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Mi hermano era mi hermana (hermana y hermana) se suma mamá

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Como autor o transmisor de experiencias me siento halagado cuando recibo algún mail pidiendo que les ayude a explayar sus vivencias.

En esta vida todos los sucesos vienen de a dos, como es este caso que voy a relatar.

Una señorita leyó el relato “Descubriendo nuestra sexualidad”, animándose a relatar su experiencia.

Actualmente vivo con mi madre solamente, esto se debe a que mi padre, viajante de comercio exterior, tuvo un accidente y se encuentra internado en estado de coma hace dos años.

Como solicitaste, paso a describirme como soy.

Tengo veintisiete años, algo robusta sin llegar a obesa, un gran trasero (apetecible según me dicen) busto de tamaño mediano a grande, ojos canela y pelo largo que traspasa los hombros ahora teñido de un rojizo suave, mi altura es de un metro sesenta y dos centímetros.

No he tenido novio este último tiempo, aunque me encantan los hombres, alguna chica me he pasado, con grandes satisfacciones.

La verdadera historia comienza aquí.

Cierto día mientras estábamos con mama merendando, suena el timbre, ella acude a responder, al ver que se demoraba mucho me acerco y la veo recostada contra el marco de la puerta, pálida y lloriqueando, pensando que había pasado lo peor con papa apuro el paso por si se estaba descomponiendo.

- ¿Qué paso mama?

- Vamos adentro por favor, (invitando a pasar al muchacho)

- Pasemos, adelante por favor, ¿Cómo es tu nombre)

- Podes decirme leo (Con leve acento gallego)

- Adelante leo, yo soy Cleo.

Reconozco que está buenísimo el guacho, bastante buen físico y muy “delicado”, suave diría yo, pero no es momento de mirarlo con esos ojos.

Mama aun llorando me cuenta la historia, yo transcribo una versión reducida.

Mi padre en el exterior (España) tenía otra familia, de la cual nació Leo, mi hermano o mejor dicho mi hermanastro, quien al enterarse del accidente y el estado de salud de papa vino a verlo al hospital, se enteró de esta familia y se la banco estoicamente mucho tiempo, hasta que la curiosidad fue más y quiso conocernos y bueno aquí estamos. Nos contó que su madre había fallecido de covid y había quedado solo, a lo que mama lo invito a quedarse el tiempo que quisiera. Pues él era un daño colateral y no tenía culpa alguna de lo hecho por mi padre.

Organizamos todo para su estadía, como la casa es pequeña, mama sugirió que si no me importaba poníamos un biombo en mi cuarto para dividirlo y así poder compartirlo durante su residencia, cosa que no objete, por mi, estaba bien, soy cero pudor.

Paso el tiempo y los tres nos encariñamos, aunque leo era medio tímido, cuando yo andaba por casa con poca ropa, el todo pudoroso andaba siempre cubierto. Muy casero y de realizar tareas hogareñas.

Mas pasaba el tiempo, siendo sincera, más me calentaba, le di mil motivos y señales pero no arrancaba. Hasta que un día me decidí. Mama había salido hasta el hospital, recién terminábamos de bañarnos cuando recibimos un llamado de ella, la salud de papa se había complicado así que se iba a quedar toda la noche.

Tenía por primera vez el tiempo y a ese hermoso ejemplar de cara aniñada y muy educado, como delicado para mí, me decidí a ir por todo o nada.

Nos acostamos a ver televisión, saco el biombo para poder dialogar mirándonos a la cara. La película que estábamos viendo tenía un gran contenido erótico, que había hecho humedecer mi vagina y agitar mi respiración, se dio cuenta y me pregunto.

- ¿Cleo te sentís bien?

- Si la verdad me siento espectacular, es que la peli…

- Si me parece un poco subida de tono.

- Así es, pero que esta buena, esta buena.

- La verdad que si es excitante.

- ¿Te parece?

- Te sube las hormonas a full.

La verdad no lo dude, me saque casi sin que se diera cuenta la ropa interior, salí de mi cama desnuda y me metí en la de él.

- Cleo no hagas cosas de las cuales luego te podes arrepentir.

- Leo, yo me arrepiento de las cosas que no hago.

Tome su rostro y nos fusionamos en un hermoso beso, nuestras lenguas se buscaban con ansia reprimida.

- Leo no sabes cuánto espere este momento.

- Yo también mi dulce.

Baje mi mano para sacar su ropa interior, al ir a tomar su miembro, miembro que no existía… me sorprendí.

- Te lo dije… que te ibas a arrepentir.

- No para nada, solo me sorprendí que no lo hayas dicho.

- Es que tenía miedo al rechazo, de donde yo vengo somos mal vistas las tomboy.

- Despreocupate y ocúpate, conmigo no tenés drama.

Para esto ya estábamos ambas desnudas, mis manos jugaban con sus pequeñas tetas, mientras las suyas hacían lo mismo, apretando dando pellizcos en los pezones, que intercalaba con chupones y mordisquitos haciendo que se pongan cada vez más duros, una mano se deslizo hasta mi jugosa vagina, un dedo subía y bajaba desde el ano (sin tocarlo) hasta el clítoris en medio de los labios mayores sin tocar la entrada vaginal, mientras lo hacía fue bajando con sus besos, ahora con una mano separaba el capuchón del clítoris y con la otra lo estimulaba, la suavidad con que lo hacía me hizo venir en un primer orgasmo, largo y duradero, inmediatamente buscó con su lengua la catarata de fluidos, los que recibió en su boca para acercarse a la mía y traspasarme mis propio sabores en ese beso apasionado. El gusto agridulce me hizo tener otro orgasmo muy parecido al anterior.

Nuestras piernas se empezaron a entrecruzar, para adoptar la famosa posición de tijera, los sexos comenzaron a acercarse lentamente hasta hacer contacto, ese contacto, ese roce sutil que se acrecentaba al ritmo de la excitación, nuestras miradas encontradas y las cosas dulces que nos decíamos nos estaba acercando a un clímax que creo, no he tenido nunca.

Nuestras caderas se movían en sincronía de adelante hacia atrás haciendo que nuestros clítoris se toquen estimulándose al roce, luego de un rato la sensación de explosión y otro orgasmo, mi vagina palpitaba y pedía más.

Con una habilidad impresionante y casi sin darme cuenta ambas estábamos con la concha de la otra en la cara para lamer con fruición la breva del amor, jugábamos con nuestros dedos en el interior a la vez que chupábamos los clítoris ardientes. No sé cuántos orgasmos hayamos tenido, lo que si se es que fueron muchos.

Quedamos hablando por un rato del por qué no había dicho nada me dio sus motivos y también me comento como era papa y su madre.

Tuvo una vida de mierda. Ese recuerdo la hizo lagrimear, pero me dijo que yo la hacía sentir bien, le correspondí el halago con un beso de lengua para comenzar un segundo round.

Fui hasta el placar y tome un consolador, cuando lo vio me lo saco de la mano, me puso boca abajo en la cama para lamer el esfínter anal, diciendo que me ponga en cuatro, tomo el aceite lubricante poniendo el artefacto en mi culo en pompa, se recostó debajo mío y mientras el falo de goma iba y venía del interior al exterior y viceversa, me lamia como un gatito la vagina. Eso no lo había probado nunca por lo que me produjo un rápido orgasmo, hasta con grito de placer incluido, leo sonreía al saber que era ella quien me estaba generando esas cosas.

Le borre la sonrisa con un beso suave sobre sus hermosos y rosados labios, para ir incrementando la presión me a poco, ese apasionado beso tenía el sabor de la pasión.

Posicionándome sobre ella bese su alargado y fino cuello bajando hacia sus pezones aplicando mi lengua en su alrededor en forma circular llevándola al éxtasis según me susurro al oído.

Mis manos ya estaban en su húmeda vagina, hinchada y caliente.

Sentí el justo momento en que su cuerpo se arqueo al introducirle un dedo, el que ingreso sin dificultad debido a la humedad, movía mis dedos en su interior acorde a sus reacciones, la humedad que aumentaba me daban el parámetro que íbamos muy bien y aunque estaba un poco tímida para expresar el orgasmo, me había dado cuenta que pude ser artífice de varios. Lo que no pudo esconder fue el último gran orgasmo, ese fue con bombos y platillos, gritos, jadeos, suspiros, un cuerpo totalmente tensado sus piernas que apretaron mi mano entre ellas y sus manos que tomaron la mía empujado hacia el interior.

Ya relajada de ese intenso orgasmo, saque mis dedos llevándolos a mi boca para saborear ese líquido viscoso y espeso me acababa de ofrecer.

Quedamos en la cama abrazadas, cuando de repente observamos una presencia en la puerta, era mi mama observándonos, entre sorprendida y excitada, pues vimos cómo estaba con su mano dentro del pantalón tocándose la entrepierna.

Con Leo nos miramos y nos salió una carcajada espontanea, mucho más allá de haber sido descubiertas en pleno acto.

- Que se ríen tontas, ¿qué están haciendo?

- Lo que viste mama, (dijimos a dúo) algo que no se puede ocultar.

- ¿les parece bonito?

Lo dijo más bien con un tono de deseo más que de reto.

- Pero te la pasaste bien mientras mirabas, vos también acompañaste el ritmo.

- Debo reconocer que sí, me gusto lo que vi, me hizo recordar mi época joven pero ver a mi hija con otra mujer, la que creíamos varón. ¿de paso por que nos engañaste?

- Eso lo hablamos después, veni mama, sentate con nosotras.

Se acercó a la cama lentamente, no era una mujer de cuerpo monumental, pero hay que reconocer que esta buena, buen culo, unas tetas hermosas y sobre todo una cara angelical.

Ya ubicada a nuestro lado, nos contó que regreso porque había habido un error y quien había empeorado no era papa, aunque aún su estado no revertía.

Mientras hablábamos, Leo me acariciaba con dulzura las tetas, sin ser discreta para nada, era como si lo hiciéramos de toda la vida.

Mi madre, con ojos lujuriosos nos observaba, hasta se animó con caricias a mis piernas, las que fui separando lentamente para dejar expuesta la vagina observando su reacción.

Leo ahora besaba mi cuello, yo no podía creer, ¿iba a tener mi primer trio?

La sola idea de lo que estaba ocurriendo me hizo mojar nuevamente, cerré mis ojos para disfrutar el momento, unos dedos ingresaron por mi canal vaginal mientras el clítoris era chupado suavemente, cuando tuve el orgasmo, creo haberme desmayado del placer, pues hay un lapso de tiempo que no recuerdo.

- ¿Qué les parece si tomo el próximo turno? Dijo mama.

- Bueno ma postiza entonces a la labor.

Mientras la desvestíamos no le dejamos un lugar sin acariciar ni besar, la pusimos en cuatro, Leo se ubicó debajo, yo detrás, la una para ocuparse de la vagina y la otra de su esfínter restante, sin olvidarme de una pasada por sus tetas, aunque añosas, duras y turgentes, con grandes pezones erectos de la excitación.

Era mi primer trio y me la estaba pasando de maravillas y por lo que estaba viendo ellas también, sentí nuevamente los dedos dentro e hice lo propio buscando la posición, algo incomoda, para vulnerar la vagina de Leo, ayudando con la mamada que le estaba dando a mama introduje el consolador dentro de Tita, Leo me lo saco de la mano para ocuparse de ello.

- Cleo vos seguí con lo que estabas.

Con una lengua en el clítoris, un consolador en la vagina y la mía en su cálido ano, Tita, entre espasmos y gritos tuvo su merecido orgasmo.

- Chicas la verdad, hacía tiempo que había renunciado a esta práctica y darme amor con mujeres, pero verlas fue recorrer mi pasado y revivir mis años mozos, no me pude contener, quise regresar esa edad, gracias por el placer que me dieron. Debo reconocer que, aunque lo que hice no está bien, me siento espectacular.

- No mama, sí que está bien, las tres nos expresamos el amor, Leo un amor que estuvo carente por mucho tiempo, pero está construyendo a nuestro lado y nosotras el que nos tenemos como madre e hija.

- Yo cero culpa, mi deseo a partir de ahora es ser parte de esta familia, disfuncional, pero mi familia al fin.

Nos abrazamos las tres y lloramos de alegría.

Hoy vivimos las tres en una casa un poco más cómoda, Leo viajo a España para vender todas sus posesiones y nosotras vendimos acá, juntamos los capitales y compramos una nueva morada donde poder estar más cómodas.

Quiero destacar que compramos una casa con tres habitaciones. Para qué, si dormimos las tres solo en una.

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