La única vez que estuve en Tailandia fue en un viaje de negocios donde representaba a la compañía para la que trabajaba. En su momento no tenía idea del concepto del turismo sexual ni mucho menos, pues la única ciudad que apenas podría decir se acerca un poco a las luces coquetas a una ciudad como Bangkok o Pattaya, podría nombrar a una Nueva Orleans o la ciudad de Las Vegas. En Bangkok o Pattaya, el sexo está a la orden del día desde que uno aterriza en estas ciudades asiáticas. En mi caso lo sentí obvio, aunque en los primeros dos días me hizo compañía la traductora y quien también le hacía de guía de turista y es por eso creo las ofertas no se me hicieron llegar abiertamente.
La otra persona que me hacía compañía en el viaje era un ejecutivo de producción con el que tenía poco contacto y él iba acompañado de su preciosa esposa; una rubia que, si bien no tenía buenas tetas, lo compensaba con un buen redondo y llamativo trasero. Realmente en las pocas horas libres por las tardes, poco interactuamos y quizá solo compartíamos una ligera cena en compañía de la traductora, quien en verdad no era necesaria en estos menesteres, aquí en estos países la gente aprende algunas palabras básicas del inglés y lo demás se conlleva a señas.
Estas ciudades son intimidantes, especialmente si uno no esta acostumbrado al bullicio… duermen de día y despiertan de noche. Al tercer o cuarto día me fui una noche y me perdí en las calles de Pattaya, para encontrarme con la sorpresa que había muchos turistas occidentales y muchos australianos que, según el cantinero, llegan a estas ciudades por el turismo sexual. Me lo explicaba en un inglés medio recortado pero preciso, que incluso el me dio sugerencias donde encontrar a las mejores chicas y que tuviera mucho cuidado con las que aparentan ser mujeres y que son transexuales. La verdad que había muchas lindas chicas por doquier que, era difícil saber cuales son verdaderamente mujeres y si están de renta.
Esa noche visité unos cuatro bares o clubs nocturnos. La verdad que me llovieron mujeres provocándome, pero ante la desconfianza plantada por la traductora y el cantinero, no me atreví a hacerle a nadie alguna oferta. Decidí regresar a la primera cantina donde el cantinero que de alguna manera se comunicaba mejor en inglés. A preguntarle si conocía a algunas chicas que recomendara iba cuando veo entrar a esta hermosa mujer a la cantina y se sienta a unas dos sillas de distancia donde solamente me dio un vistazo y luego en esa silla giratoria me da la espalda y se queda mirando a la muchedumbre de la calle. Llevaba una blusa que solo le cubría al frente, pero la espalda le quedaba bastante descubierta. Tenía la piel clara y su cabello estaba teñido de rubia y llevaba una microfalda que dejaba a uno admirar esas torneadas piernas que denotaban unos muy bien trabajados muslos. Tenía una bonita cintura y un precioso trasero y, de la parte frontal no se le reprochaba nada, pues los pechos parecían sólidos en un escote que quizá con un poco de atención y discreción, se podía apreciar la sombra oscura de su areola.
Era una chica de cuerpo perfecto y bonito rostro. Muy bien maquillada y espectacularmente provocativa. Ella volvió a girar la silla cuando el mismo cantinero que me atendía a mí se dirigió a ella. Llamé al cantinero y le dije que yo pagaría por ella. Aquí por estos lugares te sirven y en ese momento pagas. La chica se acercó a mí y me dio una sonrisa preciosa y me dijo “gracias” en un ingles que sonaba fluido. Era difícil comunicarse, pues además del bullicio de la gente, esta ciudad está inundada por los decibeles de la música en todas las noches. Me dijo su nombre, pero sí era difícil pronunciarlo, lo era más difícil recordarlo; así que debido a un tatuaje que tenía a esa famosa gatita de tono rosa en uno de sus muslos de la pierna le comencé a llamar Kitty, lo que también es una alusión a la parte íntima de la mujer en la tierra que yo nací. Y luego de unos minutos y ver que se hacía más noche y sabía que tenía reuniones el siguiente día, con señales y palabras atropelladas por la risa, decidí intentar llevármela a mi cama.
Tenía ya unos cuatro días en Tailandia y quizá unos siete sin haberme follado a alguna chica que sentí la necesidad imperiosa de convencer a esta chica a llevármela a la cama aun así me costara un buen billete. Con certeza les digo, esta chica era tan sensual y de una figura y carita bonita que a cualquier santo hace pecar. Con los minutos ella entendió lo que yo buscaba y hasta el momento no sé si era a eso a lo se dedicaba, pero después de algunas palabras vacilantes Kitty me escribió en un papel: B5000. for night. En esa época no recuerdo el cambio de la moneda, pero diez años después eso aquí valdría a un poco más de $150.00 dólares. Realmente ni lo pensé y en ese momento tomamos una de esas moto taxis que abundan por este lugar.
Eran las 11:30 de la noche del tiempo local cuando llegamos al suite de mi hotel. Había querido tener una conversación, pero aquel “thank you” fluido era una de las únicas frases que esta chica sabía pronunciar y todo lo demás era cuestión de hacer señales. Ella fue directo a lo que iba, así que tan pronto entramos a mi habitación me comenzó a despojar de mis pantalones vaqueros, los cuales usaba en vez de mis pantalones de vestir, para según yo pasar desapercibido en aquella ciudad. Me hizo señales que me acostara en la cama, me bajó el bóxer y se dedicó a mamar mi falo con una disciplina y erotismo de profesional o como la mejor amante de este planeta. Pensé que me pondría algún profiláctico, pero así al natural me dio tremenda mamada que a los diez minutos me estaba haciendo acabar deliciosamente. Esta chica mamaba rico, llevaba muy bien los ritmos y sabía cómo masajear las bolas mientras mamaba el falo o viceversa. Ella no se despojó de su ropa en ese momento, pero esa minifalda, su espalda semidesnuda te hacían imaginar todo ese escultural cuerpo. Intentaba tragarse toda mi verga y hubo algunos momento que con señales me decía que tenía una verga grande. Exploté con tremenda eyaculación en su linda boca y le llené todo su rostro de mi liquido blanco que distorsionaron su maquillaje.
Me fui al baño a limpiarme y ella hizo lo mismo y pensé que al salir iría a desvestirla, pero me equivocaba. Encontré a Kitty desvistiéndose y ella se había quedado con tan solo una tanga color oro y miré sus pechos desnudos que quizá llegaban a una copa D. Pensé que eran de silicona, pero eran naturales y se sentían tersos y sólidos. Los mamé a placer y luego pensé que sacaría algún condón mientras otra vez a señas ella se ponía en posición de perrito. Nunca sacó un condón de su cartera y ante mi tenía ese culo perfecto todavía vistiendo su tanga el cual hice de lado ese hilo para descubrir una conchita preciosamente afeitada que se me ofrecía para que yo la pudiera disfrutar. Quería chupársela y eso hice. Su sabor típica de una chica joven y emanaba un olor a cítrico, loción que ella misma me dijo luego después que usaba. En esa posición le he chupado el clítoris y he paseado mi lengua una y otra vez, de arriba abajo o haciendo círculos. Ella me tomó la mano e hizo que uno de mis dedos le masajeara su orto mientras yo seguía con desesperación chupándole su conchita. Típica concha de las mujeres esbeltas, pequeña, muy bien depilada estéticamente y de donde emanaba unos jugos constantes de lo caliente que Kitty estaba. Nuevamente a señas me pidió que se la metiera y comencé mi faena de taladrar tan hermosa conchita o Kitty como nos referimos algunos en inglés. No duraría mucho para correrse, pues desde el momento que le hundí mi verga, sentía esas paredes de su vagina vibrar pues esta chica realmente estaba apretada. Creo que al principio le dolió, pues dio un gemido de dolor y ella me había puesto una de sus manos en mi cadera que le enviaba con placer el siguiente impulso. Luego le fui dando lentamente hasta que ella me tomó una de mis manos y ahora me decía a señas que le masajeara el culo mientras le penetraba la conchita. No aguantó mucho y sentí su vulva hervir y cómo contraía su reducida vagina. Se corrió aullando como perra y luego me volteó a ver con una sonrisa angelical, relajada y llena de placer.
Que rico fue verla correrse, cómo movía ese culo divino y cómo gesticulaba su orgasmo. Nuevamente a señas le pedí el culo y ella me dijo a señas que quería un lápiz o bolígrafo. Me escribió en el directorio de teléfono B1000. y me fui en busca de mi cartera y le extendí $200.00 dólares. Ella me sonrió y colocó su dinero en su pequeña cartera y se volvió a poner de perrito. Tenía unas nalgas preciosas, perfectas y sólidas que en otras circunstancias se las hubiese comido o meterle mi lengua a su ojete. Estaba al otro lado del mundo con una chica de otro mundo y no sabía realmente que esperar. Me pasó por la mente ir en busca de profilácticos, pero en el calor de la pasión, todas esas cosas y pensamientos cuerdos salen sobrando. Tenía ante mí a uno de los mejores culos que mis ojos hayan visto y quería sembrarle mi falo en ese momento. Ella tomó lubricante de mi verga y de su conchita y se lubricó el culo, se puso en posición y le volví a mover el hilo de su tanga a un lado de sus nalgas y ella misma se llevó mi verga en dirección a su culo. Masajeó su ojete con mi glande por varios minutos y ella misma fue la que se insertó mi verga centímetro a centímetro hasta que mi pelvis pego en sus nalgas y ella comenzó a masajear mis huevos. No sé qué decía, pero sus palabras sonaban eróticas y comenzó a mover sus caderas con un ritmo descomunal. Ese orto estaba apretado, costó abrirlo al principio, pero, así como dicen que una gota no rompe las piedra por su potencia, sino que, por su constancia, de esa misma manera Kitty se había podido hundir cada centímetro de mi verga. Mi verga entraba y salía y de vez en cuando se la sacaba toda para poder ver como le quedaba de abierto ese precioso culo. Kitty si no me tomaba y masajeaba mis huevos ella se masturbaba esa conchita preciosa y de un clítoris pequeño. Se comenzó a mover frenéticamente que la cama comenzó a crujir y mi pelvis pegando contra sus nalgas sonaba a como cuando alguien está aplaudiendo. El chasquido de mi verga entrando y saliendo de su culo era parte de aquella melodía y de repente salieron las notas vocales de Kitty cuando se estaba corriendo. Era tan excitante el momento y tan erótica su mirada que en ese momento mis testículos se fruncieron y me he corrido junto a ella llenándole de leche ese precioso culo.
Cansados y respirando profusamente nos hemos ido a bañar y donde Kitty me hizo disfrutar de la hospitalidad de la que son reconocidas las mujeres asiáticas. Me gustaba su dedicación, su entrega total al acto sexual. En la regadera me seguía besando los pectorales mientras me masajeaba con sus manos mis huevos y verga. Con uno de sus dedos me comenzó a invadir mi ano y me lo comenzó a masajear. De pronto se agacho tomándome de mis piernas desde la parte trasera y comenzó a lamerme las nalgas hasta llegar al canal a besarme el culo. Ella me sonreía y me decía una de las pocas palabras que sabía en inglés: “you like”. Intentaba preguntarme si me gustaba lo que me hacía. La verdad que es una delicia recibir esos besos negros de una chica tan linda como lo era Kitty. La verdad que en minutos la volvía a tener parada y nuevamente a señales nos acomodamos de nuevo en la cama para un siguiente round.
En esta ocasión ella estaba sobre de mí siguiendo con un oral donde ella eróticamente a la vez me la masajeaba con sus dos pequeñas manos. Me gustaba ver ese rostro tan lindo y exótico de esta chica asiática a la cual le calculé unos 20 años. Esa felación fue lenta y exquisita donde Kitty solo me chupaba la punta y me sobaba los huevos. Miraba como salía mi liquido pre seminal y me los esparcía con la punta de su lengua. Pasó así alrededor de unos diez minutos y luego se subió sobre mí y ahora ella se masajeaba su clítoris con mi glande en una acción semi lenta donde ella me permitía observar como con tal delicadeza ella también disfrutaba del sexo. Por varios minutos jugaba así, donde ella recorría con su conchita mi verga sin hundirla a su vagina. Observé como se iba humedeciendo todo hasta volver a escuchar el chasquido de esa fricción. Como se sentía el calor de su vagina, la delicadeza de cómo los labios de su vulva rozaban toda la extensión de mi pene. Ella me volvía a preguntar con su ingles quebrantado: You like? (¿Te gusta?)
Con los minutos se puso a la inversa, siempre haciendo lo mismo solo que ahora la punta de mi verga aparecía entre el canal de sus nalgas. Era una delicia exquisita ver esa escena… ¡Qué culo más rico el de esta mujer! – Miraba su cabellera teñida de rubia y cómo se mecía en su espalda, esas hermosas caderas y su pronunciada cintura. Ella comenzó con un vaivén más elevado y en esta ocasión sabía que se masturbaba el clítoris mientas deslizaba los labios de su conchita sobre mi verga. Le había encontrado el gusto y se encaminaba a otra corrida. Movía sus nalgas con más ímpetu y podía escuchar ese chaqueteo de sus dedos sobando su clítoris y explotó con un quejido de placer, el cual se vio empujado con otro más elevado cuando yo le volvía a insertar hasta el último de mis 21 centímetros. Continuó con su galopeo y en minutos me hizo acabar a mí por tercera ocasión. Esta vez no se había ido al baño, se volteó y me comenzó a mamar de nuevo la verga cuando esta se comenzaba a poner flácida.
Eran la una de la mañana y continuamos con un anal donde ella me cabalgó al principio y luego con los minutos se puso como sentada frente a mí con sus piernas abiertas sobre la cama y de esa manera le cogía ese precioso culito mientras ella seguía masturbándose frente a mí. Qué lindo era tenerla así, mirar su lindo rostro, mirar cómo le cogía ese rico culo y ver como frente a mí se masturbaba. Sus tetas apenas se le movían de lo solidas que eran y esta linda mujer se frotaba el clítoris hasta que volvía a explotar y empujaba su trasero contra mi verga hasta que su orgasmo cesó y los poros de su piel se habían vuelto cerrar. Yo me fui por mi cuarto polvo y simulando cogérmela en posición del misionero, me la he cogido rico pero mi verga entrando por su rico y apretado culo y le he dado un embate donde mis huevos se oían chocando en sus nalgas y esta chica jadeaba hasta que alcancé de nuevo la gloria. Había llegado a mi cuarto polvo.
A ese punto nos fuimos de nuevo a bañar con agua caliente y nos dispusimos a dormir ya bien cansados. Esta chica me mimó mientras me dormía y cuando despertamos me dio un oral y me hizo acabar por quinta vez a eso de las siete de la mañana. Realmente me gustó mucho esta chica y no solo por lo bella que era, sino por la atención y dedicación hacia mí. El resto de los días que me quedaban, me volví a llevar a otras chicas y aunque eran lindas, atentas y hablaban mejor ingles que Kitty, nunca le llegarían a la magia que esa linda mujer me hizo vivir. Creo que era cuestión de química y no eran necesarias las palabras, pues las señales del acto sexual también tienen su dosis de erotismo y un hechizo provocador.