Nuevos relatos publicados: 18

La casada decente se desata

  • 10
  • 41.342
  • 9,61 (62 Val.)
  • 4

Eva y Miguel se habían ido a cenar a casa del jefe de Miguel. Sebastián se había comprado unos pistachos y una botella de rioja tinto para ver el Barcelona contra el Real Madrid. Estaba sentado en un tresillo enfrente de la televisión con una bufanda y una camiseta del Real Madrid.

A Teresa no le gustaba el fútbol, pero si los pistachos y el vino. En bata de casa se sentó a su lado, y le dijo:

-¿Que te pareció lo de la otra noche?

-Mucha oscuridad.

-En la oscuridad no se ven los michelines.

-Me parece que se va a joder el partido.

Sebastián le puso una mano encima de una rodilla, Teresa le preguntó:

-¿Me prefieres al fútbol?

-No hay color entre el fútbol y tú.

Se comenzaron a comer las bocas y a acariciarse. Los besos se hicieron cada vez más apasionados y las caricias más íntimas. Sebastián le quitó el cinturón de la bata y vio sus grandes y decaídas tetas, con areolas marrones tamaño extra grande y sus pezones gordos y tiesos y vio su coño peludo, su selva negra, su bosque encantado y no pudo más que lamerle los labios.

-Haz que me corra comiendo mi coño.

Sebastián, desnudándose, le dijo:

-Luego, ahora te vas a poner a cuatro patas sobre la alfombra.

-Así aún me gusta más, bandido.

Teresa se quitó la bata y se puso a cuatro patas sobre la alfombra que llegaba del tresillo a la televisión y que pasaba por debajo de la mesa camilla donde estaban los pistachos y el vino. Sebastián se arrodilló detrás de ella, le agarró las tetas con las dos manos y lamió desde su coño a su ojete, metiendo y sacando la punta de la lengua cinco o seis veces cada vez que llegaba a él.

-¿Me estás preparando el culo o el coño?

-Ambos, tú eliges a la hora de meter.

Algo después Sebastián le frotó la polla en el coño y en el ojete y le preguntó:

-¿Dónde la meto?

-En el culo, nunca me la metió nadie en el culo.

Se la metió en el coño. Teresa, le dijo:

-Te dije en el culo.

Sabía bien lo que le dijera, pero quería engrasarla. La sacó pringada de jugos y le clavó la cabeza en el culo.

-¡Me gusta!

La polla entró por aquel estrecho conducto hasta que los cojones de Sebastián hicieron tope con el coño mojado. La folló despacito al principio, después le cogió el cabello, tiro de él, le comió la boca y le dio con más fuerza. Con Teresa gimiendo y con sus tetas chocando una contra la otra, le metió dos dedos en el coño, le acarició el punto G, acariciándolo le dio a romper y teresa se corrió diciendo:

-¡Me mataaas!

A unos cientos de metros de allí. Eva estaba en la cocina con su largo vestido de noche de color negro ayudando a su prima Nerea a poner la comida en los platos. Nerea era una mujer de treinta años, de estatura mediana que lo tenía todo muy bien puesto, y que le decía:

-¿Te puedo preguntar una cosa sin que te enfades?

-¿Es una crítica, prima?

-Es un halago.

-¿Por qué me iba a enfadar por un halago? Dime.

-Me gustaría acostarme contigo.

-Ya te dije que no hace años.

-Por eso tengo una espinita clavada.

Eva miró a su prima. La vio guapa esa noche, con su vestido de noche negro cómo el suyo y con aquellos zapatos negros con tacón de aguja muy similares a los suyos. Lo único que llevaba encima que las diferenciaba era que Nerea en el cuello llevaba una gargantilla de oro y en las dos muñecas un reloj de oro y una pulsera, bueno, eso y los pendientes, ya que los aros de Nerea eran de oro y los de Eva de plata, por lo demás, hasta sus cabellos los llevaban recogidos en dos moños. Eva le preguntó:

-¿Te gustan las mujeres o solo yo?

-Soy bisexual, siempre lo fui.

Eva se quedó mirando para Nerea sin saber que decir. Al fin le dijo:

-¿Qué diría tu marido si se enterase?

-Nada. Solemos hacer tríos e intercambios de parejas, y a veces él va con otra mujer y yo con otro hombre u otra mujer.

-No os aburrís.

-Es bien verdad que no, pero no me contestaste.

-Nunca lo hice con otra mujer. ¿Cómo es?

-Puede ser dulce, puede ser tierno, puede ser lujurioso, conmigo sería cómo tú quisieras.

-¿Y no puede ser un poco de todo?

-Ya te dije que contigo puede ser cómo tú quieras.

-No sé, no sé, una cosa es hablar de sexo y otra hacerlo.

Le cogió las nalgas y le metió un morreo que la dejó con ganas de más. Eva le dijo:

-Besas de miedo.

Le dio un azote en una nalga y le dijo:

-Y como el coño mejor que cualquier otra mujer. ¿Te gustaría que te lo comiera delante de tu marido y del mío?

-Bromeas.

Cogió dos platos para llevar al comedor y le volvió a preguntar:

-Hablo muy en serio. ¿Te gustaría?

Eva cogiendo otros dos platos, le respondió:

-Claro que sí. Correrme al comerme el coño una mujer con dos hombres mirando. ¡Me mojo solo con decirlo! Pero tendría que ser con otro hombre, eso con un marido cómo el mío es imposible.

-Imposible es no morirse algún día.

Después de cenar, Nerea y Eva estaban contentillas debido al vino que habían bebido. Nerea puso en la sala de estar un vinilo en un tocadiscos que fuera de su madre. La canción se las traía, era: Je T´aime... Moi Non Plus, para quien no la conozca le diré que es la canción más sexy de la historia... Nerea moviendo su cuerpo sensualmente, miró para Eva, que estaba sentada en un sofá con una copa de coñac Cardenal Mendoza en la mano, y le dijo:

-¿Bailas, preciosa?

Eva, ni corta ni perezosa, se levantó del sofá en el que estaba sentada, dejó la copa sobre la mesa camilla, fue a su lado y le echó los brazos al cuello, Nerea se las echó al culo y pegadas la una contra la otra comenzaron a bailar muy lentamente. Nerea le susurró al oído:

-No te preocupes por tu marido que el mío lo tiene dominado.

Le mordió el lóbulo de una oreja, le besó el cuello, y después le dio un beso con lengua.

Miguel miraba con cara de tonto cómo se chupaban las lenguas. Ernesto, el jefe de Miguel, un cuarentón con pinta de play boy, alto, guapo, con las sienes ya pintadas de blanco y vistiendo un traje gris de Armani y calzando unos zapatos marrones de Massimo Dutti, le dijo:

-Hacen buena pareja.

Miguel, que estaba sentado en otro sillón enfrente de su jefe, y que vestía un traje marrón de Zara y unos zapatos marrones de los corrientes, le dijo:

-¡¿Qué?!

-Que hacen buena pareja Eva y Nerea.

Miguel habló en alto para que lo oyera Eva.

-¡¿No te importa que tu mujer se esté besando con la mía?!

-¿Importarme? Me gusta ver a dos mujeres bellas jugando.

-A mi también, pero siempre y cuando una de ellas no sea la mía.

-¿Eres machista, Miguel?

-Para nada.

-Pues parece que lo eres.

Miguel vio cómo su mujer le cogía del culo a su prima Nerea, cómo le metía una pierna entre las suyas y cómo se frotaban los coños mientras se besaban. Luego vio cómo Nerea le bajaba la cremallera al vestido de noche de Eva y cómo este caía al piso. Eva quedó desnuda, ya que para que no se marcaran en el vestido las gomas del sujetador y de las bragas iba si ellas. Al tenerla desnuda se arrodilló ante ella, la cogió por la cintura y le lamió el coño un tiempo, después le lamió y le folló el ojete, cuando le volvió a dar la vuelta, le metió un dedo dentro del culo y lamió su coño y chupó su clítoris,

Ernesto sacó la polla y comenzó a menearla.

-¿No te vas a hacer una paja?

Miguel, el formal, el responsable, no existía, era solo una pantalla, en el fondo era peor que su hermano, le dijo en bajito a Ernesto:

-A ver si se va a dar cuenta de que la traje para esto.

Ernesto le siguió el juego.

-¡Saca la polla o te despido! -Miguel sacó la polla empalmada- Ahora disfruta.

Eva poco después sintiendo la lengua de Nerea lamer su coño y viendo a su marido y a Ernesto pelarla mirando para ellas comenzó a correrse. Nerea sintiendo sus gemidos y el coño abriéndose y cerrándose, le dijo:

-Así, bonita, así, dámela.

Al acabar de correrse Eva, Nerea se desnudó. Sus tetas eran medianas y picudas, tenían areolas rosadas y pequeños pezones, su cintura era estrecha, su culo y sus caderas normales y su coño tenía una buena mata de pelo negro.

Ernesto le dijo a Miguel:

-A qué está buena mi mujer.

-Sí, pero la mía está mejor.

-Eso es una opinión subjetiva. ¿A quién le echarías un polvo en este momento?

-A la tuya, a la mía ya la follé muchas veces.

-Lo dicho, era una opinión subjetiva.

Nerea le dijo a Eva:

-¿Los follamos, prima?

-¿No quieres que te la coma?

-Después vamos las dos solas para mi habitación.

-Vale. ¿A quién follo yo?

-A mi marido.

Fueron contoneando las caderas y al llegar junto a ellos se pusieron en cuclillas y les mamaron y menearon las pollas. Eva miraba para su marido y para su prima mamando y meneando la polla, Miguel miraba cómo a su mujer le caían las babas por las comisuras de los labios al mamarle y menearle la polla a Ernesto. Sentían un morbazo los dos... Tiempo después los follaron ellas a ellos moviendo los culos de delante hacia atrás y de atrás hacia delante. Ernesto y Miguel lo único que hicieron fue magrearles las tetas y disfrutar. Algo más tarde se corrían y les llenaban los coños de leche.

Nerea era una guarra de cojones. Nada más acabar ellos se echó boca arriba sobre la alfombra, y le dijo a Eva:

-Ven y pon tu coño en mi boca, prima.

Eva fue a su lado para ponerle el coño en la boca, pero Nerea le dio la vuelta, le puso ella el coño en la boca a Eva y haciendo un 69 comenzó a comerle el coño. La leche de Miguel salía del coño de Nerea e iba cayendo en la boca de Eva mientras le comía el coño. Nerea lamía la de su marido y le chupaba el clítoris. Chupándolo, Eva, se comenzó a correr. Chupó el clítoris de Nerea con la fuerza de un ciclón y Nerea se corrió meando primero en la cara de Eva, y echando después un cargamento de babas.

A unos cientos de metros de allí. Teresa estaba cabalgando a Sebastián, que le preguntó:

-¿Tienes alguna fantasía, Teresa?

-Claro, cómo todas las mujeres.

Dándole caña desde abajo, le preguntó:

-¿Cuál es?

-Tengo tres fantasías.

Le dio las tetas a mamar. Sebastián se las apretó y se las mamó. Luego Teresa lo besó y después le contestó a la pregunta.

-Follar con tres hombres es una de ellas.

-¿Doble penetración?

-Triple.

-Eso solo puede ser, boca, culo y coño

-Sí, esa es una de mis fantasías.

-¿Cuáles son las otras dos?

-Una que me bañen de semen... Me voy a correr. ¡Fóllame más aprisa!

-¿Cuál es la otra?

-¡Dame duro!

La agarró por la cintura, metió y sacó a toda hostia y solo paró para correrse dentro del coño.

Al acabar Teresa le puso el coño en la boca, y con la leche de la corrida y sus jugos cayendo en la boca de Sebastián, le dijo:

-Esta es mi tercera fantasía. Ver cómo un hombre se traga su leche. Mete tu lengua en mi coño.

Sebastián le metió la lengua en el coño y Teresa lo frotó con ella hasta que tiempo después le cogió la cabeza, la apretó contra su coño empapado y se corrió cómo una cerda, diciendo:

-¡Traga, lambón, traga!

La noche fue larga en los dos lados, más para no llegar a aburrir al personal animado, el relato de "La casada decente", se ha acabado.

P.D. A ver si comentáis algo más, que sois más vagos que la chaqueta de un guardia.

Quique.

(9,61)