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Mi cuñada: puta y esclava
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Tiempo de lectura: 8 minutos

La vi desde que bajé de mi automóvil. Fátima mi hermosa cuñada; la sexi morena de cabello negro, sonrisa fácil y ojos vivarachos, la hermosa joven transformada hace varios años en mujer sensual y erótica. La de cintura estrecha y un culo respingón, la de tetas pequeñas perfectas para mí boca, los que se amoldan como un guante en la palma de mi mano, los que se erectan y disfrutan de mis besos y caricias, los que han sufrido del castigo cuando sale mi lado más sádico esas hermosas tetas que tanto hemos disfrutado.

Cuando éramos más jóvenes admire de lejos y en silencio su belleza imaginado y deseando tener su cuerpo aunque fuera un día.

Hoy como mujer madura el destino me lo permite; sus mieles son mías, sus ganas las reservá para mí, en sus orgasmos gime y grita mi nombre.

Hoy simplemente es espectacular; segura, sensual, atrevida con quien se lo merece y la más perversa de las mujeres. Tiene un apetito sexual inagotable y cada día se sorprende y me sorprende con las cosas que podemos llegar a disfrutar.

Estaba en la segunda ventana del tercer piso a la derecha del edificio.

Un edificio antiguo que fue una vieja fábrica de zapatos y que hace unos años fue remodelado para uso habitacional. El primer piso estaba forrado con ladrillo artesanal, los otros tres eran lisos estaban pintados de un color blanco cenizo, en cada ventana rescataron la cornisa original de principios del siglo pasado y agregaron contraventanas oscuras.

Permanecía de pie y desnuda junto a la ventana sólo una pequeña cortina transparente que nada la protegía se interponía entre ella y el frío vidrio. Cualquier vecino o persona podría verla con tan solo levantar la vista.

Debería tener unos 10 minutos en ese lugar y posición le avise la hora en que llegaría para que cumpliera su tarea debía estar en ese lugar 5 minutos antes de mi arribo.

Estaba erguida y de espaldas para que no se diera cuenta cual de sus vecinos la había visto, permanecía sin moverse como si fuera una lámpara de la habitación, su cabello caía hasta la mitad de su espalda, luego la sexi curva al final de su espalda y de un tono más claro su culo y los muslos morenos.

Me detuve un momento y le hice una foto con mi teléfono, sonreí mientras se la enviaba con un pequeño mensaje.

"Te ves hermosa putita"

Aunque ella no se iba a mover de su posición podría ver el mensaje en su TV conectada a su teléfono.

Ahora que ella sabía que yo estaba ahí su cuerpo reaccionaría mojándose. Le encanta el exhibicionismo así que camine despacio mientras subía las escaleras fui subiendo escalón por escalón tomando con una de mis manos el barandal de hierro adornado con flores.

Llegué al tercer piso y saludé a Marié, la vecina de al lado que estaba en esos instantes saliendo de regreso a su trabajo, tal vez le tocará ver un poco del show de su vecina.

Abrí la puerta y la vi de frente todo en ella resuma sensualidad, su rostro serio sonrió con disimulo cuando me vio llegar. No llevaba maquillaje sólo un poco brillo en sus labios lo que a mí gusto siempre ha sido tentador, un par de mechones de su pelo caía por sus hombros sin llegar a tapar sus tetas que ya estaban erectas aún sin una caricia física porque mentalmente ya habíamos follando desde la mañana, sus piernas juntas sostenidas por unos tacones enormes dejaban ver el triángulo que se forma en su sexo totalmente depilado.

Era una orden mía, esperarme ahí expuesta hasta que le eligiera el atuendo para ir a cenar. Se había convertido al igual que mi Lily mujer, en mi puta y mi esclava luego de aquel viaje en donde compartimos habitación: mi esposa ella y yo. Fue ahí donde descubrimos lo buena que es para seguir órdenes y lo que le excita seguir instrucciones así que a partir de entonces son hermanas de sangre y de collar. Hoy, nos encontraríamos en el restaurante con mi esposa y un viejo conocido, ella iría con él y sería muy obediente y complaciente mientras su hermana lo haría conmigo.

Fui a saludar, pasé mi lengua por su rostro, besé su boca. Mire a Marié, la vecina, que en esos momentos subía a su automóvil estacionado junto al mío, abrió mucho los ojos cuando vio cómo mi mano tomaba el culo desnudo de Fátima. Las llaves se le cayeron y rápidamente se agachó por ellas subió a su auto y se marchó dando un último vistazo para asegurarse de haber visto bien la escena.

Caminé hasta el bar tomé un vaso y una botella de whisky, me serví un trago y le di un trago que ardió por mi garganta mientras bajaba.

Con el vaso en la mano regrese con mi cuñada, a una seña mía sus piernas se doblaron, su cara quedó a la altura de mi sexo, baje el cierre del pantalón y saque mi verga erecta.

—Quiero una mamada.

Voy a empujar hasta que te falte el aire

Abre la boca y saca tu lengua obscena que me encanta…

Lo hizo sin dudar.

Acerque la punta de mi falo a ella y le di unos golpecitos con él en su lengua antes de dejarla jugar, antes de sentir su caricia húmeda en la punta de mi verga. La hundi hasta el fondo lo que le provocó una pequeña arcada. Me retire lentamente mirando sus ojos, mientras disfrutaba de cada centímetro de la humedad en su boca, me vuelve loco como me la chupa lo hace como si no hubiera un mañana, como si su mundo dependiera de esa mamada y ella se vuelve loca dándome placer así que repito el proceso y esta vez gime cuando la invado.

Escucharla es alucinante.

Sostengo el vaivén por unos minutos, le follo la boca suave mientras doy pequeños golpes con mi hierro candente en su paladar, su lengua y sus labios; hasta que el instinto se apodera de mí y toma el control fue entonces que la follo fuerte y hasta el fondo sintiendo como chocó contra su garganta…

Le follé la boca frente a la ventana sin importar que un par de personas se detuvieron, sacaron su móvil y tomaron un recuerdo antes de seguir su camino.

La imagen es sublime, surreal y aunque esto apenas comienza deje que mi instinto ganara y me vacíe en su cara.

Su facial estaba completo, con la palma de mi mano extendí mi leche por cada centímetro de su cara y cuello.

Deje que me chupara hasta que la flacidez luego de eyacular se terminó.

—Tal vez más tarde puedas chuparla de nuevo.

Vamos a tu cuarto, quiero ver que ropa vas a usar.

Me siguió hasta su cuarto, todo limpio, todo en orden. Su cama está perfectamente hecha con unas sábanas blancas, cojines en exceso sobre la cabecera y una sábana oscura y más gruesa a la altura de dónde llegan sus pies.

Abrió la puerta del baño, parece un spa una enorme bañera ovalada color marfil está al centro de la habitación y encima de ella una araña elegante y costosa, la ducha doble le sigue detrás de un cristal que abarca desde el suelo hasta el cielo razo; el excusado en un rincón junto al lavamanos al color de la bañera que resalta por sus llaves oscuras. Oculto tras una falsa pared está el armario un cuarto enorme dedicado sólo a sus cosas todo ordenado por color, todo ordenado por categoría, pantalones, ropa deportiva, vestidos de fiesta, casuales, de coctel, blusas, playeras de algodón, un par de gavetas para bragas, otra para medias y una más juguetes y algunas más para joyas, bolsos y accesorios. La lencería fina y disfraces estaban colgados al otro lado del armario, hay una sola pared dedicada a zapatos. Esa habitación es el sueño de cualquier mujer.

La comida a la que vamos no es muy formal por lo que elegí un vestido casual de fácil acceso para cuando llegue el momento, elegí un vestido azul marino de tirantes con vivos en amarillo, un par de aretes plateados y una delgada cadena también de plata con una piedra negra.

Un arnés negro de piel y varias argollas se ajusto perfectamente a sus muslos debajo del vestido.

Los zapatos altos color amarillo a juego con el tono del vestido.

Se veía hermosa, radiante, sensual.

Antes de salir le pedí el collar que llevaba en su bolsa y lo ajusté a su cuello.

Cuando lo puse sentí su nerviosismo e imagine lo excitada que debería estar nunca antes lo ha llevado en público.

El collar negro de piel y una argolla metálica al frente se le ve maravilloso.

Bajamos por el elevador sin encontrar a ningún vecino y caminamos sin nadie que nos molestara hasta mi automóvil.

Tomé rumbo a una zona de tiendas y comercios nueva. En una de las plazas comerciales habían abierto un restaurante turco que queríamos conocer.

Al llegar al lugar un olor a especias exóticas nos hizo rugir el estómago. Dimos el nombre de la reserva y nos llevaron a una mesa ubicada en una de las terrazas del establecimiento.

El lugar estaba adornado con telas de colores vivos, lámparas colgantes muy extravagantes, porcelana blanca de fondo con adornos en distintos tonos de azules, las sillas eran de un tipo de mimbre algo rústicas, pero cómodas. En la mesa ya nos esperaban Lily y su compañero de juego que se veía muy ansioso por pasar a gozar el cuerpo de mi mujer.

El parecido entre las dos mujeres es mucho, ambas morenas, ambas con pechos no muy grandes, ambas con un culo de infarto, ambas en una edad madura, ambas sensuales, ambas saben lo que quieren; lo que les gusta, lo que prefieren en la intimidad, ambas libres de tabúes, ambas dispuestas a gozar cuando llega el momento…

Lily llevaba puesto un collar igual al de su hermana, iba soberbia toda de negro, blusa, pantalón y zapatos con sus labios rojos. André un hombre soltero de nuestra edad lleva una camisa lisa pegada a su pecho y pantalón de mezclilla que según mi mujer lo hace ver muy antojable sobre todo su trasero.

De entrada pedimos un kebab para cada uno. Es una especie de burrito con carne de cordero sazonado con especies de Medio Oriente, acompañado de una cerveza oscura. Luego vino el platillo principal por recomendación del mesero pedimos el especial del chef.

Salimos del restaurante con ganas de pasar el juego a otro nivel así que subimos los cuatro en mi automóvil y conduje cerca de la plaza del jinete mutilado estacione en el primer lugar disponible. Abrí la guantera y saqué las cadenas, luego las ajusté al cuello de mis dos hermosas damas. Habíamos rentado un airbnb a unas pocas cuadras de ahí, un lugar amplio y apropiado para pasarla bien.

La gente que nos topamos se sorprendió un poco al ver a dos tipos sosteniendo una cadena unidas dos hermosas mujeres. Nos observaban, nos tomaban fotos o video y ellas firmes, con las espalda recta caminando seductoras, seguras, inquebrantables…

Dentro del departamento la primera orden fue desnudarse, ya había pasado el momento de llevar ropas elegantes; aquí y ahora solo podían ir vestidas como vinieron al mundo.

Se quitaron la ropa moviendo sus cuerpos como si bailarán, como si fueran un par de bailarinas en busca de seducir, atrapar y asegurar que su público no tuviera la opción de mirar a otra parte. Lo consiguieron André y yo las miramos en todo momento mientras la boca se nos secaba.

Ya desnudas y listas para todo, les ordene ir al centro de la sala y sujetar con las manos sus tobillos mostrando su culo al sofá.

Ahí estaban con sus cuerpos doblados por mitad mientras André y yo tomábamos un whisky y charlamos de negocios.

Estaban en una posición humillante, las dejé como parte de la decoración, una muy lujosa y exclusiva, pero obedecieron bien.

André estaba más ansioso que ellas, era su primera vez en esa situación y sin duda quería entrar en ellas, la erección que se notaba en su pantalón lo delataba.

La siguiente orden fue de descanso, se arrodillaron sobre la alfombra y esperaron. Tome la bolsa de mi Lily y saque de ella un lubricante y el par plug que le había pedido llevar. Se los entregue a ella en sus manos, la siguiente indicación fue que se los pusieran mutuamente primero ella.

Fátima se puso en cuatro frente a nosotros y abriendo sus nalgas con sus manos espero a que Lily le metiera el plug en su culo. Lo disfruto, es una exhibiciónista le gusta sentir las miradas sobre ella. Luego se intercambiaron y fue Lily la que quedó en 4 frente a nosotros y recibió la piedra en su culo.

Con ella puestas las hice caminar por el departamento como si estuvieran en un desfile de modas las dirigí hasta la ventana en la cual había una ancha banca empotrada, perfecta para que se colocarán de nuevo en 4.

Ellas miraban la ciudad mientras nosotros les dábamos una tanda de nalgadas que puso su trasero rojo. André no aguantaba más y me dijo al oído que ya quería follar a Lily le dije que sí, ni siquiera se quitó la ropa solo abrió el cierre de su pantalón sacó su verga y se clavó de golpe en mi mujer que gimió cuando sintió que la penetraban.

Lily giró la cabeza buscando mi rostro, me sonrió y entendió mi mirada, comenzó a besar a su hermana mientras André cada vez más desesperado buscaba liberar su placer. Se corrió pronto creo que Lily no alcanzó ni a comenzar a disfrutar.

André salió de ella y se fue a sentar de nuevo al sofá desde ahí observó a Lily recostarse en la banca con su cabeza hacia el salón y sus piernas hacia la ventana, Fátima se colocó encima de ella con su impresionante trasero hacia nosotros y su cabeza hacia la ventana. Comenzaron a comerse el coño mutuamente. André y yo la observamos y disfrutamos mientras se daban placer entre ellas.

El pantalón y la ropa interior comenzaron a molestarme, estorbaban…

Me quite la ropa y me acerque a Fátima tome su cintura y me alinee a ella, entre lentamente para sentir como su dilatación ante mí invasión. Lily alternaba su boca entre los labios de su hermana y mis testículos, sentía su lengua ir y venir en cada nueva embestida, Fátima también seguía dando sexo oral a Lily.

La cara de mi esposa debajo de nosotros denotaba placer, lujuria, deseo. Tenía su cara de vicio estaba a punto de correrse y me pedía con la mirada que acelerará mis movimientos e hiciera temblar a su hermana para que luego me clavara en ella.

Los gemidos fueron en aumento, Fátima se dejó caer sobre el sexo de Lily tratando de ahogar sus ruidos. Lily la lamía, mientras con sus manos le acariciaba sus pezones, se corrió de una forma explosiva lanzando chorros de agua sobre mi esposa que abría la boca para recibirlos.

No se trata sólo del sexo ese instinto animal y salvaje que nos hace estallar de placer, de quien dicta la orden y quien la cumple va más allá de eso.

Se trata de la sensación de pertenencia, de los cuidados al otro, los detalles, la intimidad física y emocional, la confianza; saber que estás en sus manos y te cuidara como su más valioso tesoro, se trata de esforzarse por seguir siendo ese tesoro. Se trata de dos…

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