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La sorpresa de mi compañera de oficina

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La noche nos sorprendió en el trabajo, había muchas actividades por cubrir y todos ya queríamos terminar la jornada. Era uno de esos días en los que coincidía con aquella compañera de trabajo, con la que había una suerte de tensión sexual. No trabajábamos en la misma oficina directamente ya que la empresa es muy grande, sin embargo, cuando coincidíamos había mucha química, siempre me sonreía cuando nos encontrábamos y cuando nos tocaba cubrir algún evento juntos, me lanzaba alguna que otra mirada provocativa.

No tengo novia y siempre he sido algo tímido para conseguir chicas, generalmente son ellas las que terminan dando el primer paso y algo parecía que esta sería la ocasión. Andrea me tenía hipnotizado esta vez, ya que hoy lucía un vestido gris entallado, una cadenita plateada a modo de cinturón, medias negras y tacones; aunque el vestido no era muy corto dejaba ver claramente su esbelta silueta, que iniciaba con unos senos redondos casi perfectos y algo grandes que ella siempre buscaba mantener a discreción y terminaba en un sutil trasero que si bien no era enorme se mostraba firme y rematado por unas piernas largas y bien torneadas. Su sonrisa dominaba la mayor parte de su rostro, ya que su boca era muy grande y sus labios carnosos.

Lo nuestro no parecía algo romántico, ya que a pesar de intercambiar miradas, risas y algunas charlas sin sentido, se sentía algo más, como unas ganas contenidas o una atracción reprimida. En los 2 años que llevo en la empresa nunca la vi con algún novio y cuando llegué a preguntar a compañeros en común siempre me dijeron que no salía con nadie.

Eran casi las 9 de la noche cuando finalmente el último evento terminó y con ello cada uno empezó a guardar sus cosas para salir. Un compañero externó el clásico "¿De aquí a dónde?" a lo cual varios asentimos y empezamos a proponer ideas de ir a algún lugar cercano a tomar una cerveza. Para mi sorpresa Andrea se sumó al plan por lo que me pareció una gran oportunidad para acercarme a ella.

De 10 personas que estábamos aún en la oficina sólo acudimos la mitad al bar. Andrea, el organizador, una amiga suya, un amigo mío y yo. La velada en general estaba muy tranquila, hablando generalidades del trabajo, quejándonos de nuestros jefes y hablando de política. Andrea se sentó a mi lado, era una de esas mesas empotradas al piso con sillones. Reíamos, bromeábamos y tomábamos cerveza. Ver junto a mí esas piernas cruzadas, pegadas a mi me tenía sudando, y Andrea lo notó. De pronto tomó mi mano y notó que me sudaba la palma, -uy está mojada, trae la seco- y la llevó a sus piernas, la talló contra su vestido y la suavidad de sus medias.

Un poco avergonzado, la observé mientras ella en cada risa se acomodaba los lentes. No retiré la mano que ella custodiaba con la suya, lo que me hacía suponer que el siguiente paso era inminente. Mi amigo, al notar lo que estaba pasando, decidió huir del lugar, con el pretexto de que debía levantarse muy temprano. El organizador y su amiga que ya también traían algo se despidieron rato después dejándonos a Andrea y a mi solos.

Nervioso y emocionado por la situación, decidí tomar la iniciativa con Andrea, en medio de una charla insulsa la miré fijamente a los ojos, me acerqué a ella y le planté un beso breve que por tímido no dio en el blanco a pesar de su gran boca, rosando apenas su comisura.

Ella no se mostró sorprendida, al contrario me sonrió mientras retiraba la mano de su pierna. Tomó un poco de distancia cuando el mesero llegó con más bebidas. Me miró fijamente y me dijo: -Necesito que sepas que estoy saliendo con alguien- Esa frase retumbó en mis oídos y me recordó las 20 veces que por no atreverme con una chica alguien más se me adelantaba. -... sin embargo tú me gustas mucho, eres simpático y tengo ganas de pasar la noche contigo- me quedé petrificado ante sus palabras. Durante unos minutos no dije nada, sin embargo ella luego de tomar su cerveza, morder sus labios y quitarse los lentes, me dio un beso apasionado, intenso, mientras ponía sus manos en mi cuello.

Paga la cuenta y vámonos a mi casa, -me ordenó al oído-, a lo cual accedí sin chistar, mientras nervioso lancé un chiste al aire para relajar la situación -Vamos pues y que me perdone tu novio- ella soltó la carcajada mientras decía -mi novio jajaja.

Caminamos a su casa ya que ella renta muy cerca del trabajo y del bar a donde fuimos. Mientras subíamos las escaleras, me besaba y ponía mis manos en sus caderas, en su trasero y me repegaba toda su figura.

Cuando al fin entramos a su casa, me abalancé a su cuerpo, pero ella me apartó, me puso la mano en la boca en señal de que guardara silencio y me llevó a una recámara, iluminada apenas con la luz de la ventana, casi obscura. Ahí, comenzó todo, la tensión que traíamos por meses finalmente tenía salida, empezó por quitarse los tacones, colocándose a mi altura. Se giró, repegando su trasero a mis piernas, mientras agarraba mis manos y las subía de sus piernas a sus caderas, a su cintura, se detuvo en la cadena plateada que con algo de trabajos logré desabrochar mientras besaba su cuello.

Llevó mis manos a sus senos, me permitió conocer su tamaño, su firmeza, apretarlos mientras seguían atrapados en el sostén debajo de aquel vestido. Ahora yo la giré, ella desabotonaba mi camisa, mientras yo llevaba mis manos a sus nalgas, levantaba el vestido, que terminé de sacar por su cabeza. En ese momento supe que ella estaba preparando este momento, su lencería era de alguien que lo había planeado todo. Su coordinado negro satinado se complementaba con sus medias sostenidas firmemente a un fino liguero de encaje.

Di un paso hacia atrás para observar a detalle toda su figura, momento que ella aprovechó para arrodillarse, maniobrar y aflojar mis pantalones, mi bóxer liberando mi miembro que a esas alturas ya chorreaba líquido seminal.

-Está llorando, pobrecito, voy a consolarlo- mientras se mordía los labios y con una de sus manos lo tomaba y lo llevaba a su boca, yo le quité los lentes y apartaba el pelo para contemplar esa rica mamada que me estaba dando. Perdí la noción del tiempo durante la felación, pero recuerdo que me tumbé de espaldas a la cama. Ella retiró por unos instantes la boca de mi miembro y me ordenó que no abriera los ojos para nada, porque me iba a llevar al cielo y que tratara de no venirme.

En ese momento todos mis sentidos estaban concentrados en su labor, escuchaba su boca tronar en cada succión, sentía su mano tocar mis testículos y acariciar mis piernas. Me dejé llevar por el momento. De pronto sentí mi cara aprisionada por una vagina, húmeda, con un olor delicioso entre sexo y perfume, unos labios vaginales buscaban mi boca ansiosamente, sin embargo la felación no se detenía, se hacía más cadenciosa, recorría mi miembro de la base a la punta, reía, mordía a ratos y seguía succionando, mientras yo me ahogaba entre jugos vaginales y fino vello púbico.

Yo estaba a punto de reventar, el momento era extaciante, explosivo, no podía ver nada ni incorporarme pues seguía atrapado, lamiendo, los labios, el clítoris y a ratos el movimiento me llevaba al ano. Di lengua a todo mientras trataba de no explotar. Escuché la voz de Andrea cuando detuvo la felación

-Por favor cariño, no te vayas a venir-

Mientras yo seguía concentrado en dar lengua al clítoris, sentí como mi miembro era tomado por su mano e ¡introducido en su vagina!

En ese momento reaccioné, con todas mis fuerzas aparté el cuerpo que estaba sobre mi cara y me incorporé mientras veía una nueva escena a media luz.

Andrea estaba sobre mi, sentada al borde de la cama con mi miembro dentro de ella, al lado mío, de rodillas sobre la cama, recuperando la posición después de empujarla, estaba otra mujer, joven, completamente desnuda.

Ambas reían y yo estaba estupefacto. La otra chica le decía -te dije que se iba a sacar de onda- mientras Andrea se despegaba de mi y se acostaba a mi lado.

Yo estaba paralizado recostado en medio de ambas, sin dar cuenta de lo que miraban mis ojos ni de lo que había pasado, Andrea me revelaba la sorpresa.

-Mira, te presento a Karen, mi novia-

Sin poder articular media palabra volteé la cara para ver entre las luces a la otra chica. Era una joven también muy atractiva, de piel morena, labios delgados y ojos ligeramente rasgados. Se veía más bajita de estatura que Andrea, con unas enormes caderas, piernas gruesas y unos tobillos como troncos, que quitaban la atención de unos senos discretos pero firmes y un vientre casi plano. Recibí una sonrisa casi infantil mientras me decía hola con la mano y sostenía con la otra mano su cabeza en la cama.

-Yo sé que esto te puede parecer raro -continuó diciéndome- pero estoy saliendo con ella desde hace mucho tiempo, ambas somos bisexuales y aunque nos amamos y adoramos mucho como pareja, de vez en cuando nos gusta experimentar otras cosas. Le conté de ti, de lo mucho que me atraías, de tu carácter y de que estaba segura que eras muy bueno en la cama. Ella fue quien me sugirió traerte y meterte a nuestra cama. ¿Qué opinas?

Yo empezaba a asimilar lo que estaba pasando, me dirigí a Karen y le dije, -mucho gusto Karen, mientras le extendía la mano sonriente- Evidentemente con la sorpresa, mi erección había bajado un poco, sin embargo estaba emocionado por continuar con esa tremenda sorpresa que me había llevado. -Y bien, pues soy todo suyo jajaja- les dije. Ambas se fundieron en un apasionado beso que extendieron a mi boca para hacer un gran beso de tres que implicó varios minutos de intercambio de besos profundos entre los tres.

Ambas intercambiaron sonrisas, mientras Karen se incorporaba y podía ver la razón por la que me fue tan difícil despegarme de su entrepierna. Sus nalgas grandes eran sorprendentes. -Oye amor, deberías probar su boca, es bueno comiendo- Le decía a Andrea.

En instantes, en la misma posición de antes tenía el sexo de Andrea sobre mi rostro, mientras Karen tomaba su lugar delante de mi miembro, que poco a poco luego de los besos estaba más erecto que nunca. Los labios vaginales de Andrea también olían delicioso y estaban también muy húmedos. Tan pronto los toqué con la lengua y empecé a estimularlos, empezaron a salir chorros de líquido que recorrían mi cuello y mis orejas.

Mientras tanto Karen, tomó entre sus manos mi miembro, lo llevó a su boca y comenzó a lamerlo, a besarlo y a chuparlo con menos intensidad que Andrea. Después de unos instantes se incorpora y exclama - te voy a pagar ese par de orgasmos a mi modo- mientras toma mi miembro y lo introduce en su vagina.

Las dos se encuentran, frente a frente mientras una es penetrada y la otra recibe mi lengua en su clítoris, labios y ano. Ambas se mueven con cadencia sobre mi, se funden en besos, chupan mutuamente sus senos y gimen y respiran agitadamente.

Mientras con mi lengua estimulo todo lo que está a mi alcance, siento como mis piernas y cintura reciben cada uno de los sentones de Karen, cada momento más fuertes, cada momento más rápidos, mientras mis manos se turnan entre abrir las nalgas de Andrea para alcanzar su ano, y recorrer alternadamente los senos y piernas de ambas, sintiendo también la textura de las medias de Andrea.

Algo cansados de esa posición, los 3 decidimos cambiar e incorporarnos, Andrea con una mirada pícara me dice -con que te gustó mucho mi anito- al tiempo que de su buró saca un tubito y pregunta -¿Les gusta el mango?- Karen sonríe y parece entender claramente la idea y se acuesta boca arriba, mientras Andrea, se acomoda en un 69 sobre su cara y empieza a untar el lubricante en su propio ano y vagina. De pie, observo la escena y entiendo claramente la invitación, me preparo a penetrar a Andrea, mientras Karen se pierde entre las piernas de Andrea quien con su cola al aire se prepara para recibirme.

Entro delicadamente en la vagina de Andrea, mientras siento como la lengua de Karen recorre mi miembro y los labios de Andrea alternadamente. Bombeo, cada vez con mayor intensidad aferrándome a las caderas de Andrea mientras ella esparce lubricante en la entrepierna de Karen.

Karen coloca uno de sus dedos en el ano de Andrea y empieza a introducirlo mientras yo sigo penetrándola. Después de algunos minutos de continuar con el vaivén, Karen exclama: ¡Está lista! Andrea se separa sutilmente, mientras Karen toma mi pene desde su posición, se lo lleva a la boca y comienza a lubricarlo. Lo coloca en la entrada del ano de Andrea invitándome a entrar.

Yo maravillado no puedo resistir más y empiezo a introducir mi miembro en ese perfecto orificio que emana un dulce olor a mango y al perfume de Andrea. Cuando al fin logro entrar totalmente Karen comienza a estimular con su lengua el clítoris de Andrea quien ha perdido el control de su cuerpo y gime sin rubor, en medio un gran orgasmo provocado por la doble estimulación.

Ya no puedo más, siento las primeras contracciones de una eyaculación. Comienzo a gritar y aumentar la intensidad de las embestidas en el culo de Andrea. Uno a uno voy sintiendo como los chorros de semen, van llenando la cavidad de Andrea mientras ella se aferra a las caderas de Karen quien además aún tiene la cabeza de Karen entre sus piernas ahogando sus orgasmos.

Termino y retiro cuidadosamente mi miembro del ano de Andrea, que empieza a derramar mi semen sobre la cara y boca de Karen quien lo lame y traga. Los 3 exhaustos nos dejamos caer sobre la cama. Ambas aún continúan con los espasmos de sus respectivos orgasmos.

Después de unos minutos de silencio, ríen, se besan cariñosamente, y nos acomodamos en la cama a respirar mientras yo proceso lo que acaba de pasar.

La noche no ha terminado, nos miramos cómplices para continuar, Karen se levanta prende la luz y va por unas bebidas mientras yo sonrío a Andrea.

Vamos por más.

Continuará.

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