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Mi hermana Ana, su amiga y yo (Parte 1)

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Era un domingo más, el único donde podemos estar tirados en nuestras camas hasta el atardecer, sin preocuparnos de nada, a menos… que tengas una hermana tan fastidiosa como la mía, sin embargo, eso, en ocasiones, tiene sus ventajas.

Eran las 11 am y yo seguía babeando y soñando con una de mis amigas. No suelo ser superficial, pero en mis sueños no me puedo controlar, y menos cuando existe Natty, pálida y delgada como espagueti, con unos chinos castaños y una hermosa sonrisa. La protagonista de mis sueños no se estaba comportando como en verdad lo haría, pero me estaba volviendo loco, ella se acerca lentamente a mí, se sienta sobre mis piernas, yo empiezo a rogar que no se forme un bulto en mi pantalón, pero luego ella comienza a acariciar mi cuello se acerca lo suficiente a mis rostro como para escuchar su respiración, sus labios están listos, y yo también, me acerco un poco y nuestros labios se rozan…

-¡Marco!

Escucho que gritan, desvaneciendo mi sueño, las cortinas de mi recámara están abiertas y la luz del sol me ciega por unos segundos, yo nunca abro las cortinas, por lo que solo se puede significar que mi molesta hermana viene a fastidiar.

-Marco, es tarde para seguir dormido.

-Es domingo, bitch.

-Marco, me salió un grano en el rostro.

-¿Y a mí qué carajos me importa?

-Te va importar cuando Natalia vea este vídeo.

La perra de mi hermana me había grabado mientras dormía, y yo estaba como idiota, en el vídeo, sonriendo y susurrando el nombre de Natty, y lo peor es que mi erección formaba una gran carpa con la sabana que me cubría, erección que no había notado y que aún tenía, inmediatamente agarré una almohada y me cubrí.

-Borra eso, idiota.

-Entonces, ayúdame.

-Si no te pusieras tanto maquillaje como el que se pone un payaso, quizá no te hubiese salido.

-Eso no te ayuda y a mí tampoco, si no quieres ayudarme, ya sabes quién verá el vídeo.

-Ahh -me quejo, ya que no tengo otra opción- ¿qué quieres que haga?

Luego de su explicación me quedé un poco atontado.

-¿Quieres mi esperma para hacerte una mascarilla? -mi cara de asco no desaparecía.

-Solo te estoy pidiendo que no los tires al inodoro, idiota, crees que no sé por qué tardas tanto en la ducha.

-No soy una vaca tonta, no puedo sacar cuanto y cuando quiera, además ¿por qué me espías en el baño? eso es desagradable -la verdad es que una vez lo noté, pero eso solo sirvió para adelantar mi orgasmo.

-Más vale que empieces ahora perra, porque más tarde tengo una fiesta -ella se encaminaba a la cocina.

-Espera, no lo puedo hacer solo, es decir, necesito “una mano extra”.

-Y dices que yo soy la desagradable -lo pensó por un momento y luego- está bien, pero no te pongas raro.

Ella se volteó y se quitó la blusa, no llevaba brasier, como acostumbraba, pude ver sus grandes senos rebotar por la gravedad cuando se acercaba a mí, yo los prefiero pequeños y puntiagudos, pero hace mucho que no hago nada de nada, y sí, estoy tan desesperado como para hacerlo con mi propia hermana, además le estoy haciendo un favor, y mejor veo el lado bueno y me dejo llevar.

Ella se sienta esperando que yo baje mis pantalones, mi pene está flácido, por lo que me acerco a mi hermana.

-Puedo tocarte… -Trato de decirle si le puedo tocar los pechos.

-No hables, eso es raro, solo hagámoslo, hasta que tenga mi facial.

Me senté a un lado de ella cuando puso sus manos en mi flácido bulto, mientras yo trataba de acariciar sus pechos. Los minutos pasaban hasta que olvidé que la chica que estaba enfrente de mí es mi hermana, e incluso, noté como ella comenzaba a relajarse. En este entonces, siento como una viscosa humedad recorre mi miembro, por lo que un leve gemido sale de mi boca (eso no suele pasar, pero en verdad necesitaba esto).

Ella se lo come por completo, el sonido de su saliva en mí, es la última gota que derrama el vaso de mi respeto, casi por inercia, mis manos se van sobre su cabello, empujo su cabeza contra “la mía”. Ella no puso resistencia, en cambio, me miró a los ojos, aprobando ese comportamiento.

-Sí… perra -suelta mi boca, por mi mente nublada, cuando noté que le dije eso a mi propia hermana, mi rostro se puso tan roja como el de ella, nos dimos cuenta de lo que hacíamos, pero eso solo lo mejoró.

Ella empezó a acariciar mis muslos mientras me daba la mejor flagelación de la vida, cuando dejé de sentir sus escurridizas manos en mis muslos, noté como ella empezaba a acariciarse sobre su short, ella ya estaba mojada, y empezaba a disfrutar tanto como yo, cuando, sin aviso, disparé todo el líquido entro de su boca, directo a su garanta.

-¡Maldito estúpido!

-Perdón ¿Te lastimé?

-No idiota, tenías que terminar en mi cara.

Parecía una desgracia, ella se comportaba como tal, pero sabía que estaba tan caliente como yo antes de venirme y acabar en la boca de mi hermana.

Le dije que podríamos intentarlo de nuevo, pero que necesitaría más que su boca para poder venirme por segunda vez, ella lo pensó tanto como yo, y en unos segundos sus labios se comían a los míos.

Ana, mi hermana, se alejó por un momento, fue por un par de condones a su habitación, se desnudó por completo, igual que yo, y se me echó encima, su cuerpo se derretía como mantequilla sobre el mío.

Toc, Toc, Toc…

FIN DE LA PRIMERA PARTE

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