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Encontramos los brownies y los comimos (padre-hija)

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Este fin de semana junto a papá comenzaríamos a disfrutar de diez días de tranquilidad absoluta, seriamos los reyes de la casa, mamá y mis hermanos se irían de paseo y nos quedaríamos solos disfrutando la paz hogareña, ¡que felicidad!

Me llamo Cintia, cuento 20 años, una chica normal, mis tetas, medianas y firmes, cintura delgada y aplanada, un culo apetecible redondeado y pequeño, muy blanca de piel. Estudio y soy aplicada en los quehaceres hogareños, digamos que me ven como la mejor de los tres hermanos, según diría mi papa, la que se pudo rescatar pues los otros dos son un caso perdido jajaja.

Todo lo que voy a relatar de aquí en más tiene su origen al otro día en que salieron de viaje.

Al término del almuerzo y luego de acomodar todo lo utilizado, me aplico en el orden de mi pieza como así también la de mis hermanos, encontrando un tupper que contenía unos brownies que se veían sabrosos, llevándolos al comedor le digo a mi papa.

-Pa, mira lo que encontré en la pieza de esos dos mugrientos, unos brownies, que encima se ven riquísimos.

-Que te parece Cintia si le damos un escarmiento y los comemos.

-Me parece fantástico, así aprenden a compartir.

Como ya había pasado la hora, prepare una merienda, café con leche y brownies, no había muchos, pero que estaban exquisitos, lo estaban, no dejamos ni uno.

Pasado un rato largo, algo me pasaba, digamos como que estaba en otro mundo, todo giraba a mí alrededor, caminaba como entre algodones todo me parecía increíble, la música que sonaba en el equipo se metía dentro de mi cuerpo, la luz del sol que entraba por la ventana brillaba más.

Nos miramos con papa y me parece que a él le ocurría lo mismo, comenzamos a dialogar y solo nos salía risa por doquier, veía sus ojos colorados como si fuera un conejo.

-Cin, me parece que estamos intoxicados…

-Los brownies papá, no lo puedo creer.

No sé qué me pasaba, mi deseo sexual aumentaba a pasos agigantados, me sentía con muchas ganas de sexo e intriga por conocer el miembro de mi papa.

En un momento la cosa se puso picante…

-Cintia tus tetas son hermosas, que no daría por tener la posibilidad de saborearlas.

-¿en serio papito, te gustan?

Suavemente y lento me fui sacando la remera y el corpiño.

-¿Te gustaría probarlas ahora?

Acercándose disparado hasta ellas, las metió alternadamente en su boca besándolas y chupándolas como si no hubiera un mañana. Mientras tanto yo podía observar como iba creciendo su bulto dentro del pantalón.

Comencé a sentir esa humedad que me caracteriza mojando mi tanga, en un susurro le confesé que me gustaba, que me lo hacía bien rico.

Me tocaba a mí continuar la faena. Recorrí su pecho con mis manos, nuestras bocas se unieron para dar paso a un beso muy tierno, permitiendo nuestras lenguas jugar dentro de ellas recorriendo toda la cavidad, fui bajando mis caricias hacia su abdomen y pude con un poco de dificultad poner mi mano dentro de su pantalón, lo que me permitió palpar su miembro duro, caliente, palpitante. El hacía lo propio en mi cuerpo, sus caricias me excitaban cada vez más.

Sentí el cálido aliento al susurrarme en el oído mientras me besaba el cuello haciéndome gemir, como nunca lo logro ninguno con quien he estado, me sentía en el paraíso terrenal, a juicio de valor, me sentía muy bien.

Ya estando sin ninguna prenda que cubriera nuestros cuerpos tomo entre sus manos la húmeda tanga, la olio y paso la lengua por ella.

-¿Querés seguir? En un instante vamos a estar en un punto de no retorno.

-Si papi, estoy segura de lo que quiero.

Como en cámara lenta fue bajando, recorriendo todo mi pecho y abdomen hasta llegar ahí, justo donde yo quería que llegara.

Suavemente besaba mi vagina, por momento con la punta de la lengua daba toques sutiles en el clítoris, para ir creciendo muy de poco en intensidad y lamerla como un perro sediento, recibiendo todo mi flujo para saborearlo cual última cena. No sé si era la intoxicación o la excitación pero seguía subida en una nube de placer, que exploto cuando aprisiono con sus labios mi desenfundado clítoris ejerciendo leves chupaditas, las que me llevaron a un espectacular orgasmo, el que no desperdicio tomando todos los fluidos que recorrían mis labios vaginales.

Papa me estaba dando un placer que nunca había conocido, un sexo oral hábil, sabia donde tocar, donde lamer y sobre todo, donde chupar y en qué momento.

Ahora era mi momento, dirigí mi boca a su miembro erguido, pasando la lengua por esa colorada cabeza, siento el característico gusto de su líquido pre seminal, abrí la boca e intenté metérmela toda de una sola vez, no pude, me costaba un poco pero lo conseguí de a poco. Lamia su glande, iba y venía con mi lengua desde la punta a los testículos, esos mismos que había tomado con mis pequeñas manos para darle pequeñitos masajes y suaves apretones, estaba ansiosa por recibir su semen y probar el sabor de papa. Siento que comienza a crecer su grosor, me dije para mí, -ahí viene- pero lejos de eso me puso en cuatro y apoyo su venoso miembro en la entrada de la vagina.

Comencé a palpitar una cogida espectacular, aunque me quede con ganas de tragar el semen de papa, (luego hubo oportunidad y es exquisito) la lubricación reinante hizo más fácil la penetración, no dolió para nada, el cannabis que consumimos con los brownies exacerbo la sensibilidad, me quito todo tipo de dolor, ni que decir del orgasmo que me provoco tamaño miembro, estoy en condiciones de decir que fue el mejor polvo de mi corta vida.

Se podía escuchar el ruido que hacían nuestros sexos en el vaivén de ese espectacular miembro paternal debido a la cantidad de fluidos que destilaba, le pedí que lo haga más fuerte, necesitaba sentirlo de esa manera, rudo, quería sentir su presencia dentro, vaya que la sentí, sobre todo cuando se inflamo y comenzó a bañar mi interior con ese semen caliente que abrazaba mis entrañas, entre gemidos y palabras de cariño su verga iba descargando gran cantidad, casi inagotable, de semen, que salía por los lados de los unidos sexos, enmarañándose entre los bellos púbicos de ambos.

Al sacar esa rica verga de mi concha encendida, surgió algo que nos hizo reír aún, mucho más que antes, la salida sonora de aire que se dio a través de la vagina, el famoso “pedo de concha”, que generalmente se da en personas como yo, con un índice bajo de masa corporal al entrar aire, obvio que ni me dio vergüenza pues ya me había pasado en varias oportunidades.

Así fue el comienzo de “nuestras vacaciones”, aún bajo los efectos del brownie, pensaba en los ocho días que estaban por venir. El resto del día transcurrió normalmente, salvo algún pico a la pasada o una palmada en mi culo, hermosa caricia.

Al día siguiente al levantarnos cruzamos miradas sus ojos se clavaron en los míos.

-Papa ¿te pasa algo?

-No hija, es que ayer… me parece haber cruzado una línea que no…

Me arroje a sus brazo cerrando su boca con un beso, el que no correspondió, suavemente puso sus manos en mi cadera separando nuestros cuerpos.

-No Cintia, esto no está nada bien, no debimos, ni debemos continuar con esto.

-Te hago una pregunta la que quiero sea respondida desde el corazón, ¿te gusto lo que ocurrió?

-No debemos…

-Contéstame puntualmente por favor, te gusto o no.

-En realidad no me gusto, me encanto, es que la culpa me carcome por dentro.

-Pero, ¿te sentiste bien?

-Si más vale,

-Entonces no hay culpas, esto surgió y si se dio de esa manera es porque tenía que ser, no quiero peros, ni nada que se le parezca, el hecho de tenerte dentro y recibir tu esperma en mi cuerpo, ese mismo que me dio la vida, me lleno de emoción, en ese momento utilice mi mejor juicio y decidí que sí, que haríamos el amor, lo hicimos y listo.

-Pero…

Callé su pero con otro beso, pero ahora consciente al cien por cien, esta vez nuestras bocas se fundieron de mutuo acuerdo, mi papa se fue aflojando de a poco, nos acariciamos nuestras zonas erógenas sin llegar a más que eso, caricias, me pareció que fue el preliminar de lo que vendría esta noche.

Recordando lo sucedido me mataba la ansiedad, no quería esperar que llegue la noche, ya extrañaba ese tibio cuerpo sobre el mío, que me siga generando ese placer, el poder recorrer su piel con las manos, con mi boca.

Pasaban los minutos, las horas y ahí seguía, en mi cabeza y no precisamente con ropa…

Solo quiero que deje volar la imaginación y me haga suya, quiero ser esa esclava de sus más bajos deseos; cuánto anhelo sentir su cuerpo fundido al mío.

La mejor manera de librarme de la tentación es caer en ella.

Luego de la cena, en la cual estuvo pensativo, taciturno, estaba a la espera que me lleve con él a su cama, lejos de ocurrir, se despidió con un fugaz beso en la mejilla y nos fuimos cada uno a la suya.

Quede triste, mi cabeza daba vueltas, no podía coordinar ideas, mi papa no se imaginaba de lo que pasaba en mi mente, no tenía ni la menor idea de todo lo que pasaba por ella; como el deseo por él, crecía poco a poco dentro de mí, las ganas de mi padre no se quitan, se acumulan, estoy segura que debajo de las sedosas sabanas podemos llegar a crear la más grande sinfonía de nuestra pasión, explorando en ese momento todos y cada uno de nuestros recónditos lugares donde el entorno se esfuma para quedar solo él y yo, entregados al sexo la pasión y la lujuria.

Apenas pasadas las veintitrés treinta horas recibo un mensaje en el móvil, era de mi padre, el texto rezaba *¿podes venir a mi habitación?*

A corazón batiente y a un paso (mal intentado) tranquilo me dirijo a su cuarto.

-Pasa Cintia, toma asiento aquí.

Palmeando el borde de su cama.

-Si papi, en que puedo ayudarte, ¿o te pasa algo?

-No hija, es sobre lo sucedido, me siento mal, tengo mucha culpa, ganas de llorar, en verdad estoy arrepentido, siento que te he robado algo.

-Papito, tranquilo, no tomaste nada que no te corresponda, como te habrás dado cuenta ya tenía experiencia sexual (por no decirle que no era virgen)

-Es que…

-No te gusto.

-No es eso, sos mi hija.

-No empecemos de nuevo, ya te dije, ambos la pasamos bien, me hiciste disfrutar como ninguno hasta ahora. (mientras hablaba me fui deslizando dentro de su cama)

-Tengo culpa de lo que he hecho,

-Hemos papa, hemos.

Me comencé a desvestir teniendo cierta reticencia de su parte, le tome su mano la puse sobre mis tetas y lo bese apasionadamente, muy de a poco fue cediendo, saque lentamente su ropa interior, ahora sí, ambos totalmente desnudos y en su cama, esa cama que envidie cuando escuchaba a él y mama hacer el amor.

Ya más o menos habíamos coordinado nuestros gustos, ahora comenzábamos una nueva etapa, por lo menos hasta el regreso de la familia.

Que decir, esos días que pasamos juntos fueron a puro sexo, pero bueno, todo tiene un final, llegaron mama y mis hermanos. Ellos con su alegría por el viaje y nosotros con la nuestra por nuestro secreto.

Para finalizar quiero contar que en esa enorme cama fue donde verdaderamente empezamos a conocernos y nuestros gustos fueron dejados al descubierto, experimentando de todo desde el sexo clásico, por la mañana, por la tarde, por la noche, sexo oral, anal, en cada rincón de la casa, atados, de pie, hasta filmarnos, fantasías… tratamos de llevar a cabo las que teníamos, solo nos faltó un trio.

De vez en cuando nos encontramos en algún hotel para tener nuestro espacio sexual, aún sigue siendo nuestro secreto, ese secreto que comenzó por comer unos deliciosos brownies, que lamentablemente no pudimos comer más.

(9,24)