Nuevos relatos publicados: 10

La mejor forma de despertar

  • 6
  • 25.076
  • 9,36 (22 Val.)
  • 0

Cierta noche estábamos viendo unas pelis en televisión, ya habíamos cenado, comimos algunos snacks mientras nos concentrábamos en los filmes. Cuando ya la hora era avanzada decidí quitarme la ropa, ya que mi esposa y yo acostumbramos a dormir totalmente desnudos, ella también se quita la ropa. Primero sacó su franela de algodón azul por encima de su cabeza, para luego quitarse los pantalones cortos que hacían juego con la camisa; en ese punto es que comienza mi tortura, lleva puesto un cachetero de encaje blanco que delinea perfectamente su cintura, y se introduce ligeramente entre sus nalgas, cubriendo únicamente la mitad superior de ambos glúteos.

¡Dios, es hermosa!

Mi esposa tiene una estatura normal, no es demasiado alta ni demasiado baja, tiene cabello rizado (cosa que me encanta), piel blanca aunque no pálida, tiene tetas de un tamaño considerable, para mí son las mejores, no me entran en ambas manos y sus pezones son pequeños, perfectamente ubicados en el centro de una aureola color canela suave, y su cintura reducida justo en medio de su cuerpo generándole una forma de reloj de arena; su espalda recta con una pequeña curvatura en la parte baja es perfecta para darle paso a un par de nalgas grandes y bien formadas; sus piernas tienen muslos de tamaño exquisito, exactamente simétricos, con pantorrillas carnosas. Como lo ven, la mujer perfecta, sin contar su precioso rostro que se embellece con labios jugosos que forman una sonrisa que demarca hoyuelos en sus mejillas gorditas y ruborizadas.

Volviendo a la historia, tengo a mi esposa acostada a mi lado con un hermoso conjunto de ropa interior de encaje blanco. Me levanto con la excusa de ir al baño solo para verla de frente un segundo más, y allí está ella recostada sobre su espalda viendo la televisión, con sus tetas apenas cubiertas por un encaje casi transparente que permite ver con detalle sus pezones levantados y aparentemente duros, por el frio, supongo; tiene las piernas bien abiertas con las rodillas flexionadas y los pies juntos; me fascina esa posición, puedo observar aquella línea de ensueño que detalla la pepita a través de aquel pequeño trozo de tela, la cual está totalmente depilada, lo que la hace más provocativa.

Voy al baño a orinar y noto que mi pene ya se estaba empezando a endurecer, por lo que trato de pensar en otra cosa, por supuesto sin éxito, no puedo sacar de mi mente la imagen de mi esposa, sus tetas, sus piernas bien abiertas y aquella pepita depilada entre ellas. Luego de terminar en el baño decido pasar por la cocina para tomar un poco de agua y regresar a la habitación. Al entrar veo aquella hermosa mujer aun en la misma posición frente a la puerta, ya que la cama está ubicada justo allí.

⎯Amor, ¿Por qué no has terminado de desvestirte aún? ⎯ Por esta clase de preguntas es que creo que soy un hombre masoquista.

⎯Porque estoy esperando que mi marido me desvista.

⎯Levántate un segundo, pues.

Me siento en la cama a su lado. Ella se sienta y me da la espalda para que pueda desbrochar su sujetador, acto que hago felizmente, sin desaprovechar el momento para acariciarle las tetas desde atrás mientras retiro la prenda. Vuelve a acostarse y apoyada en sus pies levanta las caderas indicándome que retire también la parte inferior de su ropa, de frente hacia ella tomo el borde de su cachetero y comienzo a bajárselo, abre las piernas para liberar la parte interna de la prenda y termino de quitársela; paso aquel pedazo de tela por mi nariz antes de arrojarlo por allí en algún lado y acostarme nuevamente.

La temperatura ha ido subiendo de a poco. Coloco una de mis manos sobre su pecho, sosteniendo una de sus tetas, como si me dispusiera dormir, pero algo me sorprende de repente: sin desviar su mirada de la pantalla de la TV, lleva su mano izquierda hasta mi pene y comienza a moverla lentamente para masturbarme; rápidamente giro un poco mi cuerpo para facilitarle la labor y poder mirar su cara, pero ella sigue sin mirarme, parece estar muy concentrada en la película.

⎯¿Por qué tienes el pipe parado? ⎯ Pregunta.

⎯Por lo que estás haciendo.

⎯Yo no estoy haciendo nada. ⎯ Afirma.

⎯Claro que sí, lo estas tocando.

⎯¿Y eso que tiene que ver?

⎯ Que me excitas, y quiero follarte.

⎯¿Sí? ⎯ Pregunta mientras se gira y se coloca frente a mí.

⎯Si. ⎯ Contesto esperando haberla convencido.

Nuevamente se gira, y sin decir nada más, continúa viendo la película. Pensé que no quería aceptar mi proposición, por lo que yo también me coloqué boca arriba a su lado, viendo al techo de la habitación.

Cuando mis ojos se están cerrando por efecto del sueño, ya estoy adormecido cuando siento que Madelein se sube sobre mí. Dándome la espalda, se inclina hacia adelante permitiéndome ver aquel ostentoso trasero, a lo que respondo poniendo mis manos una en cada una de sus nalgas respectivamente.

Después de unos segundos de estar en aquella posición, comenzó a mover sus caderas como si folláramos; inmediatamente mi pipe estaba empalado, por lo que tuve que colocarlo hacia arriba, ya que sentía que sus movimientos iban a partirlo. Ella no detuvo su baile sexual sobre mí, ahora rosaba su panocha en mi pene. Separé sus glúteos con ambas manos e introduje mi pulgar derecho en su pepita, y se movía con más intensidad a cada segundo.

¡Lo estoy disfrutando! Supongo que después de todo no me dejaran con la calentura esta noche.

Saqué mi dedo de su interior que ya estaba bien mojado, sus jugos destilaban hasta mojar mi miembro incluso mi abdomen. Traté de guiar mi pene para que entrara en su coñito, pero con sus movimientos no me lo permitió, insistí un par de veces más pero el resultado seguía siendo el mismo, por lo que me di por vencido.

De repente dejó de moverse y sin mediar palabras se bajó de sobre mí, se acostó a mi lado nuevamente, pero esta vez dándome la espalda; espere un momento allí con mi erección, y al ver que no se movía me levante para ver su rostro y estaba completamente dormida.

¡Rayos! Se durmió y me dejó con la calentura a mil, no podía ni recostarme boca abajo por la erección de mi pene; tuve que quedarme un buen rato viendo al techo, me levanté a orinar una vez más y regresé a la cama. No podía dormir, estuve allí dando vueltas repetidas veces durante un par de horas, hasta que logré quedarme dormido, no sé ni que hora de la madrugada era.

La mañana siguiente Madelein despertó primero que yo y trata de despertarme de forma muy dulce: comienza con tomar mi pene en su mano y comenzar a masturbarme otra vez; yo pensé que era un sueño, pero no, era real; rápidamente ya mi erección era increíble nuevamente, supongo que por la calentura sin concluir de la noche anterior. Al ver el tamaño de ese pedazo de carne en su mano, sin dejar de masturbarme, Madelein se acerca a mi

oído:

⎯¿Por qué amaneciste con el pipe así de parado?

Pero no obtuvo respuesta, aunque ya estaba despierto decidí fingir que aun dormía.

Mi esposa decidió subir el nivel, se puso a cuatro patas a mi lado y comenzó a chuparme la polla como una diosa. Con una mano la sostenía mientras me da una mamada descomunal y con la otra mano se masajea el clítoris en forma circular dándose placer también a sí misma.

¡Que rico! Mi chica me estaba dando una indefinible mamada para despertarme, pero yo decidía aparentar estar dormido, pero no pude hacerlo durante tanto tiempo, ya los movimientos de mi cintura eran involuntarios e

incontrolables. Lo estaba disfrutando.

⎯¿Quién te enseñó a chuparla así, ¿eh?

No dejé que me contestara, le sostuve la cabeza para que no dejara de propinarme aquel inmenso placer que me estaba dando con su boquita.

⎯Sí amor… Que rico… Comete ese pipe así… Ese es tuyo… Comételo…

Solté su cabeza para dirigir mi mano a su panocha, que aún estaba siendo estimulada, introduje dos de mis dedos en ella sin ningún esfuerzo, estaba tan mojada que los jugos de su pepita chorreaban a lo largo de sus muslos hasta sus rodillas, estaba literalmente empapada.

Después de unos minutos comenzó a moverse, sacando mis dedos de su interior, pero rápidamente se colocó nuevamente en cuatro, pero ahora con su pepita frente a mi rostro. Se lo que quiere, y no la hice esperar rápidamente

empecé a lamerle el clítoris y la entrada de su cuca.

¡Que delicioso! El olor y el sabor de aquella conchita es lo mejor que existe en este mundo.

Ella inclinó su cuerpo dejando que sus enormes tetas reposaran sobre mi abdomen mientras su boca iba en busca de mi pito para un segundo round. Aquello era un exquisito 69 matutino. Sus caderas bailaban sobre mi rostro facilitándome el trabajo de darle placer con mi lengua en su sexo.

⎯Me encanta esta pepita amor, esta buenísima. ⎯ Decía yo, entre lamidas. ⎯ Y me encanta como me la chupas.

Para darle más placer, si es que eso era posible, introduje dos de mis dedos nuevamente en su panocha sin dejar de comérmela, y empecé a meterlos y sacarlos de su interior al mismo ritmo que ella me estaba chupando la polla. La escuchaba jadear…

⎯Ah… Uhmm… Ahh… ⎯ Nunca dejó de saborear y succionar mi falo.

Es una sensación indescriptible, el placer que siento lamiendo el clítoris de mi esposa e introduciendo mis dedos en su panocha mientras ella me masturba con una de sus manos al mismo tiempo que succiona el glande de mi polla.

¡Es increíble! ¡Voy a explotar de placer!

⎯Voy a llegar amor. ⎯ Le digo y aumento la velocidad de los lametazos que le estoy propinando.

En ese momento se nublo mi mente, fui transportado por el placer a otro mundo, estallé en un inmenso orgasmo, como nunca lo había hecho.

Madelein se estremecía, jadeaba, sus piernas flaquearon y dejó caer su cuerpo sobre mí presionando con fuerza su húmedo sexo contra mi rostro, como si quisiera que mi lengua la penetrara con más profundidad, pero ya era imposible llegar más adentro; en ese instante noté que los dos alcanzamos el éxtasis al mismo tiempo, teniendo orgasmos simultáneos. Yo disfruté de todos los líquidos afrodisiacos producidos por ese orgasmo y me los tragué todos; y ella también se tragó la leche generada por mi placer.

Un par de minutos después, ella todavía temblaba al sentir mi aliento en la pepita, se bajó de sobre mí y se acostó recostada en mi pecho.

⎯Nunca me había gustado tanto que me despertaras. ⎯ Bromeo acariciando su cabello, y ella se ríe.

⎯Claro, de eso estoy segura, aunque a mí también me gusto.

Permanecimos acostados un rato más, abrazándonos y luego nos levantamos para emprender las labores de todos los días.

(9,36)