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El hermano gemelo de mi padre (IX)
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Anteriormente: Mareada por el alcohol y una dudosa pastilla que me dan hombres mayores, amigos de mi tío termino mareada y contenida por mi tío.

Escondida tras un disfraz de colegiala y un antifaz, terminamos en la cama de su cuarto de huéspedes.

Esta vez sí mi tío me quita la virginidad que ostento a mis 18 años, todo provocado por mi inocencia, mi ropa interior blanca de algodón mojada y mi ropa de colegiala. Pero sobre todo por el antifaz que oculta mi identidad.

Luego de una noche de desenfreno sexual donde ambos nos quedamos dormidos y yo con la pija de mi tío dentro de mí me despierto.

Está recién amaneciendo. Aún hay luces de la casa encendidas.

Me levanto con cuidado evitando que mi tío se despierte.

Me duele mucho la cabeza, aún todo me da vueltas, pero debo salir de esa casa de perversión.

El miedo y la culpa me invaden, si mi padre que está seguro en otra habitación se entera de lo que paso se puede armar un gran problema.

Solo tengo mi ropa de colegiala, y lamentablemente ni siquiera tengo mi bombacha blanca, porque mi tío la guardó como un trofeo y no recuerdo donde la dejó.

Salgo del cuarto vestida con la pollera cortísima de colegiala, el corpiño que tiene un bretel roto, no me percate que cuando mi tío me la saco la rompió.

La camisa transparenta todo, pero al menos me cubre de no andar solo con el corpiño roto.

Mientras bajo las escaleras con cuidado me voy poniendo el antifaz, no quiero que nadie me reconozca. A la vez me acomodo el corpiño que no se puede quedar en el lugar a falta de un bretel. Cuando intento acomodar, se corta el otro bretel, evidentemente mi tío no fue muy cuidadoso anoche y yo ni me percate de su rudeza.

Termino sacándomelo. Quedó solo con la pollerita escocesa cortita, y la camisa al cuerpo que transparenta todo.

No hay rastro de las chicas, ni de mi padre, ni de los hombres mayores.

Los hombres deben haberse llevado un par de chicas cada uno a sus casas vecinas, mi padre seguro con Lorena y alguna otra trola en su cuarto. Y las otras que se quedaron sin nada a esperar la próxima fiesta.

Había muchas botellas por todos lados, mucho champagne, muchos restos de sushi, y food finger.

No encuentro la bolsa con mi ropa, solo mi billetera y mi teléfono celular. Alguna puta debe haber creído que le quedaba bien mi ropa y que era de alguna ex novia de mi tío y se la llevo.

Salgo fuera de la casa, salgo de la quinta. Mi teléfono no tiene batería. Camino errante unas cuadras que están desiertas. De milagro pasa un taxi y antes que yo decida pararlo frena al lado mío.

"bebota, te llevo donde quieras" -me dice.

Me asusté, pero no tenía mucho dinero para volver.

Así que de mala gana sonreí y bebotee diciéndole que tenía solo algo de dinero, pero que no podría pagarle más.

Me dijo que no había problema, pero que suba adelante.

Al subir al taxi mi primera pierna elevada le muestra que no llevo ropa interior. Su mirada y su expresión dan cuenta de eso.

Es un hombre mayor, unos 60 años al menos, grandote de cuerpo, una camisa manga corta con los botones de arriba desabotonados. Se le ve el pecho peludo, una cadena dorada con un crucifijo colgándole. Tiene bigote desprolijo y una barba incipiente también de forma desprolija. Algo de canas.

En el camino me pregunta que hago, si estudio o trabajo, cuántos años tengo, si tengo novio, etc. Me dice que soy muy linda, que desde atrás vengo muy bien, y que a los hombres como a él le gustan las chicas más delgaditas no tan pulposas.

Me pregunta cómo me gustan los hombres a mi, y le describo todo lo contrario a lo que él es, y él se lo toma en broma, a todo lo que digo dice "ah, como yo".

Llegando a mitad del camino me pregunta cómo voy a pagarle lo que resta del viaje.

También hago chistes, sonrío mucho, le digo que le lavo el auto, etc. Pero el deja de sonreír y me pregunta con seriedad como voy a pagarle. Mientras se hace a un costado del camino.

Se baja el cierre del pantalón y deja salir una pija gorda y cabezona, no tan larga pero se ve muy ancha, por debajo sale mucho vello. Me agarra de la mano, su mano es el doble de grande que la mía y la lleva para que toque su aparato reproductor.

Comienzo a masturbarlo, él empieza a decir groserías con una voz grave y gutural, me dice que soy una bebota, una pendeja puta, de que eso me pasa por no estar durmiendo con mi osito de peluche en casa. Me dice que se nota que me gusta provocar, ser una puta.

Con su mano toma mi cuello y se acerca a mí metiendo su lengua dentro de mi boca, Su bigote me pincha, su lengua caliente con sabor a pastillas de mentol y café me apesta. Su boca come la mía, mientras sigo masajeando su miembro. Su mano libre, va por mis piernas y mete sus dedos sin permiso dentro de mi vagina.

Tiene anillos en los dedos, siento como los metales fríos entran dentro de mí. Siento asco, tiemblo, pero me gusta la sensación de sentirme deseada, puta.

Deja de besarme y lleva mi cabeza a su pija. Sin preámbulos abro mis boca y la como. Es horrible, es ancha, y tiene mucho olor. Es tan fuerte el olor que me da arcadas de solo probarla. El aprieta con su mano mi nuca para que no la saque de mi boca, mi saliva cae alrededor de ella. Siento sus pendejos largos entre mi boca y mi lengua.

El taxista desde esa posición levanta mi pollera y golpea mis nalgas, dejándolas rojas, juega con mi ano y mi vagina. Lo escucho escupir los dedos y acercar un dedo a mi ano. Siento como hace fuerza para vencer la resistencia natural del esfínter.

"putita, salir sin ropa interior y tenés el culito cerradito, chupa, chupa bien puta" me dice el hombre mayor taxista.

Siento como su dedo vence al fin la resistencia y entra haciéndome doler y arder, me quejo, pero él no deja de presionar mi nuca contra su pija. Mis manos comienzan a buscar un soporte, en sus piernas y en su panza. Comienza a entrar y sacar su gordo dedo con anillo dentro de mi culo, me duele mucho, nunca había sentido algo así.

En ese momento siento que alguien golpea la ventana del taxi. La misma mano que presionaba mi nuca levanta mi cabeza hacia afuera. Su dedo dentro de mi ano sale inmediatamente.

Ya recompuesta veo que la policía pide que abramos la ventanilla.

El taxista pide perdón, le dice que soy su pareja. El policía me mira a los ojos esperando una confirmación. Dude un par de segundos, lo que bastó para que pida que nos bajemos del automóvil.

Está prohibido tener relaciones sexuales en la vía pública, también la prostitución. El taxista buscaba que quede todo entre ellos, le sugiere una coima.

Y como parece que no va a ser sobornado termina diciendo que yo pedí el taxi y que en el camino pedí detenernos y que quería hacer lo que estábamos haciendo y el pobre cayó en la tentación. Acudía a una complicidad entre machos.

Cuando parecía que estaba aflojando llega otro móvil, esta vez con personal femenino, el policía hombre vuelve entonces a su dura postura y le labra un acta.

Mientras a mí querían llevarme por prostitución, me puse a llorar como la niña de casa que soy, diciéndole que mis padres me matarían, que había salido de una fiesta sola y que volvía a casa, que solo quería volver a casa y olvidar todo.

La mujer policía toma mi caso y ella decide que me llevará a mi domicilio y que solo tomara mis datos para dejar asentado que nos acompañó por seguridad.

Ya en casa, entro rápidamente y voy directo al baño. Me doy una ducha mientras entro en razón de todo lo que pasó esa noche, lloró desconsoladamente en silencio para que no escuche mi madre.

Luego voy a mi cama y duermo todo el día, mi madre cree que es solo por una borrachera de fiesta adolescente, no se preocupa. Solo me dice que tengo comida casera caliente cuando lo desee.

A la noche ya me levanto y ceno con mi madre, pasan unos días y ya todo parece haber cicatrizado.

Una noche me encuentro con que toda la situación vivida en lugar de darme asco, me erotiza, así que termino masturbándome.

La noche siguiente lo mismo, y así un par de noches, hasta que de la calentura decido escribirle a mi tío.

Con la excusa de saber cómo estaba mi papá, de como lo veía él, y de agradecerle por hospedarlo pude quebrar la barrera que había puesto conmigo por tener 18 años y ser virgen. (Sin saber que él hace unas noches me había desvirgado con el antifaz puesto).

Charla va y charla viene comienzo a contarle cosas que hacía, lo agrego a una red social donde puedo filtrar las historias, pongo una lista para que solo me vea él, sin saber que es exclusivo.

Allí, comienzo a subir fotos en pose sexy, polleras cortitas, escotes, besos, tomando sol, en ropa interior, etc.

Mi tío con el correr de los días pica y comienza a reaccionar a mis fotos y decirme que cada día estoy más linda.

Comienzo a preguntarle cual foto le gusta más y comienzo a sacarme de acuerdo a sus gustos.

Las conversaciones comienzan a ponerse calientes y le digo que me gustaría hacerlo con él "por primera vez".

Duda un instante, tarda en contestar, pero luego la calentura lo vence y dice que podría pasar por su casa un miércoles, día que mi padre está todo el día en el trabajo y vuelve tarde.

Le pido que me compre la ropa que le gustaría que use y que el miércoles estaría temprano.

El miércoles llega, el Uber me busca, voy vestida de forma recatada, para mi madre, voy a casa de una amiga.

Finalmente llego a la casa de mi tío, entro temblando de nervios. Por más que ya lo habíamos hecho, él no lo sabía, en cierta forma era como la primera vez.

Me recibe con un beso en la mejilla, como no mostrando lo que iba a pasar después.

Tomamos algo fresco, el día era caluroso. Me invita a pasar a su cuarto, allí tiene la ropa para mí.

Una ropa interior finísima de encaje carísima de color rosa, un vestido cortísimo blanco y unos zapatos divinos.

Nuevamente me siento una reina gracias a mi tío.

Salgo del vestidor, la luz natural del sol refleja mis piernas doradas de los días de bronceado.

Mi tío esta con una chomba celeste de marca y unas bermudas beige.

El me espera y me dice que vaya caminando hacia él.

Camino desfilando, me acerco hasta que mis manos pequeñas acarician sus bíceps.

Por su parte, su mano toma mi cuello, y la otra mano mi cintura.

Nos acercamos como dos enamorados, abrimos nuestras bocas cerrando los ojos y comenzamos a besarnos, nuestras lenguas juegan con ternura, con dulzura.

Siento como me trata con cuidado, como me besa con masculinidad, pero con delicadeza.

Su mano en mi cuello me sujeta con firmeza, su mano en mi cintura marca que él lleva el ritmo.

Nos besamos con pasión, nuestras lenguas juegan y se enredan, nuestros labios se aprietan entre sí.

Mi tierna piel adolescente se frota con su curtida piel madura dejándome irritada.

Su mano del cuello baja lentamente tirando un bretel del vestido hacia abajo, eso libera la vista a uno de mis pechos sin sostén.

Sus dedos índice y mayor me acarician desde el hombre bajando por mi pecho descubierto.

El juego había comenzado.

Continuará

Comenten que les va pareciendo, llega el cierre.

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