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Madre abandónica (padre e hija)

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Recibí en mi correo ([email protected]) el siguiente mail.

–Hola Luis, he leído tus relatos en la página de CuentoRelatos, en verdad, no sé si son reales tus historias.

A lo que respondo:

–Hola xxx. Te cuento, la mayoría de los relatos son verídicos, historias que me cuentan o como en tu caso, me envían a mi mail, yo lo único que hago es “adornar” lo mencionado. ¿En qué puedo ayudarte?

–Voy a confiar en vos.

Tengo una fantasía con mi hija, más que fantasía es una ayuda que quiero darle, necesito hacer el amor con ella, pero no sé cómo encarar la situación, somos padre e hija, si fuera una desconocida me hubiera sido fácil.

–Estimado xxx. La verdad lo hice solo una vez y con una persona a la que conozco mucho, no soy sociólogo, solo escribo este tipo de relatos nada más.

El ofrecimiento que te hago es, contame un poco lo que está ocurriendo y hago un relato en base a eso, te puede orientar como llegar a cumplir tu sueño o fantasía, (como potencialmente podría ser).

Una vez escrito, te lo envío y lo pones en práctica tal cual, si pudiste realizarlo, me mandas un mail y con tu autorización lo ponemos en la página.

–Gracias, voy a intentarlo.

A continuación, el relato que realice en base a datos aportados por xxx. Esta demás decir que si lo subo, es porque pudo realizar lo solicitado en el correo.

Soy un hombre de cincuenta y cinco años al que la vida lo bendijo con dos hermosas hijas, una que está viviendo en Inglaterra y la otra conmigo aquí en Argentina.

Mi historia es la siguiente:

Mi ex esposa, nos abandonó a partir de un suceso desafortunado en relación a Clara, quien vive conmigo.

Clara, veintidós años, rubia, ojos verde agua como su madre, un cuerpo fantástico, estudiaba profesorado en Educación Física cuando el destino quiso que se rompiera un aneurisma instalado en su cerebro, quedando con capacidad motriz, del lado derecho, disminuida, debiendo abandonar, por lo menos por ahora, la carrera.

La suerte es que una resonancia magnética lo diagnostico a tiempo, pudiendo parar el sangrado del mismo, quedando un coagulo que se iría reabsorbiendo de a poco y con buen pronóstico. Mientras tanto, Clara tiene y debe ser cuidada y ayudada para varias cosas del día a día que no se puede desenvolver por sí misma.

Soy propietario de una casa que vende insumos para imprentas, lo que me consumía mucho tiempo, mi ex se cansó de la responsabilidad de atender nuestra hija y se fue de casa hace dos años, con mil excusas.

Hoy día, en el negocio puse un empleado para pasar más tiempo con Clara y poder atenderla como se debe, cambiando, dinero por calidad de tiempo. Ahí comienza mi historia.

Hace tiempo ya que varias actividades las puede realizar, aun le cuesta por ejemplo el bañarse y vestirse con determinadas prendas y calzados, cosa que estoy para ayudarla, como así también dos compañeras de la facultad que se encargan específicamente de la ducha a diario, un día una, un día la otra, cosa que me simplifica un poquito el día a día.

El tema surgió para la época de vacaciones, ambas amigas viajaban a ver a sus familias al pueblo de donde son originarias. Sería la primera vez que me encargaría a full de todos sus requerimientos.

El día comenzó con total normalidad, desayuno, levantarse de la cama, vestirla, acompañarla a la mesa para el desayuno.

Desconozco que empezó a pasar por mi cabeza a partir de ese día cuando la comencé a vestir, la había visto infinidad de veces en ropa interior. Tal vez lo que traía puesto, un corpiño de raso que apenas tapaba la mitad de sus pechos duros, tal vez la tanga de la misma tela, por detrás solo una tirita que se perdía en el medio de sus glúteos duros y bien formados, tal vez ese pequeño triangulito que tapaba indiscretamente su vagina adornada con unos bellos y rizados pelos, triangulo que dejaba ver parte de sus labios. Mi miembro había empezado a cobrar vida, irguiéndose lentamente y empujando el calzoncillo como pidiendo permiso para salir. Tratando de pensar en cualquier cosa, termine de vestirla poniéndole las zapatillas, la ayude a incorporarse de la cama, y tomándola por detrás la acompañe en sus pasos. En un momento sin querer apoye la bestia que aún estaba despierta en su culo, hizo como ademan de detenerse pero siguió mirándome de reojo sin decir nada. La deje reposar sobre la silla para que desayune y me retire dándole la espalda para que no viera mi erección.

El resto del día transcurrió como habitualmente pasaba, ella leyendo en su computadora y algún que otro libro o revista, alternando con televisión.

Llegada la tarde, el momento que no quería.

–Papi por favor me ayudas a bañar.

–Si hija como no. (lo dije con voz temblorosa)

–(riendo) Que pasa mi hombre, se te seco la garganta, ¿tenés miedo?

–Clara por favor, es que me da pudor tener que asearte.

–Ya lo hiciste varias veces pa.

–Si lo tengo claro, pero eras bebe, ahora tenés veintidós años y sos toda una mujer.

–Y vos todo un hombre. Es cuestión de género, hombre, mujer (reía a carcajadas) padre e hija, dale papi, no tengas vergüenza.

–Obvio que lo voy a hacer, solo tomo coraje. (también lo dije con una risa nerviosa)

Ya decidido, me hice el hombre superado y la lleve a la ducha. Comienzo con el proceso de desvestir a pedazo de mujer, excitándome de a poco, con cada una de las prendas que quitaba. Ya teniendo su cuerpo cubierto solamente con el conjunto de ropa interior, mis manos temblaban, ella, ella reía estrepitosamente.

–Dale Arturo, no tiembles, vamos que voy a tomar frio.

–¿Frio con el calor que hace?

Le desabroche el corpiño dejando escapar esas tetas blancas de rosados pezones, al sacar la tanga, fui demasiado torpe, aparte de cortar una de sus tiras se enrollo en sus largas piernas musculosas, quedando expuesta ante mis ojos su vagina cuidadosamente depilada, solo formando un triángulo de bellos rubios sobre ella.

En mis pantalones cortos, ya asomaba una mancha de líquido pre seminal que escapaba por mi uretra. Aunque, creo, Clara se dio cuenta, pues aún no había abierto la llave del agua.

Ya bajo la ducha y sentada sobre una silla plástica, comencé a enjabonarla, tratando de no tocar ninguna parte que despierte más mis hormonas. Hasta que me dijo algo que no quería escuchar.

–Papi, también se asean las partes…

–Si hija, pero me da cosa.

–Soy tu hija papa, ya sé que crecí, pero en esta momento te necesito, y quiero estar higienizada, así que señor, es una orden, manos a la esponja y el jabón.

Tome la esponja enjabonándola, la deje en el jabonero, la ayude a pararse, tomándose de la silla me ofreció todo su cuerpo mojado. Nuevamente cojo la esponja pasándola por sus pechos tratando de no tocar ni rozar su piel con mis manos, sus ojos se cerraron, vi como sus pezones se ponían duros y la piel se le erizaba, cosa que me éxito más, mi corazón palpitaba, si quisiera contar las pulsaciones no hubiera podido.

De su boca salían suspiros. Ya no aguante más, cerré yo también los ojos y dedique mis manos a enjabonar el resto sin la esponja que me privaba de sentir su tibia piel. Paso mi mano entre sus glúteos, la que resbalo con facilidad producto del jabón, tocando su orificio, se hizo hacia atrás como pidiendo más, me detengo en la zona aseándola, ella meneaba la cintura, rodeo su cintura con mi mano para llegar a su vagina, hago el mismo procedimiento que con su parte trasera, ya sus suspiros se transformaron en gemidos. Me detuve en su vulva enjabonando y jugando con mis dedos en ella, sus labios vaginales se abrían cediendo el paso, dejándome llevar por mis genes masculinos y olvidando el vínculo, jugué con su clítoris, hasta que el gemido prolongado me hizo saber de su orgasmo.

Sin decir nada enjuague bien sus partes, la ayude secarse y ponerse la ropa, la acompañe a su cama, arropándola como cuando era chica, prendí su televisor, le di un beso y me retire.

Fui por un baño yo también, no podía sacar de mi cabeza las imágenes del cuerpo desnudo de Clara y mis manos recorriéndolo.

Ya acostado, recibo un mensaje de WhatsApp con el siguiente texto.

Papa, por favor podrías acercarte a mi cuarto. Presuroso me abalance a su puerta con el pensamiento que había pasado algo.

–¿Qué paso hija, te encuentras bien?

–Si papa, solo necesito hablar con vos.

–Soy todo oídos, mi cielo.

–En relación a lo que paso hace un rato en el baño.

Silencie su boca con mi dedo.

–Por favor necesito hablarlo.

–Está bien Clara, te escucho.

–Los que tenemos discapacidades motoras, momentáneas o permanentes, nos enfrentamos a problemas que el resto no tiene. Pero si tenemos sentimientos, necesidades, deseos y el derecho a expresarlo.

–No entiendo el mensaje, ¿que hice mal?

–Nada papa, quería que sepas que hay algo que es importante para mí y la recuperación, necesito mejorar mi autoestima, recuperar mi sexualidad.

–Entiendo hija, como padre, ¿de qué manera puedo ayudarte?

–No, como padre no podes ayudarme, necesito que salgas de ese rol y me ayudes como hombre.

No podía creer lo que me estaba diciendo mi hija, algo que yo quería y no sabía cómo hacer, ella me estaba allanando el camino.

–Pero soy tu padre, no sé si está bien, aunque te confieso que estoy loco por vos, que me encantas como mujer, que deseo poseerte y escarbar lo más profundo de tus entrañas con mi sexo.

–Papa, los derechos sexuales de las personas se deben reconocer, alguna vez leí que, los derechos humanos universales están basados en la libertad, la dignidad y la igualdad, quiero conservar mi dignidad de mujer.

No lo pensé más, me acerque muy despacio a su rostro para besar sus dulces y cálidos labios, respondiendo con la apertura de boca justa para que nuestras lenguas se encuentren en un húmedo beso, que no fue largo, pero si maravilloso, jamás olvidare ese instante.

Fuimos fundiendo nuestros cuerpos, quería que se cubra toda la habitación de lo que estaba por venir. Quería que fuera mía y hacerle el amor sin control alguno.

Pongo mi mano en su pelo, rozando mi boca por su largo cuello y sus blancos hombros.

Su suave mano recorre la extensión de mi espalda de manera muy delicada, mientras busco con mi boca la calidez de sus pezones, su boca entreabierta exhalaba suspiros apasionados cuando mis manos danzaban sobre su piel.

Busque mojar su vagina con mis dedos al tiempo que sus gemidos endulzaban con su miel a mis oídos, fui probando cada uno de los rincones de su piel, milímetro por milímetro, llegando por fin a esa parte tan sensible que tiene entre sus piernas, que se fueron separando de a poco para que mi boca y lengua probaran ese delicioso néctar que me ofrecía su ser.

Eleva su cabeza para observarme, al tiempo que busco sus ojos con los míos, cuando veo que el verde de sus pupilas se transformaron en blanco, su vagina me dedico sus jugos, invadiendo mis fauces sedientas de su sexo.

Una vez que reposo de su orgasmo, ubico una almohada debajo de sus glúteos para elevar la pelvis, me posiciono sobre ella. Clavando nuestra mirada sobre nuestros ojos, noto la aprobación que precedió a la penetración, ubico la punta de mi pene sobre los labios de su vulva, rozando desde el perineo hasta su clítoris en reiteradas oportunidades, hasta que por propia humedad, casi sin ejercer presión, mi falo se perdió en la profundidad de su sexo. Mi sensación fue indescriptible, estaba dentro de mi hija, experimentando la calidez de su vagina con esa consistencia aterciopelada. Me pareció, en varias oportunidades tocar el cuello del útero con el pene, cosa que le hizo expresar, ya no, gemidos de placer, si no, gritos de placer, desprendiendo frases sucias que me excitaban cada vez más.

En un ir y venir dentro de su sexo, tan apasionado como violento, ambos nos dijimos, pero a destiempo.

–¡¡¡Estoy por llegar al orgasmo!!!

Trate de aguantar lo más que pude, quise que ella terminara primero, para poder observar su angelical rostro y darle la oportunidad de que ella vea el mío, cuando descargara mi semen en su interior.

Se dio como lo había querido, exploto ella en tremendo orgasmo, volviendo a poner sus ojitos en blanco y abriendo la boca en forma descomunal. Mientras sucedía, apreté mi pelvis contra la suya quedándome quieto, quería sentir las contracciones del placer.

Cuando logró observar mi rostro, reinicie los movimientos pélvicos de adelante hacia atrás, por momentos haciendo pequeñas rotaciones, no pude aguantar mucho tiempo el ritmo, pues mi semen salió despedido de mi miembro, llenando a mi hija del espeso líquido, el mismo que hace veintidós años, hizo fecundar su ser.

Recostado a su lado, me acariciaba con la mano del brazo que mueve sin dificultad, agradeciendo el haberme animado a satisfacer su necesidad.

Nuevamente bese su cuello estilizado, creo saber dónde besar buscando las partes más sensibles, mi boca recorría su esbelta anatomía, intentando explorar sin tropiezos el camino que me lleva a su sensible pubis.

Cual colonizador, descubro la recóndita cueva del placer, que empiezo a explorar con mis dedos esa parte que mi lengua no iba a tener acceso por lo profundo de ella. Saque la lengua pasándola por sus labios mayores, a lo largo de ellos. Complaciente se abrió ese capullo aterciopelado, dando paso a una catarata de fluidos que me invadieron de su sabor. Prendido fuego quería comer su vagina, abría y cerraba la boca, no chupando, si no, libando su sexo y clítoris ya endurecido.

Se retorcía en la cama al son de sus gemidos, a cada orgasmo sus gritos llenaban mis oídos y la habitación, hasta quedar rendida.

Con el olor a sexo invadiendo el cuarto, la puse de costado perdiendo mi falo dentro de su cavidad, quise esa posición para no forzar más su cuerpo.

Luego de estar disfrutando por un largo rato de las penetraciones bien recibidas por Clara, sentía el inminente orgasmo, saque mi miembro, la puse boca arriba, sentándome a horcajadas sobre su humanidad, me masturbe para ella, descargando mi semen, el que salía con una velocidad que nunca había experimentado, sobre su rostro, parte dentro de su boca, parte en su cara.

Luego de no recibir más descargas, con sus dedos, tomaba lo que había quedado en su rostro para introducirlo en su boca y terminar de ingerirlo.

Después de esa sesión casi interminable de sexo, fuimos al baño nuevamente a higienizarnos, esta vez, fue sin ningún tipo de vergüenza, pudiendo hacerlo juntos sin el tabú que ello implica.

Este relato, como he comentado fue a pedido. Al enviarle el relato para ver si era lo que esperaba, recibo el siguiente mail.

–Hola luis, quería agradecerte, me llamo mucho la atención, que las cosas sucedieron tal cual escribiste, lo que me pareció raro, por eso al correr los días de lo que sucedió, le pregunte por que había accedido a tener sexo conmigo. A lo que me contesto (textual)

–Perdón papa, tengo que confesarte algo. Vos nunca cerras el correo, un día hurgando en la compu, vi el correo que le enviaste a luisfa60 y el escrito que te mando.

Debo reconocer que me excitó y quise seguir tu juego y valla que me gusto. Por favor no te enojes.

–Como me voy a enojar hija querida, me ayudaste y te ayude, quien mejor que tu padre.

–Y otra cosa, las chicas no se fueron de vacaciones, yo les pedí que no vinieran.

–Que gran estratega resultaste ser Clara, te amo con locura.

–Lo sé, por eso también te amo.

Gracias Luis, hoy ya casi esta recuperada, te diría, casi normal, no sabes las cosas que estoy aprendiendo con su juventud.

Estamos también evaluando la posibilidad de sumar a alguna de sus amigas, o por qué no, las dos. Seguramente te tendré al tanto.

Por lo pronto volví a comprar una cama matrimonial y estamos conviviendo como pareja. Se cae de maduro que podes publicarlo, lo único que te pediría es cambiar los nombres.

Gracias.

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