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Cuarentena

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Los hechos que voy a relatar son reales y han ocurrido durante estos últimos días y hasta esta misma mañana, salvo los nombres, que por motivos obvios los he cambiado para preservar la intimidad de todos los implicados, el de mi esposa, a la que en este relato llamo Almudena, y el mío propio que no lo desvelo. La ciudad donde vivimos es Sevilla, pero el barrio donde transcurren los hechos no lo nombro para no dar pistas que pudiesen delatar nuestra identidad. Desde siempre me ha gustado escribir y la lectura de relatos eróticos, que en esta web los hay muy variados y algunos de ellos de cierta calidad, pero nunca había tenido la oportunidad de escribir en primera persona unas experiencias, tan trascendentes en el ámbito sexual de mi esposa y mío propio, como las que hemos vivido estos días y que seguramente seguiremos viviendo, al menos por un tiempo. He de confesaros que, aunque no me considero un hombre celoso, desde el sábado pasado he sentido cierta inseguridad, pero también una excitación sin parangón.

Desde que el gobierno decretó de confinamiento de todo el mundo en sus casas solo podemos salir de uno en uno para realizar compra de alimentos y medicinas o para ir al trabajo. Llevábamos ya una semana que pesaba como si hubiese pasado un mes, no teníamos relaciones sociales, mi esposa porque no trabaja y yo porque me recluyo durante ocho horas al día solo en un despacho de una oficina desierta, al volver a casa la monotonía de siempre, ver películas o series o bichear por internet noticias sobre el avance del coronavirus. Yo de vez en cuando me metía en alguna página porno con el cuidado de hacerlo en modo incógnito para que no quedase rastro en el ordenador, mi esposa parecía ser enemiga de ese tipo de páginas. Digo eso de que parecía, porque repasando el historial de páginas web visitadas en nuestro ordenador, para volver a visitar una de un comercio on-line, vi una página que mi mujer había visitado y que por su contenido estoy seguro de que se le olvidó hacer lo que yo hacía, borrarla del historial de navegación.

La página que había estado viendo era una de contactos, y en concreto había estado visitando los perfiles de tipos muy bien dotados y que tuviesen fotos expuestas, realmente me di cuenta que visitó esos perfiles sin más ánimo que ver lo que ofrecían, porque la mayoría eran de fuera de Sevilla, salvo uno de ellos que vivía extremadamente cerca de nosotros y que exponía una fotografía en la que se le veía de perfil; se le veía el torso desde debajo de los hombros mostrando un cuerpo atlético y sujetándose con una mano un envidiable miembro, el texto era el siguiente: “Hombre de 45 años bien dotado y muy discreto, vivo solo y estoy desesperado por el confinamiento, me gustaría contactar con mujer sola o pareja para trío que sean de mi zona o se puedan acercar para pasar buenos ratos de compañía y sexo mientras dure la cuarentena, vivo por (…) La zona no la pongo por los motivos antes mencionados.

Dejé el ordenador abierto mostrando la página web de los contactos con la fotografía de este tipo hasta que mi esposa entró en el salón. Almudena se puso extremadamente colorada cuando vio que yo había descubierto la página que había visitado, de momento se quedó muda, y poco después medio tartamudeando comenzó a darme unas excusas que yo no le había pedido, -“lo siento mucho, es el aburrimiento, pero no te vayas a creer que yo buscaba algún lío, lo siento”. Me hizo mucha gracia verla tan nerviosa y pidiendo disculpas aturrulladamente, ella que siempre me decía que no se fijaba en otros hombres más que en mí y acababa de pillarle como bicheaba anuncios y fotos de tíos muy bien dotados, y resultaba que, aunque jamás se lo había confesado a ella, una fantasía que yo tenía, era la de compartirla con otro hombre, hacer un trío y ver como otro tío se la follaba, o con ella devorando el pollón de otro.

Entonces le dije: -“tranquila, no pasa nada, lo comprendo, es normal que también te puedas sentir atraída por otros hombres, lo que no me gustaría sería que me engañases y lo hicieses ocultándomelo. Si te atrae follar con un tipo como ese del anuncio es comprensible, yo te tengo que confesar una cosa que a lo mejor te choca, es que no me importaría compartir con ese tipo y contigo un rato de sexo, es una fantasía que he tenido a veces, y de verdad, si es solo sexo no me importa, incluso me gustaría que lo hiciésemos”.

Mi esposa se quedó desconcertada hasta que al rato abrió la boca, -“no me imaginaba que fueses tan poco celoso, pero es que a mí me daría mucho apuro, eso de follar con otro nunca lo he hecho, me puedes creer, y encima que tu estuvieses delante no sé, además es solo una fantasía que a lo mejor no nos gusta a ninguno de nosotros”. Entonces yo le contesté que nunca lo sabríamos si no lo hacíamos, y seguidamente con tono cachondo le dije -“y en estos tiempos que estamos pasando hay que ser solidarios ¿no?, y este pobre hombre dice que está muy solo y necesitado”. A mi mujer se le disiparon las reticencias rápidamente, estaba desconocida, me dijo que si yo quería que contestase al anuncio, pero que eso de que viviese tan cerca nuestra le preocupaba, sobre todo por los posibles futuros encuentros por las calles o por alguna tienda del barrio.

Contesté al anuncio comentándole que nosotros éramos un matrimonio algo mayor que él, ya que estamos en torno a los cincuenta años, pero que estábamos muy bien conservados, que éramos delgados y que sobre todo mi mujer estaba muy bien para su edad y que tenía un culo precioso. Le dije que nos preocupaba el que viviésemos tan cerca por eso de los posibles encuentros, pero que comprendía que era la única posibilidad de hacer algo así en estos tiempos en el que los movimientos los tenemos tan limitados.

No tardé en tener su respuesta más de cinco minutos, me dijo que él era de fuera de Sevilla, que llevaba pocos meses viviendo aquí por motivos de trabajo , y que en circunstancias normales nunca salía por el barrio, solo iba a dormir. También me dio su número de teléfono y me comentó que si después de nuestro encuentro queríamos hacer como si no nos hubiésemos conocido nunca, él lo respetaría y ni siquiera nos saludaría a ninguno de los dos si nos cruzábamos en la calle. Le enseñé el correo a mi esposa y le pregunté si quería seguir adelante, asegurándole que por mí no había ningún problema, y que para hacerlo debería ser en horas en las que estuviesen los supermercados abiertos, ya que podía haber controles policiales para que la gente solo fuese de una en una a los trabajos o a comprar alimentos. En ese momento la hora era perfecta, las cuatro y media de la tarde y mi mujer me dijo que estaba dispuesta entonces, pero que si tardábamos igual lo meditaba y se arrepentía.

Llamé a Juan por teléfono, que es el nombre con el que mencionaré a este tipo, y le pregunté si le apetecía que fuésemos en ese mismo momento, el no dudó ni un segundo en decir que estaría encantado y en decirme su dirección concreta, me dijo que nos asegurásemos de que no había ningún vecino en la puerta al llamar al porterillo, y que era mejor subir por la escalera y así evitábamos posibles contagios en el ascensor, me pidió que le preguntase a mi mujer que si las bragas las llevaba puestas desde hacía tiempo, y que si era así, que por favor no se las cambiase ni se lavase antes de ir. Yo le pregunté lo de las bragas a ella y me dijo que, como no pensaba salir y había estado muy liada todo el día con la casa no se había cambiado las bragas desde la noche anterior, pero que le daba mucho apuro ir a hacer eso con el chocho oliéndole a sucio, yo le expliqué como otras tantas veces que, a muchos hombres y entre ellos a mí mismo, nos excita mucho el olor del sexo de una mujer, ella asintió y dijo que se iría hecha una guarra, al decirle donde teníamos que ir me contestó que el sitio era perfecto, que estaba justo en la dirección a un supermercado al que podríamos ir tras el encuentro. Le indiqué a Juan que iríamos por separado debido a las restricciones de movilidad que había dispuesto el gobierno, que primero llegaría uno de los dos y poco después otro, Juan me sugirió si podía llegar primero mi mujer, a lo que yo no puse pegas.

A los cinco minutos estábamos preparados, le dije a mi esposa que cogiese alguna bolsa para ir después al supermercado y que yo haría lo mismo, ella apuntó la dirección en un papel y salió primera de casa, yo lo hice pasados un par de minutos. Caminábamos separados unos doscientos metro cuando ella llegó al portal de Juan, vi cómo se abría la puerta del edificio y como ella se metía dentro. Disminuí el paso para llegar un poco más tarde, al llamar al porterillo Juan me abrió de inmediato diciéndome -“recuerda, el 2º B”.

-“Hola, yo soy Juan, si quieres lavarte las manos ahí está el cuarto de baño, he dejado una toalla limpia para cada uno, la de tu mujer es la amarilla que estará mojada porque ya la ha usado, la tuya es la verde”, me dijo Juan nada más entrar en su piso. -“Le he pedido a tu mujer que mientras tu llegabas se fuese quitando la ropa de arriba, esa cazadora, la camiseta y el sujetador, en fin, todo lo que lleva por la parte de arriba, era para verle las tetas, pero parece que es un poco tímida y dijo que prefería esperarte, es lógico que estéis un poco tímidos y nerviosos si nunca antes habéis hecho algo así, pero veréis como dentro de un rato que entremos en calor hay más confianza, le he ofrecido un poco de cerveza pero no ha querido, ¿si tú quieres?. Voy a ser muy directo, me gusta ir al grano y sin tonterías, ya somos mayorcitos, así que me voy a quitar el pantalón de chándal y os muestro lo que tengo, a ver si le gusta a tu mujercita, y vosotros podríais ir desnudándoos también, pero tu mujercita que solo se quite de momento la parte de arriba, lo que estoy deseando es ver primero sus tetas”.

Al quitarse el pantalón Juan mostró su gran pene, que aun no estando todavía erecto del todo comparándolo era bastante más grande que el mío, mientras mi esposa se había quitado obedientemente la cazadora, la camiseta y el sujetador, dejando sus tetas al aire.

-“¿Te apetece ir comiéndomelo un poco?”, le dijo Juan a mi esposa, Almudena me miró con un halo de timidez y yo asentí moviendo la cabeza alentándole a que comenzase a mamar la polla de Juan. Mi mujer se arrodilló ante él y se introdujo en la boca todo lo que pudo de ese magnífico pollón que por momentos se fue poniendo completamente erecto, yo terminé de desvestirme y la comparación se me hacía odiosa, Almudena parecía que ya había perdido la timidez, masajeaba con las manos y se introducía con frenesí en la boca el miembro de Juan.

-“Os voy a preguntar, ¿os apetece el sexo digamos normal u os gusta algún jueguecito?, veréis, si queréis yo puedo comportarme con toda la cortesía del mundo o puedo ser un poco cabroncete, bueno, a muchas tías les gusta que les den cachetes en el culo y a algunas incluso que se los den en la cara e incluso en las tetas, bueno, ahí no muy fuerte, y hay tíos que les pone que les traten de cornudos mientras se follan a sus mujeres; bueno coño, y para ser sinceros, a mí me va jugar a esas cosa y ser un pelín cabroncete, si os apetece bien, si no me lo decís y me comporto como un caballero”. Mi esposa se sacó el pollón de la boca y dijo, -“ya puesta me gustaría probar, pero si no me gusta, ¿paramos?, si quieres en el culo me puedes pegar más fuerte, la verdad es que me gustaría probar, pero en las tetas ten cuidado, que no me duelan mucho, y en la cara con que no se me marque ni se note…; no se vaya a creer nadie después que este me maltrata”, dijo esto último riéndose y señalándome a mí. Yo me quedé alucinando, ni se me habría pasado jamás por la cabeza que a mi mujer le pudiese ir el rollo maso o de sumisa. Yo contesté que no me importaba como me tratase, al fin y al cabo era solo un juego y ya estaba siendo realmente un cornudo.

Juan agarró la cabeza de Almudena apretándola fuertemente para introducirle la polla en su boca lo más hondo posible., Al tiempo que se le notaban las arcadas a mi mujer me Juan me dijo, -“ahora cornudo, vas a aprender como un macho de verdad le hace a la putita de tu mujer lo que ella está deseando, quédate un rato mirando hasta que yo te diga, ahora ella es mi putita, y tu, cornudo, esperas hasta que yo te lo diga”. Debido a las arcadas que le provocaba los empellones de la polla de Juan en su boca, mi mujer intentó retirarse un momento, pero Juan le sujetó la cabeza con insistencia con una mano y con la otra le pellizcó la nariz impidiéndole respirar durante un momento, al quitar la mano de la nariz le dio un par de cachetes en la cara diciéndole, -“puta, ni se te ocurra volver a sacarte de nuevo mi preciosa polla de la boca porque el maricón de tu marido no va a impedir que te cruce la cara con dos buenas hostias, ¿entendido?”, y ella, sin sacarse el pollón de la boca intento asentir moviendo levemente la cabeza y haciendo sonidos guturales casi irreconocibles.

Al poco Juan sacó su miembro de la boca de mi mujer y la colocó violentamente poniéndole las dos manos sobre el sofá y las piernas apoyadas en el suelo abiertas y rectas con el pantalón aun puesto, metió su mano en la entrepierna sobándole el coño por encima de los pantalones, Almudena soltó algún chorrito de pis que le traspasó hasta los pantalones, entonces Juan me dijo, “mira la guarrilla de tu mujer, se ha meado de gusto, ayúdame a quitarle los pantalones, pero cuidado con no bajarle las bragas, que quiero ver como las tiene”. Mi mujer me miró con una cara de sofocación y excitación como yo no había visto nunca, yo obedecí y comencé a bajarle los pantalones a mi esposa, una vez se los terminé de quitar Juan se puso a sobar frenéticamente el coño de mi mujer por encima de las bragas que aun las tenía puestas, como ella de vez en cuando intentaba cerrar algo las piernas, seguramente por la violencia del sobeteo que le estaba dando, Juan le propinó dos fuertes manotazos sobre las nalgas que se las dejaron completamente coloradas, al tiempo que le decía, -“¿Quién te ha dicho que puedes cerrar las piernas putita?, ahora tu coño me pertenece”, y dirigiéndoseme a mí, -“¿no es verdad cornudo?”. Yo no sabía que decir, si asentir a lo que había dicho o protestar, pero pensé que ya antes había consentido entrar en ese juego, y además mi esposa no le había dicho aun a Juan que parase. Juan acercó la nariz a las bragas de Almudena, y tras comprobar que estas estaban completamente mojadas, se las quitó violentamente diciendo que se las quedaría como recuerdo, -¿hay algún problema con que me las quede de recuerdo? Cornudo”. Yo negué con la cabeza.

“¡Túmbate ahí en el suelo!, ordenó Juan a mi mujer. Ella obedeció tumbándose completamente desnuda sobre una esterilla de esas de gimnasia que estaba extendida en el suelo, le abrió violentamente las piernas de par en par y comenzó a darle algunos manotazos no excesivamente fuertes en la vulva y algún que otro pellizco en los pezones, mi esposa daba algún gritito de queja pero no le decía a Juan que parase, Juan acercó su boca para lamer el chocho y el ano de mi mujer y hasta llegó a darle algún bocado en los labios genitales que le hicieron volver a gritar. Ella todavía se resistía a decir basta, muy al contrario, me dirigió alguna mirada con cara de sofocación y excitación plena.

Estando Almudena en el suelo, Juan, agarrándole violentamente de los brazos la levantó colocándola sobre el sofá con la cara apoyada en un cojín y las piernas abierta con el culo en pompa; como ella tendía a cerrar las piernas Juan le propinó un par de buenos cachetazos en el culo y aproximando su boca al oído le dijo que fuese una buena puta y abriese bien las piernas, mientras le volvía a propinar otros dos cachetes en la mejilla. Y ella sin decir que parase.

Una vez Almudena abrió las piernas todo lo que pudo, Juan le pegó de nuevo una tremenda lamida por toda la entrepierna, coño y ano incluidos, entreteniéndose durante un momento en introducirle la lengua por el ojete.

“Venga, ahora puedes acercarle la pollita a la boca para que te la mame un rato mientras yo me la follo, y así prueba lo que estaba deseando, que le meta la polla un macho de verdad”.

Yo estaba totalmente empalmado y cuando acerqué la polla a la boca de mi esposa, esta se la tragó completamente, Juan frente a mí le penetró el coño introduciéndole su gran polla de golpe, justo en ese momento ella se sacó la mía de la boca lanzando un Ahh! que mostró el magnífico impacto que ese pollón había tenido en mi mujercita. Las acometidas eran rápidas y frenéticas, tuve que apartarme temiendo que me dejase lesionado el pene porque en cada empellón mi polla le llegaba a la garganta y ella me hincaba los dientes provocándome bastante dolor. No tardó ni un minuto en estar gritando y jadeando con un orgasmo tremendo, como ninguno de los que yo le había escuchado conmigo.

Entonces Juan muy ufano le preguntó, -“putita di la verdad, ¿qué polla te gusta más, la mía o la del cornudo de tu marido?, ella entre jadeos no se lo pensó mucho, -“la tuya, hijo de puta, la tuya, ¡fóllame, dame más cabrón!“. Juan la volvió poniéndola de espaldas, se tumbó encima follándola y besándola en la boca metiéndole la lengua profundamente en la boca, hasta que al poco tuvo su segundo orgasmo.

Juan no se llegaba a correr, entonces se la sacó poniendo a mi esposa con la cabeza sobre el sofá y con el culo en pompa, de esta forma le volvió a penetrar el coño mientras comenzó a introducirle uno de sus dedos por el ano, mi mujer quiso apartarle la mano diciéndole que por ahí no, Juan se agachó sacándole la polla del coño y volvió a propinarle un par de guantadas en la cara y diciéndole que no se le ocurriese volver a quitarle la mano. Ella claudicó y no le dijo que parase, Juan volvió a penetrarlapor el coño en la misma postura mientras que subió una pierna colocándole el pie sobre la cara presionándole la cabeza sobre el sofá. -“Tranquila, que solo te voy a meter por el culo un dedo, no te voy a follar por ahí, se ve que el cornudo de tu maridito nunca te ha abierto el culo, está bien estrechito, pero tranquila, hoy no va a ser”. Una vez Juan notó que iba a correrse se retiró indicando a mi mujer que se pusiese de rodillas frente a él, entonces dirigiéndose a mí me dijo, -“mira bien esto, mira como me corro en la boca y la cara de tu mujer, y mira como a ella le gusta, está deseosa como la puta que es”. Miré a la cara de mi esposa, Juan se corrió abundantemente sobre la boca, la cara y hasta sobre los pechos de mi mujer, ella me miraba con cara picarona y se relamía con el semen depositado en su boca. Una vez Juan acabó de correrse Almudena se volvió a meter en la boca la polla de Juan escurriendo toda su esencia y dejándole completamente ensalivado, se puso en pie y acercó su boca a la mía, yo intenté retirarme pero ella me dijo, -“tienes que hacerlo, tienes que besarme y probar como sabe el semen, anda cariño”. No sé cómo dejé que me besase, compartió conmigo la corrida de Juan, que a decir verdad, no me dio el asco que yo estaba esperando.

Finalmente mi mujer se puso de nuevo con su culo en pompa diciéndome, cariño, ahora te toca a ti, fóllame y córrete en mi coñito”, de lo excitado que yo estaba tardé apenas medio minuto en correrme, pero ella no volvió a hacerlo, no, conmigo no se corrió, Juan había dejado el coño de mi mujer demasiado abierto como para que pudiese disfrutar con el tamaño de mi polla.

Mientras que yo me follé a Almudena Juan se había metido en el servicio del que salió con ropa puesta. Ya en un tono completamente cortés, mientras nos vestíamos nos dijo, -“espero que hayáis disfrutado, ¿me he pasado mucho?, espero que no y que queráis volver, a mí me encantaría, si algo no os ha gustado me lo decís”, mi mujer fue la primera en hablar y dijo que aunque alguna de las cosas que había hecho le habían dolido, no le había pedido que parase porque le estaba excitando mucho y podía soportarlo, dijo que en un momento creyó que se la iba a meter por el culo y eso le asustó, que yo nunca se lo había hecho por ahí y Juan tenía la polla demasiado grande como para que se la metiese por ahí, también le dijo que lo que no le gustó es me vejase y que me tratase a mí de cornudo, Juan se disculpó y nos dijo que, si volvíamos otro día no me trataría así.

Antes de que yo saliese el primero de su piso, Juan nos dijo que, si queríamos, tenía un vecino en el sexto que muchos días se bajaba a su casa, le acompañaba un rato y se bebían alguna cerveza, que tenía más o menos nuestra edad y que sabía que estaba también muy bien dotado porque se habían duchado a la vez en el gimnasio, y que seguro que le encantaría participar, que como a Almudena se le veía con muchas ganas y fuerza para tener sexo a tope, y como a mí me había visto disfrutar viendo como él se la follaba, pensaba que a lo mejor nos apetecía otro encuentro en el que incluyésemos a su amigo, que lo pensásemos y lo llamásemos si nos apetecía.

Yo salí de camino al supermercado mientras que Almudena aún no había acabado de vestirse, quedamos en vernos allí en unos minutos, estando en el supermercado me impacienté porque ella no llegaba y no podía llamarla al móvil, se lo había dejado en casa, tampoco quería llamar a casa de Juan, iba a parecer un celoso desconfiado. La vi entrar pasados unos veinte minutos, como estaba prohibido permanecer y andar por la calle o en los supermercados dos personas juntas hicimos como si fuésemos separados, al pasar cerca de ella le pregunté por lo bajo-“¿Qué de tiempo, no?, y ella haciéndome un gesto con las dos manos, una especie de circulito con los dedos pulgar e índice de una de ellas e introduciendo un dedo de la otra mano por ese circulito, me dijo por lo bajo y sonriente, “otro”.

Al llegar a casa me lo contó: - “justo antes de salir, Juan me empotró contra la pared, me bajó los pantalones y me dijo que no me podía ir sin que se corriera en mi coño”, entonces me volvió a follar, estuve a punto de tener el tercer orgasmo, me ha dejado muy caliente, ¿me comerías ahora el chochete cariño?, ¿no te gustaban los coñitos sucios?”. Almudena se había metido de lleno en el papel de una tía puta, puta, y a mía me ponía a tope. Nos metimos en el dormitorio, y tumbada en la cama le lamí el coño que estaba completamente dilatado y pringado de semen, algo podría ser mío, poco, ya que yo tengo unas eyaculaciones escasas, sobre todo sería de la última corrida de Juan, así hasta que tuvo su tercer orgasmo de la tarde, este si provocado por mí.

Esa tarde hablamos ampliamente sobre el tema, de cómo nos habíamos sentido cada uno y de cómo lo habíamos pasado, quedamos en que ya decidiríamos si la semana siguiente volveríamos a repetir y si invitaríamos también al vecino de Juan.

Todo lo anterior pasó el sábado veintiuno de marzo, el domingo volvimos a tocar el tema, yo notaba que a ambos nos daba mucho morbo lo que había pasado, lo mío era sobre todo morbo, pero mi mujer, además de morbo fue el disfrute de follar con Juan, me dijo que a mí no me cambiaría por él, ya que de mí estaba enamorada, pero reconocía que Juan follando era espectacular, y reconoció que lo dicho era verdad, que su polla le encantaba, que era mejor que la mía, y eso fue lo que empezó a darme cierta inseguridad, pero había que reconocerlo, el aparato de ese hombre es envidiable; finalmente le dije que prefería que no invitásemos al vecino de Juan, Almudena dijo estar de acuerdo.

Lo que os llevo contado lo escribí entre el domingo por la tarde en casa y ayer lunes por la mañana en mi oficina. Pero hoy martes por la mañana ha ocurrido algo que no me esperaba. Juan me llamó sobre las diez de la mañana y me pidió que le prometiese que esa conversación fuese totalmente confidencial, que no se la contase ni siquiera a mi esposa, yo totalmente intrigado le prometí confidencialidad absoluta. Me confesó que mi esposa le había llamado para ver si podía ir a su casa esta misma mañana y que le preguntó si podría estar también su amigo, pero que por favor no me dijese nada a mí, que yo no había querido que su amigo se apuntase, pero que a ella sí que le apetecía. Juan me ofreció una cosa “que de seguro me gustaría”, me ofreció retransmitirme el encuentro por Skipe, que le sería fácil dejar la webcam enfocando hacia la zona de su sofá y la pantalla apagada para que ni ella ni su vecino Antonio se diesen cuenta. Estaba de suerte, yo tengo instalado Skipe en un portátil del trabajo, así que no había problema alguno.

Almudena había quedado en acudir sobre las once y media y su vecino le aseguró que estaría allí también a esa hora. A las once hicimos la prueba de comunicación y comprobamos que el enfoque era perfecto, Juan me dijo que en cuanto llamasen a la puerta me llamaría al móvil para comprobar si la comunicación seguía bien. A las once y veinte me llamó informándome de que Almudena acababa de llegar a la puerta del bloque.

Todo lo que pasó esta mañana lo he visto con una imagen no muy nítida y con un sonido también deficiente, pero todo lo que vi después me lo corroboró Juan cuando le llamé por teléfono.

En primer lugar mi mujer entró por la puerta y no fue Juan quien se acercó a ella a darle la bienvenida, sino que fue Almudena quien se le agarro los hombros y acercó su boca para darle un beso de esos en los que se retuercen las lenguas una con otra, creí ver como ella al despegarse de él le pasó la mano por la entrepierna tactándole la polla por encima de los pantalones, vi a juan coger el teléfono y hacer una llamada, aunque el sonido era muy malo, ya que estaban algo lejos de la cámara oí que llamaba al tal Antonio, parecía que su vecino se estaba retrasando. En apenas veinte segundos se oyó el timbre y Juan le abrió la puerta. Vi a un tipo corpulento que estaba seguro de habérmelo cruzado en alguna ocasión por el barrio, pero no era ningún conocido. Vi como el tipo este se acercó a mi esposa diciéndole algo que no llegué a entender, se acercó un poco más y a la vez que le daba un beso en los labios le toqueteó el chocho por encima de los pantalones.

Los tres se quitaron las ropas en un momento, quien más tardó fue el tal Antonio y quien menos Juan.

Juan colocó estratégicamente la esterilla esa de gimnasia indicándole a mi esposa que se pusiese de rodillas, ¡joder, la tenía justo frente a la cámara sin que ella se pudiese dar cuenta!, él se colocó a un lado cediéndole el otro lado a su amigo, mi esposa empezó a comerse alternativamente las pollas de ambos, pero en alguna ocasión llegó a introducirse los glandes de ambos tíos a la vez, no sé cómo lo hacía, porque Almudena tiene una boca muy pequeña. Fue una pena que el amigo de Juan se moviese, porque me tapó completamente la cara de Almudena, durante un rato solo se vio el culo de este tipo.

De repente todos se retiraron de la posición que tenían, vi como Juan se acercaba al oído de Antonio y le decía algo, su amigo asintió con la cara, Juan se retiró un poco y Antonio agarró a mi esposa violentamente de los brazos tumbándola de espaldas encima de la esterilla, comenzó a darle algunos cachetes en la cara, en las tetas y en el chocho, Almudena se intentaba proteger pero estaba totalmente indefensa, al cabo de unos segundos la agarró cambiándola de posición poniéndola con el culo en pompa, la cabeza sobre la esterilla y los brazos sujetos por Juan. Antonio roció el culo de mi esposa con un bote que me pareció que era de aceite corporal, de esos lubricantes, a pesar del mal sonido oí a mi esposa gritar algo y jadear mientras que el tipo este penetraba su culo, tardó algo más de medio minuto en penetrarla del todo, mientras que de vez en cuando le propinaba algunos fuertes tortazos en las nalgas. Juan se ponía delante de la cara de mi mujer haciéndole gestos para que no gritase y de vez en cuando le daba algún cachete en la cara.

Una vez este tipo hubo penetrado completamente el culo de mi esposa comenzó a darle un mete-saca frenético, y el muy cabrón, mientras se la follaba, la cogía de los brazos y se los levantaba, yo estaba seguro de que eso le tenía que doler, pero al igual que en la tarde del sábado no se le oyó pedir que parasen.

Al minuto aproximadamente este tipo dejó de follarla y fue Juan quien se tumbó encima de la esterilla indicándole a mi esposa que se pusiese a follar encima de él, el otro la dejó tranquila durante un buen rato y creí oír y observar cómo ella se retorcía y jadeaba con un tremendo orgasmo. Tras esto, Antonio se acercó por detrás de mi mujer penetrándole de nuevo el culo. Seguro que fue esa fue la primera doble penetración que disfrutaba mi esposa.

Los cabrones duraron un buen rato follándosela, y no supe ciertamente, pero intuí que, durante ese rato volvió a tener otro orgasmo. Tras correrse Antonio dentro del culo de mi mujer Juan la retiró he hizo que se tumbase de espaldas en el sofá, allí siguió follándola hasta que se corrió.

Una vez hubieron acabado mi esposa recogió toda su ropa y entró en el baño, salió de allí ya vestida y al despedirse de ambos, primero besó en la boca a Antonio y después se despidió con un muerdo aún más efusivo a Juan.

Esperé un poco hasta que vi que Antonio se despedía de Juan y salía de su casa, justo en ese momento, mientras Juan se acercaba a comprobar o apagar el ordenador o el Skype le llamé. Nada más descolgar me dijo,- “¿lo has visto todo bien? -“Sí, creo que sí”. – “Pues habrás visto como mi vecino le ha puesto bueno el culo a tu mujercita, porque el cabrón tiene también una buena polla, ella gritó al principio, pero después bien que movía el culo, bueno, la pobre se ha llevado unos cuantos cachetes, yo le conté a mi vecino que le iba un poco el rollo de sumisa y maso, pero después de que se fuese tu mujer le he dicho que se ha pasado, lleva el culo rojo que no me veas. Mi vecino me ha dicho al final que cree que la conoce del barrio, y que sabe quién eres tú, pero me ha prometido que será una tumba. Te cuento por si no te has dado cuenta, tu mujercita tuvo su primer orgasmo cabalgando sobre mí, no veas como folla, yo estuve a punto de correrme en un instante, pero menos mal que aguanté, y después tuvo otros dos, uno mientras nos la follábamos entre los dos, yo por el coño y Antonio por el culo, y el último mientras yo me corría dentro de ella tumbado encima, ¡coño, tienes una caña de mujer!, tío, si no te importa me gustaría seguir follándomela durante el tiempo que sea, y seguro que mi vecino también, ¿te importa?.

Yo le contesté que eso no dependía de mí, que era ella la que parecía estar encantada con ese juego. Le dije también que hablaría con ella para decirle que lo había meditado y estaba de acuerdo en tener algún encuentro también con tu vecino, le volví a asegurar que ella nunca se enteraría de que la había estado observando. Juan me dijo que hablaría con su amigo para que disimulase delante de mí cuando nos viésemos, como si no hubiese conocido anteriormente a Almudena. Otra cosa que le pedí a Juan fue que, si mi esposa volvía a quedar con él a mis espaldas que me avisase, y si podía, que me lo volviese a retrasmitir.

Desde el sábado pasado me he convertido en un auténtico cornudo, pero me ha puesto muy cachondo ver cómo estos dos cabrones se follaban a mi mujer. Cuando llegue a casa veré si me dice algo o prefiere ocultarme lo de hoy. Este próximo sábado seguro que quedaremos, ya os seguiré contando, porque me excita recordar y escribir sobre lo puta que es en realidad mi mujer.

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