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Me volví la perrita de mi papá

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Después de ese día la orgía se volvió casi una tradición en el estudio, y cada fin de mes me invitaban para repetir el evento: llegaba al estudio y todos me esperaban con una cama en el centro del estudio. Yo me ponía en la cama, me comenzaba a quitar la ropa y mientras tanto todos se empezaban a jalar la verga. Ya que estaba completamente desnuda, me ponía en cuatro y mi papá se acercaba para empezar a cogerme. Y mientras mi papá me la metía por el culo, todos los demás se masturbaban y empezaban a venirse sobre mí.

Pero a pesar de disfrutar la orgía, una vez al mes no era suficiente para mí, yo necesitaba más. Así que decidí llevar las cosas más allá. Un viernes decidí esperar a mí papá hasta que saliera del estudio, y al salir lo abracé y le dije: “Te tengo una sorpresa papi.” Y lo llevé a un motel que estaba cerca. Y cuando llegamos le dije: “Papi, no puedo esperarme a fin de mes, yo necesito tu verga ya, la necesito adentro de mí”.

Entramos a la habitación del motel y sin pensarlo nos arrojamos a la cama y comenzamos a follar, pero de pronto mi papá me hizo una petición que yo no me esperaba, pero cambió por completo nuestra relación. Mi papá estaba encima de mí mientras me cogía y de pronto me agarró la cara, se me acercó y me dijo: “Pao, hija, quiero que hagamos algo. Quiero que te pongas en cuatro y que empieces a gatear como si fueras una perrita.” Se me hizo algo muy raro y le respondí riéndome: “No papá, cómo crees”. Y entonces me dio una cachetada y me apretó del cuello con fuerza, y me dijo: “Como de que no! Vas a ser mi perra, pinche Paola puta. Vas a ser mi perrita y vas a hacer lo que te diga, ¿oíste?”

¡Eso me excitó demasiado! Me puse muy caliente y le dije que si con la cabeza. Entonces me soltó del cuello y me hizo ponerme en cuatro en el piso. Se paro enfrente de mí y me dijo: “Ahora empieza a ladrar como perra y gatea alrededor de mí.” Empecé a gatear alrededor y a hacer sonidos de perrita mientras él se masturbaba. Después me dijo que me acercara a su verga y que le empezara a lamer los huevos, pero llorando como perra. Entonces me acerqué, saqué mi lengua y le empecé a chupar las bolas de atrás hacia adelante, mientras chillaba como perrita. Nunca había hecho algo así, pero había tan algo excitante en todo eso que me puse demasiado cachonda y mojada.

Después mi papá se puso atrás de mí, me agarró del cabello y me lo empezó a jalar hacia atrás. Luego me escupió en el culo y me empezó a meter la verga y a decirme: “Eres mi perra Paola, eres mi perrita y mereces que te traten como puta. ¡Gime hija! ¡Saca la lengua y gime como la perra que eres!” Y sin pensarlo empecé a gemir, a llorar como una completa perra, hasta que me hizo venirme. Me vine toda sobre la alfombra del cuarto y dejé una mancha enorme. Entonces mi papá me dijo: “Eres una perra mala! Ya ensuciaste la alfombra. Las perras buenas tienen que orinar afuera, no adentro. Ven, vamos a que hagas afuera”.

Entonces mi papá se acercó a la puerta del cuarto, la abrió y me dijo: “Ven acá Paola”. Me acerqué gateando hasta la puerta, y ya que estaba en la entrada me dijo:

“Salte, vamos a que hagas afuera. Si no vas a volver a ensuciar la alfombra.” Yo pensé que estaba jugando y me reí, pero de repente me agarró del cabello, y me empezó a jalar hacia afuera del cuarto y a decirme que obedeciera, que no fuera una perra desobediente. Pero yo estaba totalmente desnuda y obviamente me resistí, pero mi papá me jalaba más fuerte hasta que por fin me sacó al pasillo del motel.

Y ahí estaba yo, completamente desnuda y a gatas en el pasillo de un motel. Un chico iba pasando por el pasillo y cuando vio que mi papá me sacó del cuarto se quedó totalmente paralizado. Mi papá lo vio y le dijo: “No te preocupes, es mi perrita, pero no muerde. Se llama Paola. ¿La quieres acariciar?”. El chico no sabía qué decir, pero mi papá insistió: “Ándale acaríciala, no te hace nada. ¿Verdad que eres buena perrita Paola?”. Yo sólo asentí con la cabeza y entonces el chico se acercó despacio, extendió la mano y me agarró la cabeza, Pero mi papá le dijo que me acariciara bien.

Poco a poco el chico se sintió más confiado y empezó a acariciar más partes de mi cuerpo, yo también empecé a disfrutarlo, pero cuando el chico vio mis pies se sorprendió y dijo: “Su perrita tiene unos piesotes!”. Y mi papá le respondió: “Sí, esta perra tiene unas patotas, y le encanta que se las llenen de leche. ¿Quieres probarlas?”. Entonces yo alcé mis pies y el chico me empezó a agarrar los pies y a jugar con mis dedos. Yo no pude resistirme y empecé a gemir. Y el chico me los empezó a chupar. Al mismo tiempo mi papá se acercó y me empezó a meter la verga a la boca. Fue algo surreal, estaba en el pasillo de un motel, desnuda, en cuatro como si fuera una perrita, mamándole la verga a mi papá mientras un desconocido me chupaba los pies.

Entonces mi papá le dijo al chico: “Ya viste qué obediente es mi perrita. Si quieres métele tu verga para que veas lo obediente que es.” El chico se sacó la verga, se me agarró de la cadera y me metió toda su verga en la vagina. Hicimos tanto escándalo que la gente de otros cuartos empezó a salir para ver qué estaba pasando. Y yo nunca me esperé lo que mi papá les dijo a todos…

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