Nuevos relatos publicados: 10

Japón nos cambió la vida

  • 11
  • 33.501
  • 9,26 (23 Val.)
  • 1

A mis 22 años estaba obsesionado con la cultura japonesa, yo diría que la pasión por el manga y el anime me sumergió en esa obsesión por su cultura. Mi nombre es Franco y vivía con mi madre Andrea a unos 9000 km de Japón, para mí era un sueño poder viajar y vivir ahí.

Vivía solo con mi madre, a mi padre no lo conocía, solo sabía su nombre, nos había abandonado después de dejar embarazada a mi madre. Ella pasaba de un trabajo a otro, siempre buscando un mejor empleo para poder mantenernos, su objetivo fue darme un estudio y pudo lograrlo. Me recibí como diseñador gráfico, cosa que a ella siempre le gusto, en cierta forma era una artista que vio en mí, cumplir su sueño. Siempre le dije que cuando me recibiera iría de viaje a Japón y que tal vez me radicará para trabajar en lo que me gustaba, mi madre no estaba de acuerdo y eso me torturaba, por eso decidí proponerle que me acompañe en unas vacaciones, tal vez de un mes o dos, para que, en mi caso, decidiera que hacer y en el de ella, despejarse de tanto trabajo y disfrutar de la vida.

Al principio mi madre no quería saber nada del viaje y menos que vaya solo a Japón, después de días de discusión la fui convenciendo y se decidió a dejar el trabajo para pasar dos meses en Japón conmigo, me dijo que igual estaba cansada de ese trabajo, trabajaba en el sector ventas, en un local de ropa de mujer. Ella es realmente hermosa, su cuerpo tanto atrae a hombres como mujeres, estaba cansada del acoso constante de clientes y jefes, no merecía soportarlo solo por la necesidad de mantener un trabajo. No lo pensamos más y decidimos planear el viaje lo antes posible.

Tanta era mi pasión por todo lo relacionado con Japón que sabía hablar muy bien el idioma, años leyendo todo tipo de manga o sea historietas japonesas, en su idioma original, hasta que tuve la idea de dibujar varias, al principio con una calidad aceptable, pero con el tiempo fui creando un estilo propio que muchos amigos japones reconocían, amigos que no conocía en persona solo por las redes, ellos me alentaban a ir a Japón y me aseguraban que podría trabajar con ellos en una de las tantas empresas de manga que existen en Japón.

Y un día llegamos a Japón, a Tokio, a la populosa localidad de Akihabara, cuna del manga y el anime. Quedamos en encontrarnos con uno de mis amigos virtuales, Hiroki, me lo imaginaba más alto, pero supongo que tiene una altura promedio, hablaba muy bien inglés lo que facilitó comunicarse con mi madre, aunque parecía que tenía vergüenza de hablar con ella, eso sí, no podía alejar la mirada de su cuerpo. Hiroki fue de gran ayuda para nuestra estadía, tenía todo preparado, se encargó de elegirnos un lugar de alquiler para nuestra estadía, Japón es muy caro y la escasez lo encarece más, por esta razón fue muy importante que haya elegido el lugar por nosotros.

Cargados de bolsos seguimos Hiroki por unos callejones angostos rodeados de edificios, nos detuvimos en uno cuya entrada estaba llena de afiches con indicaciones, algo no muy sorprendente en esa ciudad. Subimos dos pisos por escalera y llegamos a lo que sería nuestro lugar de estadía, Hiroki hizo una reverencia y nos dejó las llaves.

Entramos al apartamento y lo primero que hicimos fue largar una carajada, quedamos atónitos por el tamaño, ni en la aldea de Bilbo Bolsón se vio algo tan chico. No podíamos creer que tendríamos que vivir ahí, sabíamos que el lugar es de lo más escaso en Tokio, pero no imaginamos que tendríamos que convivir en un lugar tan pequeño. Prácticamente era como la celda de una cárcel y claramente para que viva una sola persona.

Tenía una ventana que prácticamente era del todo el ancho de la habitación, a la derecha una mesa rebatible que dejaba lugar al plegarla, a una pequeña cama. No mucho más, solo lo más raro y lo que provocó nuestra carcajada, un exótico inodoro al costado del cubículo de la ducha, sí, así sin más puerta o separadores en el medio, una cosa rarísima, como si fuera la celda de una cárcel. Nos miramos y empezamos a reír.

Andrea: Que cosa rara es ese inodoro, tantos botones y luces, yo lo quiero usar primero, estoy aguatando las ganar de hacer pis desde la estación.

Franco: ¿salgo al pasillo?

Andrea: No, ni loco, me vas a tener que ayudar con esos botones, ni papel hay

Franco: Pero ¿no te da vergüenza?

Andrea: como me va a dar vergüenza, si sos mi hijo, dale no pasa nada, ayudame.

Mientras me hablaba se iba desabrochando el jean que llevaba puesto y se iba arrimando al inodoro, casi sin darme cuenta se había bajado el jean, la ropa interior y se sienta en el inodoro, puedo escuchar un fuerte chorro de pis que pegaba contra el inodoro, hasta que termina con el sonido de algunas gotitas.

Andrea: Ahhh, que alivio, pero, ¡No hay papel! ¿cómo se usan estos botones, está todo en japones

Franco: No sé, nunca usé uno

Andrea: pero lees japones, mira que dice

Así sentada como estaba se inclina para dejarme leer, yo no podía dejar de mirar su hermoso culo, hice un esfuerzo para leer la variedad de botones que había. Decido ponerles más atención a los dibujos que a los kanjis que rodeaban los botones y elijo uno que parecía para regular la temperatura, no hace nada y lo pulso varias veces.

Andrea: ¿Funciona?

Franco: Sí, ya va

Me decido por un botón que indicaba el dibujo de una fuente de agua. Lo aprieto y primero hace un ruido como de algo que giraba rápido y de golpe sale un chorro de agua caliente a una velocidad increíble justo en el medio del culo de Andrea, casi como expulsada por un resorte salta y se agarra el culo gritando que se había quemado. Yo pensaba que no era para tanto, tal vez no era verdad, la cuestión era que gritaba como una desesperada.

Queda arrodillada en el suelo pasando las manos por el culo, lo frotaba mientras se quejaba. Unos segundos después arrodillada como estaba se inclina y se abre el culo con las dos manos y me dice, casi suplicando.

Andrea: ¡Sopla, por favor, sopla!

No lo podía creer, me ofrecía el culo para que se lo enfríe soplando, como las velas de una torta de cumpleaños. No insistió mucho, ya me había arrodillado y estaba con la cara separada a unos centímetros de su culo. Tenía una imagen espectacular, nunca imagine estar en esa posición. Mi madre es flaca tiene una cintura muy angosta, pero tiene un culo grande, ella lo sabe y cualquiera que la ve también, es imposible ocultarlo, un culo en forma de gota, que sobresale con cualquier ropa que lleva, siempre se lo mire, al igual que cualquier hombre en el mundo lo haría y a ella parecía que también le gustaba lucirlo, cada vez que podía con alguna ropa ajustada. Alguna vez la vi en ropa interior pero no paso a mayores, nunca la vi desnuda, hasta ese día.

No imagine que se depilaba por completo, podía ver los labios vaginales sobresaliendo brillosos por el agua y su rosado ano también húmedo. Mientras le soplaba el ano, ella sentía alivio y me lo agradecía, cuando tomaba aire por la nariz para soplar, podía sentir un olor especial que me atraía, una especie de perfume indefinido, era un elíxir de otro mundo. Mientras soplaba podía ver el ano latiendo, con cada latido apenas se abría un poco, algo impresionante.

No sé cuánto tiempo pasó, creo que fue un minuto o dos en los que sople, hasta que se levantó de la posición y se volvió a vestir.

Andrea: Gracias Franco, me arde menos, pero creo que me queme porque siento calor todavía

Franco: ¿Te compro algo para las quemaduras?

Andrea: Bueno, pregunta en alguna farmacia, mientras me voy a dar una ducha con agua fría a ver si me calma.

Franco: Voy a preguntarle a mi amigo y vuelvo.

Sali en busca de mi amigo y no podía creer lo que me había pasado, no me podía sacar de la cabeza la imagen de ese culo. Me encuentro con Hiroki y le pregunto si conocía alguna farmacia donde comprar algo para las quemaduras, no le dije donde, ni como se había quemado mi madre, pero su respuesta fue contundente, me dijo que era imposible que me vendan algo sin prescripción médica. Le explique que sólo teníamos un seguro médico, que no cubría una consulta y tampoco teníamos mucho dinero como para ir a una clínica privada. Se puso a pensar y me dio una solución poco ortodoxa, me pasó la dirección de un médico de la zona, no cobraba mucho y lo principal que no hacía muchas preguntas, él sospechaba que trabajaba para el bajo mundo y aunque no tenía un trato muy amistoso, siempre recetaba algo para comprar en una farmacia conocida del médico. Hiroki me dijo que el médico solo hablaba en japones y no le gustaban los gaijin o sea los extranjeros, los trataba con desprecio, pero los atendía. Me aclaro que si me preguntaba no le diga que era su hijo, que le diga que son pareja.

Regreso a apartamento y encuentro a Andrea recostada sobre la cama.

Franco: ¿Te encuentras mejor?

Andrea: Todavía me quema. ¿Pudiste conseguir una farmacia?

Le explico lo que me dijo Hiroki y la alternativa que me propuso. Estaba en ella decidir qué hacer, supongo que si era una actuación lo de la quemadura, lo dejaría pasar o sino iríamos al médico.

Andrea: Vamos al médico

Franco: Como quieras, vamos

Llevaba la dirección anotada en un papel, por suerte llevaba el GPS y era más fácil ubicarme, quedaba a pocas cuadras, pero había que atravesar un laberinto de callejuelas, en el papel Hioki me anoto algo que el médico entendería, una especie de contraseña para que nos atendiese. Llegamos a una puerta de madera con varios carteles pegados, pero ninguno que indicara que ahí había un médico. Golpeamos varias veces y sale una señora mayor de edad, le pregunto si se encuentra el doctor Hiro y le entrego el papel, lo lee sin decir y nos mira de arriba abajo, luego entra y cierra la puerta. Esperamos un rato hasta que abre a puerta nuevamente la señora y sin decir nada nos indica que la acompañemos. Caminamos por un pasillo hasta una puerta que se encontraba abierta y nos señala que entremos. Entramos a un consultorio muy iluminado, había una camilla y una banqueta, parecida a la que usan los pianistas, al frente de la camilla. Solo se escuchaba el mormullo de la gente que pasaba por la calle, esperamos unos minutos hasta que llega Hiro.

Hiro era un hombre mayor, con un delantal blanco y un barbijo a medio colocar. Me mira y me pregunta cual era el problema, le explico que y como se había quemado. Por unos segundos no dice nada y le habla en japones a Andrea, pero ella no entiende nada.

Franco: Dice que te tiene que revisar, que te saques la ropa.

Andrea: ¿Subo a la camilla?

El doctor asiente con la cabeza y señala la camilla. Mi madre queda desnuda de la cintura para abajo y se coloca en posición de perrito sobre la camilla. El Dr. Hiro se coloca una vincha con una linterna en cabeza y se acerca al culo de Andrea, iluminándolo, empieza a inspeccionar si encuentra alguna quemadura, separa las nalgas con las dos manos. Me mira y me dice que no ve ninguna quemadura y que le pregunte a mi madre si todavía siente algo.

Franco: Me pregunta si te sigue doliendo o sentís algo

Andrea: Si, me arde el ano

Le comento a Hiro, se pone unos guantes de látex y se unta un dedo en vaselina. Introduce el dedo en el ano y empieza haciendo círculos hasta que lo saca. El dedo salió lleno de mierda, con naturalidad japonesa se lo limpia con unas toallas descartables y se envuelve el dedo con una gasa de algodón y vuelve a meter el dedo, hace estos dos o tres veces con distintas gasas hasta que sale limpia. Toma un especulo de plástico transparente y empieza a abrir el ano para mirar dentro.

De pronto se escuchan unos gritos de una chica y un chico que discutían y entran de golpe al consultorio. Empezaron a discutir, el doctor les da un grito más fuerte y se quedan en silencio, todo era muy raro. La chica de unos 20 años estaba con los pechos al aire y el chico con solo un short, casi ni miraron a mi madre, era como si fuéramos transparentes, Andrea seguía con el especulo en el culo, que le hacía un agujero negro perfecto. No pude entender porque discutían, pero de repente llegó la anciana que nos abrió la puerta y les grita mas fuerte todavía, los toma del brazo y se los lleva mientras seguían discutiendo.

Ya más calmado el doctor vuelve a mirar por el agujero y saca el especulo, luego me dice que se vista. Se sienta en el escritorio y anota unas cosas en una receta para que compremos en la farmacia, me comenta que era una crema que se la debería aplicar durante tres días y nos cobra unos 100 dólares.

Cuando nos estábamos por ir me llama aparte y me ofrece una tarjeta. Me dice que si estábamos necesitando un trabajo que lo llame, le pregunto cuál era ese trabajo. Me dice que podíamos hacer videos para adultos y ganar unos 1500 dólares por video, que encajábamos bien en el papel de madre e hijo. Me sorprendió con la propuesta, no supe que decir, no entendía nada.

Me voy con mi madre, ella me pregunta que me había dicho el doctor, pero esquivo la respuesta y vamos a la farmacia.

Fuimos a comprar la crema y volvimos al apartamento, Andrea estaba contenta, se notaba en su cara, con ganas de llegar rápido, yo en cambio estaba nervioso, no lo podía controlar, tal vez era la excitación que tenía por suponer lo que vendría.

Cuando entramos a la habitación, tuve que ir a orinar, no aguantaba más, lo hacía mientras le daba la espalda, tenia el pene erecto y no sabía en que podía pensar para que se me baje, pero era imposible, cuando termino me doy vuelta y la veo sentada en la cama.

Andrea: Franco, me vas a tener que ayudar, primero me vas a enseñar a usar ese inodoro, no me quiero volver a quemar.

Nos pusimos a un costado del inodoro y empezamos a ver como funcionaba, no era muy complicado, pero al estar todo en japones era muy fácil equivocarse de botón.

Andrea: Tengo que cagar antes pasarme la crema, pero vas a manejar este inodoro, yo no quiero tocar esos botones sin saber y después me quiero duchar

Mientras me hablaba se estaba sacando la ropa, pero esta vez toda la ropa, queda completamente desnuda y va con total naturalidad al inodoro, no lo podía creer, la veía bamboleando el culo mientras caminaba hacia el inodoro hasta que se sienta en él.

Me quedo en un costado, medio inclinado hacia a la pared, ella no me veía, no podía sacar la vista de su culo, mientras la veía empezar a cagar. Se asoma un sorete por el ano y empieza a salir despacio mientras la escuchaba gemir por el esfuerzo, no podía creer el gran tamaño que tenía, el grosor y largo, como unos 15 cm salieron de su culo.

Andrea: ¡Uf…! Por fin, ya no aguantaba más. jajajaja, Bueno, empieza tu trabajo, aprieta los botones, pero si quemarme.

Yo no podía hablar, me temblaba la boca y empiezo a tocar primero el botón para el desagüe, salió el agua con una presión descomunal, luego aprieto un botón que tira un pequeño chorro de jabón y luego se activa un chorro de agua que pega sobre el ano con mucha fuerza, Andrea ayudaba a limpiar con el dedo, mientras esto pasaba por otro agujerito del inodoro se rociaba perfume. En 20 segundos estaba limpia.

Andrea: Listo, me ducho y me ayudas con la crema, no te vas a escapar jajaja

Me recuesto sobre la cama y miro como se ducha detrás de la mampara, tarda unos minutos y cuando termina se envuelve en una toalla y viene hacia la cama.

Andrea: Ya sabes qué hacer con la crema, jajaja

Franco: ¿Te la paso?

Andrea: ¿Por qué, no te gusta? ¿Te da asco? Jajaja

Tira la toalla y queda completamente desnuda y se sube sobre la cama y me ofrece el culo, mientras lo abre con las dos manos.

Franco: Como no me va a gustar, si tenes un culo perfecto, es que no me quiero acostumbrar, jajaja

Tomo el envase de crema que habíamos comprado en la farmacia, no había leído el envase hasta ese momento, me pareció algo extraño lo que decía, algo así como “gel analgésico lubricante”

Franco: ¿Pero, es un gel para lubricar?

Andrea: jajaja, se ve que Hiro quiere que no me lastimes, quiere cuidar su inversión de 1700 dólares

Quedé mudo por unos segundos, sorprendido por lo que me decía.

Franco: ¿Cómo sabes lo que me ofreció Hiro? Y me ofreció 1500

Andrea: ¿Cómo que 1500? Jajaja viejo mentiroso. Te cuento, hace tres meses empecé a hablar con tu amigo, Hiroki

Franco: ¿Cómo con Hiroki? Si habla solo en japones.

Andrea: jajaja, viví dos años en japón cuando era adolescente, hablé japones antes que inglés. Un día dejaste la sesión abierta y veo que estaba Hiroki queriendo hablar con vos y empezamos a hablar, para mí fue recordar viejas épocas y tu amigo era muy vergonzoso, pero era más pajero. Para mí era como un juego hablar con él y lo hice muchas veces, un día me contó de que vivía su tío, Hiro.

Franco: ¿Hiro es su tío?

Andrea: jajaja sí, es su tío. Hiro se dedica al cine para adultos amateur, se especializa en películas de incesto con actores porno que se hacen pasar por familiares, me dijo que nunca había trabajado con actores occidentales y para él sería un buen negocio, en ese momento se me ocurrió la idea de ofrecernos para formar una pareja de incesto, se lo dije porque sabía que la idea calentaba al pajero de Hiroki, pero él se lo tomo enserio y enseguida fue con su tío a proponerle la idea y me dijo cuanto nos pagaría por hacer videos para él. Llegamos a unos 1700 dólares.

Franco: Pero Hiroki me dijo que tenía un trabajo para mí.

Andrea: Lo sé, pero me dijo hace unas semanas que ya no tenía esa propuesta y no sabía como contarte, fue ahí que decidí que podíamos hacer algunos videos juntos mientras consigues trabajo en Tokio y no perderías la oportunidad de conocer Japón, ahora es tu decisión

Franco: pero ¿te tengo que coger?

Andrea: jajaja, sí, pero solo por el culo ¿quieres? Eso le dije a Hiro, que solo lo haríamos por el culo.

Franco: pero, me mentiste

Andrea: Si y seguro estas enojado, acá está el culo para que me castigues, es todo tuyo, rómpemelo

Franco: Te va a doler.

Andrea: Es lo que quiero

En ese momento pongo la cara entre sus nalgas y empiezo a lamer su ano, le meto la lengua varias veces hasta donde alcanza. Luego apunto mi pene erecto hasta tocar el ano, empujo y sin hacer mucha fuerza la penetro, mi pene se deslizó hasta el fondo, lo saco y meto una docena de veces hasta que acabo en su culo. Ese día lo repetimos creo que cinco veces.

Hicimos del incesto nuestra forma de vida en Japón, ya van tres años, llevamos grabados más de 150 videos, su dilatado ano es uno de los más famosos en el mundo amateur y yo el hijo más feliz del mundo.

(9,26)