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Dos hermanos y un padrastro (intra familiar)

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Somos dos hermanos que hace mucho tiempo convivimos en situación de pareja, feliz y satisfecha en todos los sentidos.

Todo comenzó cuando nuestra madre decidió después de cinco años iniciar una convivencia con su novio, un hombre que verdaderamente la valora y es muy buena persona. A parte nosotros tenemos con ellos una excelente relación.

Convenimos con Juan (mi hermano) irnos a vivir solos en un departamento que heredamos de papa, así ellos podían disfrutar de su reciente “matrimonio” como dos recién casados.

Al irnos, aun no nos habíamos relacionado como pareja con Juan. Crecimos en el seno de una familia muy liberal y abierta, solíamos andar en ropa interior y sin pudores, a veces, inclusive nos bañábamos juntos o simplemente mientras uno se bañaba el otro se afeitaba o yo me depilaba mientras él estaba en la ducha, incluso encontramos una playa donde se podía hacer nudismo y lo hicimos naturalmente.

A saber, Juan, hermoso ejemplar de varón, siempre pulcro, con su pelo recortado y su barba prolija, oliendo a perfume y nunca lo iba a encontrar con la ropa sucia o sin planchar, muy buen físico cero gimnasio, pero hacia algunos ejercicios en casa, lo que le permitía estar con un lomazo importante, haciendo juego con su metro ochenta y pico, proporcionalmente su miembro no desentonaba, no es inmenso pero si largo y grueso, un poco más que el promedio, por lo menos en cuanto a mi experiencia sexual con otros hombres, del sexo hace arte, me transporta al infinito, cabe decir que él fue quien me hizo conocer verdaderamente lo que es un orgasmo.

Yo, Analía al día de hoy veintiocho años, dos menos que Juan, cero deporte, trato de comer sano pero estoy con unos kilos de más, con todos mis atributos bien puestos, dos tetas bastante voluminosas y un culo rellenito pero con el tejido adiposo bien distribuido, haciendo que este paradito, mi pelo rubio oscuro casi llegado a la cintura (le gusta a Juan), los ojos verde agua heredados de papa.

Se preguntaran como es que terminamos siendo pareja, les cuento; ya mudados al departamento bien instalado y con una semana viviendo allí le digo a mi hermano:

- Juan si suena el móvil responde por favor, estoy esperando esa llamada que es del trabajo, estoy por bañarme.

- Dale Analía o te hagas problema.

Cinco minutos después escucho mi tono de llamada y siento los pasos de Juan acercarse al baño, le pido que pase y lo ponga en alta voz, me encontraba finalizado una depilación de mi entrepierna para luego meterme a la ducha, me extraño que no hiciera ninguna broma al respecto y aparte, hace rato lo observo como cabizbajo y meditabundo.

Al salir del baño preparo una infusión para ambos y lo llamo decidida a preguntar si tenía algún problema en el cual lo pudiera ayudar, sin obtener respuesta alguna.

Ya merendados, le hago la observación de cómo lo veía, preguntando directamente cual es el problema que lo tenía de esa manera, tan apagado, siendo que Juan es una chispa. La pregunta principal fue si se había peleado con su novia, pues hace rato que no habla de ella ni la nombra y tampoco sale tan asiduamente como suele hacer. Me tuvo que blanquear la ruptura con Eloísa, debo reconocer que es la primera vez que veo rodar una lágrima sobre su rostro.

Para contrarrestar mi pregunta pregunto el porqué de mi soltería ya que no me conocía novio alguno y para cuando. Le explique claro corto y conciso, no hay quien llegue a la altura de mi expectativa, que el modelo de hombre que buscaba se asemejaba a él y que verdaderamente yo sería feliz, plena y dichosa si pudiera casarme con él (lo dije sin mala intención y en tono de broma) y nos fuimos cada uno a su cuarto, sin cruzarnos hasta la cena.

Estaba despertando de esa mini siesta que tome cuando escuche unos golpecitos en la puerta y la voz de mi hermano que me decía – la cena está servida. Cocina muy bien el atorrante, hizo una comida que era un manjar. Luego de lavar los trastos hicimos sobremesa con un café y un postre que inventamos con lo que había en la heladera, traigo una botella de vodka saborizado que me habían regalado ofreciéndole, la que acepto de gran gusto. Una copa trajo a otra y a otra, ya nos reíamos de cualquier cosa, de repente se puso serio clavo sus ojos marrones en los míos, se acercó muy lentamente fusionando nuestros labios, en primera instancia me sorprendió, al pasar los segundos, abrí mi boca para corresponderle, nuestras lenguas comenzaron una danza ritual, sensual, llena de dulzura y pasión, me puse de pie para poder abrazarnos, sus manos comenzaron a recorrer mi espalda, deteniéndose a explorar mis glúteos, poco a poco mi sexo ganaba humedad y palpitaba rítmicamente, aun no sé cómo definir todas esas sensaciones juntas que me hacía sentir (y aun lo hace) esa poderosas manos, que, en ese momento se sentían como terciopelo recorriendo mi piel, centímetro a centímetro como tratando de descubrir el camino que las llevaría hacia su presea dorada, o si lo prefieren hacia el gran premio. Comienzo a percibir los dedos marcando el contorno de mi tanga por sobre la calza que traía puesta, lo que me hace alcanzar un pequeño orgasmo acompañado de un gran suspiro.

Tomados por la cintura y sin dejar de besarnos fuimos camino a la habitación, donde dulcemente comenzamos a desvestirnos.

Ambos quedamos en estado de fascinación ante la hermosura de nuestra desnudez, ojalá se hubiera detenido el mundo en ese instante para estar así por siempre.

El solo mirarnos hacia crecer nuestra excitación, mientras tanto pensaba… que no pare, que siga así, ¿Por cuánto tiempo espere esto? ¿Lo deseaba, lo esperaba? Déjame verte, déjame explorarte quiero en este momento aspirar a poseerte y tenerte solo para mí.

Con el deseo tatuado en cada centímetro de nuestra piel, comenzamos a explorar todos nuestros más escondidos lugares, para entregarnos al éxtasis de este, nuestro momento.

Sus caricias se posaron suavemente en mis senos, esos hábiles dedos jugaban con mis pezones haciéndolos endurecer más a cada momento, mis suspiros iban en aumento proporcionalmente a sus caricias, las que llegaron, luego de recorrer el camino, hasta los muslos temblorosos de la emoción, una mano los acariciaba, mientras la otra los separaba para poder continuar el periplo que nos llevaría al paroxismo, esa misma mano que se permitió, sin pudor ni esfuerzo debido a la humedad reinante, perder en mi interior, sus dedos.

Con movimientos que parecían en cámara lenta mi cuerpo quedó tendido sobre la suave tela que cubrían el colchón inerte, siento el peso de la humanidad de Juan descansar sobre mí, las piernas se fueron abriendo para dar ingreso a su duro miembro, el que sin mucho esfuerzo, dulcemente, ingreso hasta el fondo de mi cavidad vaginal, haciéndome disfrutar de su calidez y suavidad cada vez que salía e ingresaba con su cansino compas. No hizo falta que transcurriera mucho tiempo para que mi candente vagina activara el mecanismo de disparo, provocándome un tremendo orgasmo, orgasmo que se replicó a los pocos segundos.

Nuestros cuerpos estaban en un frenesí de hormonas, sus movimientos se aceleraron anunciando su inminente descarga, el escucharlo gemir me excito mucho más, llevándome a un nivel que nunca había alcanzado. Lo siento temblar y al instante su descarga seminal candente invadiendo mis entrañas me provoca un orgasmo más intenso que los anteriores. Quedamos inmóviles, abrazados, su cuerpo no pesa sobre el mío, siento en las rugosas paredes de mi vagina el palpitar de su miembro y en mis oídos el rápido bombeo de nuestros corazones.

Así comienza nuestro Hermamonio, lo llamo así pues, no podemos ser un matrimonio, aunque nuestro vecinos están convencidos que lo somos…

Por cierto mi relato no termina ahí, ahora comienza lo más jugoso, por lo menos para mí.

Una noche, cerca de las veintitrés horas, nos encontrábamos teniendo un sexo furioso luego de ver una porno y encender las hormonas a full, cuando de improviso una silueta se recortó en el espacio de la habitación, (era pico, la pareja de mama, quien tiene llave del departamento) observando absorto la escena que pasaba delante de sus ojos. Inmóviles nos quedamos mirándolo, sin saber que decir e imposibilitados de movernos por el miedo de lo que sucedería si mama se enterara, pico se dio cuenta.

- Tranquilos chicos, este va a ser nuestro secreto, (dijo rompiendo el silencio reinante en la pieza)

Intentamos articular palabra, pero nuestras secas bocas no lo permitían. Vi como de a poco iba esbozando una sonrisa que despacio se transformaba en una leve carcajada.

- ¿Saben una cosa? Yo me lo imaginaba, me temía una cosa así, pero les cuento un secreto, en dos oportunidades tuve sexo con mi hermana, solo en una oportunidad y luego con una amiga de ella.

- Pico, es que esto es mucho más que sexo, nos amamos.

- Que importa lo que sea, lo verdaderamente importante son los sentimientos mutuos, a parte me encanto verlos haciéndolo.

Se acercó a nosotros y comenzó a acariciarme, vi como su pantalón tomaba una forma abultada en la parte delantera, Juan lo observo y como un acuerdo tácito, hizo lo mismo. Cuatro manos me acariciaban todo el cuerpo, me fui sentando al borde de la cama para poder introducir el pene de Juan en mi boca y a la vez bajar el pantalón de pico quien a medida que lo hacía, se iba sacando la parte superior. Una vez que todos nos encontrábamos desnudos, comenzó la acción, mientras mi boca iba y venía por la extensión del sabroso miembro de juan la otra mano subía y bajaba en el de pico, posicionados uno a cada lado mío se me hacía fácil interactuar con ambos miembros, alternaba mi felación entre uno y otro pene a cual más sabroso.

Pico a punto de descargar el semen pidió que paremos, cosa que hicimos de inmediato, cambiando de posición muy lentamente para bajar los niveles de calentura.

Ubicándome boca arriba en la cama, pico muy delicadamente se hizo cargo de mi vagina, su lengua tibia recorría de arriba hacia abajo haciendo eses a su paso por toda la abertura, se detenía en el clítoris para rodearlo dulcemente y succionarlo en forma muy tierna, tan tierna que mi orgasmo correspondió a sus linguales caricias. Mientras tanto Juan se encargaba de mis endurecidas tetas con sus pezones erectos, su boca pasaba de una a otra, succionando con vehemencia, lo que me producía un excitante y para nada molesto dolor, muy por el contrario, me excitaba cada vez más.

A la vez que pico degustaba de las mieles vaginales resoplaba como un toro, su excitación estaba creciendo y no titubeaba en demostrarlo, tomándome en vilo me hizo poner de pie y se zambullo sin titubeos entre mis glúteos para comenzar a disfrutar de mi esfínter anal, al mismo tiempo que juan perdía su lengua en mi vagina hirviente, mezclando su saliva con la que había depositado su compañero de aventura y mis jugos.

Hasta el momento había perdido la cuenta de la cantidad de orgasmos que llevaba, estaba en la gloria, me sentía muy bien, pero lo mejor un no había llegado.

Juan se puso de pie, su miembro se posiciono en mis inquietas piernas que se fueron abriendo para dar ingreso de ese trozo de carne, el que no tuvo resistencia para desaparecer en la profundidad de mi vagina, al ver que mis piernas se abrían y mis glúteos se estaban separando, pico también se posiciono detrás de mí, siento su miembro, duro, palpitante, apoyarse entre mis glúteos sin intención de ingresar por detrás. Mientras el miembro de Juan iba y venía dentro, dejo de sentir el de pico, sus manos que se encontraban en mis caderas comenzaron a bajar recorriendo el contorno de mi cuerpo, miro hacia atrás y veo que se arrodilla, nuevamente siento esa jugosa y hábil lengua jugar en mi ano, iba y venía desde este a la vagina, hasta, (cosa que después me lo confirmo Juan) me pareció que también su lamida incluyo los huevos y parte del juguetón miembro de mi hermano. Iba y venía con la lengua desde los testículos hasta un palpitante agujero que, por primera vez tuvo la necesidad de ser penetrado.

De mi boca comenzaron a salir gritos y gemidos que acompañaban los espasmos vaginales del gran orgasmo que estaba teniendo, orgasmo que no había sentido nunca de esa magnitud.

Juan saco su verga cuando aún me temblaban las piernas, sin darme tiempo a recuperarme mi hermano se acostó en la cama y mi sexual padrastro me acostó sobre él, tomo con su mano el miembro de Juan y lo ubico en mi vagina, para, de inmediato subirse sobre mí y con un poco de dificultad poner su verga junto a la de mi hermano. Comenzaron a introducir ambos miembros, en este punto había perdido toda posibilidad de diferenciar sensaciones, era todo junto, placer, gozo, deleite, dicha, gusto, fruición, agrado, diversión, entretenimiento, recreo, regocijo, complacencia, satisfacción y todos los sinónimos que se puedan ocurrir. Estaba en esa maraña de sensaciones, cuando ambos, casi al mismo tiempo, se permitieron descargar todo su semen dentro, este desbordaba por los huecos que quedaban libres.

En un momento que no puedo precisar, se me acabo el mundo, todas mis luces se apagaron y me desmaye.

Al ir despertando, muy de a poco recordé todo lo que había pasado y ya con los parpados abiertos, los veo parados frente a mí con media sonrisa dibujada en sus labios, me senté en la cama, quise tomar nuevamente sus miembros…

- Analía, por hoy ya fue suficiente, vamos a bañarnos.

Y así fue, haciendo caso a mi hermano fuimos los tres a la ducha, que decir que me sentí mimada, entre los dos, aunque el baño es pequeño, me bañaron, secaron y vistieron.

Luego, hablamos de lo sucedido, lo bien que la pasamos y sobre la posibilidad de algún otro encuentro (hasta el día de hoy nunca sucedió) Juan dejo entrever la posibilidad de sumar a mama a lo que pico dijo que lo iba a “tantear”, cosa que en posteriores charlas que tuvimos comento que lo veía casi imposible, que no hablo directamente, pero según el al consultar sobre el tema estaba reacia a dialogar del ello, si bien es muy liberal, aun lo del incesto no le va bien, no quiso insistir mucho para que mama no se diera cuenta, aunque no perdemos la esperanza.

Como dije al principio, hace rato que vivimos en pareja, nuestro sexo sigue siendo espectacular, aunque hoy por hoy me ha picado un bichito… el de la maternidad, deberé hablar con Juan.

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