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Invitando a mi sobrino virgen a pecar
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Tiempo de lectura: 6 minutos

El periodo de clases había terminado. El verano comenzaba con una oleada de calor abrumante y húmedo al por mayor. Tenía que tomar varias duchas para tratar de refrescar mi piel, que con el poco estimulo de esa brava temperatura, comenzaba a sudar. Mis voluptuosos senos eran foco de atención para muchos hombres, mayores y de los jóvenes también, podría decirse. Con ese calor no me apetecía llevar ropa interior por lo que muchas veces en el transporte público me llevaba las miradas lujuriosas de muchos, incluso alguno que otro, mano larga, rozaba su mano sobre mi trasero o mis senos tratando de hacerlo de manera “accidental”.

Mi sobrino Jesús había estado conmigo toda la época de cursos de clases porque le tocaba estudiar su primer semestre de universidad en mi ciudad y estando lejos de sus papis decidí que era mejor opción que se quedara conmigo a que pagara alguna habitación y no fueran a encargarse correctamente de él. Pasamos mucho tiempo juntos mientras estuvo aquí y eso me alegraba mucho, me gustaba que siempre buscaba ayudarme en todo lo que podía y era muy dulce conmigo. Era totalmente diferente a mis hijos. Ellos se encontraban pasando una temporada con su padre en ese momento del cual yo ya me encontraba divorciada. Mi sobrino físicamente siempre fue un muchacho alto, pero tenía algo especial, le encantaba comer y más mi comida, por lo que había subido mucho de peso y eso lo hacia inseguro consigo mismo. No veía bien, por lo que debía usar lentes y no era nada atlético. Pero siempre fue muy dulce. Él siempre ha sido un muchacho muy tímido. Y al parecer le costaba tener una relación con alguna chica. Principalmente porque las enseñanzas que le daban sus padres solo le hacían enfocarse en nada mas que sus estudios. Eran demasiado estrictos con él. Pero viviendo conmigo fue soltándose un poco, ya no era tan rígido.

Mi historia con mi sobrino comenzó un día que aún estaba en el periodo de su semestre. Había terminado mis deberes de hogar y estaba empapada en sudor, me recorría todo el cuerpo cada gota humedeciendo mi piel era algo erótico porque me recordaba varias situaciones en las que había estado así de húmeda, pero también me sentía algo incomoda por lo que decidí tomar una buena ducha. Quizás así podría calmar un poco el dolor en mis músculos por aquel arduo trabajo.

Al sentir el agua caer por mi pecho con su calidez, sentí una fuente instantánea de relajación. MI cuerpo se liberaba de todo aquel peso y estrés y solo disfrutaba la suave brisa cálida cayendo sobre él. Comencé a enjabonar mi piel suavemente con una esponja delicada, el aroma a sándalo arribo hasta el mas profundo de mis sentidos. El roce de mis manos en mi cuerpo y el calor que sentía se fueron incrementando, al tocar la espuma de manera suave mis aureolas hacían reaccionar con un efecto en cadena hacia mis pezones, que se encontraban rígidos repentinamente. Mi cuerpo gozaba cada momento y yo no quería que esa ducha terminara nunca.

En la calle había empezado a llover, quizás por tanta humedad. Me había dado cuenta por algunas gotas que estaban golpeando la ventana de mi baño que daba a la parte trasera de la casa. El sonido del agua me relajo profundamente. Como música para meditar en mis oídos. No me percate en que momento fue, pero mis manos como si tuvieran mente propia se habían dirigido a lo parte más baja de mi vientre. Querían darme atención, y yo se los permitía, una atención que necesitaba con urgencia, ya que llevaba varios meses sin ser tocada o acariciada por algún hombre deseoso de mi cuerpo. Mis dedos se deslizaron suavemente con ayuda de la espuma y se introdujeron de manera férrea en mi vagina. Llegaron solos hacia mi punto g, conocían desde hace mucho tiempo el camino de ida y regreso y solo fueron directo y sin escalas a ese placentero lugar, paradisiaco en muchas maneras. Mi vagina se humedecía para no desentonar con aquel ambiente en la ducha. El agua caliente seguía cayendo sobre mi y el vapor me hacia sudar un poco. Encontré un desodorante alargado con una punta ovalada que serviría perfecto para saciar el hambre que tenia de ser penetrada y lo use en mí. Lentamente fue introduciéndose en mi vagina y ella le daba la bienvenida llenándolo de mis fluidos lubricantes. La sensación era abrumadora y pronto quise más y más, pero necesitaba fantasear con alguien, necesitaba el tener una imagen en mi mente de placer. En ese momento me vino a la mente mi sobrino. Seguro era virgen y me encantaba fantasear con chicos así, que yo les enseñara a conocer una mujer y sus placeres. En esos momentos me decía: “seguro que tiene una verga rica y gordita, así como el”. Siempre había tenido la curiosidad de espiarlo y poder saber como era su cuerpo desnudo, quizás me llevaría una agradable sorpresa me imaginaba. De mis labios se escaba su nombre una y otra vez de manera casi silente, pero, conforme la excitación iba en aumento, mis gemidos se hacían mas sonoros y su nombre sonaba como trompetas de mi boca. Unas trompetas que anunciaban el mas placentero de los orgasmos. Mi mano se movía a toda velocidad mientras que la otra sostenía mis senos para chuparlo con fuerza. Mis dientes mordían con intensidad mi pezón como los de un sabueso con su presa. Y mi éxtasis estaba a punto de desbordarse como una presa rebosante de agua. Estaba a punto de chorrearme de manera monumental. Jesús, Jesús, Jesús grité de manera descontrolada y luego un grito gutural mientras explotaba de mi vagina un orgasmo tan fuerte como los chorros que salían de ella. En ese momento la puerta se abrió y mi sobrino pregunto asustado:

– ¿Tía estas bien, te ocurrió algo?

-No mi amor, no mires por favor -dije mientras trataba de detener mi orgasmo, pero mis ojos estaban casi en blanco, era una tarea imposible.

Él se quedó atónito, inmóvil ante aquella escena que sobrepasaba cualquier cosa que hubiera visto antes. Hasta que pude recuperar el aliento y le pude hablar.

-Sal mi amor, por favor, ahorita salgo del baño, estoy bien.

-Lo siento mucho -dijo saliendo rápido del baño con vergüenza en su rostro.

Pude notar que estaba muy apenado, caí rendida en el baño mientras el agua me daba en el rostro y se mezclaba con mis fluidos orgásmicos en el azulejo de la regadera. Al salir del baño me cambié y fui a su habitación a charlar de lo ocurrido con él.

-Tenemos que hablar cariño -le dije mientras me sentaba en su cama.

-Siento mucho lo que paso tía July, fue un accidente, solo entre porque estabas gritado mi nombre, pensé que te habías caído o algo malo.

-Si lo se amor, fue mi culpa por no cerrar la puerta con llave, pero pensé que estaba sola y que tu aun te encontrabas en la universidad.

-Si lo que paso fue que no tuvimos las ultimas clases y por eso llegue mas temprano, y cuando acababa de llegar te escuche gritando mi nombre y paso lo que paso. Lo siento mucho en verdad.

-No te preocupes, ya paso. Pero quería hablarte de lo que me viste haciendo cariño.

-Eso me pareció algo extraño tía, que metieras ese desodorante en tus partes privadas, nunca había visto algo así, no te lastimaste, porque lo hiciste?

-No mi amor, no me lastime, pero tú nunca habías visto algo así en una mujer, nunca has visto porno?

-No, nunca he visto nada de eso, mis papas dicen que eso es pecado.

-No, es un pecado, es algo completamente natural masturbarse mi amor, seguro tú lo haces no?

-No, solo toco mis partes privadas cuando me doy una ducha, pero desde que te vi desnuda en la ducha mi cosa no ha estado para nada calmada, esta muy dura y me lastima en mi pantalón.

-Ves a lo que me refiero, tu eres un joven con hormonas que necesitan ser tranquilizadas amor, debes encargarte de eso o si no pasaras mucho dolor.

-No sé cómo hacerlo tía, quizás es mejor que me quede solo para orar.

-No mi amor, con eso no podrás saciar tu deseo necesitas quitarlo de tu mente de otra forma.

Me acerque a el con cautela y acaricie un poco su bulto en el pantalón que era bastante considerable. Él se quedó petrificado y después de un instante comenzó a temblar algo nervioso.

Me acerque a su oído y le dije susurrando: Todo esta bien cariño, deja que tu tía July te enseñe como hacerlo. Desabroche su pantalón y baje el cierre lentamente mientras le daba un húmedo beso en la mejilla. Aquel falo erecto a mas no poder ya había hecho estragos en su ropa interior de Bart Simpson. Tenia una gran mancha húmeda de sus juveniles y deliciosos jugos pre eyaculatorios.

-No tía por favor, no quiero hacerlo, por favor -dijo con un poco de miedo.

-Mira como estas, mira tu pene, esta sufriendo por poderse liberar de todo ese estrés -dije mientras sacaba su pene gordo aun cubierto de su prepucio.

No era tan grande, media unos 19 m de longitud, pero apenas podía rodearlo con mi mano.

-Tienes un muy lindo miembro cariño, deberías sentirte orgulloso de él, no muchos hombres tienen algo así.

-No puedo, es un instrumento de pecado en los hombres, eso dice mi madre.

-Tu mama no sabe lo que es bueno en la vida, ya veremos si ahorita sigues diciendo lo mismo.

Escupí en mi mano y puse toda la saliva en su cabeza rosada. Él se estremeció de manera frenética.

-Es gordito igual que tu y me encanta así cariño

Baje su prepucio de golpe y el grito: ay dios mío. Le di otro besito dulce mientras subía y bajaba mi mano en una rápida y frenética puñeta húmeda. Deje caer mas de mi saliva sensualmente mientras el me observaba con detenimiento. Ya no podía aguantar, tenia que liberar el grito ahogado de placer que tenia por dentro.

-Algo raro está pasando tía, detente te lo pido

-Shhh mi amor déjalo salir, deja que se libere todo ese estrés.

Recosté su rostro en mi pecho suave y el abrió la boca besándolo un poco y en ese instante un gran chorro salió disparado de una manera volcánica de la punta de su obeso glande. No paraba de salir de manera tan desbordada que su orgasmo parecía no tener fin. Al final respiraba agitado recostado en mi pecho con sus ojos cerrados. Fatigado aun por aquel orgasmo tan imponente. Esto apenas es el inicio mi amor, a partir de ahora te enseñare lo que es pecar de verdad.

Continuará…

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