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Cumpliendo fantasías (I)

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Hola otra vez queridos lectores, desde que publiqué mi relato anterior no he dejado de recibir correos preguntándome si había probado la doble penetración con dos vergas de verdad, y la respuesta es que sí. Así que hoy vengo a contarles cómo fue esa experiencia. Posiblemente algunos de los diálogos van a ser inventados porque no recuerdo exactamente todo lo que dijimos ese día, pero la historia es real.

En los correos que he recibido también me han pedido que describa cómo soy así que ahí va. Soy una chica con curvas marcadas, mido 1,72 y tengo el pelo largo de color castaño y liso. Mis ojos son de color verde oscuro. Mis tetas no son muy grandes, son del tamaño perfecto para agarrarlas con la mano, pero lo que no tengo de tetas lo compenso con el culo, firme y respingón.

Aclaración: Obviamente los nombres han sido modificados por motivos de privacidad y los diálogos no se ciñen al cien por ciento a la realidad ya que esto pasó hace ya algunos años.

Ahora sí, vamos con el relato.

Una de mis mayores fantasías desde siempre ha sido un trío con dos hombres. De hecho esa siempre ha sido mi categoría favorita de porno y relatos eróticos, siempre tuve la curiosidad de saber cómo se sentiría tener dos vergas dentro de mí al mismo tiempo.

Durante mi primer año de carrera viví en una residencia universitaria. La verdad es que no fue la mejor experiencia, no tenía la libertad que quería, la mayoría de las personas me caían mal y desde luego la privacidad era casi inexistente. Lo único bueno que me quedó de la residencia fueron mis dos mejores amigos Rubén y Adrián. Nos conocimos durante la primera semana de clases y nos volvimos inseparables. Las demás personas de la residencia nos caían mal a los tres.

Al terminar el primer año de carrera decidimos alquilar un piso entre los tres para el año siguiente. Nos adaptamos fácilmente a vivir juntos, no teníamos problema para comunicarnos y si algo no nos gustaba o nos molestaba teníamos la confianza suficiente como para decírnoslo.

Todo iba bien en la convivencia, estábamos muy feliz viviendo los tres juntos ya que éramos como una pequeña familia. Cuando en marzo decretaron el confinamiento los tres nos alegramos bastante, esas dos semanas nos venían de lujo ya que estábamos bastante agobiados con la universidad.

De las primeras cosas que hicimos cuando empezó la pandemia fue ir al supermercado y comprar alcohol, además de la comida obviamente. Las primeras dos semanas fueron muy tranquilas, nos quedamos bebiendo hasta tarde, jugamos play y no pasó nada fuera de lo común.

Luego de un mes de estar encerrada me estaba volviendo loca, necesitaba follar. Ya mis dedos no eran suficiente y no querían que Adri y Rubén escucharan mis vibradores, sobre todo Rubén que compartía pared conmigo. Necesitaba una verga de verdad, el contacto con otra persona.

Una madrugada no aguanté más y decidí usar mi vibrador a la mínima velocidad. Eran las cuatro y media de la madrugada, así que pensé que el riesgo de que me escucharan era menor. Podría haberlo usado sin encender, pero en parte me daba morbo que Rubén pudiera escucharme.

Me desnudé, me acosté en la cama y busqué un audio erótico para escuchar. Empecé a jugar con mis tetas, apretándolas y tirando de mis pezones. Mientras mi mano derecha se ocupaba de mis tetas, fui bajando la mano izquierda por mi cuerpo, acariciándome el abdomen, la cadera hasta llegar a mis muslos.

Llevé la mano hasta mi coño, estaba empapada. Deslicé dos dedos por mis labios extendiendo la humedad hasta llegar a mi clítoris y comencé a hacer círculos alrededor de él. Me mordí el labio para evitar gemir en voz alta.

Cuando ya estaba lo suficientemente mojada, agarré mi vibrador y puse la punta sobre mis labios, moviéndolo hacia arriba y hacia abajo para empapar la punta con mis jugos. Presioné la punta sobre mi clítoris y lo encendí.

Llevé el vibrador a mi entrada y lo metí hasta de fondo, de una sola estocada. Cada vez me costaba más mantenerme callada. Movía el vibrador rápido y duro, follándome a un ritmo constante. Sabía que no iba a aguantar mucho más con el ritmo que llevaba. Necesitaba correrme, y ya estaba cerca, lo sentía.

Sentía la presión acumulándose dentro de mí. Di un par de estocadas más y me dejé llevar por el clímax. Me quedé tendida en la cama unos minutos, aún con el vibrador en mi coño, mientras recuperaba el aliento, seguía sintiendo las contracciones de mi vagina. Después de aquel orgasmo me quedé profundamente dormida.

Al día siguiente todo siguió como de costumbre. En la noche estábamos aburridos así que decidimos jugar verdad o reto. Aplicando algunos cambios a las reglas. Si elegías verdad tenías que beber un shot antes de contestar y si elegías reto la persona que preguntó debía tomarse el shot. En pocas palabras la idea era emborracharnos de la forma que fuera.

Empezó a preguntar Adrián.

—Rubén, ¿Verdad o reto?

—Verdad

—¿Cuándo fue la última vez que te masturbaste?

—Empezamos fuerte. —dije riéndome.

—Hay que hacer las cosas entretenidas, además sabemos la mayoría de las cosas los unos de los otros. —contestó Adri.

—Anoche. —respondió mirándome.

Sentí cómo empezaba a ponerme roja, no era casualidad, por la forma en la que me miraba daba a entender que me había escuchado mientras me masturbaba anoche.

—Vas Ru, pregunta. — dijo Adrián.

—Princesa, ¿verdad o reto?

—Reto. —obvio no iba a decir verdad, teniendo en cuenta la información que manejaba en su poder.

—Te reto a cambiar de ropa con Adrián.

—Joder, eso es más un castigo para mi que para ella.

—Un reto es un reto. —dije riendo.

Unos minutos más tarde reanudamos el juego, con la diferencia de que ahora yo tenía unos pantalones cortos que se me caían a juego con la camisa de Adri que me quedaba como un vestido. Y el pobre Adri tenía un top deportivo que le quedaba super ajustado con unas mallas a juego.

—¿Verdad o reto, Adri?

Entre risas y shots fue pasando el tiempo y el juego iba subiendo de intensidad. Volvió a ser mi turno y esta vez me preguntó Adri.

--¿Verdad o reto?

—Reto.

—Te reto a hacerle un chupetón a Rubén en el pecho.

Volteé a mirar a Rubén y ya se había quitado la camiseta. La verdad es que Rubén además de ser guapo tenía muy buen cuerpo. Me senté sobre él y acerqué mis labios a su pecho. Primero le di un beso húmedo, mientras pasaba una mano por su abdomen marcado. Empecé a lamer y succionar durante unos minutos.

Solo se escuchaban los sonidos de mi boca succionando la piel de Ru. Adrián no perdía de vista mi boca y yo sentía cómo Ru se estaba empalmando. Yo también estaba caliente, sentía los pezones duros y las bragas húmedas. Cuando terminé y volví a mi sitio me di cuenta que la escena no solo nos había afectado a nosotros, al mirar a Adrián pude ver que el bulto de sus pantalones también había crecido. Al parecer el alcohol nos estaba haciendo perder la vergüenza a los tres.

Nadie dijo nada y seguimos con el juego. Esta vez era mi turno de preguntar.

—¿Ru, verdad o reto?

—Reto.

—Te reto a quedarte en ropa interior.

Sin despegar los ojos de mi se sacó la camiseta que se acababa de poner y lentamente se sacó los pantalones, dejando así expuesta su más que evidente erección. Podía detallar perfectamente su verga a través del bóxer.

Otra vez hubo un silencio, los tres sabíamos lo que podía llegar a pasar si no parábamos ya, pero ninguno quería terminar el juego.

—Me toca. —dijo Rubén mirándome. —¿Verdad o reto?

—Verdad.

—Cobarde. —dijo Adri bromeando.

—¿Has sido follada alguna vez por el culo?

La pregunta me sorprendió y por la cara que puso Adri a él también. Por un momento pensé en mentir, pero la vergüenza se fue al pensar que podía estar a punto de cumplir mi mayor fantasía sexual. Esperé unos segundos antes de responder para dar un poco de suspenso.

—No. —dije y volví a esperar unos segundos antes de volver a hablar —No me han follado por el culo, me he follado yo misma por el culo con un vibrador.

—Joder. —reaccionó Rubén.

—¿Solo tienes un vibrador? —preguntó Adrián con curiosidad.

—Si lo que quieres saber es si he probado la doble penetración, la respuesta es que sí. —me adelanté.

—Te reto a que la beses. —soltó de repente Rubén.

Adrián no reaccionó lo suficientemente rápido, así que fui yo la que se acercó a él y lo besé. No tardó en responder al beso con la misma intensidad que yo. Metí mis manos por debajo de su camisa y empecé a pasar mis uñas por su pecho, sentía como se le iba erizando la piel.

Estuvimos unos minutos besándonos sin descanso hasta que sentí a Rubén detrás de mí, así que me volteé y lo besé a él también. Mientras, Adri me besaba el cuello y metió sus manos por debajo de mi camisa, desabrochó mi sujetador y se dedicó a jugar con mis tetas. Un gemido salió de mi garganta cuando Adri le dio un pellizco a mi pezón, pero fue callado por la boca de Rubén. Una de las manos de Adri fue bajando por mi cuerpo hasta llegar a la cinturilla de mi pantalón, lo desabrochó y empezó a frotar mi coño a través de las bragas.

—Joder, estás empapada. —dijo con voz ronca, a lo que yo respondí con un gemido.

—Dinos que es lo que quieres Sa. — dijo esta vez Rubén. En respuesta restregué el culo contra la erección de Adri y agarré la polla de Rubén a través del bóxer.

—Quiero que me follen. Los dos. —añadí para dejar claro mi deseo. Rápidamente se deshicieron de mi ropa.

Adri me hizo sentarme en el sofá y él se arrodilló entre mis piernas. Fue dejando besos húmedos por mis piernas hasta llegar casi a mi coño. Estaba tan excitada que sentía cómo mis jugos estaban empezando a mojar el sofá. Por su parte Rubén estaba sentado a mi lado, lamiendo y chupando mis tetas mientras se masturbaba por encima del bóxer.

—Por favor Adri. —dije con voz entrecortada.

—¿Por favor qué preciosa? Dime que es lo que quieres.

—Cómeme el coño.

—Sus deseos son órdenes.

Manteniendo sus ojos en los míos Adrián acercó su boca a mi coño y dio un primer lametazo lento, recogiendo con su lengua mis jugos. Al llegar a mi clítoris empezó a succionar, yo llevé una de mis manos a su cabeza para que no se alejara. Mientras su boca se ocupaba de mi clítoris, dos de sus dedos se ocupaban de mi coño, no podía dejar de gemir y retorcerme por placer, sentía el orgasmo cada vez más cerca.

Volteé hacia Rubén y le hice señas para que se acercara, cuando lo tuve lo suficientemente cerca liberé su erección de los calzoncillos y empecé a bombear con la mano. Tenía el pene de Rubén a unos pocos centímetros de la cara. Era grande, unos 18 centímetros, pero no muy gorda y ya estaba goteando líquido preseminal.

No pude resistirme y lamí el glande de Rubén, recogiendo con mi lengua las gotitas saladas de semen que había soltado. Rubén respiró profundo y me agarró del pelo para que siguiera. Primero lo lamí unas cuantas veces como si fuera un helado, desde las bolas hasta el glande. Lo hacía lentamente, para provocarlo. Hasta que abrí la boca y relajé la garganta hasta meterlo casi por completo. Así que mientras Adri me comía el coño y me hacía un dedo, Rubén me follaba la boca.

—Adri, no pares. Me voy a correr. —dije entrecortadamente después de sacar la polla de Rubén de mi boca.

—No pensaba hacerlo. —respondió Adri y acto seguido volvió al ataque pero esta vez con más intensidad.

No aguanté más y me corrí cómo una loca en la boca de Adri. Era mi primer orgasmo en meses que no fue provocado por mí.

—Voy a follarte ya princesa, no aguanto más. —dijo Adri mientras se ponía de pie.

—Espera, voy a buscar unas cosas.

Fui a mi habitación a buscar una caja de condones y lubricante. Cuando volví al salón ambos chicos estaban sentados en el sofá. Me puse de rodillas frente a Adri, le quité los calzoncillos, la verga de Adri era un poco más pequeña que la de Rubén, unos 15 centímetros, pero era bastante más gorda. Le di un par de lamidas y le puse un condón.

Me puse encima de Adri y alineé la punta de su polla con la entrada de mi coño y fui bajando hasta quedar totalmente empalada. Sentí cómo su gorda polla iba estirándome. Joder echaba tanto de menos la sensación de tener un pene dentro de mí. Me volteé hacia Rubén que se estaba haciendo una paja mientras nos veía.

—Fóllame el culo Ru, traje el lubricante. —sentí cómo la polla de Adri daba un espasmo al oírme decir aquello.

—Joder princesa. ¿Estás segura? —preguntó.

—Es mi mayor fantasía, por favor ayúdame a cumplirla.

—No te muevas mucho Adri, no quiero que te corras antes de tiempo.

—No te aseguro nada princesa.

Rubén se arrodilló detrás de mí, abrió mis nalgas y empezó a lamerme el ano. Al mismo tiempo Adri empezó a jugar con mis tetas chupando y pellizcando mis pezones. Un escalofrío recorrió mi cuando sentí un dedo de Rubén abriéndose paso a través de mi ano. No podía creer que estaba a punto de cumplir mi mayor fantasía.

Rubén siguió trabajando en mi ano hasta que estuvo lo suficientemente dilatado, entonces se puso un condón, puso más lubricante en mi entrada y empezó a presionar la cabeza de su polla con mi abertura, un gemido ahogado escapó de mi cuando el glande entró. Poco a poco fue penetrándome hasta llenarme por completo.

—Nunca me había sentido tan llena.

—Mierda. Rubén te siento dentro de ella.

—Joder, que qué apretada estás.

—Muévanse ya por favor, háganme suya.

Al principio fue complicado encontrar un ritmo, pero lo logramos. Cuando Adri salía Rubén entraba y algunas veces entraban los dos a la vez. Y por mi parte me sentía en la gloria. No podía dejar de gemir y gritar barbaridades. Me sentía realizada, eufórica. Estaba cerca de llegar al orgásmo. Los tres estábamos sudados del esfuerzo.

—Mmm. Estoy muy cerca chicos.

La respuesta que obtuve fue Rubén llevando su mano a mi clítoris y masajeándolo fuertemente.

—¡Me corro!

Eran demasiados estímulos al mismo tiempo y me corrí como nunca antes. Chorros de jugos salieron de mi coño mojando la polla de Adri, colapsé encima de él. Sentí como a los pocos segundos ellos se corrían también casi al mismo tiempo. Los sentí derramarse dentro de mí con el condón puesto y no pude evitar pensar que me gustaría sentir su semen inundándose y resbalando por mis muslos.

Nos quedamos un rato en la misma posición, asimilando lo que acababa de suceder y recuperando la respiración.

—Mierda. Esto en serio acaba de pasar. —soltó de repente Rubén.

—Si, acaba de pasar, y espero que no sea la última vez. —dije yo.

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