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El lado oscuro de Luna (C. 3): Dando por primera vez el culo

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– Y por cierto Luna, me llamo Luciano, me puedes llamar por mi nombre – sí ya lo sabía, pero prefería decirte “mi terapeuta” que tengas buenas tardes, nos vemos. 

Luna salió de ese lugar nuevamente inconforme y ahora se le agregó la vergüenza por su estupidez de pensar que podía seducir aquel hombre que tanto le llamaba la atención, sin contar el coraje que sentía al verse rechazada, y si antes tenía un sinfín de preguntas dando vueltas en su cabeza, ahora tenía una mezcla de sentimientos encontrados.

– Madre vamos, te invito a pasar una tarde diferente, vamos a divertirnos un poco – ¿Cómo te fue? – Hablamos de eso después – okey, por tu cara como que no te fue muy bien.

– Quiero ir a un sito a que comamos y tomemos algo, quiero relajarme, y aprovechamos para conversar de varias cosas, de verdad que deseo hacer cosas que nunca he hecho.

– Su madre se queda mirando y le dice – está bien hija, como tú quieras, sabes que deseo ser algo más que tu madre, quiero ser tu amiga y que confíes en mí, sé que te guardas muchas cosas y que me cuentas muy pocas – está bien mamá.

– Luna y su madre llegan a un bar, el lugar está casi vació por la hora, aparte de ser el segundo día de la semana, las personas están trabajando y luego uno que otro sale de su estresado día laboral a tomarse algo y luego regresar a casa. Se sientan el barra, observan todo el lugar, el braman se acerca y le pregunta – ¿Que van a ordenar? Al cual Luna responde – ¡Hola! Por favor tráeme la carta para pedir algo de comer y luego pediremos de tomar – está bien, estoy a sus órdenes, cuando quieran, me dicen.

Mami ¡Quiero tomar y tomar hasta ya no poder más! Me quiero emborrachar “jaja” – hija por Dios – es en serio mami, así que hoy serás mi compañera de tragos y mi confidente, un noche de chicas, así que a disfrutar – pero si tu no toma ¡Bueno mi niña tu sabrás! Aquí estoy para ti.

–Se acercó el chico de la barra para tomar la orden, ellas pidieron fajitas mexicanas y un par de cervezas, seguían conversando y riendo de sus pocas anécdotas pasadas, el barman solo las observaba y sonreía al escuchar sus historias cada vez que pasaba cerca de donde ellas estaban, Luna por momentos le regalaba una mirada con una sonrisa y él se la devolvía mucho más picara, su madre notaba el coqueteo de ambos y a ella también le estaba llamando la atención aquel chico de unos 35 años, alto, de barba poblada, piel morena, rasgos toscos y cabello crespo, con una sonrisa retorcida, un poco musculoso, con un poquito de panza, y buen trasero que le hacía lucir muy bien el pantalón que llevaba puesto, ella lo detalló por completo. Pero el chico insistía en hacerse notar con Luna, al verla le guiñó el ojo y mostró la blanca dentadura con su encantadora sonrisa, cosa que a Luna la cautivo.

El tiempo pasaba y ya el licor estaba haciendo efecto en ambas, sobre todo en Luna que no está acostumbrada a beber; ya hablaban en tono más alto y las miradas hacía el bartender eran más atrevida, cosa que el chico no desaprovecho y se acercó a ellas, se presentó – mucho gusto, me llamo Valentín ¡para servirles! y les ofreció un par de cervezas por la casa, ellas sonrieron le dieron la mano, un mucho gusto y accedieron a recibir el presente de Valentín, al poco rato comenzó a llegar una que otra persona, en este caso del sexo masculino, Luna inspecciono con la mirada todo el local y se dio cuenta que las únicas mujeres eran su madre, ella y la señora de la cocina, solo habían unas tres mesas ocupadas y un señor a final de la barra, mientras su madre seguía comiéndose con los ojos a Valentín, pero él estaba más interesado en Luna que en la hermosa madre, y por otra parte Luna también estaba interesada en el a pesar de no ser tan mayor como a ella le gustan.

– Mami voy al baño, me dieron ganas de hacer pis ¿Te diste cuenta lo buenazo que esta Valentín? – ¡Sí! Claro hija, tengo rato observándolo y me doy cuenta que quiere contigo – Si mami, también lo note, pero también te ve a ti ¿Será que quiere con las dos? Por mi no hay problema jajaja. Ya vengo te dejo sola con el – hija por Dios, se te ocurren unas cosas.

Luna se levanta del banco de la barra, baja el vestido y cuando camina se bambolea, cosa que Valentín noto y le dice – ¿Quieres que te acompañe hasta la puerta del baño? – No gracias, eres muy amable – no hay de que, ten cuidado te tropiezas.

Luna entra al baño, abre la puerta del escusado, limpia la tapa con papel, sube su vestido, baja las pantaletas y se sienta a orinar, cuando está casi terminado, escucha que se abre la puerta del baño con mucho cuidado y dice – mami ¿Eres tú? Hubo silencio y al poco rato escucha – no, es Valentín, quería ver si estabas bien – ¿Qué haces aquí? – Ya te dije que quería saber si estabas bien – si lo estoy.

El intentaba abrir la puerta con cautela y ella sujetaba la puerta para que no lo hiciera, le decía – Luna de verdad que desde que te vi entrar llamaste mi atención, con ese vestido corto, esas lindas sandalias, tu cabello suelto; y ese escultural cuerpo, de verdad me haces desearte de tal manera que no pude controlar el deseo de venir al baño para estar a solas contigo.

Ella se quedó en silencio sentada en el W.C., sin quitar la mano de la perilla de la puerta, aquellas palabras estaban haciendo efecto, Luna empezó a experimentar otro tipo de humedad que no era precisamente el orine chorreando entre su raja, sentía que un espeso flujo mojaba los labios y se le estaba endureciendo el clítoris, sus pezones querían estallar. Ella sentía una excitación completamente diferente a las que ha tenido en otras oportunidades.

– Luna por favor déjame entra ahí contigo – Valentín ¿Y sí alguien entra? Además recuerda que mi madre está en la barra esperándome – No te preocupes que nadie entrara aquí, solo hay hombres y este es el baño de las mujeres, tu madre no vendrá, está entretenida en el celular y tomando su cerveza.

Luna bajó la guardia, dio vuelta a la perilla y dejo que Valentín empujara la puerta, el la vio con ojos de deseo se puso de rodillas frete a ella que aún seguía sentada con el pantys en los tobillos, besaba sus piernas y le decía.

– Que divinas piernas tienes, me encantas, que deseos tan grandes tenía de estar así contigo – Valentín esto es una locura, alguien puede entrar – ¿No te gusta lo que hago? – Sí me encanta, pero me da miedo que alguien entre o mi madre me venga a buscar – tranquila, solo disfruta el momento.

El seguía besando y lamiendo las piernas de Luna y ella apretaba dando jalones al crespo cabello de Valentín, el terminó de quitar el pantys y lo metió en el bolsillo del pantalón. En aquel pequeño cubículo, como pudo Luna elevó un poco las piernas y abrió, dándole a él una vista completa y una entrada a su húmeda y olorosa concha. El metió su ancha nariz entre su raja el cual olía con lujuria y con ella frotaba justo en el clítoris y el meato

– Luna por dios, que divino olor tienes en tu vagina, ese olor a pis y a sudor me excita mucho – ¿Sí Valentín, te gusta? ¡Anda huélela es para ti, frota tu nariz en ella, hazlo mientras lames mi culo! Hazme acabar en tu boca, lame mi culo, mete la lengua en él, y con la nariz frota mi frijol – ¡Hum! que rico sabor y que divino olor, tienes un culo delicioso y una vagina olorosa a sexo – eres mi perro, lame ahora mi concha desgraciado sádico que eso me gusta, muerde suave que yo aquí estoy apretando mis tetas y voy a lamer mis pezones, anda perro, lame ¿Qué esperas? Succiona mi pepita, hazme acabar desgraciado, hazlo.

– Luna que divina la tienes me gusta mucho, es grade y carnosa – sigue así, me gusta, mete un dedo el mi culo mientras me la chupas, sácalo y metelo sin piedad ¡ahhh! Me gusta, sí así.

- Valentín al sentir que Luna se corrió en su boca, se quedó un rato pasando la lengua y saboreando su exquisito néctar espeso y cristalino.

Ya cansado y con las piernas adormecidas por estar en esa posición, se puso de pie, con una mano la tomo fuerte por la parte de atrás del cabello para así sujetar la cabeza y mantenerla firme, con la otra tomo su erecto y lubricado pene que ya estaba goteando un poco semen; y le daba por la cara golpes con él, como si fuera una cachiporra, ella abría la boca pidiendo que se lo metería y la follara como si la estuviera penetrando por la vagina, el entendido perfectamente lo que Luna deseaba y con ambas manos la tomo por la cara y comenzó a embestir con rudeza, cosa que a Luna le agradaba y le recordaba la experiencia con el chico del auto en el parque.

Pero la intención de Valentín no era acabar en la boca de ella, el quería penetrarla, después de profanar la boca de Luna y dejar parte de su semen, la puso de pie la beso y bruscamente la puso de espalda, abrió sus piernas y ella coloco ambas manos abiertas contra la pared con el inodoro estorbando un poco debajo de ella.

– Valentín, nuca me han penetrado por ninguno de mis dos orificios y de verdad no quiero perder el virgo aquí

–¿Como, eres virgen? -– Sí – Ya se lo que haré, me voy a agachar para lamer de nuevo tu delicioso culo y luego te lo follaré – Valentín eso me va a doler ¡No por favor! – Sí, ya verás que te va a gustar.

– El haciendo caso omiso a la negativa de ella, procedió hacer exactamente como le dijo a Luna, abrió sus nalgas y metía la lengua en el cerrado agujero y lamía como un perro con sed.

Luna se retorcía de placer y el no paraba de hacerlo, luego se colocó detrás de ella, tomo el pene con la mano y lo comenzó a meter en el apretado hueco. Luna apretaba los dientes y jadeaba con la boca entre cerrada y abierta, el presionaba con un poco de fuerza para que pudiera entrar, pero se le dificulta un poco.

– Luna por favor relájate un poco, afloja los músculos para que pueda entrar, sí aprietas te dolerá – Es que me da miedo, eso me está doliendo y aún no ha entrado, imagínate cuando entre – Confía en mi cariño, relájate y veras que te va a gustar – Esta bien.

– Luna se relajó dejándose llevar por su amante, él fue metiendo poco a poco aquel pene grueso y largo hasta el final, Luna Apretaba sus labios y daba golpes a la pared con el puño cerrado, mientras el sacaba y metía aquel descomunal falo. Al paso que entraba y salía, el ano se dilataba más y ya Luna no sentía tanto dolor, al contrario, estaba sintiendo un placer infinito.

– Dios mío Valentín, que divino, nunca había sentido este placer tan rico y excitante, dale más fuerte, me gusta esta mezcla de dolor y placer, dale, hazme sentir tu perra, soy tuya ¡Dame más, quiero más! – que rico culo tiene y que nalgas tan hermosas, grandes y redondas – dame nalgadas, apriétalas a tu antojo, en este momento son tuyas, haz lo que te dé la gana, dame mas duro.

– Valentín obedeciendo nalgueaba con fuerza y embestía sin piedad, ella se movía de atrás hacia adelante y en ocasiones quebraba las caderas.

– Luna me voy – Dale más fuerte, quiero esa leche en mi trasero – muévete coño, dale perrita, eres mi perra, me voy ¡ahhhh! Que rico, me fui ¡Que divino!

Ambos quedaron en total quietud, solo se escuchaba las respiraciones agitadas, poco a poco Valentín saca el pene, sube su pantalón hasta la mitad, saca del bolsillo el pantys de Luna y se lo entrega, ella se lo coloca, se va al espejo a arreglarse, en el lavamanos el lava su miembro mientras la sigue mirando.

– Nunca había hecho esto, primera vez que me penetran – ¿Te gustó? - A pesar de que me dolió, puedo decir que sí me gustó.

En eso, se abre la puerta y es la madre de Luna, se queda mirando a su hija que esta frente al espejo acomodando el atuendo; y también ve al chico terminando de acomodar su pantalón, se les queda mirando a ambos y le pregunta a su hija – ¿Que está pasando aquí? – Nada mami, luego te cuento.

Valentín como pudo se escurre del lugar dejando a Luna con su madre en el baño.

D A

Continuará…

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