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El despacho

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Llaman a la puerta, me levanto del sillón de mi despacho, y abro.

Hola, te digo sin cambiar lo más mínimo mi expresión y no dejándote ver que me has sorprendido. Pasa por favor, no te quedes ahí.

¿Estás listo para la sesión de Crosfit de hoy? Me preguntas con una sonrisa en tu cara

¿Crosfit? ¿Hoy? Este trabajo me tiene desbordado, no me acordaba de nuestra cita.

Cierro la puerta, y me quedo mirándote, Llevabas un top blanco, ajustado, con unos tirantes. Definían perfectamente tus pechos tersos, firmes y bronceados, así como tu vientre plano. Tu pelo negro, recogido en una coleta, una malla negra corta y ajustada, que definían perfectamente la longitud de tus piernas bronceadas y la forma de tu culo. Sostenías una mochila, que caía a tu lado.

Pero... Empiezo a hablar, y cambio de opinión, ve al cuarto junto a mi despacho, por favor.

Mientras te diriges hacia allí, permanezco en la puerta y te observo. Andabas firme y erguida. Poco después abro la puerta y te ofrezco un vaso de agua fresca. Habías venido andando y a buen paso, por el brillo de tu piel, y una pequeña gota que corría hacia tu pecho.

No será eso todo lo que sudes hoy, te digo mientras te bebes el agua.

Gracias, espero no defraudarte hoy tampoco, me respondes mientras pones el vaso encima de la mesa.

Al finalizar la sesión, me miras fijamente y me dices,

Sigues por delante de mí, como siempre…

Te interrumpo y te digo,

Dúchate, vístete y no me defraudes, mientras te acaricio desde atrás tuya. Tienes 5 minutos.

Pasados pocos minutos después, me dirijo al baño, aun sabiendo que no había pasado el tiempo que te había dicho. La puerta estaba abierta y ya tenías colocadas las pinzas en tus pechos y estabas intentando insertarte el plug anal que te regaló.

Revisión, te ordeno desde la puerta

Pero... Aún no ha pasado el tiempo que me has dicho...

Te ordeno callar, y me dirijo hacia a ti con la fusta en la mano. Al primer golpe sobre la cintura, te revuelves contra mí con una mirada de rebeldía. Te sujeto por el pelo, y tiro de tu cabeza hacia atrás.

Por estas cosas, son por las que me pediste convertirte en mi sumisa. Tendrás que aprender a mirarme y hablarme correctamente, te susurro al oído, mientras te sigo agarrando del pelo.

Te suelto contra la mampara, y te ordeno,

Inicio

Te postras ante mí de rodillas, con las palmas de las manos mirando hacia arriba apoyadas en tus muslos, sentada sobre tus talones, la mirada al suelo, y la espalda recta. Esa postura la habías aprendido bien el primer día. El silencio se mantuvo durante unos minutos, y así permaneciste hasta que te ordené que me mirases en esa posición.

Saqué un collar de cuero negro, con tu nombre inscrito en una plaquita metálica, te lo mostré, y te dije:

Lo llevaras puesto, siempre que estés conmigo, y, además, irá siempre contigo, por si te veo en algún lugar y te llamo para que te lo pongas.

Cuando vi la mirada, desafiante y arrogante, volviste a sentir como la fusta golpeaba tu espalda

¿No quieres aprender por las buenas o no sabes aprender? Te pregunté mientras me preparaba para castigarte nuevamente.

Le coloqué el collar alrededor de su cuello, y me detuve a observarla, le sentaba bastante bien. Me acerqué a ella y la empecé a acariciar. Noté como empezó a relajarse, y le susurré al oído que adoptara la posición de inicio nuevamente.

Y ahí estaba ella, arrodillada, con la mirada al suelo, sus manos en sus muslos, sus pezones presionados, y el collar de sumisa. Aun faltaba otro detalle, el plug que le regaló, estropeaba la escena. ¿Un plug de silicona negro, de su vida anterior para mi sumisa? Me levanté, lo retiré y le puse entre sus piernas el que le había preparado. Era metálico con terminación de cola de zorra.

Colócatelo, le indiqué con voz autoritaria. Tendrás que hacerlo suavemente o no, ya que no tendrás lubricación alguna excepto la que seas capaz de lubricar con tu coñito (un coño por cierto bien cuidado, depilado con una fina línea de vello y bronceado)

Se dedicó a mirarlo brevemente, y lo tomó entre sus manos. Intentó levantarse, mi voz volvió a sonar firme en la habitación:

¿Quién te dio permiso para levantarte? Inicio, le indiqué, a la vez que le golpeaba en los muslos con la fusta. Cógelo con una mano, mientras la otra permanece en tu muslo. Quiero verte lubricarlo y hasta nueva orden no harás nada más. Y, por cierto, no se te ocurra intentar introducírtelo.

Me senté frente a ella a observarla. La mirada al suelo, la marca en su muslo, empezaba a mostrar la delgada línea roja, su pelo hacia atrás, y sus pechos tersos, una mano descansando en el muslo, mientras que la otra, con su regalo, intentaba cumplir su cometido. Masajeaba sus labios, en sentidos circulares, lo llevaba en busca de su clítoris en sentido ascendente y descendente, quiso un par de veces introducirlo, pero sabía a lo que se exponía, con lo que siguió obedeciendo la orden. Poco a poco, su respiración comenzó a cambiar. Era más acelerada, y el ritmo del plug aumentó.

Mírame, le indiqué

Alzó la vista, manteniendo su posición. Mordisqueaba su labio inferior, empezaba a disfrutar y yo también. Los dos éramos conscientes de la situación. Yo notaba como mi entrepierna empezaba a sentirse atrapada, con lo que me levanté y me dirigí hacia ella.

Continua, me gusta verte disfrutar. Ahora quiero que con tu boca me liberes de mi presión.

Tardó un poco debido a la dificultad y a que se entretenía masturbándose con el plug. Una vez que lo logró, mi polla se sintió libre y erecta. Di un paso hacia atrás para contemplar a mi sumisa. Mantenía la mirada en mí, pude ver como deseaba más, el plug ya estaba húmedo, así como su coño, mi polla erecta cerca de su cara.

Mi señor…

Se dirjió hacia a mí, no sabía lo que me iba a decir, pero la interrumpí levantando la mano.

Hablarás cuando yo te lo ordene, mientras, solamente puedes gemir, si así lo deseas. Ahora empieza a introducírtelo en tu culo, suavemente o de un golpe, pero métetelo en tu culo. Quiero verte esa colita de zorra en su lugar.

Fue jugando y abriendo su culo lentamente, hasta que por fin se lo introdujo en el lugar para el que estaba indicado.

Al final de su espalda se podía ver como asomaba la cola de zorra. Me coloqué detrás de ella y estiré la cola, indicándole que nuevamente se colocara en su posición de inicio.

Y ahí estaba mi autentica zorra sumisa arrodillada ante mí. Esperando a mi nueva orden o movimiento, en silencio y con la cabeza agachada. Caí en la cuenta que le faltaba un pequeño detalle.

Permanece inmóvil mientras vuelvo.

Me alejé lo suficiente para que no notara mi presencia y me volví a detener en la puerta del baño a observarla. Permanecía inmóvil, con su postura de sumisa y la cola de zorra que se veía también. Al poco volví con el ultimo detalle, un gag mediano para colocarlo en su boca. Lo que le coloqué tranquilamente mientras le indicaba que lo humedeciese con su lengua. Unos cuantos azotes en su espalda, consiguieron que empezara a salivar abundantemente.

Ahora sí, mi sumisa estaba vestida para la ocasión. Cogí mi móvil y la retraté. Mirando al suelo y mirando fijamente a la cámara.

¿Sabes lo que haré con estas fotos si no obedeces bien? En tu familia y trabajo se van a sorprender bastante, a tu grupo político y a tu marido no le va a gustar que te vean así. Y creo que a tus hijos le van a decir cosas en el colegio que no les va a gustar. Por no hablar de lo que tendrás que decir a la prensa. ¿Y a tus padres?, ¿Cómo crees que se lo van a tomar en ese estatus del que presumen? ¡Mírame! SUMISA.

Alzó la vista, y aquella mirada arrogante y desafiante que había tenido momentos antes, se volvió suplicante, se podían oír como salían algunos sonidos ininteligibles de su boca. Un guantazo en toda su cara la calló.

Ahora eres mía. Tal y como querías. Hazme sentir orgulloso de ti. ¡Revisión! Le ordené.

Se puso de pie, separó los pies a lo ancho de sus hombros. Colocó su pelo detrás de la espalda, entrelazó los dedos de sus manos y los colocó detrás de su cabeza con la mirada al suelo.

Pude ver como de su gag, brotaban hilos de saliva que caían hacia sus pechos y se iban deslizando lentamente, dejando a su paso una piel brillante. Algunos llegaban a su vello, se frenaban y lentamente se encaminaban hacia su coño, otros corrían libremente hacia su parte más íntima y personal, detrás de la cual colgaba su nueva cola de zorra. Poco a poco la saliva comenzó a gotear en el suelo formando un pequeño charco.

Le enganché su correa de paseo a juego con su collar, y la tensé. Momento que aproveché para seguir fotografiándola así. Después de unas cuantas fotos más, le ordene que me mirase, y puede ver que de sus ojos brotaban unas lágrimas, no sé si de dolor, de humillación o de alegría de sentirse como ella me confesó que quería ser, una autentica sumisa para y por al servicio de su amo.

-Ahora mi zorra sumisa, entrarás a la ducha conmigo y mantendrás tu posición de revisión, mientras me ducho y masturbo, hasta correrme, pero eso sí, sin dejar de mirarme.

Continuará…

….

La situación era la soñada por mí desde que nos conocimos, te tenía a mi entera disposición, y como amo y señor tuyo. Tú delante de mí, expuesta y humillada, desnuda, amordaza, sodomizada y marcada, viendo como mi sumisa, se sentía como quería. Mirándome y en silencio, realmente estaba disfrutando de ti, aún recuerdo aquel día en el gimnasio que me dijiste:

Necesito a un hombre que sepa lo que quiere, y me sepa tratar como lo que he sido siempre, una zorra sumisa. ¿Es tan difícil? Tú mucha presencia, pero poco más creo. La gente me ve por la hija y la esposa de quién soy. Estoy cansada de siempre lo mismo, mucho peloteo, pero a la hora de la verdad, pesa más mi estatus social. Quiero alguien al que obedecer, y me sepa dominar, un Amo de verdad...

Mi polla se endurecía cada vez que recordaba esas palabras tuyas, y la arrogancia tuya de llevar mi mano a tu coño, para mostrarme como estabas

Así estoy, cachonda y caliente para el primero que quiera ser mi Amo, pero un auténtico Amo, paso de gilipolleces y polvos fáciles, eso ya lo tengo. Quiero algo de verdad, mío y yo de él, a su entera disposición, que me sepa domar y castigar, que me haga sentirme realizada, que me haga sentir sumisa.

Mientras seguía masturbándome, y mirándote a la cara, sentí las ganas de humillarte un poco más, así que me acerqué a ti, y escupiéndote varias veces a la cara y abofeteándote, te pregunté:

¿Eres feliz de ser quién eres, mi autentica sumisa y yo tu Amo? Asiente con tu cabeza o niega.

No lo dudaste ni un solo momento, asentiste, y en tu mirada pude ver como deseabas el cuerpo de tu Amo. Así que sin dudar ni un momento, empecé a acariciar tu coño, restregarte mi polla contra él, querías más. Deseabas que te follara como la perra que te sentías, te introduje dos dedos y empecé a masturbarte también a ti. Intestaste abandonar tu posición, y abofetee tus pechos, mientras te recordaba que debías mantenerte en esa posición y mirándome. Yo me masturbaba lentamente, saboreando cada segundo de mi victoria, con una sonrisa irónica te escupía nuevamente, abandoné tu coño y me dirigí hacia tu culo, deseaba sodomizarte, así que empecé a jugar con el plug que tenías insertado. Lo sacaba lentamente y te lo volvía a meter. Con el sonido del agua cayendo, tu gag en la boca, costaba trabajo oírte gemir, pero, aun así, alguno que otro logré oírte. Volví a meter mis dedos en tu coño, y te masturbé duramente.

No tienes permiso para correrte, zorra. Lo harás cuando te ordene.

Te seguí masturbando, notaba como deseabas correrte, pero yo era claro, no tenías permiso para hacerlo, aguantarías hasta que decidiese que lo hicieras. Mientras te introducía mis dedos más rápido y profundamente, masajeaba tu pequeño clítoris y te masturbaba con rudeza.

Ahora sí, ni el ruido del agua cayendo impidió que oyese tus gemidos, estabas con la respiración acelerada, tu cuerpo en tensión, tu mirada lo decía todo. Deseabas, anhelabas correrte como una zorra entregada a su amo, lo que hiciste nada más oírme decir:

¡Permiso para que te corras zorra!

Tu mirada de agradecimiento y el temblor de tus piernas, que te duró unos momentos, te hicieron sentirte muy especial. Al poco de que te relajaras, te ordené:

Inicio, pero mírame a los ojos y por nada del mundo se te ocurra parpadear. Ahora soy yo el que se va a masturbar y correrme en esa cara que me pertenece.

Dos guantazos, uno en cada mejilla, hicieron que tu cara se pusiese colorada. Yo me masturbé, y tú obedeciste fielmente sin apartar tu mirada de la mía. Acerqué mi polla a tu cara y te premié con una descarga que restregué por toda ella. Las pequeñas gotas de agua mezcladas con mi semen, te daban un aspecto de zorra sumisa, que pondría cachondo a más de un conocido nuestro.

Mantente en esa posición, voy a inmortalizar el momento.

Te saqué varias fotos más, para mi álbum personal, en varias posiciones y con distintos planos. En esa postura, cogí el collar de paseo y te lo coloqué:

Ahora mi sumisa, cuando tire de ti, saldrás a cuatro patas de la ducha.

Tiré y empezaste a pasear al lado de tu amo, te hice que pasearas alrededor mía unas cuantas vueltas, te di paseos por el baño, observando como balanceabas tu cintura, y al mismo tiempo, tus pechos chocaban entre sí, y bailaban al ritmo del paseo. Te detuve, y te ordené:

Tu cara contra el suelo, quiero ver esas pinzas presionar tus pezones contra el suelo, y levanta tu culo.

Te costó un poco, pero enseguida adoptaste la posición que yo quería. Sabías complacer a tu amo.

Ahora, sin despegar la cara y los pechos del suelo, ven hacia mí.

Yo me retiré de ti y te grabé en video. Te costó bastante, pero yo estaba seguro que no me ibas a defraudar.

¡Eso es! Mi zorra, restriégate por donde yo piso, y ahora ven y adopta tu postura de inicio. Quiero que me seques con tu lengua, lámeme entero, mis pies, mis huevos, mi polla, labios… ¡Todo!

Aún sigo corriéndome cuando visualizo el video en mis momentos de privacidad.

Cuando terminaste, te indiqué la nueva posición, Paseo, y te llevé a mi cuarto. Allí te postré al lado de mi cama y te ordené:

Ése será tu lugar, en el suelo junto a tu amo, no tendrás derecho a subirte a la cama, al menos que yo te lo ordene. No se te ocurra mojar el suelo, si te meas, te aguantas, si te masturbas, ni una gotita quiero ver, si tienes sed, te jodes. Yo decidiré todo por ti, y tú simplemente, obedecerás. Lo sé, a mi perro lo trato mejor que a ti, pero tú estás por debajo de él.

Te esposé las manos detrás de la espalda junto a los tobillos de cada pierna, y te até a una de las patas de la cama. Retiré el gag de tu boca, pero te dejé el plug para que tu ano se fuera acostumbrando.

Buenas noches, mi zorra sumisa, descansa, pues al despertar me darás los buenos días con una felación bien húmeda.

Y te di una bofetada y cinco bastonadas, para terminar el día.

Continuará

….

Sonó el despertador, me giré hacia el lado de la cama, donde dormías en el suelo, y estuve un rato viéndote. Jamás pensé, que tú, estuvieras así, y que te entregaras de esa manera a un Amo.

Bajándome de la cama, me coloqué junto a ti, te solté las manos de los tobillos y las pinzas de tus pezones. Empecé a acariciar tu pelo, tu espalda, a la vez que te la besaba. Lentamente te fuiste despertando, noté como aquello te gustaba, me miraste, y por tu mirada, sensual y dulce, pude ver que te sentías feliz. De pronto, algo se te pasó por la cabeza, y quisiste levantarte rápidamente. El collar y la cadena, impidieron que lo hicieses.

Tranquila, aún hay tiempo para la reunión. Te dije mientras te sujeté por los hombros.

Me senté al borde de la cama y te indiqué que adoptaras la posición de inicio.

Mi zorra (como me gustaba llamarte así), ahora me harás una felación bastante húmeda. Quiero ver tus chorros de saliva en mi polla y mis huevos. Me harás correrme solamente usando tu boca y tu lengua. Pero antes, colócate esto que te define como lo que eres. Y le entregué su plug.

Poco a poco, mi polla se fue poniendo erecta y dura, mis huevos se fueron empapando con la saliva que iba cayendo. Notaba, como tu nariz se presionaba junto a mi vientre, jugabas con la saliva cuando te retirabas y lamías mis huevos. Fuiste aumentando el ritmo hasta que apunto de correrme, te dije:

Abre tu boca y muéstrame tu lengua, vas a tener el primer desayuno del día.

Con tu mirada puesta sobre mis ojos, puse mi polla en tu lengua y me corrí.

Tenlo en tu boca sin que se caiga ni una sola, juega con ello y muéstramelo. Te arrepentirás si se desperdicia lo más mínimo.

Pude ver como la cantidad de liquido iba en aumento, y empezaba a llenar tu boca (momento que también inmortalicé)

Ahora trágatelo, zorrita

Cuando lo hiciste, volviste a abrir tu boca mostrándome que estaba vacía y limpia.

Ahora limpia la polla de tu amo, déjala brillante como tú sabes hacerlo.

Después de aquello, te di la orden de que te vistieses. Antes de salir por la puerta, te cogí de tus nalgas y agarrándote por el pelo, acerqué tu oído a mi boca y te susurré:

Nos vemos en el despacho de tu marido en dos horas.

Te besé y te eché de mi casa cerrando la puerta a tus espaldas sin tiempo para que me dijeses nada.

Cuando llegué allí, estabais enfrascados los dos con vuestras eternas discusiones y a gritos, no sé porqué ni por cual razón, pero cuando te giraste y me viste, el silencio se apoderó de ti.

¡Ni que hubiese entrado Dios en la habitación! Exclamó tu marido. Válgame los siete males de la Tierra, ¿Cómo haces para que se calle? Un día de estos tendrás que enseñarme a mí también. ¡Venga! Muéstraselo a él a ver qué opina.

No sabia muy bien a lo que se refería, así que preferí no mostrar ninguna muestra de nerviosismo de ningún tipo, estaba a punto de descubrirlo. Me miraste y me dijiste:

¿Te vas a quedar ahí parado toda la mañana? Tú también eres participe de esto, acércate a mí.

Me acerqué y antes de que dijeses nada te pregunté al oído,

¿Desde cuando le hablas así a tu Amo y Señor? Te recuerdo que aceptaste acatar mis ordenes siempre y no dármelas tu a mí, así que no me vuelvas a tentar a humillarte delante de él. Dicho esto, aproveché que mi cuerpo le tapaba el tuyo y te metí la mano bajo tu lencería.

Aquello te excitó demasiado, sentirte tocada por tu Amo, delante de tu marido, en la manera de hacerlo, te hacía sentir orgullosa de humillarle un poco más al cornudo de tu marido, y fue lo culpable de una larga mañana de insultos entre vosotros dos.

Me mostraste unos informes, que hablaban sobre la evolución económica, y las represalias que conllevarían. Era cosas de trabajo, así que durante unas cuantas horas estuvimos viendo todo aquello. En un momento dado, te miré a la cara y leíste perfectamente mis labios, Zorra, y acto seguido os pregunté si salíamos a desayunar.

Acabad el informe para hoy a ser posible. Yo tengo que ir al aeropuerto a coger el avión. Me vais informando. Y se marchó.

Nos quedamos solos los dos, y pediste permiso para acercarte.

Mi amo, permiso para poder tocarle, y suplicarle perdón. Reconozco mi error y ruego benevolencia conmigo.

Acabemos con esto, antes terminamos, antes nos quedaremos libres. Permanecerás de pie junto a mí, y ponte tu collar, zorrita.

Después de un intenso trabajo, enviamos la documentación a tu marido, y quedamos libres. Teníamos siete días por delante para nosotros dos, para someterte, disfrutarte y abusar por completo de ti. Siete magníficos días en que podría usarte a mi antojo y voluntad y en los cuales serías mi zorra sumisa. Habría que hacer acto de presencia en el despacho, pero eso no iba a suponer ningún impedimento, es más, humillarte en ese despacho, prometía también.

Bueno, listo. Asunto terminado. Desde ahora, y hasta nueva orden, serás solamente mía. Entrégame tu teléfono, las llaves de tu casa y el coche, y guarda tu bolso en el cajón. Cierra la puerta del despacho, si no quieres tener problemas.

Mientras te dirigías a la puerta, me dediqué a observarte, y pensar cómo te castigaría por tu insolencia. Para empezar, una vez bloqueada la puerta, te ordené que permanecieras de pie pegada a ella en posición de revisión. Lo tenía claro, así que cogí mi teléfono e hice unas llamadas. Me oíste hablar con varias personas, mientras permanecías en silencio, y acercándome a ti te dije mirándote a los ojos:

Tu comportamiento de esta mañana, no creas que va a quedar impune. Tendrás tu castigo, ya lo tengo decidido, pero aún no te lo voy a decir. Quítate el vestido y quédate en ropa interior. Y vuelve a tu posición de revisión junto al sillón.

Y así fue, una vez te colocaste tal cual te ordené, empecé a aflojar la corbata y desabrochar el primer botón de mi camisa, y caminando hacia a ti, te ordené me quitaras la corbata y la chaqueta. Lo hiciste de una forma sensual y provocativa. Coloca la chaqueta en el respaldo del sillón, y la corbata en la mesa. Tenemos nueva postura, la llamaré…. De repente sonó tu teléfono, lo cogí de encima de la mesa y lo dejé sonar un rato, era tu marido, sabía que no le tardabas en coger el teléfono, y él también lo sabía. La llamada se colgó. Volvió a llamar, y repetí la misma operación dos veces más. Te pusiste nerviosa cuando empezaron a llegar mensajes de él rápidamente. Los leí, y los borré, mostrándote el teléfono donde solo aparecían las palabras, Aceptar o Cancelar. Aquello te inquietó más.

Solamente tu marido y yo sabemos lo que ponían los mensajes. Estas desprovista de todo tipo de libertad y voluntad, eres MI sumisa, Mi zorra

Pasados unos minutos le hice un par de llamadas perdidas, y le volví a dejar llamándote. Tú no podías o no querías contestar a su llamada, estabas sometida a mi voluntad, pero sabías que aquello no te estaba gustando, te estaba limitando tu “otra vida” personal, ésa de la que huías a la más mínima ocasión, pero esta vez era yo quien decidía cuando huir o cuando permanecer.

Lo haremos más interesante aún. Vas a tener el mismo tono de llamada que mi teléfono, así no sabrás si es a ti o a mí a quien llama, y yo contestaré o no, los teléfonos. Ahora, coje mi corbata y véndate los ojos, me voy a asegurar que no ves nada, así que nada de artimañas o te arrepentirás.

Con tus ojos vendados, te di varias vueltas sobre el despacho, haciéndote girar varias vueltas sobre ti misma, yendo de un lado a otro de la habitación, para desorientarte, y en un momento dado:

¡Detente! Bien, nos habíamos quedado antes de todo esto en que teníamos nueva posición, atenderás igual de bien que a las demás. Es muy parecida a otra que ya conoces, así que procura no equivocarte, cuando oigas mi orden, Descanso. Adoptaras la posición de revisión, pero tus tobillos y rodillas, deben permanecer juntas, por lo demás, todo igual, a lo que en el lugar donde estabas te indique la orden. Descanso.

Y allí privada de saber donde estabas, adoptaste la postura, oíste como sonaba el click de la cámara de un móvil, y te besé suavemente por tu cuello, tus labios, como lamía tus pechos, y besaba tus pezones encima del sujetador que aun tenias puesto. Te acaricié tu coño por encima de la lencería, e introduje mi mano para sentir su calor. Lo acaricié y te introduje un poco los dedos de mi mano. Aquello te estaba poniendo a mil, y yo lo sabía. Saqué mi mano de tu entrepierna y te la pasé por tu boca. No dudaste ni un solo segundo en lamer mis dedos para saborear tu placer más íntimo. Cuando me retiré hacia atrás, buscabas con tu cabeza mi mano, y en uno de esos movimientos, perdiste la posición en la que estabas ordenada.

Tranquila zorrita, no pasa nada. Revisión. Inmediatamente cumpliste la orden. Así puede que estés un poco mas cómoda, aunque la posición anterior con esos zapatos de tacón, te hacían muy sexy y deseable para tu Amo.

El silencio se adueñó del tiempo. No sabías donde estaba, pero sabias que estaba allí. El sonido de mi cinturón sobre tu espalda, rompió ese tiempo. Tu pecho se arqueó hacia adelante, intentando juntar tus codos tras tu cabeza, tus piernas se doblaron, y volviste a sentir como el cuero de mi correa te golpeaba la espalda nuevamente.

¡Revisión! YA, y no te vuelvas a mover, ni gimas, ni grites. No quiero oír ningún tipo de sonido, salvo ése que estas oyendo ahora mismo.

Era el de un teléfono que vibraba sobre la mesa. No sabías si era el tuyo o el mío. Pero en ese momento deseabas que no fuese el tuyo. Sabías que tu marido tenía que hablar contigo, y yo te tenía sometida. Tu espalda ardía tras los dos golpes recibidos y deseabas que te acariciara la espalda para calmar ese dolor. Lo que no sentiste en ningún momento. Oíste mi voz decir

Sí claro aquí estamos los dos, ocupados. De acuerdo, me avisa. Adiós

Y nuevamente el silencio. Lo rompí para decirte:

¿Te gusta que ya no esté parado? Esto también es asunto mío y castigué cada uno de tus pechos con el cuero de mi correa nuevamente.

Pero esta vez si sentiste mi lengua recorrer tus pechos por encima de tu sujetador, lamiéndolos suave y lentamente.

Un momento enseguida abro. Dije apartándome de ti. ¿Bella verdad?

No sabías quien era. Si conocido o desconocido. Lo siguiente en oírme fue:

Es toda mía, y tú sabes quien es, Ella no sabe quien eres ni lo sabrá. Haz con ella lo que te plazca y como te plazca. Zorrita, no defraudes a tu Amo, y sométete a todas sus ordenes y deseos. Quiero que esta persona, salga de aquí satisfecha, para complacencia mía. No la tocarás, ni besarás, y te poseerá como quiera.

Como muestra de mi autoridad sobre ti, te ordené:

Desnúdate lenta y sensualmente, como mi sumisa que eres. Quiero que te comportes como lo que vas a ser hoy. Una autentica puta, porque obtendré beneficio de ti.

Acto seguido, empezaste a acariciarte, eróticamente, contoneándote, como una stripper profesional. Tus tocamientos, y la forma en que te desnudabas, indicaban que ya lo habías hecho anteriormente. Supongo que por las conversaciones que tuvimos en el pasado, lo practicaste antes para ti sola delante de un espejo. Ahora, lo hacías para tu Amo, y alguien más. Estabas siendo humillada en público.

Unas voces de fondo te hicieron prestar atención a mis palabras:

Por supuesto. El único que se la folla sin preservativo soy yo. Eres la primera persona que la va a disfrutar en mi presencia. Las veces que quieras. Sí claro, lo que quieras. Pero ya sabes lo que yo quiero, y tú me lo vas a conseguir… Sí, sin problema, pero yo te avisaría antes para prepararla.

Estabas desnuda y seguías contoneándote. Me sentía orgulloso de ti, porque sabía lo que iba a conseguir.

Inicio, te ordené. Me volviste oír hablar, con esa persona y decidle, dámelo, lo haré yo tú permanece aquí.

Sentiste como por encima de mi corbata, te puse algo parecido a una mascará o antifaz. Retiré suavemente la corbata de por debajo de tu antifaz, y la introduje en tu boca.

Te sentías incomoda con la situación. Sabias que tus palabras iban a tener sus consecuencias. Ibas a ser sometida a la voluntad de otra persona que no era tu Amo, pero ésa era mi voluntad. Tu castigo no había hecho nada mas que empezar, y desconocías el fin y hasta donde te llegaría. Eras mi sumisa pero también su puta, pero sin recompensa por serlo. En ese momento, eras un simple juguete sexual para ser usado.

Tu cabeza cayó hacia atrás y te ordene que abriese la boca y sacases tu lengua. Un húmedo esputo de saliva cayó sobre tu cara, seguido de unos cuantos más. Notaste como te lo restregaban por el resto de tu cara y un guantazo, te hizo sentir ardiendo tus mejillas.

Zorrita, me oíste decir, me encanta ver lo que te hacen, y lo que te harán. La polla de tu Amo está dura, como te gusta y la has visto otras veces. Disfruta y goza, olvídate de todo lo demás. Tendrás la boca abierta en todo momento, y muéstrame tu lengua. Y usted ya puede empezar.

Sentiste como te colocaba una especie de clic en tu lengua, que hacia que quedara fuera de tu boca, empezando a salivar rápidamente, y dejando caer tu saliva sobre tu cuerpo.

Unas manos cubiertas de un tipo de guantes, comenzaron a tocarte por todo tu cuerpo. Masajeaban tus pechos, acariciaban tu coño, te expandían tu saliva por todo él. Sus dedos buscaron tu esfínter, y te lo masajeaban. Te volvían a acariciar tu coño, pechos, cara. Toda tú eras sometida a su voluntad.

Paseo, te indiqué.

Sumisamente, adoptaste la posición, algo duro estaba abriéndose paso a través de tu culo. Un latigazo recorrió toda tu espalda, tus nalgas empezaron a arder, después de sentir como te las golpeaban. Te penetró de un solo golpe, cayendo al suelo y cerrando tus piernas.

Paseo, volviste a oír. No quiero ni una más. Aguantarás todo sin moverte. Como yo hoy.

Su polla te penetraba con fuerza. Notabas su pelvis contra tus nalgas, el sonido que hacían cuando te golpeaban, era lo único que se escuchaba en la habitación. Una mano empezó a buscar tu coño. Lo tenías húmedo, lo que facilitó que buscase tu clítoris y jugara con él. Al cabo de un rato, pediste permiso para correrte, lo que te negué por orden de tu cliente.

No tienes permiso para correrte hasta que tu cliente, lo decida y yo te autorice. Así que sigue así.

Notaste salir su polla de tu culo, el cual notabas que lo tenias abierto más que la boca del infierno, y como un liquido caliente se derramaba sobre varios puntos de tu espalda.

El cuero del cinturón volvió a sonar sobre tus nalgas varias veces, unas mas fuertes que otras.

Descanso, te ordené

Te levantaste, el semen que tenías en tu espalda, comenzó a chorrear hacia la unión de tus dos nalgas.

Comenzó a castigarte severamente los pechos, con palmadas sobre ellos. La correa dejaba una marcas en tu piel, cada vez mas rojas, e incluso algunos pequeños brotes de sangre, comenzaron a brotar. Sentiste como te los lamían, y pasaba su lengua por tus labios.

Inicio, me oiste decir

Arrodillada de esa manera, fuiste fotografiada junto a tu cliente. Me oíste decir:

Como ya habrás visto, tengo la sesión en fotos y videos, para mi tranquilidad, y vuestro compromiso. Espero no tener que usarlo ni con ella ni contigo. Ahora firma este papel, y no te olvides de tu promesa.

Sentiste un beso frio en tu frente, y como se cerraba la puerta después.

Te quite la mascara y saque mi corbata de tu boca, y te ordené que te sentaras sobre mi regazo para abrazarte y acariciarte.

¿Quién era? Me preguntaste

Alguien que ya me debe un favor grande, y del que me aprovecharé. Sin embrago, tú aun no lo sabrás. Y cuando lo sepas… Se hizo el silencio, era tu móvil, esta vez si lo viste. Tu marido nuevamente

¿Qué coño pasa contigo? ¿Dónde estabas metida? Te he estado llamando, mandando mensajes, y tu haciéndome llamaditas todo este rato. ¿Qué cojones quieres?

Se oyó alto y claro, tu mirada hacia mí comprendió que había estado jugando con tu teléfono, mientras eras sodomizada.

Nada cariño, le dijiste mientras me mirabas a los ojos, estaba con algo que me tenía muy ocupada. No estaba para responderte, tenía algo muy dentro de mi cabeza, y hasta que no terminó, no he podido contestarte. ¿Por qué no le has llamado a él también? ¿Que no lo has localizado? Bueno ya sabes como es él, le da vueltas a las cosas en su cabeza y hasta que no le da forma a las cosas… Siii demasiado complejo, pero es el mejor en todo lo que se propone, y lo sabes. Algo me hace sentir que subirá pronto, será mejor tenerle con nosotros. Si, lo sé, a veces es muy tajante con sus cosas, pero me gusta como lo hace y su forma de ser, debemos estar orgullosos y agradecidos de que se haya quedado con nosotros. Vale adiós.

Tu mirada indicaba que sabías que el castigo no había terminado aún. Pero en ese momento, no te importaba, es más, creo que querías seguir siendo castigada, seguir siendo usada a mi antojo, sentirte más sumisa aún. Lo que había pasado antes, en el fondo te gustó.

Revisión, aún no hemos terminado. Como ya sabrás, he estado jugando con tu móvil, fotos, llamadas, chats… Mientras te estaban sodomizando. Me perteneces en cuerpo y alma, y poco a poco, iré conquistando a las personas que te rodean. Es algo que se me da bien, sin más, mírate en lo que te has convertido. Una dócil y servil sumisa, que se siente completamente realizada al servicio de su Amo. En breve tendremos una visita muy especial, esta vez te diré de quien se trata, pero antes quiero oírte decir lo que eres mientras te grabo. Quiero que suene así. “me entrego por completo a mi Amo. Mi vida y todo lo demás le pertenece. Soportaré castigos físicos, psíquicos, e insultos, podré ser utilizada como mi Amo desee y con quien desee. Prometo obedecer, sin poner en duda cualquiera de los deseos de mi Amo, ya que serán para su uso personal, disfrute, o lo que considere. Para ello, firmaré el contrato de propiedad ante esta cámara en el día de hoy”. Si te niegas, no sabrás quien viene ahora y tendrá consecuencias.

Gracias mi Señor, lo haré encantada.

Dicho lo cual, firmamos mi nueva posesión. Tenia por escrito la posesión total y absoluta de tu vida.

Bien Zorrita, en unos diez minutos aparecerá tu hija por esa puerta. Decide como quieres que te vea. ¿Siendo sodomizada, sometida, o por el contrario prefieres seguir manteniendo tu estatus social, de madre ejemplar y trabajadora, fiel a su marido y un ejemplo de la sociedad a seguir?

Mi Amo, es decisión suya, mi vida le pertenece. Carezco de voluntad para poder tomar esas decisiones. Yo solamente me debo a ti, mi Señor

Buena Zorra, pero cuando tu Amo te pregunta algo, lo que menos quiero oír, es una respuesta ambigua.

Dicho lo cual te golpee con el cinturón sobre tu cintura, reabriendo las pequeñas heridas que sufriste anteriormente

Decide como quieres que te vea. ¿Siendo sodomizada, sometida, o por el contrario prefieres seguir manteniendo tu estatus social, de madre ejemplar y trabajadora, fiel a su marido y un ejemplo de la sociedad a seguir?

Acabada la pregunta, te sometí a dos latigazos más, esta vez sangrabas un poco más. Eran heridas superficiales. El dolor te hizo soltar algunas lágrimas, que deslizaban lentamente sobre tu mejilla, y con voz entrecortada, pudiste decir

Aunque sea suya, mi Amo, preferiría me viese vestida… Gracias mi Señor

Bien pues así será. Te lamí tus heridas hasta que dejaron de sangrar. Comienza a vestirte, y el collar lo dejas puesto en tu cuello.

Buscaste tu ropa interior y tu vestido.

Entrégame tu ropa interior, no llevarás nada puesto, solamente vestirás como en tu vida, de apariencia para lo de fuera. Lo de dentro, es para mí solamente.

Lucias preciosa, el collar te realzaba más tu cuello, y tu pelo recogido en una coleta, resaltaba más las facciones de tu cara.

Siéntate ahí, y mantén tus piernas bien separadas, quiero ver en todo momento tú precioso coño.

Se oyó como llamaban a la puerta y te ordené que autorizaras pasar.

¡Hola cielo!

Oíste decir a una voz que te era muy familiar. Tu cara de sorpresa al ver que era tu hija la que me llamaba así, me confirmaban mis presentimientos. Eras totalmente ajena al poder que poco a poco iba desposeyéndote de tu vida.

Hola princesa, le contesté a tu hija. ¿Ya os conocéis verdad? Dije en un tono irónico.

No tanto como tu a ella, parece ser

Estabas sentada frente a mí, con tus piernas abiertas hacia nosotros, mostrándonos tu dulce entrepierna, y una mirada de no saber que hacer ni decir.

Princesa, demuestra a esta zorrita, como me gusta que me traten.

Tu hija se arrodilló ante mí, y con gran destreza y práctica, se introdujo mi polla en su boca. Sabías que, aunque tu lo hacías bien, yo estaba disfrutando más de ella que de ti, lo que te hizo sentir impotente y frustrada.

Zorrita, quiero que mientras me miras, te masturbes, te corras y gimas antes de que tu hija saboree mi más dulce sabor. De lo contrario…

Aquella felación, por parte de tu hija, fue excepcional. Con cada subida y bajada de su boca, recorriendo mi polla, se podía oír claramente los sonidos de una autentica ninfómana, su saliva iba humedeciendo más y más mis huevos, hasta que empezaron a formar un pequeño charco en el suelo. Tú te esforzabas por correrte, pero sabías que no podías fingirlo. Te había visto correrte ya varias veces, y sabia reconocer cuando lo hacías.

Los nervios, la situación, el querer y no poder, hacían que te empezaras a poner nerviosa, estabas húmeda pero no lograbas el orgasmo anhelado.

Princesa, detente, y ayudemos a tu madre. Desnúdate y ponte detrás mía. Me lamerás el culo e introducirás tu lengua en él. Mientras tanto, esta zorrita se seguirá masturbando y probará el sabor de tu boca directamente de mi polla… Córrete antes que yo, zorra sumisa, te dije cogiéndote por el collar, y metiendo mi polla hasta el fondo de tu garganta.

Te llegó el momento tan anhelado, y no sé si deseado, pero empezaste a gemir y gemir más rápido. Tus dedos humedecidos por tus flujos vaginales, hacían que fueses hacia ese punto, que tanto en otras ocasiones, te habían hecho disfrutar y desinhibirte, pero que esta vez se convirtió en un orgasmo que te hizo sentir sucia, barata.

Princesa, acércate para ver como esta sumisa se va a correr. Quiero que os beséis apasionadamente, quiero ver vuestras lenguas jugar juntas. Dale que saboree a su Amo, compartirlo.

Me corrí en vuestras bocas, a la vez que tu explotaste en tu orgasmo. Tenías, la polla de tu Amo, inundando tu cara con su semen, a la vez que tu hija te lamia, absorbía todo mi semen de tu cara, y te lo dejaba caer de su boca nuevamente sobre tu cara.

Tu hija y yo, nos conocimos en la facultad, te dije.

Fuimos los mejores de nuestra promoción, y yo fui el que la sacó de la calle. Yo le he conseguido todo lo que ella posee ahora en su vida. Es una relación verdadera, me quiere y yo a ella. Sin embargo, tú no eras mas que mi sumisa, la que se ha entregado toda a mí, sin obtener reciprocidad.

Humillada era poco lo que te sentías, pero, sin embargo, sabías que ella, no tendría la falta de sentimiento y cariño, que habías tenido en tu vida. Que siempre me tendría a mí para abrazarla y quererla. Lloraste como una niña que perdió su juguete en no se sabe que punto de la calle. Te secaste las lágrimas, y me agradeciste poder ser mi más fiel sumisa.

Gracias Amo. Quiérela y respétala. Conmigo puede hacer lo que quiera.

Permaneciste sentada, mostrando tu coño y tú cara, llena de el jugo de tu amo junto a la saliva de tu hija cayéndote por toda tu cara, a las dos personas que más feliz te habían hecho sentir.

Privada de todo tipo de voluntad, hundida por no sentirte persona, como un mero objeto de deseo.

Correspóndele a ella como se merece. Agradéceselo como lo que eres, y complace a tu Amo.

La senté sobre mis piernas, su espalda sobre mi pecho y sus piernas cayendo por el exterior de las mías. Tenías el coño de tu hija frente a tí, dispuesto para ser lamido hasta lo más profundo. Mis manos masajeaban sus pechos, y mi boca besaba su cuello.

Tú lo lamías con cariño y deseo de vernos satisfechos. Tu hija te apriosionó la cabeza contra ella, mientras se le oian los gemidos. Notabas que te faltaba el aire, necesitabas respirar, pero ella no te dejaba separarte en ese momento. Sus piernas te presionaban más y más. Lamiste con más ganas, tenía que correrse o te asfixiaría.

Un claro y sonoro Siiii, te dio la entrada de aire que necesitabas. Y entre su gemido y tus ganas por respirar, hizo que te cogiera y te volviera a poner tu cara en su coño.

¡Otra vez!... Te indicó tu hija, haz que me corra otra vez

Tras tres intensos orgasmos, decidí poner fin a aquello. Tu caíste rendida al suelo, te faltaba el aire, pero no querías levantarte de allí. Entre los dos te sentamos en la silla donde empezaste, te separé las piernas y te introduje un consolador.

Córrete para ella, desnúdate, y disfruta al menos, como ella lo ha hecho. Es placer puro e intenso, olvídate de todo, y hazlo como tu sabes.

El primer beso apasionado que sentiste de tu Amo, te excitó bastante. Comenzaste a chuparlo, jugar con el en tu coño, volvías a lamerlo, e introducirlo lentamente dentro de ti. Tu hija se acercó lentamente por detrás de ti y te dijo:

Es tu momento, olvídate de quien eres, disfruta para ti sola, y hazlo sentirse orgulloso de ti, como yo se lo hago a él

Sentiste recorrer por tu pecho, el frio metal de unas tijeras, rasgándote el vestido, y como las manos de tu hija te desposeyeron de él, y comenzaron a masajear tus pechos, meter sus dedos en tu boca, humedecerte tus pezones, buscar tu clítoris para que disfrutaras más aún. Yo me arrodille delante de tu entrepierna, esperándote ver llegar tu orgasmo. Te acariciaba tus muslos, te los besaba, lamia tus pies y buscaba tu ano.

No tardaste en llegar al punto del orgasmo, cuando te dije:

Aún no. No tienes permiso para correrte. Sigue como lo estás haciendo

Intentabas mantenerte en tu posición de sumisa, pero el placer que sentías era superior a tu voluntad:

Por favor, mi Amo, permiso para correrme, noo puuuedo maaas

Te retiré el consolador de las manos, acercando mi cara a tu coño y autorizándote a finalizar, lamiéndote tu coño, explotaste de placer en toda mi cara. Me apretaste la cara contra tus muslos, y me hundiste en tu ser, como momentos antes lo había hecho tu hija contigo.

Gracias mi Amo. Gracias por ser benévolo conmigo

Tu hija te besaba, mordisqueaba el cuello, y te masajeaba la espalda.

¿Cielo, ella también es mía?

No. Pero está para servirte también cuando lo desees y como lo desees. Ella es únicamente mía, al igual que tú. Te tendrás que ganar el derecho de ser su Ama. Las dos me servís a mí solamente.

Le coloqué el collar a tu hija, como tu, y a ti te puse el plug de cola de zorra. Os puse vuestras cadenas, ordenadoos poneros a cuatro patas.

Zorrita, por hoy hemos terminado tu castigo. Espero hayas aprendido la lección

Hora del paseo… os dije a las dos, vayamos a jugar a otro parque.

Nos dirigimos al ascensor que llevaba directamente al parking. Desde allí, os metí en el maletero de mi todoterreno, te vendé los ojos y puse camino a tu casa.

Continuará.

(Sin valorar)