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Follando con mi hermana mi mujer se entregó a otro
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Probando la miel de mi hermana 

Entregué mi mujer a mi cuñado 

No podía creer el cinismo de Ismael mi jefe y al mismo tiempo mi cuñado. 

El coraje subía por mi garganta. Estaba con una sonrisa socarrona y muy tranquilo frente a mí mientras en la pantalla de mi computadora estaban unas pruebas falsas que me incriminan de un fraude a la empresa también había otro archivo que no podía descargar ni borrar donde están las pruebas de como fui incriminado.

Él simplemente sonreía porque me tenía a su antojo y el pago para que esa información no llegará al Consejo y las autoridades era mi esposa…

El muy cabrón quería follar con mi esposa para no refundirme en la cárcel.

Una gota de sudor frío bajó por mi frente cuando comprendí lo embarrado que estaba de mierda.

Si mi esposa no accede pasaré un largo tiempo en prisión.

Pudiendo tener a cualquier mujer libre el muy cabrón deseaba a mí esposa, y no la deseaba por tener el mejor cuerpo, la mejor época del cuerpo de mi mujer había quedado atrás hace unos años, no, no estoy diciendo que sea fea aún conserva su encanto y ese pedazo de culo que atrae miradas, pero el muy hijo de puta la deseaba simplemente porque no la podía tener porque sabía que por más que insista ella simplemente le dirá: no.

Aunque es el típico gordito carismático con el que muchas mujeres quieren bailar por considerarlo inofensivo es un completo seductor y eran pocas las mujeres que no acababan bajo sus sábanas con el embrujo de su sonrisa y su billetera, porque vamos a admitirlo tener una linda sonrisa y una gran billetera abre muchas piernas y cuando menos lo esperan están en su cama desnudas.

Él y mi hermana tienen una relación abierta y es común verlos juntos o separados con distintas parejas tienen una cuenta en Twitter donde suben sus aventuras.

Su voz me sacó de mis pensamientos.

—Tienes dos días para decidir.

Luego se dio media vuelta y salió de mi oficina.

No había mucho que pensar, tendría que decirle a mi esposa. Helena no iba estar para nada contenta. No dudo de su amor por mí, pero eso podría ser pedirle demasiado.

Mi puritana mujer que se pone roja ante la idea de ver porno, la que le excita verlo, pero le da pena admitirlo, la que no ha estado con otro hombre que no sea yo.

Sí, es la primera vez que va a estar con otro hombre, es la primera vez que sentirá y que pruebe una verga diferente a la mía, fue mi novia desde los 15 años, era virgen la primera vez que nos acostamos la noche de nuestra boda. Siempre me ha sido fiel y nunca ha propuesto dejar de serlo.

Helena lloró cuando le conté el lío en que estaba, pero no lo dudo mucho cuando comprendió la situación.

Dos días más tarde Ismael estaba a primera hora en mi oficina.

En cuanto lo vi entrar la frase "Fóllate a mí esposa" salió con amargura de mi boca.

El muy cabrón se acercó a darme la mano para cerrar el acuerdo, le di mi mano directo en la mandíbula.

Una sonrisa se dibujó en su rostro y se alejó a la puerta.

—Perfecto. Los espero en mi departamento mañana temprano.

Más tarde te haré llegar la información para el encuentro.

La llevé a su cita una petición de él, el muy cabrón quiere que vea como la folla, el trayecto lo hicimos en silencio. Va vestida de colegiala, otra petición de él, blusa blanca, una pequeña corbata roja mal anudada sobre el comienzo de sus tetas, una falda a cuadros corta apenas cubriendo su trasero, medias blancas justo debajo de la rodilla y tacones altos. La verdad se ve bien hasta me dieron ganas de follar con ella en cuanto la vi.

Entramos en la cochera y bajamos del auto. Subimos en el elevador hasta el departamento no sin aguantar y tolerar las miradas de morbo por parte de los vecinos y de desaprobación por parte de las vecinas.

Ismael nos esperaba en la sala con una bebida para cada uno, yo incluido.

Pero no estaba solo, junto a él mi hermanita sonreía muy mona.

El rostro de mi esposa se encendió de vergüenza con mi hermana.

—Tú qué haces aquí?

Ismael por qué está mi hermana presente?

—Tranquilo hermanito que todo esto es mi idea, así que deja tranquilo a Ismael que en un principio se resistió a mi idea.

La verdad es que quiero verlo follar con mi cuñadita para castigarte a ti, quiero que veas y escuches como gime, como pide más, como moja la cama. Solo para que se te quite lo arrogante.

No supe que decir, Berenice quería que mi esposa cogiera con su pareja frente a los dos para darme una lección.

Helena estaba sentada entre Ismael y mi hermana. Almorzamos y charlamos con la tensión entre nosotros, pero ellos son unos excelentes anfitriones y aunque sabíamos para qué estábamos ahí nos fuimos relajando.

Ambos le tocaban las piernas haciendo círculos en su rodilla, pero con cada trago sus caricias eran más atrevidas, tocando la parte interna de sus muslos e incluso llegando a rozar la tela de sus tangas.

—Párate y da una vuelta para mí

Helena comenzó a girar sobre su eje.

—Que bien se ve la putita.

—No soy puta

—Eres mi puta

—No, no lo soy.

Lo dejé pasar sin decir nada, yo por mi parte quería que eso fuera rápido para poder recuperar a mi esposa y mi vida. Pero ellos tenían otros planes y no quería follar cinco minutos, no, ellos querían aprovechar el tiempo con Helena.

Antes de sentarnos en la sala Ismael sacó una bolsa de brillantina corporal y con su mano los esparció sobre el culo de mi esposa la verdad se miraba espectacular su gran y perfecto trasero brillando.

La comenzaron a follar en la sala, pero terminaron en la cama.

Las caricias fueron subiendo de nivel. Berenice hincada le daba sexo oral a Helena quién ya tenía las tetas al aire libre, Ismael las tocaba, pero yo también lo hacía, una de sus peticiones era esa, acariciar a mi mujer entre los dos así que cuando él acariciaba una teta yo besaba la otra.

Helena ya movía sus piernas totalmente excitada y pidiendo más cuando Ismael paró y nos ordenó seguirlo.

Helena estaba excitada, lo notaba en sus ojos, tenía esa mirada cuando está apuntó de llegar al orgasmo, pero aún ni siquiera la habían penetrado un poco. Estaba caliente, probablemente mojada y excitada por algo que no tenía nada que ver conmigo y eso extrañamente me calentó a mi también.

Dentro de su habitación mi hermanita le dio a Helena una jaula de castidad y le ordenó encerrar mi verga en ella. Luego colgó la llave en una cadenita dorada que el mismo Ismael ató al tobillo de mi esposa.

Ahora él está sentado al borde de la cama mientras ella de rodillas en el suelo frente a él le da sexo oral hay una división de hierro en la habitación va desde el suelo hasta el cielo raso es una estructura con grandes huecos rectangulares que dejan ver todo. De un lado la cama donde están ellos del otro un sofá, mi hermana está sentada a mi lado desde ahí los observamos.

El pene reniega dentro de la jaula de metal que no lo deja crecer estoy tratando de masturbarme con la escena que tengo, pero con el dispositivo es imposible y mi miembro está cada vez más duro.

—Te va encantar verla follar con él, aunque creo que ya lo estás disfrutando.

La miré de reojo, pero no dije nada solo observé que su mano se perdía bajo su falda.

Helena le daba una gran mamada a Ismael quien llevaba el control con las manos sobre la cabeza de ella.

No conocía esa faceta de mi mujer que parece como pez en el agua, toma la gruesa verga de su amante y la acaricia con su lengua siempre viendo a sus ojos. Cuando la mete en su boca él cierra los ojos por el placer que le produce. Su mano sube y baja por la verga, acaricia los huevos y vuelve a subir hasta su boca que mantiene el ritmo.

Veo como Ismael se arquea y tensa los dedos en el cabello de mi mujer.

Helena nunca me ha dejado terminar en su boca, pero está vez parece no importarle y se deja llevar, lo lame y besa con adoración, con ganas, con hambre, mi tímida esposa se ha transformado frente a mis ojos de pronto él se contrae y deja escapar un alarido de placer, un gruñido animal que inunda la habitación y con el sale el semen. El primer chorro líquido blanco llega a la garganta de mi esposa que se quita por la sorpresa, pero él la detiene con sus manos y le baña el rostro, los ojos, el pelo, las mejillas quedan cubiertos por el semen de su semental, ella lo va juntando con los dedos y lo mete a su boca no deja nada todo lo traga por último vuelve a lamer la verga aun dura de su amante buscando la leche que quedó chorreando su daga.

Cuando él se levanta Helena se queda hincada en el suelo esperando lo que sigue. Él se agacha y pone una mano entre las piernas de mi sumisa esposa la levanta hasta dejarla boca abajo en la orilla de la cama.

Levanta su pequeña falda y por fin deja al descubierto su hermoso trasero y sus largas piernas. Siempre me ha gustado verla así es simplemente excitante. Hoy por primera vez no lo hace para mí sino que está dispuesta para otro, mi maldito jefe abusivo, pero por raro que parezca y lo enojado que yo estaba ahora estoy caliente y deseo verla gozar.

Ismael la observa, las piernas de Helena cuelgan de la cama, le acaricia las nalgas antes de bajar con calma las bragas, ella levanta las caderas para ayudarle a quitar esa pequeña prenda que lleva su miel. Ismael las huele y entierra su cara ellas, cuando está satisfecho con el aroma a hembra se agacha y comienza a besar el culo de su amante.

Helena abre y cierra sus piernas con desesperación cuando el orgasmo se acerca.

La pintura corporal en el culo de Helena hace que la vista sea sensacional.

La lengua de Ismael debe ser mágica porque hizo pegar de gritos a mi esposa en cuestión de unos momentos no la dejó de estimular hasta que Helena lo detuvo.

Ismael la volteó ya estaba de nuevo listo y duro así que la puso en cuatro al borde de la cama, era tanta la calentura que ni la ropa se alcanzaron a quitar, solo le bajo falda que quedó a la altura de las rodillas si quisiera abrir un poco más sus piernas no podría y eso le daba un toque excitante a la ya caliente escena, estaba apretada para que su amante en turno sintiera como la abría en cada embestida.

Él con sus manos la sujetaba firme por las caderas mientras el vaivén los unía una y otra vez frente a mí…

Berenice se levantó y me pidió seguirla con un gesto de su mano Ismael y Helena también se movieron ahora Helena estaba hincada sobre el colchón con sus manos apoyadas en la cabecera de la cama. Berenice me pidió acostarme debajo de ellos justo debajo de su vagina. Ismael entraba y salía de ella. Estaba tan cerca que podía oler el aroma al sexo veía entrar el gran miembro de Ismael en la cuca de Helena veía a detalle como sus labios se abrían para tragárselo una vez tras otra.

Las ganas pudieron más y comencé a darle sexo oral a mi esposa, mi lengua lamía su vulva, los huevos. Los fluidos de ambos caían en mi cara. Helena estaba mojada como nunca la había visto, de pronto un grito de placer y un chorro de orina que salió de su vagina, pero no era orina porque cada embestida que le daba un nuevo chorro caía directo en mi cara y sobre la cama mojándolo todo al principio yo no entendí qué pasaba solo sé que mi mujer disfrutaba como nunca.

El orgasmo se acercaba y los movimientos eran cada vez más fuertes.

Escuché como Ismael le dijo:

—Y ahora, ¿eres mi puta?

—Sí, ahora si soy tu puta

—Bien, siempre lo serás.

—Sí, siempre lo soy y siempre lo seré.

Sus respuestas lo pusieron más caliente y arremetió contra ella con más furia buscando su placer, el de ambos, ya no importaba el control lo que quería era desfogarse en ella y sentir sus piernas temblar de placer.

Luego la calma… la abrazo de la cintura, se reclinó sobre ella, la besó y salió de su interior. Un líquido blanco comenzó a salir de su vagina.

Escuché a mi hermana decirme.

—Lámelo, limpia a tu esposa el semen de mi pareja.

No lo dude, él sabor dulzón del semen con la acidez de los jugos de mi esposa invadió mi boca trague todo, limpie cada resquicio de mi mujer buscando provocar un pequeño orgasmo con mi boca.

Sentí las manos de Berenice sobre mi sexo enjaulado, quito la jaula liberando mi miembro y dejando que mi verga creciera hasta su máxima extensión.

Luego sentí los labios de mi hermana sobre mi dureza, su lengua envolvió mi glande y jugaba con él me dio el mejor sexo oral que he recibido mientras yo tragaba el semen de su pareja.

Luego se montó en mí, Helena se giró para estar frente a frente con mi hermana, ellas se besaban y agarraban las tetas mientras yo le daba sexo oral a mi esposa y Berenice me montaba no resistí mucho antes de eyacular como nunca tomé las caderas de mi hermana y me vacíe en su interior.

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