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La leche de mi madre

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Me despertaron los gritos de mi padrastro. Mi casa era un caos. Mi padrastro gritaba que no iba a volver y que lo dejara en paz. Se lo decía a mi madre que en lágrimas también le pedía que se fuera y que ya dejara de gritar pues iba a despertar al bebé. Yo era ya un joven de 18 años que entraba a la universidad.

Oí la puerta de nuestro apartamento cerrarse con fuerza y mi mamá en llanto.

Salí de mi habitación y la acompañé. Le dije que yo nunca la iba a dejar.

Me abrazo fuertemente y me quedé a dormir con ella.

En medio de la noche, los movimientos de mi mamá me despertaron nuevamente y ella estaba tomando sus senos y tratando de sacar leche de los mismos claramente adolorida.

Mi mamá no podía dar de lactar a mi hermanito por incompatibilidad sanguínea. Y al vivir en condiciones no muy buenas no teníamos un extractor.

-Estás bien mamá le pregunté

Ella me respondió que le dolían sus senos por estar tan llenos de leche, tratando de ocultarlos de mi con su mano.

-Te puedo ayudar? Le dije

-No sabría cómo. Me respondió.

-Yo puedo intentar sacar la leche succionando. Lo dije de la manera más inocente convencido de querer ayudar.

-Estás seguro? Me preguntó

-Claro le dije. Total ya lo había hecho de niño.

-Está bien me dijo, pues el dolor era intenso y el doctor había advertido a mamá de que debía sacarse la leche.

Descubrió uno de sus senos con vergüenza, yo me acerque tímidamente puse mis labios alrededor de su pezón y comencé a succionar. Tenía temor de que me diera asco pero todo lo contrario su tibia y dulce leche me agrado.

Hice lo mismo con el otro seno de mi madre y ella claramente se alivió. Dormimos bien esa noche. Al día siguiente mi mamá me despertó en la mañana y me dijo si podía volverla a ayudar que tenía leche nuevamente.

Acepté con gusto y ella descubrió sus senos y comencé mi tarea. Fue un abreboca delicioso para el desayuno.

Me acariciaba la cabeza mientras lo hacía y me agradecía por ayudarla.

En la tarde lo volvimos a repetir y la verdad no me molestaba al contrario me gustaba, está vez con más confianza comencé mi labor pero comencé a tocar sus senos poniendo lo manos como un apoyo. Ella no me dijo nada, hasta que decidí pasar mi lengua por su pezón.

Sentí que el cuerpo de mamá se estremeció. Y me dijo -no hagas eso por favor.

Me disculpé y volví a mi labor hasta terminar.

Ya en la noche nos preparamos para dormir. Así que mamá me pidió ayuda.

Nuevamente me dispuse mi labor pero nos acomodamos de manera distinta. Nos recostamos cuan largos éramos en la cama ella boca arriba y yo de lado.

-Así vamos a estar mejor. Me dijo.

Comencé de igual manera acabé uno con normalidad y al siguiente cuando sentía que ya no tenía mucha leche comencé a rozarlo con mi lengua, era evidente los espasmos de mamá pero no decía nada.

Ya no estaba succionando después de un rato sino que le estaba mamando una teta, la teta de mi madre. Lo hacía con entusiasmo y ella lo permitía. Me recosté de lado mi mamá abrió su brazo para recostarme en el, puse mi mano en su seno libre y coloqué mi pierna a por encima de sus piernas y su vulva.

Comencé a tomar su pezón libre con mis dedos y mi pierna rozaba su vagina. Comencé a mover mi pierna de arriba a abajo frotando su vagina y mi boca lamiendo su pezón. Ella me apretaba contra su cuerpo claramente excitada. Mi miembro estaba erecto y rozaba el costado de su cadera. Lo hice hasta que terminé en mi ropa interior, sentía chorros de semen salir de mi.

Mi mamá se relajó y me dijo.

-Hijo es hora de que duermas, anda a tu habitación.

Me fui de cierta manera decepcionado pues quería dormir ahí. Ella acomodo su camisón y se volteo dándome la espalda.

Al siguiente día fui a la uni y al volver esperé a que mamá me pida ayuda. Pero nunca lo hizo, en realidad lo que había pasado había cruzado una línea que no debía cruzar.

Pasaron las horas y mamá no me dijo nada y actuaba naturalmente. Así que pensé que no me lo volvería a pedir así que fui a dormir.

La voz de mamá me despertó en medio de la noche.

-Hijo ayúdame por favor me duele. Pero por favor quédate quieto está vez.

Fuimos a su habitación, nos acomodamos como la última vez, bajo su camisón y comencé a succionar la leche de mama.

De igual manera al terminar el segundo seno comencé nuevamente a pasar mi lengua. Vi a mi madre que tenía los ojos cerrados pero en ese momento que la toque con mi lengua mordió su labio inferior.

Así que comencé nuevamente a mamar las tetas de mamá. Lo hacía con más experiencia y me permitió cambiar de pecho está vez. Mientras acariciaba el seno libre.

Mama solo estaba recostada y abandonada a lo que estaba pasando. Me permitía hacer lo que quería Yo estaba casi con todo mi cuerpo sobre mi madre.

Llevaba un bóxer que tenía un orificio frontal en caso de que quisiera ir al baño, por lo que mi verga parada ya estaba fuera de mi bóxer.

Baje mi mano para subir su camisón, me dejó hacerlo sin problema, sus braguitas de dormir eran cómodas, flojitas y no muy grandes. Con cierta transparencia que dejaban ver los pelos de su vagina.

Miraba el cuerpo de mamá con deseo y lujuria. Ella permanecía con los ojos cerrados como dormida.

Me coloque sobre mi madre, y para mí sorpresa ella abrió sus piernas para que yo quedara sobre ella en medio de su piernas pegando nuestros sexos solamente separados por las bragas de mamá.

Seguí mamando esas tetas, y sentía mi pene peleando con las bragas de mamá por buscar una entrada. Pero rozar su vagina de esa manera me tenía muy excitado.

Casi se me desmayo cuando mamá, decidió tomar acción. Me abrazo fuertemente. Me soltó, bajo sus manos hacia su braga. Se la hizo a un lado, tomo mi pene y lo puso en la entrada de su vagina.

Yo estaba helado de lo que estaba pasando, pero la calidez de su cuerpo y estar rozando los labios vaginales de mi madre con la punta de mi verga, me llenaron de valor y empuje mis caderas.

Un pequeño grito salió de la boca de mamá cuando comencé a entrar. Estaba tan húmeda que resbalaba fácilmente como cuchillo caliente en mantequilla. Entre totalmente mi madre me abrazo, me miró fijamente y me dijo:

-Te amo.

Comencé a bombear a mi madre mientras nos veíamos y por instinto nuestras bocas se unieron y sentía su lengua que jugaba con la mía.

La sensaciones eran tan placenteras y mi excitación tan grande que comencé a eyacular dentro de mi madre a los pocos minutos de estar bombeando.

Ella recibió mi esperma con agrado y una sonrisa en su rostro. Me quede unos momentos arriba de mamá.

Y le respondí.

-Yo nunca te voy a dejar.

Ella sonrió y me dio un apasionado beso.

Continúe ayudando a mi madre cada vez que me lo pedía y yo le ayudaba a sacar su leche y ella me sacaba la mía.

Nuestro sexo se volvió más como el de pareja. Ella me montaba como poseída. Me entregaba cada centímetro de su cuerpo, incluso hemos tenido sexo anal. Y en verdad culear con mamá era lo mejor que me había pasado en mi vida sexual.

Ahora era yo el hombre de la casa y mi mamá se convirtió en mi puta...

Éramos marido y mujer.

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