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De viaje

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Octavio era una linda persona, muy atento y sin duda alguna un caballero en toda la extensión de la palabra, pero al momento del sexo se volvió todo lo contrario, un hombre muy seguro de su género, todo un macho, quien llevaba todo el flujo de la situación, y por supuesto muy vigoroso.

Antes de conocer a mi marido, yo solía ir a eventos musicales, estos eventos se realizaban en diferentes partes de la república.

Una vez que recuerdo, sin duda alguna. Esta fue en ciudad de México, realmente yo estaba muy contenta de asistir, ya que como mencioné me encantaban esos eventos. Tomé un vuelo de mi ciudad natal que es chihuahua, este vuelo era directo, fue sin escalas a Cdmx. Recuerdo que duró alrededor de una hora y cuarto, aproximadamente. Al evento iba con mi mejor amiga Rocío y su novio Ricardo, los cuales por estar noviando a mi ni me hacían caso. Bueno, por lo tanto, yo empecé a divagar por el parque.

Ahí caminé varios minutos y me formé en la fila para comprar cerveza. Ahí conocí a un tipo que dijo llamarse Octavio. Octavio me platicó que frustrante era esperar 10 minutos para tomar una cerveza, a lo que contesté cortantemente, "¿Si, verdad?". Pasaron algunos minutos y él seguía expresándose de ese problema, y yo sin darle atención solo fijaba mi mirada en aquella taquilla de cerveza, esperando mi turno. Cuando llegamos para comprar él me dijo atentamente:

- Yo te invito esa chela.

Con un acento extranjero, que no reconocí de mi país, acepté la invitación. Simplemente quedé intranquila al aceptar su invitación, por lo cual lo seguí para ver en que parte del evento él se encontraba. Después de vagar por ese inmenso parque, terminé mi cerveza y decidí ir por otra a la taquilla de venta, no sin antes pasar por ese lugar donde lo vi por última vez. Desafortunadamente no lo ví ahí, así que solo pasé sin enfrascarme en esa idea de buscarle. Llegué a la fila y me formé, de pronto tras de mi escuché una voz diciendo:

- Vaya... terminamos igual.

Se rio de una manera sutil y tranquila, mientras dentro de mí decía:

- Ay no!... otro que se quiere hacer el gracioso.

Volteé mi mirada hacía él y en ese momento lo reconocí, era Octavio!

Hey! que tal, vaya que andas con todo, le mencioné mientras mi sonrisa hacía énfasis en mi gran alegría de verle nuevamente. Comenzamos a platicar y durante la charla el mencionó que era de Buenos Aires, en Argentina. Yo sin más que decir solo le mencioné que era un lugar maravilloso, que algún día me gustaría conocer.

Él sin más preámbulo, me hizo una cortés invitación a ir, y pasar un bello momento allá en Buenos Aires. Como siempre la antipática de mi, dije que estaba bien, pero solo para pasar el momento. Platicamos por varios momentos en esa noche, mientras ambos disfrutamos del concierto. Llegando la hora de concluir el evento, yo con varias cervezas encima busqué a Rocío, pero desafortunadamente no la encontré.

Mi teléfono estaba sin red, tal vez, por el evento masivo estaba aglomerada la red, pero Octavio aún me acompañaba. Recibió una llamada, y cortantemente el respondió un, " Yo te alcanzo en el hotel, estoy con una amiga". Seguimos buscando a Rocío pero me fue imposible encontrarle, por lo cual decidí tomar un Uber e irme al hotel. Sentados sobre la banqueta esperando la disponibilidad de algún Uber, Octavio me abrazó y me dijo:

- Vamos a algún lugar tranquilo, ¿qué te parece?

Al calor de las copas, sinceramente acepté, lo que quería era descansar. De ahí, solo sé que pedimos un taxi a un hotel muy cercano, en donde llegamos a las 3 am y aún, por suerte estaban habitaciones disponibles.

Llegando al hotel, directamente pasé al baño, posterior a ello tomé una ducha, como casualmente lo hacía para dormir muy tranquila. Durante el baño, me dí cuenta que ni conciencia tenía al momento de aceptar su petición de ir a ese hotel. Saliendo del baño, solo en bra y tanga, obviamente cubierta con la toalla, me dirigí a la cama, donde él estaba recostado viendo la tele, para ser sincera él siempre se portó como un caballero, así que le tuve mucha confianza.

Cuando me vio él se levantó de esa cama y se dirigió al suelo, donde él ya tenía preparado unas cobijas para dormir, y dejarme la cama para mi sola. Créeme, ese fue un detalle increíble, un detalle muy lindo, un detalle solo para cogerme.

Yo con un buen de cervezas encima lo que quería era descansar, así que me recosté y apagué la luz. Aunque la tele seguía encendida, yo cerré mis ojos, tratando de descansar, pero todo me daba vueltas. De un momento a otro Octavio apagó la tele, un silencio invadió la habitación, solo escuché su respiración.

En esa perspectiva nocturna me bajé de la cama y me acosté a su lado. Con un pretexto tonto de que no estaba acostumbrada a dormir sola, él dijo: "Esta bien, eres bienvenida". A partir de ese momento esa noche se volvió una noche fantástica! Donde nadie me había cogido como lo hizo Octavio. Una cogida sin igual, que nunca olvidaré en mi vida y esto apenas empezaba.

Octavio era una linda persona, muy atento y sin duda alguna un caballero en toda la extensión de la palabra, pero al momento del sexo se volvío todo lo contrario, un hombre muy seguro de su género, todo un macho, quien llevaba todo el flujo de la situación, y por supuesto muy vigoroso, con un gran miembro entre sus piernas. Comenzó a rodear mi cuello con su brazo, haciéndome sentir segura, me abrazó lentamente, pasaron los minutos entre arrumacos y besos, yo sentía algo en mi vagina que palpitaba, y una humedad que había trasminado hasta mi tanga. Tan caliente me estaba sintiendo, que mi cuerpo ardía en calor.

Él tomó la iniciativa de todo, de una manera linda me besaba mientras sus actos eran de un macho. Recuerdo que el dejó de besarme, tomó mis hombros y me movió boca abajo, desabrochó mi bra, besó mi espalda, muy suavemente. Recorría toda mi espalda con su lengua hasta llegar a mi cuello. Mientras recorría, pasó de mi cuello, hasta mis piernas, no sin antes mordisquear y besar mis nalgas. Poco a poco bajo mi tanga, yo cooperando me acomodé para que la sacara, al igual que el bra.

Completamente desnuda, quedé, volviendo a tocarme volvió a recorrer mi cuerpo hasta llegar al cuello, donde con unas dulces palabras me dijo que era muy linda... ese momento quedó en mí, vaya que fue el momento más lindo que nunca había vivido, y sin explicar lo que sentía en ese instante. Comenzó a tocarme rápidamente mis nalgas. Mi mente asimiló que si en ese momento sería la más puta, lo tendría que ser. Me puse en cuatro, a la luz de la obscuridad, dejando entrever mi vagina y mi ano, quería que el disfrutara esa noche con una pequeña luz que entraba por la ventana. Tocó mis nalgas lentamente y yo por una reacción comencé a moverlas de una forma constante.

Él tocó mi vagina con solo un dedo, yo como loca solo me estremecía, sin saber que sólo era el principio de una gran cogida, que no olvidaría. Él seguía metiendo sus otros dedos, cuando dentro de mí, sentía una venida rápida, pero él, apunto en que yo iba a terminar, sacó sus dedos, así que me quedé a medias, a punto de terminar, pero agradezco, porque si hubiera terminado ahí, me hubiera perdido el festín de su gran verga. Él se colocó su cuerpo detrás del mío, de un instante a otro sentí como entraba ese miembro, como me abría rápidamente, lo sentí llegar hasta mis entrañas, ese momento, se me hizo eterno, donde no sentía el final de ese monstruo.

De pronto sentí como sus testículos topaban en mí, ahí supe que ya me había entrado toda completa. Por inercia, yo solté un gemido algo fuerte, por ese placer de sentir ese miembro dentro de mí. Empezó a moverse, sacándola y metiéndola varias veces, por estar mojada, yo sentía como se deslizaba sin problemas. En cada metida, yo gemía. Esos gemidos eran tan reales que fueron parte esencial de ese ritmo nocturno en aquella noche de placer...

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