresar “dámela toda amor”.

Y no me hice esperar: de un envión le introduje la cabecita esperando respuesta… aunque ese agujerito se la trago toda con un movimiento que hizo Flor.

Como una descarga eléctrica, sentí como entró toda mi pija en su culo.

-Aaaah. Tu amigo me quiere culear Rodri… -decía Flor entre cortada.

-Nooo… Y lo vas a dejar?? -preguntó siguiendo el juego.

-Y… es tarde… La tengo toooda adentro… y me enloquece -gritaba Flor súper excitada.

-Pero que putita Flor!!! Después quiero yo!!! -dijo Rodri.

-Gozá con mi verga adentro!!! Te gusta ehh!!! –dije.

-Muchooo… Me encanta tu pija en el culo -Flor bramaba.

No parábamos de cogerla, manosearla y hacerla gozar.

Recibió tanta pija que perdió la cuenta de los orgasmos que tuvo (no fueron menos de cuatro o cinco).

Mientras nosotros a punto de acabar, nos dejamos llevar y le hicimos una “cremita” por partida doble: concha llena y culo también.

Ahí quedamos los tres tirados exhaustos en la cama, mientras Flor chorreaba semen por adelante y atrás.

-Quédense… la noche es larga -dijo Flor.

Y le hicimos caso, quedándonos los tres dormidos en su cama.

Al despertar pasaron cosas… pero esa es otra historia que más adelante les contaré.

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