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Mi nueva familia y mi prima tímida (11): La pelea
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Tiempo de lectura: 22 minutos

Hola a todos, ya más despejado de tiempo sigo con el relato de mis primas.

Me había quedado unos minutos sentado tratando de asimilar lo que acababa de ocurrir, todo me parecía muy surrealista, sacude mi cabeza de un lado a otro tomé mis shorts y bóxer y me dirigí al baño, tomé un rápido baño, me cambié y fui a buscar a Romina a la habitación de Glenda.

Baje por las escaleras y llegando al descanso del segundo piso oí llegar el auto de mi tía y claro junto con ella a Milagros y Glenda, me regrese casi corriendo a mi habitación y recogiendo mi billetera y una mochila con varias de mis cosas cotidianas me dispuse a salir a dar una caminata, lo que en realidad quería era salir un rato se esa casa, al salir me encontré con mi tía y Glenda.

– Hola hijo, buenos días.

– Buenos días, tía.

– Pensé que tenías trabajo hoy.

– No tía, el café sigue cerrado y recién trabajaré mañana, tengo doble turno y me dieron el puesto de Encargado por el momento.

– Felicitaciones primo. – Me contestó Glenda con una tímida sonrisa.

– Gracias Glendita, pensé que se demorarían más, voy a salir a dar una vuelta. – les pregunté mirando a las dos.

– Si teníamos cita en la manicurista, pero…

– Pero nos canceló estando allá por ir a atender a una novia. – terminó de comentar Milagros que salía de la cocina. – Buenos días, Luis y felicitaciones por tu ascenso.

– Gracias Milagros. – le dije sonriendo. – Bueno yo voy saliendo, nos vemos más tarde.

– Hijo avísame si vienes a almorzar para que nos acompañes. – Me dijo mi tía.

– ¿Te puedo acompañar? – Preguntó Glenda.

– déjalo seguro que se va a ver con su novia. – Contestó Milagros con una sonrisa media burlona.

– Luis no tiene novia. – Le respondió Glenda algo seria.

– Ayy Glendita, a veces olvido que aun eres una niña jajaja. – Le respondió Milagros tomándole la cabeza.

– Jajaja nos vemos. – Me despedí con la mano alzada y salí por la puerta antes de que milagros diga algo más y me meta en problemas.

Salí de la casa, aún era media mañana y tenía todo el día por delante, y claro en la noche mi primera cita oficial con Ximena, pero por el momento tenía todo el día para hacer lo que quisiera, que era básicamente nada, no tenía ningún plan.

– Ya se me ocurrirá algo

Me dije para mí mismo mientras me ponía mis audífonos y caminaba rumbo al parque que estaba ahí cerca, en época de clases este parque era concurrido por varios chicos de la universidad para estudiar, tomar o simplemente pasar el rato entre clases, claro siendo verano estaba prácticamente vacío, fui a sentarme en una banca del centro y saqué de mi mochila un libro de fantasía que tenía ya varios meses leyendo y por estudios y todo lo que le pasó a mi familia no había terminado de leer.

Me perdí en mi libro durante varios minutos, yo diría que incluso una hora o dos, me levanté de mi posición y me estire para relajar mi cuerpo y retomar mi lectura, tomé un cigarro de mi mochila y lo prendí, no iba ni a la mitad de mi cigarro cuando escuche un murmullo familiar, me quite los audífonos y levanté la mirada.

– Oye, ¿no me oyes?, te dije que este es un parque, algunos venimos a hacer deporte y tomar aire fresco, no lo estés contaminado con tu asqueroso humo… Disculpa Luis, no te reconocí.

– Tranquila, tienes toda la razón de molestarte. – le respondí a Karla mientras apagaba mi cigarro.

– La verdad este parque me encanta, pero siempre está lleno de universitarios idiotas que no me dejan correr en paz.

– Si claro, la mayoría de los universitarios son bastante idiotas. – Le dije con una sonrisa en el rostro.

– Jajaja, no lo decía por ti tonto. Y dime qué haces aquí, ¿no deberías estar en el café?

– Si claro, pero está cerrado aun hasta mañana por la falla eléctrica del otro día, ¿tú que haces por aquí?

– Estaba corriendo un poco, ¿que no es obvio? – Me respondió poniendo sus manos en su cintura y casi jadeando por su esfuerzo.

Karla tenía razón, era bastante obvio, tenía puesto un short pegado de color negro y un top del mismo color e igual de pegado, su perfectamente definido cuerpo se podía ver brillar por la capa de sudor que tenía encima y su cabello amarrado con un moño tratando de controlar sus rebeldes rizos negros.

– Jaja si claro, olvidé que eres maniática con el ejercicio. Le respondí guiñándole un ojo.

– Ahhh oyeee, no me digas eso que por lo que se a ti también te encanta el cardio, y no exactamente del que haces en un parque, jajaja. – Me respondió la puntada mientras se sentaba a mi lado y tocaba con su mano mi hombro.

– jajaja ok ok, estamos a mano entonces.

– Oye y ¿Cuándo regresa Flavia? – Creo que ya sé por dónde iba la pregunta de Karla, era claro que tenía intenciones de ir a buscar a Glenda, si estuviera en su posición yo también lo haría la verdad.

– Llega mañana o bueno en la madrugada de hoy, no sé muy bien los horarios de su vuelo, pero creo que igual no podrás ver a Glenda, llegaron sus parientes y está pasando "tiempo" con ellos.

– Oye, yo no lo decía por eso, Glenda es mi amiga también eh, que no se te olvide.

– Si claro, las mejores amigas jajaja.

– Oye ya deja de reírte de mí jajaja. – Me dijo Karla mientras me agarraba por los hombros jalándome hacia ella y abrazaba mi torso con sus piernas.

– jajaja ¡Hey suéltame! – Le reclamé entre risas por su accionar, claro que no quería que me suelte.

– ¡Que tienes Idiota suéltalo!

Escuché un grito detrás de nosotros, de pronto sentí como Karla me soltaba y al voltear vi a Ximena que la tomaba por sus cabellos jalándola y arrojándola fuera de banca.

Me quedé helado unos segundos sin saber que hacer mientras Ximena le soltaba manotazos a Karla que aun trataba de levantarse.

– ¿Que tienes estúpida? – Le gritaba Karla entre sollozos.

– ¿Ximena qué haces? suelta la! – Le grité más preocupado por la reacción de Karla que como ya había comentado era casi de mi tamaño, cuando se ponga de pie Ximena la va a pasar muy mal.

Me levanté como un resorte y trate de separarlas lo más rápido posible, Ximena no paraba de lanzar insultos y manotazos contra Karla, tome a Ximena de la cintura y la levanté del suelo haciendo que suelte a Karla no sin antes arrancarle algo de su rizado cabello. solté a Ximena y me puse entre ambas ya que Karla se había levantado y esperaba la peor reacción de ella, pero paso todo lo contrario, en lugar de atacar a Ximena se tapó la cara con las manos y empezó a llorar, volteé iracundo hacia Ximena y le dije.

– ¿Se puede saber que mierda te pasa? – Le reclame casi gritándole a Ximena.

– Eso debería decirte a ti, quien es esta perra y por qué te estaba abrazando así. – La cara de Ximena estaba totalmente desdibujada, ella era una chica alegre, delicada y siempre sonriente, nunca pensé que tuviera este tipo de ataques de furia. – ¿Acaso no sabes que tienes novia?

– Karla no es ninguna perra, es mi amiga y solo estamos jugando, ah y en lo que a mí concierne ya no tengo novia, así que mejor vete antes de que venga serenazgo o la policía por el escándalo que acabas de ocasionar. – La poca gente que había en el parque estaba atenta a lo que sucedía con nosotros, y claro siempre están los vecinos chismosos que llamaban a la policía al menor escándalo.

– ¿Me estás hablando en serio?, ¿vas a preferir a esta? – Me respondió Ximena con una mirada iracunda.

– Por favor vete. – Le respondí serio y con un tono más calmado, mientras tomaba por los hombros a Karla y la trataba de consolar.

Me gire para tratar de calmar a Karla que seguía llorando desconsoladamente, escuche como Ximena se giró y se fue casi trotando lanzando maldiciones hacia mí, llegaron un par de curiosos a preguntar que paso, y les respondió de la forma más amable que podía en ese momento.

– Disculpen, pero no les importa.

Con Karla un poco más calmada nos paramos de aquella banca del parque y comenzamos a caminar con rumbo a su casa.

– Si que sabes escogerlas he! – Me reclamo Karla que ya había parado su llanto, pero se tomaba la cabeza por donde Ximena le quitó un mechón de cabello.

– Discúlpame, es algo reciente y no sabía que se pondría así, tampoco sabía que estaría por aquí. – De hecho, no tenía ni idea que estaba haciendo Ximena por ese parque. – No sé qué le pasó, de verdad discúlpame.

– Tranquilo, no es tu culpa, no tienes porqué disculparte por su reacción, pero si te advierto ten cuidado porque se nota que esa chica está enamorada de ti, y algunas mujeres no saben cómo controlar sus emociones, sobre todo con el desamor.

Karla se veía legítimamente preocupada, tal vez esta situación le recordó algo del pasado. Llegamos a la puerta de su casa y me invitó a pasar, mire al frente, a la casa de mis tíos, no había señal de que nadie me estuviera viendo, después de lo ocurrido en el parque no quiero más líos, no por el día de hoy.

Entramos por la puerta directo a esa sala que me parecía increíble, hasta el día de hoy sigo con la ilusión de poder tener una casa así algún día, Karla me había dejado en la sala mientras ella fue a su cocina por algo de agua, volvió con dos vasos altos, estiró su brazo para darme uno y vi un raspón en su codo.

– Hay que limpiarte esa herida. – Le dije tomando el vaso con agua.

– No lo había notado, he tenido lesiones peores. – Me respondió con una tibia sonrisa. – Pero tienes razón, no quiero que se infecte.

– ¿Tienes algún botiquín de primeros auxilios o algo de alcohol?

– Tengo uno en el baño de mi habitación, ¿me acompañas?

– Preferiría esperar aquí, tu mamá nos puede ver y no quiero que piense mal.

– Tranquilo, ella está encerrada en su estudio y nunca entra a mi habitación sin tocar la puerta.

– Pero y sí.

– Tranquilo. – Me interrumpió. – Nadie nos va a ver, además no haremos nada. – Me dijo con una sonrisa. – Estoy en mis días.

– Ok está bien, te sigo. – Le respondí tomando mi mochila que dejé en uno de los sofás.

Subimos hasta el segundo piso, y todo el tiempo estuve admirando el hermoso culo de Karla, quería con todas mis fuerzas rasgar esa licra y devorar a mordiscos sus nalgas, pero trate de controlarme y disimulando lo mejor que podía mi erección la seguí por un pasillo hasta la segunda puerta, Entramos y cerró la puerta con seguro una vez que yo ingrese.

– Por si acaso. – Me dijo Karla, que fue hacia su ventana y las cerró junto a su cortina.

– Oye no nos vamos a cocinar por el calor? – Le dije en voz baja dejando mi mochila a un lado de su escritorio.

– Tranquilo, voy a prender el Ac. – Increíble, su cuarto tenía su propio aire acondicionado.

Era obvio que Karla era de una familia con Dinero, incluso más que mis tíos, su cama era de 2 plazas con una cabecera grande cubierta con una piel como de peluche de color blanco, su escritorio de madera color marfil y de un tamaño bastante más grande que el mío, sobre él una Mac de última generación también de color blanco con todos los accesorios originales, obviamente, en una pared tenía un televisor de 50" con una play station 4, algo que me sorprendió, pero luego ella me confesaría que lo utilizaba más que nada para ver Netflix, Las paredes eran de un beige claro y del lado de su tocador había unos diseños en vinilo negro con unos árboles y plantas, un closet enorme empotrado al lado del tocador y al lado de este la puerta al baño, todo sobre una alfombra de color marrón claro, absolutamente todo en esa habitación demostraba una holgada solvencia económica.

– Voy por el botiquín, ¿porfa te puedes quitar los zapatos?

– Si claro. – Le respondí mientras me sentaba al filo de su cama y me empecé a quitar mis zapatillas.

El deje a un lado mientras terminaba de ver los detalles de su habitación.

– Listo aquí está el alcohol, ¿me ayudas a limpiar la herida? – Me dijo con cara de engreída.

– Sí claro.

Tome el alcohol y un poco de algodón que también trajo mientras ella se sentaba a mi lado en la cama. Tome su brazo y con pequeños toques limpie el raspón de su codo.

– ahh. – Se quejó por el ardor.

Traté de no reírme de la situación y continué curando su herida.

– Ya está. – Le dije soltando su brazo.

Karla se acercó y me dio un suave beso en los labios,

– Gracias. – Luego se levantó y tomo unas toallas. – Me voy a bañar rápido y te invito a almorzar sí?

– Si claro, no me lo merezco, pero muchas gracias.

– Puedes jugar con el play si gustas. – Me dijo antes de cerrar la puerta del baño.

– Preferiría jugar contigo. – Susurre para mí mismo.

Pero al final hice caso a su invitación y me puse a jugar GTA un buen rato, es más hasta perdí la noción del tiempo por unos instantes. hasta que se abrió la puerta del baño y oí a Karla llamarme.

– Luis ayúdame por favor.

Solté el mando y fui casi corriendo a ver qué había pasado. Entre al baño y vi a Karla totalmente desnuda con una loción en sus manos, era una de esas lociones que se usan para hidratar y tonificar la piel, con razón la piel morena de Karla siempre parecía brillar.

– podrías ayudarme, me duele el brazo y no alcanzo a mi espalda y piernas. – Me dijo con una sonrisa, parecía que estaba a punto de estallar en risa, y si lo hizo. – Jajaja lo siento, sé que suena a película porno, pero de verdad no alcanzó y siempre me hecho esta loción.

– jajaja ok ok, te ayudo, dame eso. – Le respondió con una risa y con una muy clara erección que ni me molesté en disimular esta vez.

Me puse un poco de la loción en mi mano y empecé a frotar primero sus hombros a modo de masaje, luego su espada, poniendo mucha atención sobre todo en su espalda baja, pero sin tocar su hermoso culo aun, la tomé por los hombros nuevamente y la voltee quedando cara a cara con ella, nuevamente me puse la loción en las manos y continué recorriendo su cuerpo, acaricie su cuello y sus brazos tratando de no tocar el raspón en él y claro, no demores mucho en deslizar mis manos por sus pequeños senos, jugué un poco con mis dedos en sus pezones haciendo que se pusieran más duros de lo que ya estaban.

– Oye, te dije que estaba en mis días. – Me reclamo con la respiración algo agitada.

– Tranquila solo estaba jugando. – Le respondí con una sonrisa.

Continue mis caricias por su definido vientre pasando por su monte de venus y claro está por sus muslos y nalgas, son las piernas y el culo más firmes que he tocado en mi vida, recuerdo que en ese momento agradecí a dios por el voleibol. Mis manos recorrían sus piernas de arriba para abajo.

– Voltéate. – Le dije mientras ya estaba arrodillado sobre la alfombrilla de su baño.

Giró su bello cuerpo sin decir palabra alguna y su culo quedó directamente a la altura de mi rostro, tome sus piernas y las abrí un poco haciendo que Karla se incline hacia adelante apoyándose con sus brazos en el lavado.

– Ufff. – La oí resoplar por el placer que mis caricias le estaban dando.

Tome un poco más de loción y echando una generosa cantidad en mi mano empecé a jugar con sus nalgas nuevamente, las abría y cerraba apretándolas suave, pero con firmeza, no me podía resistir mucho mese cada uno de esos hermosos cachetitos, antes de hundir mi cara en ellos.

– Luis no por favor ahhh- Se interrumpió su reclamo al sentir mi lengua pasar por su anito.

Lo lamí, besé y mordí juguetonamente mientras que Karla inconscientemente abría más las piernas para sentir más a gusto mis atenciones. Yo seguía devorando ese culo como si fuera el más delicioso manjar, y sí que lo era.

– Mmmm ahh. – Karla empezaba a retorcerse mientras una de sus manos me tomaba por el cabello haciendo que me entierre más entre sus nalgas. – Que rico mi amor.

Al oír sus gemidos cada vez más fuerte me aventure a penetrar su anito con mi lengua, despacio y con suavidad, por todas mis atenciones empezó a entrar sin ningún problema, luego reemplace mi lengua por un dedo, luego dos, los metía y sacaba primero solo lubricando con mi propia saliva, luego recordé la loción que tenía a la mano y la empecé a usar. Mis dedos se resbalaban dentro de su culo sin ningún problema, y cada vez aumentaba más mi velocidad. Me puse de pie bajándome mi short y boxers de un solo tirón.

– Ven vamos a la habitación. – Me dijo quitándome la camisa y jalándome por la verga fuera del baño.

– Hey con cuidado. – Le reclame.

Karla volteo a verme y sus ojos verdes parecían fuera de sí, era como si estuviera en un trance, me llevó hasta su escritorio y apoyándose en el dejo su culo a mi merced nuevamente, como pidiendo que comience de una vez. Tomé mi verga y ya estaba brillando por el líquido preseminal, la tenía durísima como pocas veces la he tenido, abrí sus nalgas con mis manos y le enterré la cabeza de mi verga de un solo empujón.

– Ahhh mmm.- Ahogó un grito entre sus labios.

– Perdón no me aguante más. – Le respondí mientras me estiraba y le daba un suave beso en los labios.

Mientras la besaba iba metiendo mi verga cada vez más y más, muy lentamente, tenía el culo muy apretado, era obvio que nadie había estado ahí antes.

-Ahh sii. – Gimió nuevamente al sentir mis muslos chocar contra sus nalgas.

Su culo se había comido toda mi verdad y ahora comenzaba lo bueno. Me separé de nuestro beso y empecé a sacar lentamente mi verga, una vez fuera me puse un poco de loción y cuando volví a penetrarla sentí como mi verga se fue sola.

– Tienes el mejor culo del mundo. – Le susurre en su oído al tenerla taponeada hasta el fondo.

– ¿Mejor que el de Ximena? – Me pregunto

– Infinitamente mejor.

Comencé un mete y saca durísimo y el sonido de sexo no se demoró en oírse en su habitación. Sus nalgas rebotaban en mis muslos mientras yo marcaba mis manos en sus caderas por la fuerza con la que la estaba tomando.

– Ahhh mmm que rico sigue sigue. – Karla gemía sin preocuparse por el ruido que hacíamos en lo más mínimo.

Le di dos fuertes nalgadas saliendo de su culo y la jale hacia la cama, se arrodillo en ella y empezó a mover su culo de un lado al otro como si de una gatita se tratara, le di otra nalgada más y apuntando mi verga en su anito la volví a entrar completa, esta vez ella es la que empezó a moverse de adelante hacia atrás cada vez más y más rápido, en un momento pego su culo contra mi frotándose con fuerza, no me había dado cuenta, Karla había estado tocándose su panochita todo este tiempo y tenerla así en cuatro fue suficiente para hacerla explotar, La tome por el cabello jalándola hacia mí.

– ¿Te gusta que te tomen como perrita verdad?

– Si mi amor, ¿puedo ser tu perrita? – Hizo una pausa con la respiración entre cortada. -¿Tu única perrita?

– Sabes que no puedo prometer eso, lo que sí prometo es que no le daré a nadie más por el culo, solo a ti. – Le di un beso lascivo metiendo mi lengua dentro de su boca, haciendo que ella misma se saboree, de esta manera cerraba mi promesa con Karla. – Ahora ven que aún no termino.

Me eche en su cama mojando sus sábanas con mi sudor, no importaba lo fuerte que estaba el AC los dos estábamos bañados en sudor. Karla se paró en la cama dejando un pie a cada lado mío, era una vista imponente, definitivamente la morena más hermosa que he visto en mi vida, le hice una señal con mi mano para que se dé la vuelta, y sonriendo acató mi orden, se puso como si fuera a hacer sentadillas, algo que hacía regularmente, y tomando mi verga con su mano izquierda se enterró mi verga hasta el fondo nuevamente, puso su torso hacia atrás apoyándose en sus manos y empezó a moverse sin que le dijera nada.

Veía mi verga desaparecer entre ese par de hermosas nalgas y sentía su sudor caer sobre mí, el sonido a aplauso se oyó de nuevo entre las paredes de su habitación, y más excitado que nunca empecé a recorrer su cuerpo con mis manos, acariciaba sus tetitas con mis dedos, Karla se apoyó sólo en su mano izquierda buscando acariciar su clítoris nuevamente.

– Mmmm, más fuerte por favor.

Me pidió entre gemidos Karla, y claro no me iba a hacer de rogar, la tomé por sus caderas y jalándola hacia mí empecé a empujar lo más fuerte que podía, sentía su anito apretarse alrededor de mi verga y sin poder aguantarme más, me empecé a venir dentro de su culo.

– Ahhh si Dámela mmmm siiii. – Grito Karla al sentir los chorros de mi leche inundándola, haciéndola correrse nuevamente.

Terminé de dejar mi semilla dentro suyo mientras sentía que aún frotaba su culo contra mí tratando de extender lo más que podía su placer.

– Ahh Luis, tenemos que hacer esto de nuevo por favor. – Me dijo Karla mientras se recostaba sobre mí.

– Dalo por hecho Karla. – Le respondí mientras la abrazaba por su cintura.

– Bueno tengo que bañarme de nuevo, y tú también necesitas un baño. – Me dijo poniéndose de pie y sacando mi verga de dentro de su culo.

– Yo creo que sí. – Le respondí mientras me paraba.

Se dio media vuelta mientras me sonreía dejando ver nuevamente ese hermoso culo, les juro que sentí como de mi verga salió una gota más de leche luego de ver ese par de perfectas nalgas. La seguí al baño y entramos en la ducha donde nos bañamos y claro no perdí nada de tiempo en acariciar su hermoso cuerpo todo lo que pude, ella por su parte lavo mi cuerpo amorosamente prestando especial atención a mi verga.

– Hay que salir antes de que nos arruguemos. – Me dijo cerrando la llave de agua.

– Claro, te sigo.

Salimos del baño, nos secamos, me puse mi ropa y vi como ella se ponía un vestido corto, muy de verano, tomó el frasco con la loción que había dejado sobre su escritorio y me dijo.

– En serio?, casi te lo acabas, esta loción no es nada barata.

– Lo siento, pero tampoco me dijiste nada. – Le respondí encogiendo los hombros.

– No hay problema, ya compraré otra "Loción" más adecuada la próxima vez que vengas aquí. – Su sonrisa lo decía todo, le había encantado. – Se que te dije que te invitaba a almorzar, pero había olvidado que tengo practica y se me está haciendo tarde.

– Si claro no te preocupes, más bien ahora me siento culpable por que no comiste nada.

– Tranquilo Luis, yo de camino me como algo. – Me dijo abriendo la puerta de su habitación como invitándome a salir. – Porfa sal con cuidado y cierra bien la puerta, me tengo que terminar de alistar.

– Dale, nadie me va a ver tranquilo. – Le dije mientras me ponía de pie.

Tomé mi mochila con mis cosas y al pasar por su lado le di un suave beso en la mejilla despidiéndome de Karla.

Baje en silencio las escaleras y salí por la puerta principal sin que nadie sepa que estuve ahí, cerré la puerta de tras mío y cruce la pista antes de entrar a la casa de mis tíos. Al entrar en la sala no vi a nadie, solo escuché ruido en la cocina.

– Tía ya estoy en casa! – Grite saludando.

– Hola Luis, tu tía salió, te dejo algo de comer en tu microondas.

– Hola Milagros. – Le respondí sin muchas ganas, aún estaba un poco molesto con ella. – Gracias.

Subí por las escaleras y pasando por el segundo piso escuché ruido de un televisor, Glenda y Romina estaban viendo una película, o por lo menos eso sospechaba, Flavia estaba a horas de regresar y ahora Glenda y ella debían de compartir habitación.

– Vaya, será divertido de ver.

Me dije para mí mismo, mientras continuaba mi subida a mi habitación, tiré mi mochila en el sofá y fui directo al refri tome una botella de agua y la bebí toda casi de un solo sorbo, revise el microondas, y puse a calentar la comida que me dejó mi tía, ya no necesitaba un baño, pero si se me antojaba como nunca un cigarro, tome uno de mi mochila y salí a fumar al balcón mientras esperaba que se calentara mi comida. Revise mi celular, tenía algunos mensajes de mi grupo de estudios, Ximena se había salido de todos en los que estábamos juntos sin dar mayor explicación, luego vi un mensaje super largo de su parte, en el que básicamente primero me insultaba y luego me pedía perdón, bloquee su contacto sin siquiera responder. A la que sí respondí fue a Flavia que me estuvo escribiendo y mandando foto de algunas cosas que me había comprado en su viaje, le agradecí y le dije que la extrañaba mucho, que de hecho si la extrañaba, siento que, si ella hubiera estado aquí, no había forma de que pasara lo que paso con Ximena. Comí mi almuerzo en la barra de la kitchenette y luego que fue a echar a descansar, mientras veía videos en YouTube me fui quedando dormido.

Me desperté y eran casi las 10:30 pm, me dormí como 6 horas, era evidente que mi cansancio estaba más que acumulado. Traté de seguir durmiendo, pero mis ganas de ir al baño y de tomar algo me obligaron a levantarme. Luego de mi visita a baño salí a la salita tome un vaso de agua y revise mi celular nuevamente, Glenda me había escrito diciéndome que me estaban llamando para cenar, pero como no respondí, subieron a buscarme y estaba rendido, que ni llamándome fuerte respondí.

– Wow sí que estaba cansado.

Tomé un cigarro y salí a fumar al balcón.

– Hasta que por fin despiertas

– ¿Glenda qué haces aquí? – Le reclame.

– Este es mi lugar ¿recuerdas? – Tenía razón.

– Pero pensé que estarías con Romina.

– Romina está durmiendo con mi tía, como mi papá y Flavia regresan en la madrugada, ella ya está en el cuarto de Flavia con mi tía.

– Bueno, tiene sentido, ¿estás entusiasmada por convivir con tu hermanita?

– Ni un poco, jajaja, pero bueno Romina y mi Tía Milagros lo valen.

Recordé en mi mente los sucesos de la mañana con Romina, supuse de inmediato que no le había dicho nada a Glenda. Estuvimos hablando entre susurros un rato más mientras terminaba mi cigarro.

– ¿Y bueno, vamos a tu cuarto?

– Si quieres pasa, pero sin hacer ruido. – En realidad no buscaba tener nada con ella, pero cada vez que lo intento no lo logró, con Glenda es imposible resistirse, creí más fácil simplemente hacerlo de una vez y ya.

Pasamos a mi cuarto y cerré bien la puerta del balcón y no deje ni un solo espacio entre las cortinas de mi ventana, cerré la puerta de mi habitación mientras Glenda me esperaba sentada en el filo de la cama.

– ¿Bueno qué quieres hacer? – Le pregunté.

– Jajaja. – Me respondió con su risa de niña.

tomo mi short con sus manos y lo bajo todo junto con mis boxers, mi Verga semierecta salto chocando con su barbilla, y sin usar sus manos se la engullo totalmente, Las mamadas de Glenda eran deliciosas, y siempre recuerdo cómo se trataba de contener, pero siempre terminaba teniendo arcadas, llenando de babas mi verga y saliendo lágrimas de sus ojos.

– Que rico me la mamas Glendita. – Le dije en voz susurrante.

Glenda me respondió mamando con más empeño que nunca mi verga, pero algo se sentía raro, no sé si era por que todo se estaba dando muy bien, o porque esta vez no hubo sermón de mi parte, sentía algo raro en la situación. Traté de relajarme y concentrarme en la felación de mi primita, cuando de pronto sentí que alguien más me estaba viendo, volteé hacia mi armario, el cual siempre dejaba bien cerrado y vi desde las sombras como Romina nos estaba mirando escondida detrás de varias casacas.

– Acaso están locas. – Les grite en voz baja mientras retrocedía sacando mi verga de la garganta de Glenda.

– Lo siento Glenda me dijo que no te darías cuenta. – Me dijo Romina casi al borde del llanto saliendo del armario.

Volteé a mirar a Glenda con ojos de furia real y la vi quitándose la ropa hasta quedar solo en braguitas rosadas.

– Luis, cuando vas a entender que los sermones solo nos hacen perder tiempo. – Me dijo mientras se arrodillaba delante mío y tomando firmemente mi verga se la volvió a tragar completa.

Intenté retroceder más, pero la mamada de Glenda era demasiado deliciosa, respiré profundo tragándome mi molestia y tomando un puñado del cabello de mi primita empecé a cogerme su boca, haciendo que sus arcadas sean cada vez más sonoras. Miré a Romina y estaba parada al lado de la cama con cara de niña regañada y sus shorts de licra claramente mojados por lo que estaba viendo, la llamé con una mano y se acercó tímidamente a mí.

– Le contaste todo a Glenda verdad? – Le pregunté mientras no paraba de cogerme la boca de mi primita.

– Sí. – Me respondió algo asustada.

– Tranquila no pasa nada. – Le dije mientras tomaba su mano jalándola hacia mí.

La tomé por la cintura haciendo que se ponga en la punta de sus pies y le di un largo beso, el beso que me negó esta mañana. Sentí como la jalaban, era Glenda que tiraba de su mano haciendo que se agache con ella en el suelo, libere la cabeza de mi primita y apenas tomando una bocanada de aire volteo y empezó a devorar la boca de Romina. Aproveche para quitarme la camisa y ayudé a ambas niñas a levantarse del suelo sin separar el lascivo beso que se estaban dando, Las lleve hacia la cama y puse a Glenda en cuatro.

– Mira Romina, si te portas bien luego te toca a ti.

Hundí mi cara en el culo de Glenda lamiendo y saboreando su humedad sobre sus braguitas, no demore mucho y se las arranque rompiéndose con ambas manos.

– ¡Hey eran mis favoritas! – Se quejó Glenda.

Fui hacia mi velador y tomando uno de los varios condones que compré me puse uno y enfilé a la rajita de mi primita. Sin decir nada Glenda levantó su culo lo más que pudo y tomando la mano de Romina se puso a sentir cada centímetro de mi verga penetrando su rosada conchita. Romina miraba en primera fila como mi carne entraba dentro de mi primita y mordiéndose los labios empezó a quitarse la ropa, la vi quitarse primero su playerita sin mangas liberando su plano busto y sus pequeños pezones negros, la dejo a un lado de la cama y echándose a un lado de Glenda puse sus dedos al lado de sus shorts quitándoselos y dejando a la vista sus mojadas braguitas, eran celestes pero estaban de un color más cercano al azul por algunas zonas que ya imaginaran, dejo su short al lado de su playerita y abriendo tímidamente sus piernas empezó a tocarse.

– Mmm si aasiii. – Escuche gemir a Glenda.

Inconsciente de mis actos, había empezado a acelerar mis movimientos haciendo que mi primita se apoyara en sus brazos y me volteara a ver con una cara de total lujuria. La tome por el cabello y sin ser muy agresivo hice que volteara hacia el otro lado, donde se encontraba Romina, frotándose ya sin ninguna pizca de timidez sus pantis.

– Mmmm no primita así no se hace.

Glenda se acercó a ella aun en cuatro y sus manos deslizo los pantis de Romina hasta quitarlas por completo, luego me las ofreció con una mano y con gusto recibí esa ofrenda con mis dientes. Romina se puso nerviosa nuevamente y se tapó con una mano su panochita, como temiendo que alguien más pudiera verla.

– Tranquila esto te va a encantar. – Le dijo Glenda mientras sacaba mi verga de dentro suyo.

Glenda nuevamente me miro con su típica sonrisa de niña traviesa antes de ponerse entre las piernas de Romina haciendo que su monte de venus rosara la panochita de esta última, yo hacía todo mi esfuerzo para poder verla, pero por la posición de Glenda y la timidez de Romina no lo lograba hacer.

Glenda empezó a besar a Romina nuevamente que, a diferencia de la última vez, empezó a devolver su beso abrazando a Glenda por el cuello.

-Mmmm.

– Si te gusta verdad?, no es nada malo. – Le susurraba Glenda entre besos.

Yo con mi verga erecta y prácticamente inhalando las braguitas de romina no podía parar de hacer una paja con aquel espectáculo, y siento que iba a explotar varias veces, no sé cómo pude ser capaz de controlarme. Glenda besaba las orejas el cuello y fue bajando lentamente, se entretuvo jugando con el ombligo de Romina hasta que llego a su monte de venus, a este punto Romina ya no ponía ningún tipo de resistencia y abrió sus piernas a las caricias de mi primita.

Glenda al llegar le dio un beso y dos fuertes lamidas antes de apartar su cuello y dejarme ver, la conchita de Romina era rosada y fina, como la de Glenda la diferencia era que esta no tenía ni un solo rastro de bello alguno, era una maravilla de rajita, tire la braga Romina y me arrodille a un lado de Glenda apartándola un poco más brusco de lo que quería.

– Oye con cuidado! – Me reclamo Glenda.

Romina bajo su mirada para verme en lugar de su prima, lo que hizo ponerse nerviosa nuevamente, intento cerrar sus piernas, pero yo fui más rápido, pegué mi boca a su panochita y la empecé a devorar.

– No mmm.- oí quejarse a Romina y luego ahogar su gemido en los labios de Glenda.

empecé a lamer fuerte desde el principio, y para ser sinceros no tuve casi delicadeza alguna, estaba demasiado excitado y apenas me podía controlar.

– Yo también quiero probar. – Me dijo Glenda al oído, antes de darme una lamida que me estremeció.

Me hice a un lado y ahora era Glenda quien se devoraba a Romina con total pasión, ella era claramente más delicada que yo, era mi turno de callar a Romina ya que no era capaz de contener sus gemidos.

– Ahhh mmmm.

– Shhh. – Le dije poniendo un dedo en mis labios.

Me acerque a Romina y tomando con ambas manos su bello rostro la empecé a besar dulcemente, nuestras lenguas se retorcía y era fácil notar su inexperiencia, con mis manos acariciaba sus pezones mientras yo no me separaba de su boca, me despegue por un momento de sus labios y vi como Romina había tomado la cabeza de Glenda apretándola contra su panochita con una mano y con los ojos cerrados buscaba algo con la que tenía libre, los abrió y tomo firmemente mi verga tratando de hacerme una paja, me acerque más a ella quedando arrodillado a la altura de su rostro, disfrutando de esa algo torpe paja pero no menos placentera.

-Mmmm que ricoo. – oí decir a Romina. – Ahhh

preocupado por que vaya a hacer más ruido me acerque más a ella y quitándome el condón que aún tenía puesto puse mi verga en sus labios, no tuve que decirle nada, como pudo se tragó la cabeza de mi verga mientras empezaba a mover su pelvis rápidamente, se estaba corriendo.

-Mmm! Mmmm. – Se escuchaban los gemidos ahogados de Romina en mi verga.

Cuando por fin se terminó su corrida se sacó mi verga de la boca.

– Glenda ya no más por favor. – Le dijo a mi primita mientras ponía una mano sobre su panochita.

– Estas muy rica primita. – Le respondió Glenda sacando su rostro totalmente mojado de entre las piernas de romina.

Glenda se levantó y arrodillo a mi lado.

– No me olvide de ti. – Me dijo

– Ni yo de ti. – Le respondí jalándola de la cintura y besándola recorriendo con mi lengua toda su boca, hasta llegué a lamer sus mejillas tratando de saborear toda la esencia de Romina que quedaba un en ella.

Mientras nos besamos Glenda tomo mi verga y empezó una rápida paja, quería tenerme adentro y no iba a esperar más para hacerlo.

– Me la tienes que dar solo a mi si, mmm en mi boca toda sí. – Me decía mi primita mientras yo ya besaba su cuello y pechos.

– Lo que quieras primita. – Le dije mientras me recostaba en mi cama a un lado de Romina, y jalaba a Glenda sobre mí. Mi primita entendió mis intenciones y se subió encima mío cabalgándome.

– Mira Romina, a si se hace de verdad. – Le dijo mientras la miraba, haciendo una clara alusión a mi encuentro con Romina esa mañana.

tomo mi verga con su mano y se fue sentando lentamente en ella hasta que la tuvo toda adentro, la tome por la cintura y acompañe sus movimientos, Glenda estaba rebotando sobre mí y yo estaba fascinado viendo como mi verga desaparecida dentro suyo, subí mis manos y acaricie sus pequeños senos haciendo que soltara gemidos cada vez más sonoros.

– Glenda sin tanto ruido. – Le susurre mientras le pellizqué uno de sus pezones.

-Mmm ahhh mmmm.

Glenda empezó a gemir más fuerte mientras acelera sus movimientos, y antes de que pudiera callarla Romina salto tomándola por el rostro y besándola para callar sus gemidos.

– Mmmm. – Terminó de correrse Glenda mientras abrazaba a Romina por el cuello.

Cayeron agotadas sobre mí, las abrace a ambas, nuestro sudor y esencia se mezcló en una sola, y mirando a los ojos de Glenda le di un beso, pero de amor esta vez, Romina me empezó a besar el cuello como siempre por esa fascinación que tenía con mi aroma, Glenda noto esto y con una mano hizo que levantara su rostro para que se una a nuestro beso, nuestras lenguas se rozaban y hacían formas imposibles mi verga aún estaba a mil.

– Bueno Romina, como te has portado tan bien te has ganado un premio. – Comentó Glenda dejando solos a mí y a Romina en el beso. – Que pena separarlos, pero vengan.

Se levantó y tomando mi mano hizo que me ponga de pie en la cama, hizo lo mismo con Romina, pero a ella la hizo arrodillarse a su lado. Tomó mi verga con sus dos manos y empezó a hacerme la mejor de las pajas.

– Ufff Glenda. – Le dije.

Tire mi cabeza hacia atrás y me relaje por completo, Glenda se metió la cabeza de mi verga nuevamente en su boca y mientras con una mano me hacía una paja con la otra empezó a frotar mis huevos haciendo que mi corrida sea inminente.

Glenda al verme apunto de correrme despegó su boca de mi verga la abrió delante mío sacando su lengua ofreciéndome su boca y cara como recipiente para mi corrida, quité sus manos para terminar yo mismo el trabajo, y me empecé a correr a chorros, el primero directo a su boca llegó hasta su garganta el segundo entre sus labios y nariz y los dos últimas en su barbilla. Mi primita llena de vicio lamió hasta la última gota antes de voltear y darle un largo beso a Romina, esta vez Romina se tragó todo lo que le dio Glenda, hasta la última gota de mi semilla, incluso lamiendo el rostro de Glenda como yo lo había hecho hace unos instantes. Romina volteo con la intención de lamer mi verga y tomar lo que quedaba de esta, pero Glenda la frenó.

– El solo se corre en mí, ¿entendido? – Le dijo Glenda totalmente seria. – ¿Si quieres algo de Él siempre es por mí, está claro?

Romina solo asentía con la cabeza.

– ¿Está claro? – preguntó Glenda con su voz de niña una vez más.

– Si prima. – Le respondió por fin Romina con cara de regaño.

De pronto Glenda le soltó una cachetada que me tomó por sorpresa, no fue muy fuerte pero tampoco en modo de juego.

– Él es solo para mí, y puedes estar con él porque yo lo permito.

– Oye Glenda tranquila, esto no es necesario. – Le dije tratando de calmar la situación.

– Si es necesario. – Me dijo mi primita antes de voltear y besar nuevamente a Romina en los labios, la cual me sorprendió, pero le devolvió el beso.

– Esta bien chicas, que les parece si paramos porque mañana tengo que levantarme super temprano. – Les dije, toda esa situación la verdad me prendió un poco más.

– Si claro, tienes que descansar. – Me rijo Romina mientras se separaba del beso de Glenda.

– Nosotras limpiamos abajo si quieres?

– De ninguna manera alguien las puede ver así. – Le respondió a Glenda.

– Nuevamente con los sermones? – Me pregunto sonriente mientras se ponía su ropa y hacía que Romina se ponga la suya.

– Jajaja ok, hagan como quieran, pero que nadie las vea.

– ¿Si tranquilo, como crees que me metí a tu cuarto? – Me respondió Romina con una sonrisa en su rostro.

– Ok ok, buenas noches y nos vemos mañana. – Les dije dándoles un fuerte beso a cada una en los labios, claro a Glenda el ultimo tomándola por la cintura y jalándola hacia mí, todo esto que estaba viviendo era gracias a ella, y estaría por siempre agradecido con mi primita.

Salieron esta vez por la puerta de la kitchenette y desaparecieron en la oscuridad del pasillo.

Cerré la puerta de mi habitación y me di una ducha rápida antes de volver a dormir, al salir de mi baño vi a un lado de mi cama, las braguitas rotas de Glenda las levante con cariño y las escondí dentro de la funda de mi almohada, puse mi cabeza sobre esta y me quedé profundamente dormido.

Muchas gracias por leer hasta el final, sé que no estoy sacando los capítulos tan rápido como prometí, pero estoy esforzándome por terminarlos lo más rápido posible. como siempre me pueden escribir a mi correo [email protected] para cualquier comentario o crítica los leo por allá.

Saludos.

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