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Mi padre dentro de mí
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Me gusta abrir mis piernas, tocarme, acabar; más aún, abrir las piernas mientras un hombre ve como me complazco y terminar mirándolo masturbarse; pero, me sucedió algo que me excita hasta hoy, que ni en mis mas perversas fantasías hubiera imaginado.

Estoy casada con un hombre maravilloso y el sexo es muy bueno; pero, por su trabajo, él viaja y he optado por masturbarme para apaciguar las ansias que siento.

Cuando estaba embarazada de mi primer hijo, mi esposo salió de viaje y decidí quedarme en casa de mi padre; había quedado viudo hacía poco tiempo y creí que sería buena idea.

El solía irse a la iglesia un par de horas por las tardes por ensayo de coro y yo me quedaba sola. Un embarazo de 5 meses no me impedía tocarme.

Cuando vi que salió, fui a la recámara y me puse a leer. Mientras leía, mi vagina comenzó a humedecerse; traté de pensar en otra cosa; pero, tenía la necesidad de un orgasmo.

Traía un vestido de tirantes, así que sólo me acosté en la cama, me quité la pantaleta y comencé a tocarme. Mi vagina chorreaba, necesitaba acabar, se sentía muy caliente.

El orgasmo llegó pero no con la intensidad que yo quería. Volteé a la puerta y vi a mi padre que se masturbaba mirándome la vagina.

Traté de taparme y él se me acercó.

– Te ves muy rica y se nota que necesitas sacar eso que tienes.- me decía sin dejar de mirarme.

Agarró mis tobillos y abrió mis piernas; fue un movimiento decidido, me iba a coger.

– No, papá; qué haces? No lo hagas.- le decía mientras me abría las rodillas y metía su cabeza en mi entrepierna.

Su lengua recorrió desde mi culo hasta mi clítoris, recogiendo todo mi líquido. Me llegó otro orgasmo más fuerte cuando metía y sacaba su lengua de mi, libando todo lo que me salía.

Le agarré la cabeza y la restregaba en mis labios vaginales buscando más placer; él usaba la lengua con maestría, sabía mamar una vagina.

Cuando sintió que mi vagina se contraía buscando un falo, se enderezó y apuntó su verga a mi entrada; era la primera vez que veía esa verga que me dio la vida, erecta y lista para entrar en mi.

Era larga, gruesa; la cabeza parecía explotar por la excitación; gotas de líquido salían en abundancia, humedeciendo esa bola. Pasó sus dedos sobre la cabeza expandiendo el líquido, eso me excitó más.

– Ponte un condón… por favor… no debes dejar tu líquido dentro de tu hija.- le rogaba mientras veía y sentía cómo paseaba su falo a lo largo de mis labios vaginales, juntando sus líquidos con los míos.

– Ahora vas a tener adentro lo que le metía a tu madre… y ya estás preñada… no hay peligro…- me decía mientras empujaba su verga dentro de mi.

Entró todo en mi. Un suspiro de satisfacción salió de sus labios cuando se vio dentro de mi. Yo estaba perdida en el placer; no pensaba, solo sentía los orgasmos uno tras otro.

No se movió, se quedó dentro disfrutando el apretón de mi orgasmo. Me destapo los pechos; mis pezones estaban erectos y sensibles; empezó a mamar y logró sacar un poco de líquido de ellos; esa sensación de ser usada me estaba volviendo loca, perdí la cuenta de las veces que me vine.

Me agarró las nalgas y empezó a bombear. No supe cuanto tiempo me estuvo cogiendo; pero, yo estaba disfrutando.

Aceleró el bombeo; estaba a punto de venirse; quise moverme para evitar que se viniera adentro; pero, sus manos en mis nalgas me impedían cualquier escape.

– No te vas a escapar… los vas a recibir adentro.- me dijo acelerando el bombeo.

– Te estás cogiendo a tu hija… vas a echar tu leche adentro de tu hija.- le decía yo sin convicción.

– Eso lo hace más delicioso y perverso… recíbela toda.- me dijo con una sonrisa.

– Échamelos adentro, entonces… acaba adentro de mi.- le contesté mientras le agarraba las nalgas y lo apretaba hacia a mi.

El temblor de su cuerpo fue tremendo; sentía como se vaciaba dentro, era muchísimo; me hizo venirme otra vez.

Al terminar, se salió y se fue.

Yo me quede dormida, estaba exhausta.

Me cogió varias veces más hasta que regrese a mi casa.

Mi esposo nunca lo sabrá; el amor filial no es algo que se pueda presumir abiertamente.

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