Nuevos relatos publicados: 9

El sobrino de mi esposo (Parte 2)

  • 12
  • 40.260
  • 9,76 (42 Val.)
  • 2

Pasaron casi dos años, y quedé embarazada, algo que veníamos intentando hasta que se hizo realidad, mi esposo me propuso ir nuevamente a su pueblo natal, aprovechando que aún estaba en los seis meses de embarazo y podía efectuar un viaje en avión. Me dice además:

“Sé que te aburres un poco en ese pueblo, pero no sé, cuando regresare, una vez que nos vayamos de ahí, dime que parte de Europa quieres visitar, y te llevare”

La propuesta era apetecible, así que acepte, sin reproches, trataría de pasarla lo mejor posible, vino a mi mente Gino, no me arrepiento de no haber pasado algo más con él, pero de vez en cuando ciertas fantasías poblaban mi mente.

El día que llegamos al pueblo, fue igual o superior a la primera vez, pero al verme embarazada los agasajos se incrementaron, de almorzar a una casa a cenar a otra, por supuesto que mi esposo repetía lo de la vez anterior salir a la noche con sus amigos, quedaba sola, por suerte al tercer día apareció Gino, que había estado en Roma, había crecido, alto y hermoso porte y no con esa cara de adolescente parecía mayor de la edad que tenía.

Al verme se alegró, pero me dio la impresión que mi embarazo no le hacía demasiado feliz, posiblemente algo celoso, no sé, ya no lo notaba tan apegado como hacía 2 años atrás, el hecho, que por la noche tampoco estaba. Mis cortos paseos por el pueblo se fueron haciendo bastante tediosos, pero mis esperanzas estaban en recorrer algunas ciudades importantes de Europa.

Traté de cautivar a Gino, no con una finalidad sexual, sino intentar retomar esa amistad que habías tenido, por supuesto no lo que habíamos hecho, que si bien lo conservaba como un hermoso momento, no quería volver a repetirlo.

Como resultado logré que hiciésemos una excursión a las famosas grutas, no había traído ropa de baño, así que me fui al pueblo a comprar una, que fue algo dificultoso, teniendo que utilizar la que había llevado.

Me puse mi bikini, que me quedaba bastante chica, tanto el sostén como la tanga, pero era lo único que contaba, así que opté por dejármela, no quería bañarme desnuda en esas aguas, delante de Gino, sumado a mi cuerpo algo alterado por mi estado. y además quería evitar de provocarlo.

Ante mi sorpresa me vino a buscar en un pequeño auto de fabricación Italiana, cargamos todo y nos dirigimos hasta las termas. Que según me contó Gino, pretendieron explotar ese lugar pero no tuvieron demasiado éxito.

Llegamos la gruta, que no había cambiado demasiado, salvo unos tinglados de madera, que se notaban deteriorados por el abandono, a lo que me alegre que mantuviese la imagen que conocí.

Cuando me quité el vestido, me sentí algo ridícula con esa malla acotada, a lo que Gino comenta:

“Realmente estas hermosa con esa pancita, pero verte desnuda debe ser algo mucho más seductor, Bella!!!”

Si bien me encanto ese alago, solo le sonreí, diciéndole:

“Ya me has visto desnuda, mucho más delgada, así que guarda ese recuerdo”

Lo tome de la mano, y nos introducimos en las aguas, cálidas y relajantes como la primera vez que estuvimos, cuando salimos me acosté en la reposera, que habíamos traído, pero como el sostén me quedaba bastante ajustado opté por desatarlo, cubriendo mis gorditas tetas, evitando que las viera.

Me dormité un buen rato, los rayos del sol calentaban tanto mi cuerpo como mis estímulos, lo que me llevó a recordar los últimos acontecimientos con Gino, sin poder controlar mis hormonas que hicieron humedecer mi vagina. En un momento me levante de golpe desplazando mi sostén quedando mis pechos al descubierto a lo que Gino comenta:

”Catalina, que hermosas están tus tetas, se te han desarrollado, por tu preñez, ideales para amamantar más de un bebe”

“Si, si, vamos al mar, a refrescarnos un poco” comento, mientras me ato el sostén, tratando de darle un corte a esas insinuaciones.

Nos metimos en el mar, durante un rato, retornamos a la playa, me sequé y me propuso ponerme protector solar, me sonreí, me quité el toallón que me cubría, tirándome boca abajo sobre la reposera, se arrodillo a mi lado e inmediatamente desato en cordón del sostén, para pasar el protector, sobre mi espalda, cuello, continuando con el resto de mi cuerpo. Entreteniéndose con mis glúteos, para separarlos llegando hasta mi ano, diciéndole que era suficiente, a pesar que comenzaba a provocarme.

Por ahí vimos a lo lejos una pareja, que aparentaban estar haciendo el amor, Gino me miro con una sonrisa, como para copiar a esas personas, pero hice una mueca como, sin darle demasiada importancia.

Me coloque boca arriba, sintiendo su mano en mi abdomen, cuando la criatura pareció moverse, continuo acariciando mi panza suavemente, tocando la parte inferior de mis pechos, su contacto me perturbaba bastante, intentando contenerme, cosa algo difícil.

Hasta que me quitó el sostén tirándolo lejos de mi alcance, le grite enojada, pero me dice:

“Déjame tocarlas y besarlas, por favor”

Lo dijo de una manera que no me pude negar, respondiéndole:

“Está bien, pero solo eso, se a dónde apuntas”

Sin hacerse esperar, sus caricias me fueron transportándome, para convertirse en succiones en mis pezones, que no tardaron en sublevarse, cada tanto pretendía meter su mano entre mi tanga, deteniéndolo una y otra vez, hasta que refregó su mano a través de ella, mientras sus chupadas eran cada vez más provocadoras e incitantes..

Hasta que después de tanto insistir, logró su objetivo, metió su mano, percibiendo sus dedos meterse en mi sexo, entre sus chupadas y ese toqueteo vaginal, comencé a arquearme gimiendo de placer, intento quitar mi tanga, pero con gran esfuerzo lo impedí, cuando vi que se había quitado la malla.

”Gino, por favor, no, te lo ruego” Levantándome, con la intención de irme.

Pareció entenderlo, o por lo menos se contuvo, se colocó a mi lado como un chico, al que acabas de retar, vi su verga erecta, lo que me dio pena por su estado hasta que se lo abrace,

Riéndole:

“Gino métetelo en la cabeza, no vamos a coger, está claro, pero no quiero dejarte así?’

“Que deseas, te gustaría ponerlas entre mis tetas y acabar entre ellas?

Me miró con una sonrisa, como cuando a un niño, le obsequias una bolsa de dulces. Cuando me dice:

“Puedes quitarte la tanga?”

“No crees que estas pidiendo demasiado?”

Lo miré, y si bien me contenía de tener relaciones, me la quité, que inmediatamente comenzó a besarme, tocar mi sexo, deteniéndolo de inmediato, aclarándole:

“Gino, por última vez, o hacemos lo que te dije o me levanto y me regreso”

Si bien regresar dependía de él, se montó pegado a mis tetas depositando su miembro entre ellas, me miró sonriente, oprimí mis pechos cobijando su verga, hasta que suavemente empezó a moverse, una y otra vez, sin quitarle sus ojos de los míos, que después de un buen rato, finalizo eyaculando entre ellas, algo que nunca lo había permitido, pero este pendejo, terminaba haciendo su “capricho”, admito que es difícil negarse a un jovencito.

No me quite su semen, solo lo abrace y nos quedamos un rato así, cuando nos levantamos, limpie su flujo con mi boca, notándolo más sosegado.

Unas gotas comenzaron a caer, por suerte o no, no sé, hasta que se largó a llover, Gino pretendió ir a la gruta, pero insistí en que era preferible regresar a casa.

Esa noche mi esposo me dijo que nos íbamos a Paris, realmente me puso contenta, me había mantenido sin llegar a copular con Gino, no sé si arrepentida o no, pero creo que fue la mejor decisión.

Recorrimos en esos quince días, casi seis o siete ciudades importantes, cuando me comenta que regresaríamos unos días al pueblo, algo que no sé si me alegró o no, pero en mi interior creo que lo deseaba.

Antes de ese regreso imprevisto, decidí comprarme una malla, acorde con mi estado, divisando en esa tienda, una bata blanca de baño, no sé pero me atrajo, hasta inconscientemente me hice una leve fantasía, así que sin pensarlo demasiado, también la adquirí.

Apenas llegamos al pueblo el recibimiento fue similar a los anteriores, con cierta sonrisa forzada, saludaba a esa gente, entre ellos vi a Gino, que me observaba más que contento. Le había traído un obsequio, al igual que a la tía, que lo aceptaron más que gustosos.

Nos quedaríamos unos días, para regresar luego a nuestro hogar, sabía que me esperaba en ese pueblo, o aburrirme totalmente, tratar de evitar a Gino, Oh!!! Ya se imaginan.

Se me ocurrió decirle a mi esposo, que alquilase un auto recorrer la región, ir a que viese la Gruta, traté de disuadirlo de que no se reuniese tanto con sus amigos y aprovechar de conocer algo más.

“Amor, ya paseamos bastante, conozco muy bien esta región desde que era chico, no lo tomes a mal, pero no sé cuándo los volveré a ver a mis primo y amigos, Ve con Gino se llevan bien”

Eso fue como entregarme al lobo, no sé si me agrado, pero traté de evitar a este joven, que por supuesto continuaba con sus indirectas, sabía que deseaba, lo pensé bastante, en definitiva habíamos estado en un tris de llegar a copular.

Esa noche cerca de las 9 pm después de cenar salió nuevamente con sus amigos, me acosté temprano algo malhumorada, ni la tía de mi esposo, ni Gino estaban.

Cerca de la medianoche me desperté con ganas de ir al baño, mi esposo aún no había llegado, al salir del recinto me tenté de pasar por la habitación de Gino, hablar con él, o quien sabe que más, pero tampoco estaba. Me fui a acostar maldiciendo que estaba haciendo en ese pueblo de mierda.

Me desperté temprano a la mañana siguiente, mi esposo dormía, la tía había preparado el desayuno, como pude, hable con ella, hasta que se levantó Gino, me alegró verlo, aproveche para darle un beso de Buenos días. Después de merendar le pregunto:

“Que tienes que hacer después?”

“Algunas cosas en el pueblo, por qué?”

“Si tienes ganas de ir a la gruta?”

“Prepara todo, en una hora quedo libre” lo dijo de una manera entusiasta, era lógico lo que debía de estar pensando.

Así lo hice, le comenté a mi esposo, y con voz de dormido, me dice está bien, disfruta. Mientras preparaba lo necesario, tomé la bata blanca, y la guarde en el bolso, con otras cosas más.

Cuando llegamos al lugar me quite la ropa a escondida de Gino, y me puse la bata, así nos dirigimos a la gruta, apenas llegamos se metió en el agua, yo me quité mi prenda quedando solo con la tanga, que apenas me cubría, la mirada de mi “sobrino” fue cómica, por su expresión de asombro.

Salimos del agua, rápidamente me la puse y nos fuimos hacia la playa, recostándome sobre la reposera, no cabían dudas el estado de Gino, observe disimuladamente, notando su bulto bajo su bermuda.

Era obvio su estado, sabiendo que solo una bata cubría mi piel, tenía un deseo de volcarme sobre este joven, hacía varios días que carecía de relaciones sexuales, mi estado aumentaba mi libido, y las aguas termales se sumaban a ese apetito sexual.

No quería ser la que iniciase ese posible encuentro, sacarme la bata era demasiado evidente, aunque me estaba acalorando bastante, por el sol reinante. Gino me pregunto si tenía calor, le comente que sí, mientras abría un poco la bata sin llegar a mostrar algo indecoroso. No sé si por el calor la criatura comenzó a moverse, llamándole la atención a Gino.

Momento adecuado para decirme:

“Puedo tocar tu panza para sentirlo?”

“Si te atrae, hazlo”

Al sentir su mano desplazarse por mi abdomen, sentí mojarme, cerré mis piernas, mientras su mano recorría mi piel.

Confirmé que cautelosamente iba abriendo mi prenda, tratando de contenerlo en esa sutil estrategia, que después de varios minutos intenté relajarme, donde mi panza había quedado totalmente al descubierto, notándose gran parte de mis senos. Todo se fue desarrollando de una manera muy tenue, hasta que uno de mis pechos quedó al descubierto, que obviamente acarició suavemente, para iniciar algo más, al percibir que no oponía rechazo.

Lentamente fue avanzando en su intento, notando que su bulto parecía hincharse, hasta que comenzó a lamer los dedos de mis pies, metiendo su lengua entre el intersticio de mis extremidades, para luego continuar con mi pierna, desplazándose por mi muslo hasta finalizar en mi abertura, pasando su mano a través de mi tanga.

Con esa manera de incitar, era imposible de contener, ese juego era de lo más excitante, su avance se iba extendiendo, cuando abre totalmente la bata para dejar al manifiesto mis pechos, y ya era imposible contenerme, lo bese en la boca desesperadamente, mientras comienza a intentar sacar la tanga, levantando mi culo para permitir su retiro, termina de despojármela, comenzando a mordisquear mis regordetes labios vaginales, transportándome a un éxtasis imposible de regresar…

De una manera incontenible, permaneció succionando mis pezones, ya bastantes perturbados y rígidos, donde parecía que mis pechos se enardecían por ese abrupto acometimiento bucal. A la vez que su mano se incrustaba en mi pelvis en la búsqueda de mi abertura, era algo incontenible, humedeciendo sus dedos con mis flujos, para incrustarlos en mi boca, disfrutando de mis propios jugos.

Me quité la bata, mientras Gino lo hacía con su pantalón, descubriendo su rígida verga, pronta a entrar en acción, notando que carecía del vello que lo cercaba.

Nuestros desnudos cuerpos se adosaron de una manera infernal, cuando sentí abruptamente introducir su candente miembro en mi cavidad vaginal, entrando y saliendo de una manera arrolladora. Mis gemidos eran incontenibles, arañaba su espalda ante cada vertiginosa embestida, mientras nuestros cuerpos, entremezclaban el sudor que desprendían nuestros poros.

Su verga entraba y salía de mi útero de una manera presurosa, sintiendo como se perdía con total impunidad en mi claustro, gemía ante ese impulso incontrolable, mis pensamiento estaban concentrado en ese acto libertino e indebido.

Cuando no tardé, en sentí su esperma, regar mi seno, gritando ese advenimiento con un fuerte orgasmo, besándonos desenfrenadamente, mientras mi cuerpo vibraba por lo acontecido. Me bajé de la reposera y abrazados nos quedamos tendidos.

(9,76)