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Me llenaron el ano de esperma (1)

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Hoy quiero contarles de un periodo de mi vida un poco extraño, pero que a veces quisiera repetir.

Cómo ya les he contado me volví adicta a la verga de mi papá. Todos los días hacía lo posible por tener esa verga gruesa y venuda dentro de mí, y por las noches soñaba con su verga penetrando cada hoyo de mi cuerpo. Pero por trabajo mi papá tuvo que hacer un viaje de 1 mes. Yo no podía irme con él porque estaba estudiando, pero desde el día 1 que se fue, extrañé su rico pene.

Cada día me masturbaba imaginando que mi papá me cogía y me metí toda clase de cosas por el ano para satisfacer mi deseo. Me masturbaba con mis dedos, con dildos, con objetos, con verduras, y me dejé follar por muchos hombres de mi escuela, pero nada podía saciar mi deseo por la verga de mi papá.

Después de 2 semanas me empecé a deprimir, así que decidí buscar ayuda. Pero en lugar de buscar una psicóloga una amiga me recomendó ir con una guía espiritual, y así conocí a Mafer. Maria Fernanda, o “Mafer” como yo le digo de cariño, es una gurú sexual y espiritual de 45 años, es de tez morena clara, tiene cabello largo y oscuro algo rizado, y aunque es madre de 7 hijos tiene un cuerpo espectacular: no es alta, mide cerca de 1.60, pero tiene unas tetas enormes que siempre se le salen por un lado o por el escote de sus blusas holgadas que usa, pero ella no le da importancia, las muestra siempre como algo natural. Sus caderas y su culo también son muy grandes y sus piernas son casi tan gruesas como las mías.

Cuando hablé por primera vez con Mafer le conté sobre mi depresión y mi necesidad de la verga de mi papá dentro de mí. Mafer me explicó que había una conexión sexual muy profunda entre nosotros, y al estar lejos era como si me hubieran quitado una parte vital del cuerpo, y necesitaba una terapia de rehabilitación. Para hacer la terapia Mafer me pidió que me pusiera de pie frente a ella completamente desnuda. Comenzó a pasar sus manos por mi cara, mi cabello, mis hombros, mi espalda, mis tetas, mi vientre, mi vagina, mis piernas, mi trasero y hasta mis pies. Después comenzó a lamer algunas partes de mi cuerpo. Su lengua recorrió cada rincón de mí, y mientras lo hacía me pidió que gimiera porque necesitaba encontrar mis puntos de energía sexual.

Cuando terminó de pasar su lengua por todo mi cuerpo me dijo: “Tu energía sexual se encuentra principalmente en tus pies y en tu cavidad anal, así que necesitamos hacer un ritual especial para que puedas sentir la misma satisfacción que sientes con la verga de tu padre, pero con cual otra verga”. Entonces llamó a un joven de unos 20 años y lo hizo entrar a la habitación. Estaba completamente desnudo y tenía una verga bastante grande. Le pidió que se acostara en la alfombra de la habitación y después me dijo: “Tus pies son el centro de tu energía, te voy a pedir que con tus dedos de los pies comiences a estimular la verga de este chico, su verga funcionará como el receptor por donde va a fluir la energía que te va a dar placer.” Entonces me paré enfrente del chico y con mis pies empecé a acariciar su verga. Mis dedos largos excitaron demasiado al chico porque inmediatamente se le puso la verga muy dura.

Empecé a usar mis pies para masturbarlo mientras Mafer me daba instrucciones de cómo debía hacerlo: me decía que lo masturbara con las plantas de mis pies de arriba a abajo, que pusiera su verga entre mis dedos, que se la apretara y muchas cosas más. Me puse muy caliente y muy mojada, y entonces Mafer me dijo: “cuando el chico esté a punto de venirse, debes sentarte sobre su verga y dejar que te penetre el ano, para que todo su esperma se derrame dentro de ti”.

Después de varios minutos el chico me dijo que estaba apunto de venirse, entonces me levanté del suelo, me puse en posición para sentarme sobre su verga y de pronto Mapi se acercó y le sujetó la verga al chico con la mano y me dijo: “Siéntate Paola, yo voy a agarrársela para que no se mueva mientras tú te sientas, porque su verga debe entrar en ti en un solo movimiento fuerte y directo.” Entonces me dejé caer, me senté rápidamente sobre su verga y me penetró el ano tan profundamente que un escalofrío recorrió toda mi espalda hasta mi cuello. Sentí como si algo me hubiera atravesado todo el cuerpo, y después sentí cómo su semen me llenaba completamente el culo. Mapi me dijo que no nos separáramos todavía, y tuve la verga de ese chico dentro de mi culo por una media hora. Durante ese tiempo sentí que poco a poco el esperma salía de mi ano poco a poco.

Después Mafer me dijo que podía levantarme y cuando lo hice y me saqué la verga de adentro, todo el esperma salió de mí cuerpo en un instante. Pero Mafer hizo lo más desagradable y al mismo tiempo excitante que jamás haya visto: se agachó, acercó su cara a la verga del chico y comenzó a succionar con su boca todo el semen que se me había salido del ano. No quedó nada. Al final Mafer se dirigió a mí otra vez y me dijo que este ritual debíamos repetirlo por 10 días, y solo así terminaría mi depresión y mi adicción a la verga de mi papá.

Pasaron varios días y repetimos el ritual, pero Mafer no había tomado en cuenta mi habilidad para masturbar usando mis pies, y al cuarto día mientras yo masturbaba al chico usando mis dedos, el chico eyaculó inesperadamente sobre mis pies y me dijo: “Perdón Paola, es que tus pies están demasiado grandes y tú estás muy chaparrita para tener esos pies tan grandes, eso me causa demasiado morbo y no puedo aguantar tanta excitación”. Entonces Mafer me explicó que si el chico no eyaculaba dentro de mi culo y el semen caía en cualquier otro lugar, el ritual no serviría.

Intentamos repetir el ritual muchas veces, pero había momentos en los que el chico no podía resistirse a mis dedos de los pies y terminaba eyaculando en ellos. Para mí no era problema porque el semen en mis pies es algo que siempre disfruto, pero según Mafer el ritual no funcionaba de esa manera. Me dijo que la única manera de resolverlo era completar el ritual con ayuda de otra persona, y me dijo: Vamos a probar algo Paola, deja que la verga del chico te penetre el ano desde el comienzo del ritual, pero mientras la punta de su verga está dentro de ti, yo usaré mis pies para masturbar el resto de su verga, y aunque se venga inesperadamente su verga ya estará dentro de tu culo y el semen no se desperdiciará.”

Probamos hacerlo de esa manera: yo me senté sobre esa rica verga, me penetró profundamente y luego Mafer comenzó a masturbarlo con sus pies, pero al chico no le provocaba la misma sensación, dijo que los pies de Mafer eran muy pequeños y no podría venirse así. Entonces Mafer me preguntó: “¿Conoces a alguien que tenga los pies igual de grandes y les dedos tan largos como los tuyos y que pueda ayudarnos?”. Entonces sólo unos pies vinieron a mi mente en ese instante: “¡Los pies de mi hermana Tania!”…

Continuará.

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