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La mansión de don Pedro

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D. Pedro, mi amo, acaba de entrar en el gran hall de la parte principal de la hacienda. Viene desnudo y sudoroso de la zona de entrenamiento de esclavas como cada día. Son las 9 de la noche y espera su cena. Se marcha rápidamente al baño del fondo del pasillo y un gesto con el dedo me pone en marcha.

Soy Alina, una de las dos sirvientas personales del amo. Katia y yo, hermanas, fuimos compradas hace 4 años en nuestro pueblo del Cáucaso, donde las familias tenían que recurrir a aligerar la prole que no podían cuidar ni sostener económicamente.

Sin más mundo que la pequeña aldea y las altas montañas, recién cumplidos los 18 años nos acicalaron como mejor pudieron y nos entregaron a unos hombres de aspecto y lenguaje extraño.

De un viaje en jeep por los caminos intrincados hasta llegar a un pequeño aeropuerto donde fuimos trasladadas en avioneta con los ojos vendados y atadas las manos a la espalda con fuertes cuerdas hasta está hacienda que ahora cuidamos y servimos para don Pedro, nuestro amo.

D. Pedro hacia 5 años que había creado su negocio de entrenamientos de esclavas exclusivo y necesitaba las suyas propias para que le sirvieran y complacieran y moldeadas a su gusto.

Sigo inmediatamente a d. Pedro al ver su gesto, colocándome tras él a medio metro de distancia. Desnuda, completamente rapada y depilada, sin vello en parte alguna, con el collar ancho de metal forrado de cuero negro del que pende una argolla delantera y con una placa indicando mi nombre en ella.

Espalda recta, mostrando las pequeñas y puntiagudas tetas con sus aros dorados en mis perforados pezones sonrosados, las manos con las muñequeras de cuero negro a la espalda, cogidas a los antebrazos y caminando con pasos cortos mientras suenan las pequeñas campanillas de las tobilleras de cuero a juego con las manos.

D. Pedro abre el grifo y se introduce en la bañera quedándose de pie. Está sudoroso y tiene la polla dura.

Entro en la bañera y comienzo a lavarle de arriba a abajo con la esponja no sin antes lamer sus depilados huevos y su dura y larga polla en señal de obediencia.

D. Pedro me deja hacer. Sin palabras, absorto en sus pensamientos de los que sale sólo para darme una seca bofetada o nalguearme duro el culo si considera que no hago adecuadamente mi tarea.

Me he llevado dos hostias que casi me sacan de la bañera por no lavar y enjabonar su polla con cuidado.

No hay tiempo ni queja alguna. Está terminantemente prohibido quejarse delante del amo.

Con las mejillas ardiendo, termino. Mi amo sale de la bañera y se acicala mientras yo espero mojada y dentro de la bañera a sus órdenes. Estirada, firme… marcando tetas y mirada al suelo.

Sécate y ayuda a Katia con la cena. Hoy la serviréis en el patio, hace buen tiempo. Se marcha. Desnudo, limpio y descansado. Está en su casa.

Me enjabono y limpio lo mejor que puedo, me seco rápidamente, no se puede servir tarde la cena o visitaríamos de inmediato al grueso árbol del patio donde seríamos disciplinadas con el flagelo por el amo. Dando gracias por ser educadas debidamente y flageladas de arriba a abajo, con más o menos dureza según el humor de ese momento, permaneceriamos casi desmayadas y suspendidas de la gruesa rama del castaño hasta que d. Pedro lo estimara. Ya habíamos probado la disciplina y nos había quedado muy claro.

D. Pedro se sienta cómodamente en su sillón y va recibiendo la cena. Es frugal, algo de carne, verdura y fruta. Para beber, agua. Mi amo sólo bebé whisky si está negociando y muy someramente.

Katia se inclina ante él mientras come, se introduce con su cabeza entre sus piernas y le lame los huevos con las manos en la espalda y de rodillas durante toda la cena. Es su tarea cuando el amo se alimenta. Debe mantener su polla bien dura y empinada por si le apetece usarnos. Generalmente no lo hace (ya está bien satisfecho con las esclavas que entrena).

Katia recibe una seca bofetada que la tira al suelo. Rápidamente se levanta y lame con rapidez los huevos sin la menor queja. Su mejilla se enciende y se le saltan las lágrimas. Su amo le señala el árbol y advierte: ponle ganas. Katia responde un "sí señor" alto y claro y acelera su lengua y chupa sus huevos. D. Pedro termina. Ambas recogemos rápido y apartamos las sobras para nuestros cuencos. Enseguida aparecemos delante del Amo para comerlas y beber el agua que nuestro Amo quiera darnos en el otro cuenco que llevamos. De rodillas. Sin usar las manos, delante de él , cenamos y 10 minutos después recogemos y nos vamos a la cocina donde lavamos y limpiamos para dejarla recogida.

Son las 10 de la noche cuando terminamos. Acudimos rápidamente a su presencia y nos colocamos erguidas y firmes. De pie. Esperando órdenes.

D. Pedro descansa un poco y luego se levanta.

Katia a dormir, Alina, sígueme con la bolsa de entrenamiento. Katia se marcha con un "sí señor" y yo tomo la pesada bolsa con la herramientas de entrenamiento y me la coloco al hombro.

Se levanta y se dirige hacia la caseta de enfrente. A cierta distancia y solitaria. Trago saliva. La caseta sirve para recepcionar a las aspirantes de esclavas.

Aún la recuerdo con angustia porque fue el primer lugar donde nuestro amo comenzó a educarnos.

La bolsa es pesada. Se me clava en los hombros. No digo nada. Aguanto y al llegar la gruesa puerta es abierta y entramos.

Me flaquean las piernas. Una mujer madura, de unos 40 años está desnuda boca arriba en el centro. Abierta completamente de brazos y piernas en el frío suelo. No hay cadenas, ni cuerdas. Pero no se mueve. (No lo hará porque ha sido azotada, pinzada y follada salvajemente por mi amo durante varias horas bien atada a un potro que está en el fondo del habitáculo).

Pienso en mi cuerpo de 18 años, estirado hasta la inmovilización completa y manoseado, azotado y usado sin piedad y sin poder evitarlo mientras la voz de d. Pedro me explicaba las "normas de la casa" y me dejaba bien claro quién mandaba.

La mujer llora en silencio y tirita de frío, pero no se mueve. D. Pedro se agacha y se coloca a su lado. La acaricia despacio desde la espalda a las nalgas y le dice: de rodillas Marga.

La mujer, menuda y con grandes tetas y negros pezones. Delgada y de anchas caderas y largas piernas da un salto y se pone de rodillas azorada. Mi amo le ata las manos a la espalda con esposas metálicas y luego le toma del cabello para arrastrarla hasta un cepo de madera donde le traba la cabeza por el cuello. Rapa y depila a Marga, mañana entrará en la Escuela y debe ir bien preparada.

Suelto la pesada bolsa y extraigo tijeras, jabón y maquinilla. La mujer mira a mi amo negando con la cabeza. Yo comienzo. Le separo ampliamente las piernas para dejarla bien expuesto su coño y comienzo a depilarla.

D. Pedro le introduce su larga y dura polla en la boca y le ordena chuparla para que no se queje. Marga llora desconsolada y una vara de bambú en sus tetas y un hábil retorcimiento de pezones hacen el deseado efecto. La cuarentona se introduce bien la polla hasta los huevos y chupa aceleradamente mientras es depilada coño y axilas.

Le toca el turno al hermoso cabello negro. Antes de que tome un mechón de su pelo Marga es azotada duro en su culo. La orden es clara en boca de mi amo: nada de quejas.

Agarrotada y con el rostro lleno de lágrimas de dolor y rabia contenida, la mujer es rapada con la máquina eléctrica que hábilmente uso desde hace tiempo. Su cabello queda en el suelo.

D. Pedro acaricia las partes depiladas y rapadas y sonrie. Marga llora en silencio amargamente y humillada y no puede ver lo que hace mi amo. Sólo su alarido desgarrador cuando el hierro marca su culo con la las siglas de la escuela EDP que dejan una marca visible y roja mientras la cuarentona se retuerce y aúlla.

Bien, dice mi amo. Dejémosla descansar. Mañana comienza su entrenamiento.

Me levanto y tomo la polla de mi amo. Sé lo que viene ahora. Me toca pajearle para llenar la cara y las tetas de Marga de semen de su nuevo Amo.

Lo hago, con ganas y rápido. El semen se vierte al poco tiempo en sus ojos, mejilla, cabeza y tetas. Lo esparzo como el amo me ha enseñado.

Marga se pone roja de vergüenza y rompe a llorar en silencio cuando escucha que pasará allí la noche y se aquella manera.

D. Pedro me ordena guardar todo y coger el bolso. Salimos dejando a aquella cuarentona dolorida, humillada y follada. Es su primer día y debe saber quién manda. Es lo que dice mi amo mientras regresamos. Yo afirmó con la cabeza sin atreverme a hablar nada. Aún tengo que hacer mi tarea antes de acostarme. Hoy es lunes y toca depilar el pubis de mi Amo ya que le gusta tener polla y huevos bien depilados para sus hembras. A mi me ha asignado la tarea que debo llevar a cabo casa lunes y miércoles. Luego debo comprobar si es correcto con una prolongada mamada y lamida de huevos para que mi amo esté contento.

He terminado de comer su polla y sus huevos. Me ha acariciado la rapada cabeza y con una suave nalgada me ha enviado a la cama.

Tranquilizada, le he besado la punta de la polla y me he marchado a mi cuarto. Mañana habrá tarea pues mi a amo ya está completo para entrenar a sus 6 esclavas con la cuarentona de la caseta.

NI una más, sólo 6 y durante 6 meses. Son sus reglas.

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