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La curiosidad de Chat Noir (IV)

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Alya y Chat Noir se encuentran solos en la alcoba de la muchacha, y una mirada de complicidad en los dos, da a entender que van a pasar una noche muy interesante.

Capítulo IV

Chat Noir quedó impresionado en el acto, sintiendo cómo su corazón palpitaba desenfrenado, incapaz de creer lo que estaba pasando. Pero conforme fue sintiendo el beso de Alya, disfrutando el tacto de sus labios, fue relajándose poco a poco, empezando a disfrutar el beso y siguiendo las intenciones de la muchacha.

Fueron algunos minutos en que los dos, con los ojos cerrados, estuvieron deleitándose con los labios del otro. Lentamente y sin dejar de besarse, sus cuerpos se reclinaron hacia la cama, hasta quedar acostados del todo mientras sus labios permanecían enlazados en una danza que ambos disfrutaban, con sus mentes completamente en blanco, entregados a la sensación de esa muestra de afecto.

Impulsado por la emoción, Chat Noir abrazó a la joven y comenzó a mover sus manos, acariciando sus costados y espalda. Alya se percató al instante y le correspondió del mismo modo, envolviendo al chico gato con sus brazos y atrayéndolo hacia sí con fuerza; ambos en silencio, sin despegarse del beso.

Sus corazones latían intensamente; la respiración de ambos iba acelerando poco a poco, mientras los dos sentían cómo subía la temperatura de la habitación. Iban perdiendo la pena, atreviéndose a tocar piernas, muslos y gluteos del otro sin apenas pudor ni reparo.

Fue entonces que Alya, con desesperación, buscó la forma de despojar a Chat Noir de su traje de superhéroe. Recorría con frenesí el cuerpo del muchacho, esperando hallar un botón, cremallera o cualquier pliegue de tela que le permitiera revelar la piel desnuda de su amante. El muchacho estaba perdido en la sensación de placer y no se había percatado de lo que hacía Alya. Para él, todo el mundo en ese momento se reducía a lo bien que se sentía estar con su compañera de clase, a solas en su alcoba.

Alya, sudorosa y con los labios brillando por el besuqueo, se separó un instante de Chat Noir sin dejar de acariciarlo. - Aah... ¿dónde está la cremallera de este traje, gatito? Aah... me está empezando a estorbar para lo que quiero hacer -. Chat Noir, con la frente aperlada de sudor y jadeando levemente, miró a su compañera a los ojos mientras sus manos acariciaban sus costados. - No hay cremallera, mademoiselle. Pero puedo... hacer esto -. Acto seguido, el chico cerró sus ojos y, en medio de un destello verde que lo recorrió del cuello a los pies, quedó desnudo en el acto (a excepción de su antifaz y sus orejas de gato), ante la mirada sorprendida y notablemente excitada de Alya.

Frente a la muchacha, se reveló una viril anatomía adolescente. De complexión liviana; atlético, mas no musculoso ni marcado; sin un solo vello en pecho; no se le notaba apenas grasa en el abdomen; espalda ancha y, la cereza del pastel, su miembro de unos buenos 18 centímetros de envergadura; de grosor envidiable; rodeado de una pequeña mata de vello rubio delicadamente recortado, completamente erecto, palpitando y apuntando directo hacia ella.

Chat Noir, ruborizado, se llevó una mano al cabello y sonrió ligeramente apenado. - Y entonces... ¿qué opina, mademoiselle? - dijo entornando sus ojos felinos hacia la joven, esperando no haberla decepcionado. - ¡¿Que qué opino?! Que estás como quieres, papacito - dijo Alya, notablemente sonrojada y con el corazón latiéndole a mil.

En un acto desenfrenado, se quitó su blusa para dormir, revelando un par de preciosos pechos morenos de buen tamaño, cuyos pezones erectos se le insinuaban a Chat Noir. Alya procedió a hacer lo mismo con su short.

El joven se sorprendió al darse cuenta que la muchacha dormía sin sostén; y fue lo único que alcanzó a pensar, justo antes que Alya se abalanzara sobre él, montándolo cual vaquera sensual. Se lanzó nuevamente sobre los labios del muchacho y sujetó su cabeza con sus manos para besarlo desenfrenadamente, mientras ella se dejaba llevar por el deseo, moviendo sus caderas adelante y atrás, frotando su intimidad, aún cubierta por sus bragas, contra el miembro duro y palpitante de su amante.

- Mmm... Gatito, estás muy bien equipado. Ahh, me encanta - susurraba Alya, jadeándole al oído. Chat Noir, excitándose cada vez más, tomó a la chica de la cintura para seguir sus movimientos, mientras sentía cómo la intimidad de la joven iba empapándose cada vez más, humedeciendo su miembro en cada roce.

- Ahh, mademoiselle, eres tan... ahh, tan hermosa, ahh... - jadeaba el chico, viendo a su compañera mientras ella hacía muecas de placer, boqueando y apretando los ojos. Al cabalgarlo, sus pechos se balanceaban hipnóticamente, ambos colgando y meciéndose adelante y atrás. Chat Noir, cautivado por completo por sus exquisitos senos, estiró su rostro hacia el cuerpo de la joven para alcanzar esos tentadores melones con la lengua. En cuanto hizo contacto con el pezón del pecho izquierdo, una corriente eléctrica recorrió a Alya de la cabeza a los pies, surgiendo un gemido desde el fondo de la garganta, el cual tuvo que ahogar con sus manos para no ser escuchada por personas curiosas en casa.

La muchacha, sin dejar de moverse, se lanzó sobre los labios de su amante para besarlo entre gemidos. - Mmm... no seas tan formal, mon petite. Ah, dime cosas sucias, mmm... Dime qué te gusta de mí... Ahh, dime... cómo se siente esto - sentenció Alya a la vez que dirigía una de sus manos al miembro de Chat Noir y lo sujetaba. El joven sintió un escalofrío muy estimulante al tacto de la chica; pero no terminó ahí.

Con la otra mano, Alya apartó la empapada tela de sus bragas que se interponía en el camino, sin quitárselas, y colocó la punta del pene de Chat Noir entre los pliegues de su intimidad, brillando a causa de tanta humedad. El chico estaba de una pieza, con sus verdes ojos abiertos por completo, el corazón totalmente acelerado, admirando a la morena en todo su excitante esplendor, sintiendo cómo su palpitante y grueso miembro era empapado por los fluidos de la muchacha.

- “No puedo creerlo, Alya está a punto de...” - alcanzó a pasar la oración por su mente, justo cuando la joven decidió sentarse sobre él, devorando hasta el último centímetro del pene de Chat Noir, resbalando con facilidad a través de su humectada y cálida intimidad. Ambos cerraron los ojos y gimieron quedamente ante la sensación que les daba la penetración. Fue entonces que Alya comenzó a mover sus caderas para disfrute propio, ante los gestos de placer de Chat Noir.

El muchacho estaba perdido en un éxtasis de placer. Sentía en cada centímetro de su miembro la estimulación del sexo de Alya y cómo lo empapaba con sus fluidos en cada vaivén de caderas. Dirigió sus manos a la cintura de la joven para sujetarla, mientras que ella plantaba las suyas sobre el torso desnudo de Chat Noir, cerrando los ojos con fuerza y gimiendo en voz baja.

- Ahh... mademoiselle, ahh... eres tan... ahh... ardiente - le susurraba el muchacho a su amante, viéndola a los ojos mientras sus pechos se balanceaban adelante y atrás con cada nueva embestida. Alya estaba concentrada únicamente en las sensaciones que provenían de su intimidad, con los ojos cerrados a la vez que apretaba los músculos de la pelvis, como queriendo exprimir el miembro de su amante. Esto no pasó desapercibido para el muchacho, que cerró los ojos ante la sensación y arqueó un poco la espalda, haciendo un poco más profunda la penetración. Ambos gimieron a la par y se rodearon mutuamente en un abrazo, mientras Chat Noir, espoleado por la excitación, comenzó a mover sus caderas para controlar la penetración; acción que Alya le agradeció, besándolo con deseo en los labios.

- Mmm… eres un gatito muy malo, mon petite, mmm… - jadeaba en voz baja la muchacha al oído de Chat Noir, a la vez que aprovechaba para lamer su oreja y darle ligeros mordiscos, completamente entregada al placer que le daba el miembro del muchacho en su intimidad. Sentía cómo la llenaba en su totalidad; cómo los pliegues de su sexo se abrían sin oponer resistencia ante el ariete de Chat Noir; cómo emanaba fluidos sin cesar y cómo con cada sentón, una nueva corriente eléctrica le recorría el cuerpo por todos lados, partiendo de su sexo y alcanzando hasta la punta de sus dedos.

- “Uff, no puedo creerlo. Me estoy tirando a Chat Noir en mi propia cama. Ahh, no entiendo por qué Ladybug desperdicia tremendo paquete que se carga este gatito malo. Mmm” - pensaba Alya para sus adentros mientras besaba de lengua al muchacho, siendo correspondida por éste con la misma pasión y deseo. - “Ahh, si yo fuera Ladybug, así acabaríamos cada día luego de combatir el mal, ahh, follando donde fuera, mmm… sólo para sentir esto todos los días, ahh, ¡ahh!” – seguía diciendo la muchacha para sí misma, a la vez que abrazaba a su felino amante.

Chat Noir, habiendo perdido la pena y los escrúpulos, sujetó a la joven de sus posaderas ante la mirada asombrada y llena de morbo de ella y la giró sobre la cama, dejándola postrada boca arriba y con las piernas abiertas por completo, estando Alya sudorosa, colorada de las mejillas y con la respiración agitada. El muchacho entonces se colocó encima de ella, apuntando su reluciente, empapado y palpitante miembro hacia la intimidad de la chica, que no quitaba sus ojos del mismo, viéndolo con deseo y apetito. – Hazlo gatito. Dame más de tu rico amiguito. Ahh, estoy deseosa de él – dijo Alya, completamente fuera de sí, llevando una mano hasta su sexo y la otra a uno de sus pechos, tocándose con frenesí, jugando un poco rudo con su clítoris y su pezón. Chat Noir no podía resistirse ante semejante estampa que le regalaba la muchacha; entonces, dejándose llevar por sus instintos más básicos, se abalanzó sobre ella para besarla a la vez que introducía su pene de un golpe hasta el fondo de la intimidad de Alya. Ambos ahogaron un fuerte y profundo gemido mientras enlazaban sus lenguas, a la vez que chocaban sus sexos, empapando las sábanas y meciendo la cama.

Fueron breves minutos que mantuvieron esa postura, sumidos ambos en las sensaciones que les daba la penetración, perdidos entre los besos, jadeos y caricias. Hasta que llegó el punto en que Chat Noir sintió que no había vuelta atrás; estaba por alcanzar el orgasmo. – Ahh, mademoiselle, yo… ahh, creo que estoy a punto de… ahh… - el chico cerró los ojos, tratando de retardar lo inevitable. – Uff, ahh, resiste gatito, ahh, quiero que te corras sobre mí, ahh, solo un poco más, ahh, un poco… ahh, ¡ahh! ¡AHH! – gimió Alya en crescendo, hasta que, cerrando los ojos, aprisionó al muchacho con brazos y piernas mientras todo su cuerpo se contraía a la vez que, de su sexo, emanaban varios chorros de fluidos vaginales que fueron a impactar directamente en el vientre y entrepierna del joven. Chat Noir, en un último segundo de lucidez, alcanzó a sacar su miembro del coño de Alya, y a la par de su amante, no pudo resistirlo más y se corrió en abundantes chorros de semen que salpicaron a la muchacha en su vientre, pechos e incluso el rostro. La sensación del orgasmo los mantuvo en esa postura, hasta que finalmente los dos se derrumbaron sobre la cama, jadeando mientras trataban de recuperar la respiración.

- Uff, quien diría que… ahh, hoy acabaría probando lo que tienes tan guardado bajo esos apretados y sexys pantalones, Chat Noir – murmuró Alya, con una mirada de incredulidad, pero una sonrisa de satisfacción, mientras se recogía el cabello del rostro. Se percató en ese momento dónde fue a parar toda la corrida de su amante, y juguetona, lo comenzó a recoger con sus dedos de entre sus pechos. – Ahh, Alya, quien… ahh, yo… wow, yo tampoco pude imaginar que, ahh, esta noche al llegar a tu casa… ahh, acabaríamos así – susurró el muchacho, resbalando sudor de su frente, teniendo la misma sonrisa de gozo y alegría que su compañera mientras su erección disminuía. La joven continuaba limpiándose con la mano el semen que le había salpicado, llevándose los dedos embarrados a la boca para lamerlo, dirigiendo una mirada provocativa a Chat Noir en el proceso.

- Hace un momento lo pensé únicamente, pero creo que no puedo mentirte Chat Noir – mencionó Alya, relamiendo la corrida que quedaba en sus dedos. El chico cuidadosamente se quitó de encima de la muchacha y se recostó a su lado, quitándose el cabello que caía sobre su frente y normalizando su respiración, dirigiéndole una mirada curiosa a la joven. – Sé que no soy Ladybug, y nunca podría serlo. Así como sé lo que sientes por ella, y eso… ¿cómo decírtelo? Chat Noir, me encantó lo que hicimos esta noche. He fantaseado mucho tiempo con poder follar contigo. Pero no quiero que esto signifique que quiero interponerme entre Ladybug y tú. Digo… - Alya tenía muchas cosas en mente y no sabía cuál de todas era la más importante a discutir. – Diablos. Vaya que esta es una pésima conversación post-sexo, ¿verdad? – Se llevó las manos al rostro, aún pegajosas, para cubrir su bochorno por no saber expresarse apropiadamente.

- Alya, mademoiselle, no tienes de qué apenarte. Yo tuve la curiosidad en primer lugar. Yo quise venir aquí esta noche y… creo que, en el fondo, ambos queríamos saber qué podía pasar. Y, ¿te soy sincero? También me encantó lo que acaba de pasar – le respondió Chat Noir con una actitud tranquila, rematando con un toque satisfactorio la última oración y esbozando una sonrisa de complicidad. La muchacha lo miró a los ojos y le sonrió del mismo modo. Extendió su mano y le ofreció a Chat Noir su meñique en señal de promesa. - ¿Amigos… con derechos? – dijo Alya. El joven encontró simpática la aclaración. Él veía a su compañera de ese modo; como una amiga. Pero no quitaba el hecho que lograra despertar sus instintos básicos con su mera presencia y actitud.

– Amigos con derechos, mademoiselle. En las buenas y en las malas – Chat Noir correspondió a la promesa de meñique, ambos sonriendo de forma simpática y agradable. – Creo que eso me gusta más de lo que te imaginas, gatito – dijo Alya, girando y colocándose encima del muchacho. – Y de mi cuenta corre, como promesa, que Ladybug te dé una oportunidad en todo sentido – se inclinó sobre el joven y sujetó su rostro para besarlo sensualmente en los labios. – Esto que acabo de probar hoy es demasiado bueno como para quedármelo para mí sola. ¿Quién dice? Tal vez hasta logremos animarla a que hagamos algo… entre los tres – susurró la muchacha en el oído de su amante, antes de entregarse los dos nuevamente a un episodio de besos que fueron subiendo de tono conforme pasaban los minutos.

Ya era justo que estos dos se dieran un gusto a solas. ¿No creen?

Espero que este capítulo centrado totalmente en el desahogo sexual de los personajes sea de su agrado. Mi intención es continuar con esta historia e ir introduciendo más personajes, situaciones diferentes y si, muchos encuentros sexuales. Así que los animo que me compartan en los comentarios sus opiniones, sugerencias, y qué quisieran ver en futuros episodios.

¡Saludos!

(9,00)