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Esas pelotas debían ser aserruchadas y ¿por qué no, su falo?

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Esa noche fue oscura para la familia, saber que uno de nuestros integrantes, había sido ultrajado y vejado hasta más no poderse fue brutal para nosotros, pero más para ella, mi hermana. Regresando de la universidad, alguien se acercó desde detrás de ella, le tapó la boca, y la llevó a unos matorrales, donde la desnudó e hizo con ella lo que quiso. Sus declaraciones al testificar fueron para mí, destructoras.

Ella al regresar de la universidad, tomó un atajo que le costaría no solo su dignidad sino su forma de vida más adelante. El desgraciado que la violó, se tomó el tiempo de quitarle toda la ropa, le amarró las manos y los pies, a las esquinas de una mesa. Cuando despertó pudo ver como su violador, se acercó a ella con su trozo de carne en una de sus manos dirigiéndose a quitarle lo más preciado que tenía, su virginidad.

Sin ningún tipo de compasión, introdujo su falo en su interior de golpe, causándole gran dolor, sin embargo, sus gritos no podrían ser escuchados por nadie, pues al intentar gritar se dio cuenta que tenía un trapo en su boca, además al mirar hacia arriba pudo notar que se encontraba en una especie de sótano, por lo que inmediatamente supo que iba a ser imposible que él se detuviese por algo más que no sea ella misma.

Sus fuerzas solo sirvieron para moverse ínfimamente, pero lo suficiente como para que, el cerdo que la estaba empotrando se corriese, en sus palabras: “Tres lechazos calientes me llenaron toda, me sentí desfallecer y, por un momento el mundo se paró para mí”, y es que no solo tenía un gran falo, sino, además, unos huevos re gordos, la imagen que tuvo al vérselos, y que dijo que no la olvidaría, sería la de esos huevos rebotando sobre su coño, estimulados por ella en contra de su voluntad, esperando el momento de vaciar la semilla del bastardo. Pero no paró ahí, la siguió violando una y otra vez, por bastante tiempo.

Al cabo de un rato luego de parar, regresó, su miembro estaba igual de duro que antes, como si todo lo que había hecho no hubiese pasado. Le desato los pies, y cuando ella pensó que la soltaría, solo la dio vuelta sobre la mesa, su pecho contra la mesa, y dejando su trasero a vista de él, sintió como las manos de este le abrieron las nalgas, no fue difícil darse cuenta que, era turno de su ano, intentó moverse, pero inmediatamente sintió, con mucho dolor, como el mazo de carne de este, se introducía dentro de ella, esta vez fue más compasivo, paró a la mitad, para luego simplemente introducir de golpe el resto de su polla dentro de su interior, sintió como si la tercera parte de su intestino grueso se llenara.

En medio del dolor que sintió, pues nunca pensó si quiera hacerlo por ahí, no se percató que el vaivén ya había iniciado. Se la metía y sacaba hasta la mitad, para luego seguir y seguir de nuevo. Simplemente se quedó quieta hasta sentir como de esos huevos constante semen inundó por completo su intestino, le quemaba y ardía; así de fuerte como entró el falo, también salió. A grandes chorros se desbordaba la leche de ese cerdo de ella. No pudo sino solo quedarse ahí. Cerró los ojos y pensó que moriría.

Al cabo de un rato, despertó, estaba desatada, pero seguía desnuda sobre esa mesa, la cómplice de todo. Como pudo se levantó, pese incluso al dolor que sintió cuando quiso pararse correctamente, el desgraciado le había roto el culo, y como consecuencia no podía caminar bien. Gateando se puso su ropa, cogió sus cosas que estaban intactas, vio la hora ya eran las 4 de la mañana, como pudo salió del lugar, era un descampado, luego de caminar varios minutos hasta que llegó a la carretera, donde fue encontrada por un patrullero quien la llevó de emergencia a un hospital donde fue atendida.

La policía tenía un sospechoso, pero no había pruebas suficientes de que el fuese, y tampoco quisieron investigar, la zona donde vivía este era peligrosa según averigüé. Pero yo no podía dejar que esto quedara ahí, así que investigue al sospechoso de la policía, en efecto el barrio era peligroso, y por casi dos semanas le seguí los pasos, tenía un croquis de su barrio, incluso una noche entré a su domicilio, y tomé fotografías de su casa, por si tenía que asaltarle y yo mismo hacer justicia. Pero siempre estaba acompañado de alguno de sus amigos, pronto me desanimé de mi misión.

Pero un día, en las noticias vi el caso de una chica que había sido encontrada en un sótano, muerta, sobre una mesa, apagué el televisor justo cuando alguien apareció, fui a mi cuarto y me planteé volver a seguirle, quizá esta vez encontraría algo sospechoso, esa misma noche fui hasta su barrió, con un pequeño equipo preparado por si algo salía mal. Eran como las 3 de la mañana, llegó en un auto el cuál conducía, se notaba algo preocupado, se acercó a la maletera de su automóvil, desde donde sacó algo que resultó tener piernas, parecía una chica la que llevó cargada hasta su casa, supe que tenía dos opciones, llamaba a la policía o me aventuraba y trataba de hacer mi propia justicia.

La segunda opción resultó ser la que elegí, me acerqué a su casa, trepé por uno de los lados, y entré por una de las ventanas, cuando me coloqué desde una posición segura, pude ver como en efecto era una chica, esta le recriminó que la dejara ir, que no diría nada a nadie, que no diría nada respecto de que le pasó a su amiga, aunque esté muerta no diría nada. Supe que se refería a la chica que encontraron, pero este le dio una cachetada. Supe que debía hacer algo, o terminaría siendo cómplice si algo le pasaba a la chica.

Aproveché que se distrajo al bajarle el sostén a la chica, y con una sartén que había cerca le di tremendo golpe en la cabeza, ello provocó que se desmayara, la chica se sorprendió al verme, le dije que se fuera, que yo me iba a encargar de él, ella sin pensarlo solo se marchó como pudo y con sus cosas, antes de salir de ahí volteó a verme, y me dijo: “Tú eres la hermana de esa chica”. Ya vete, le dije.

Coloqué al mastodonte en la mesa de su comedor, de la misma forma en como este había colocado a mi hermana, lo até fuerte de las extremidades, y lo desnudé por completo. Saqué una navaja de mi bolso, y cuando me dispuse a hacerle lo peor, supe que debía estar consciente primero, y esto debía ser igual de impactante para él, que como lo fue con mi hermana.

En efecto su cosa incluso dormida, estaba re gorda, y en verdad esos huevos concordaban con la descripción de mi hermana, este había sido el violador de mi hermana, y la pagaría, pero no con su vida. Le lancé un poco de agua en la cara, a lo que este se despertó confundido y adolorido, intentó moverse, pero obviamente le fue imposible, al darse cuenta de mi presencia se quedó embobado, y pude notar como su trozo se ponía duro y se extendía su máxima expresión, y eso era porque yo no solo estaba delante de él, sino que estaba completamente desnuda.

Había decidido que, esto sería especial para él, y de alguna manera debía ser así. A diferencia de mi hermana, yo había mantenido un cuerpo fitness, por lo que, no era de esperar que no tuviera a diferente de ella, unas tetas más grandes, así como una cintura más formada, y mis líneas de expresión allí abajo era de un mujerón. Me froté con una de mis manos el coño, para luego acercarme a él y le dije si conocía a mi hermana, le mostré una foto de ella, este sonrió y me grito: “Perra ya suéltame, y te daré igual de duro como le di a tu hermana, que por como estás, se nota que necesitas de un buen pollón que te rompa.”

Sus palabras me llenaron de enojo, al punto que, sin pensarlo, y como estaba con las piernas abiertas y sus dos pelotas colgando re gordas, le pateé lo más fuerte que pude. Este, solo dio un grito de dolor, y sin dejarme de insultar me dijo: “Te juro que cuando salga de aquí, no solo te romperé eso que tienes por culo, sino que te destrozaré el útero como no te imaginas, te lo voy a llenar con mi leche caliente, y habrás de querer olvidar el día en que decidiste hacer esto, maldita perra.” “Te voy a preñar, y vas a ser mi putita, y si te niegas, te mataré maldita pe…”. Antes de poder terminar de decir sus tonteras, y viéndole sin siquiera pestañear, le mostré la navaja que tenía en mi otra mano, su rostro de enojo pasó a ser uno de miedo, que antes de terminar su insulto paró de golpe. ¿Qué vas a hacer?, me dijo.

Me acerqué a él y con una de mis manos tomé su falo, le masajeé su trozo y le dije; “No, no, no bebe, esto tienes que mantenerlo duro sino no resultará como quiero” Sin perder más el tiempo, además que comenzaba a tener frio, aunque el frio claramente lo sintió él. Levante su falo y escroto con una de mis manos, con la otra coloqué la navaja en la parte baja de su bolsa de carne, y con el filo frio y afilado hacia arriba, y ante la mirada atónita del cerdo. Comencé lentamente a aserruchar sus genitales. Él cerdo no paraba de gritar e intentar moverse, pero eso empeoraba su dolor, pues me facilitaba el corte. Podía habérselo cortado de tajo, e irme sin más, pero él tenía que sufrirla. Pronto él ya no gritaba, se había desmayado del dolor, sus ojos estaban en blanco, pero respiraba.

Seguí sin más cortándosela, a los 30 segundos su escroto estaba separado, podía sentir como sus testículos se separaban de su cuerpo conforme iba cortando su carne. Los próximos 30 segundos me dedique a su pene, el cual pensé dejárselo, pero sabía que con este igual podría follar, y que, en todo caso debí solo cortarle el pene, pero ya sin testículos, ese mazo de carne no lo serviría de nada. Al cabo de un minuto, terminé de cortárselo por completo, iba a resultar imposible si quiera que le cosan de nuevo su pene, porque al aserruchar su carne, dificultaba su unión de nuevo, además, no le iba a dejar sus partes para que puedan intentarlo.

Tomé sus partes y con mucho cuidado las coloqué en una botella con agua. Lo coloqué en mi bolso, me coloqué ropa y dejé al desgraciado con algodón en su zona para que no se desangrará y viviese, viviese sin la posibilidad de volver a violar, y con la posibilidad de que lo violen a este por el delito que había cometido.

Salí de ahí, y me fui a mi casa, quería olvidarme de lo que había pasado. Al otro día desperté algo tarde, prendí el televisor y a los minutos vi las noticias, habían encontrado a un hombre amarrado a una mesa en su casa, tenía signos de mutilación, en efecto era el cerdo, lo habían identificado como el violador de mi hermana, y de la chica que había aparecido muerta.

Según los medios, una vez se recuperase, iba a ser puesto a disposición de las autoridades. Ya estaba hecho, ese maldito no podría volver a hacer daño a nadie. Mi hermana al enterarse se emocionó, me dijo que como hubiese querido ella ser la que le cortase el miembro a ese desgraciado, lo que lamentaba era que viviría. La miré a los ojos, y le dije: “Ya no pienses en eso, ese vivirá, pero sin nada con lo que violar, más bien a él lo violarán en prisión”, Ella me abrazó.

En mi mente sabía quién se lo había cortado y cómo, obviamente había sido yo. Su trozo y huevos escondidos en una zona secreta de mi habitación, a veces lo sacó y me masturbo mientras lo veo. Por alguna razón recordar sus palabras me excitan, y me corro cuando imagino como le aserrucho su polla.

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