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Mi amiga y su sorpresivo whatsapp (padre e hija)

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Hola Fabián buenas tardes, he leído tus relatos y me gusto tu manera de escribir. Te cuento mi historia y espero la puedas volcar en la página de CuentoRelatos, si puedes cambiar el país y los nombres te lo agradecería.

Me desperté con unos mensajes en el whatsapp, varios por cierto, provenían de mi mejor amiga. Paso a transcribir.

- Amiga buenas noches, ¿duermes?

- Amiga…

- Contesta…

- Es importante…

- Bueno, cuando despiertes espero tu mensaje. No es grave, si, es importante.

Como dije, al despertarme le respondo.

- Amiga ¿te paso algo?

- No Viviana, quería contarte algo especial, tanto para vos como para mí, de antemano te pido no te enojes por la primer parte.

- Dale Silvia, dispara el cartucho.

- Hay algo que no sabes, hace un tiempo estoy teniendo sexo con tu papa.

- ¿Cómo?

- Si amiga, así sin anestesia, me estoy revolcando con tu papa.

- Pero… ¿porque no me lo dijiste antes?

- Pensé que te ibas a enojar, por eso lo oculte, pero me decidí por que tengo algo importante que decirte, y no ibas a entender nada por eso tengo que blanquear, y él me confeso lo que tengo para decirte.

- Primero, obvio que me duele, segundo lo entiendo, pues desde que enviudo no se relacionó con nadie, tercero ¿estas embarazada?

- No amiga, nada que ver, vente a casa y charlamos.

- Dale en unas horas ando por ahí.

Al llegar me abrazo muy fuerte y pidiéndome disculpas me dijo que ingrese. Tome asiento mientras preparaba el mate.

- Mira amiga, de antemano te aviso que es muy fuerte lo que te voy a contar, espero lo pienses bien, no te vas a arrepentir.

- Bueno Silvia, lo prometo, pero ¿tan grave es?

- No es grave, pero…

- Dale amiga, soy todo oídos.

Me pidió permiso para contarme su intimidad con mi padre, cosa que accedí, quería saber hasta dónde llegaba.

La cosa comenzó así, describiéndome el largo y grueso miembro de mi papa, no más que lo normal, sus caricias románticas que ella nunca había sentido con nadie, su lengua curiosa había recorrido todos sus agujeros corporales y la delicadeza del sexo, ni que hablar la dulzura cuando le hizo sexo anal, disfrutándolo como tampoco había disfrutado antes.

A esta altura con su relato yo ya estaba con mi sexo mojado y palpitante de tamaño relato, que sabía era real, pues Silvia no me mentiría nunca y la prueba está a la vista.

- Sil, ¿me llamaste solo para contarme como te coge mi papa?

- No amiga, agárrate de la silla, el me hizo una confesión y no podía ocultártelo.

- Bueno listo lárgalo ya.

- Tu papa está enamorado de vos y no ve la hora de hacerte el amor.

- ¿Qué?

- Lo que escuchaste amiga querida. Tu papa te quiere coger. Dice que tu cuerpo es sublime, no ve la hora de tenerte en su cama para él.

- No entiendo nada.

- Pero si serás boba, está más claro que el agua de un arroyo.

- Como mi papa va a querer eso.

- Hay, por favor, si estas más buena que cualquier mujer de tu edad, quien pudiera tener tu físico a los treinta y ocho años, buen culo un lomo impresionante, dos tetas hermosas, carita angelical y esos dos faroles aguamarina que derriten el iceberg antes que choque el Titanic.

- Pero… ¿Cómo hago? Ninguno va a querer tomar la iniciativa.

Estaba sorprendida de la confesión de mi padre y yo aún más, pero ese gusanito de la duda hizo que no cavilara, por dentro decía sí, mi cuerpo decía si, en este momento el morbo estaba haciendo que mi sexo dijera sí. El angelito me dictaba pecado, el diablillo me decía adelante vamos con esa. La segunda opción fue la que prevaleció.

- No es necesario que alguien tome esa iniciativa, nada más fácil, cuando llegues vos o el a la casa y se saluden, como quien no quiere la cosa gira tu cara hacia su boca, no la saques, haciéndote la sorprendida, deja que los labios se encuentren, abrí bien los ojos y solo déjalo hacer, el resto va solo.

- Pero… él está saliendo con vos.

- Lo nuestro es ocasional, cuando tiene ganas o las tengo yo, despreocuparte es lo mejor que podes hacer, ahora anda para tu casa hace lo que te digo y después me contas.

Me fui para casa, no dando crédito a lo que había escuchado y lo que proponía, no sabía qué hacer, siempre fui una persona muy decidida, nunca titubeé, pero ahora estaba con sentimientos encontrados, es cierto que mi papa es muy lindo, algo gordito, pero tiene unos brazos y piernas atléticas. Cuando nos encontremos veremos qué ocurre.

Ya en casa, estaba como una osa encerrada, andando de una punta a la otra. Aun no me había decidido que hacer, cuando escucho las llaves en la cerradura, mi corazón bombeaba a mil, mis manos transpiraban, las piernas temblaban como una hoja, sentí un calor impresionante en la cara, calculo que estaba colorada y segurísima que se me notaba. Haciendo caso a mi amiga, me vestí como ella dijo. Me encontraba con un salto de cama que dejaba ver mi cuerpo y la ropa interior al trasluz, algo que había agregado yo, era la falta de corpiño, se me podían observar las areolas y el pezón, pequeño duro y erecto, ¿erecto? Empecé a prestar atención a las señales, pezones erectos, humedad vaginal y palpitaciones en la misma, un cosquilleo recorrió mi abdomen y se agito mi respiración.

Se acercó a saludarme e instintivamente y por suerte, cuando me fue a dar un beso en la mejilla, aproveche un ruido que venía del exterior para girar mi rostro sin pensarlo, nuestras bocas se encontraron, nos quedamos sin hacer nada unos segundos, hasta que mis labios lentamente se fueron abriendo, papa comenzó a besarme haciendo su trabajo con la lengua franqueando mis entreabiertos labios que fueron tomando posición para retribuir el cálido ósculo con una danza unísona de lenguas ardientes y deseosas, ya me había olvidado quien era el hombre que tenía enfrente. Pasando luego lo que tenía que pasar inevitablemente.

Al otro día, lo primero que hago al levantarme es enviar un mensaje a mi amiga.

- Silvia… ¿amaneciste ya?

No tardo ni un minuto en responder.

- Hola vivi, si ya desperté.

- Bueno paso tal cual vos dijiste.

- Contame ya, quiero detalles.

- Cuando llego a casa, hice lo que me dijiste, al ir a saludarme, aproveche un ruido y gire la cara, nuestras bocas se encontraron besándonos con pasión y mucho amor, pasados unos minutos sus fuertes manos bajaron a mis nalgas apretándolas, la vagina en este punto estaba destilando fluidos por doquier humedeciendo la ropa interior, mi cerebro en blanco.

- Amiga, vente ya para casa y me contas acá, obvio trae unas media lunas para desayunar, yo preparo el mate y me contas con lujo de detalle.

- Dale ahí voy.

Al llegar, Silvia estaba esperando con el mate, pase al interior y comencé a contarle.

- Como te decía, ya mi vagina chorreaba, paso su mano por mi parte delantera muy suavemente, mis piernas comenzaron a separarse, como sutil invitación al juego previo de lo que estaba por llegar. Los hábiles dedos rodeaban el contorno de mi ropa interior a la vez que con su boca buscaba los endurecidos pezones, cosa que se dificultaba por la ropa que llevaba puesta, aunque no le fue impedimento, con una maestría genial fue despojando cada centímetro de tela que cubría mi cuerpo.

Con un poco de mi torpe ayuda hizo lo mismo con la suya, dejando al descubierto su delicioso miembro, que tal cual dijiste vos, sin ser enorme tenía el tamaño suficiente para brindarme el placer que mi cuerpo estaba esperando en ese momento.

Me tomo entre sus brazos alzándome para dirigirse al cuarto ese que tantas veces había hecho el amor con mi madre, me deposito en la cama recorriendo toda mi anatomía con las yemas de sus dedos haciéndome erizar la piel, deteniéndose a rodear en mi abdomen la marca dejada por el cordón umbilical.

Esas caricias fueron en aumento, casi te diría que fueron como masajes, los daba en mis muslos, acercando sus pulgares a mi entrepierna ardiente, cuando pensé que comenzaba la acción, se alejaban y volvían haciendo esa suave presión en círculos, la tensión de la piel en esa zona cada vez que acercaba esos fuertes dedos hacía que los labios vaginales se abrieran y cerraran, produciendo un ruido como si fuera un chasquido, hasta que, creo, dos de sus dedos ingresaron en la cavidad húmeda de mi vagina produciéndome una electricidad en todo el cuerpo. Amiga te juro, no sé si fue por el morbo de estar con mi padre o que andaba necesitando un morreo tal, que tuve ahí mi primer orgasmo.

Al escuchar mis gemidos, subió a mi cuerpo introduciendo su poderoso miembro, que no le costó abrirse paso, las manos buscaron mis pechos, tomándolos firmemente, con un te amo ahogue un gemido, sonriendo me observaba con lascivia mientras suavemente taladraba mi sediento sexo.

Intentando evitar que aflore la añosa zorra que habita en mí, los movimientos sexuales eran acorde a la situación, lentos, tranquilos y muy sensuales, casi se emparejaban con mis gemidos, entre tímidos y limitados, cada vez que embestía su dulce miembro haciendo golpear sus testículos en mi entrepierna.

Comencé a sentir sus jadeos que me indicaban la inminente llegada de su orgasmo, cosa que me excito mucho más, casi al instante sentí su descarga en el interior, donde los espermatozoides buscaban su última morada para yacer por un tiempo en la calidez de mis entrañas… casi sin darme cuenta también llegue a un gran orgasmo, que no dio aviso, solo me sorprendió al experimentar sus sensaciones y dejando satisfecha mi sed de sexo.

Cuando saco su miembro, sin dudarlo y hábilmente con la boca y lengua limpie todo vestigio de semen, sintiendo su sabor y el mío entre mis fauces.

- Pero amiga… ¡¡¡fue una experiencia genial!!! Viste que no te ibas a arrepentir, es el amante ideal.

- Si la verdad que sí, la pasamos espectacular. Y la seguimos pasando espectacular luego de hablar sobre lo sucedido, hicimos el amor toda la tarde y la seguimos por la noche, nos tomamos mucho tiempo en brindarnos sexo oral intercambiando nuestros fluidos probando nuestros sabores.

- Qué bueno Viviana, me alegro que haya resultado bien, ahora… te hago un pregunta (riendo estrepitosamente) ¿me lo vas a seguir prestando?

- Obvio que sí, es más, hasta pensé que en algún momento podríamos interactuar los tres.

- Seria buenísimo, pero bueno vamos despacio, vos tenés su secreto con él y yo tengo mi secreto con vos, aun no debe enterarse que nosotras también, de vez en cuando, tenemos encuentros sexuales.

- No creo que se oponga, pero tenés razón, vamos a darle tiempo.

Luego de conversar un rato con todos los detalles de lo ocurrido, ambas estábamos con nuestras vaginas pidiendo sexo y, aunque yo estaba aun con los efectos del día anterior, nos tomamos un rato de tiempo para ambas y nuestros juegos amorosos, pensando en lo que nos espera a futuro.

(9,00)