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Mi prima Karla (Parte 2)

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Como ya les comentaba en la primera parte de este relato, después de ese afortunado escarceo con Karla donde probé por primera vez las mieles de los jugos virginales de una papayita virgen, parecía que ya no iba a poder vivir sin ello. Me había vuelto como el lobo que prueba carne humana y le gusta el sabor. Ahora no iba poder vivir sin volver a saborear aquel manjar tan rico, sabía que Karla también estaría dispuesta y se me ofrecía en charola de oro. Recién llegados a la mayoría de edad ambos estábamos descubriendo el sexo.

Los días de juegos con los vecinos del barrio continuaron así como la búsqueda de nuestra primera experiencia de novios y algo más con las vecinas. Nuestro éxito era pobre solo uno que otro beso o el más audaz y afortunado alcanzaba un tocamiento fuera de lugar con alguna vecina llegando a la casa con aquellos aromas a presumir con los demás.

A partir de la tarde cuando tuve la dicha de probar casi obligado la pepa de Karla en el cuarto de la tía, a partir de esa experiencia nos habíamos vuelto más unidos. Nunca tocamos a fondo el tema de esa tarde. Éramos cómplices en silencio donde solo había miradas y sonrisas de complicidad. Eso nos unió más y en nuestros juegos el que más nos agradaba era jugar a las escondidas ya sea dentro de la casa familiar que contaba varias recamaras y closets donde ocultarnos o en la calle con los vecinos y vecinas de nuestra edad.

“Casualmente” siempre tratábamos de ocultarnos juntos atrás de matorrales, bardas y closets donde furtivamente causamos alguna caricia involuntaria lejos de la vista de los demás a veces metía mano en sus tetitas juveniles o alguna metida rápida de mano en su panochita. Así como ella también aprovechaba para meter mano dentro de mi ropa interior y masajear mi verga. Que ricas sensaciones al masturbarnos mutuamente a escondidas en alguno de nuestros escondites.

Karla y yo buscábamos los momentos para estar solos, como aquella tarde en la que me encontraba solo en casa haciendo un trabajo de la escuela ya que yo había entrado a la Universidad y estaba inmerso en la computadora (Ella estaba cursando el último grado de la preparatoria), ella llegó hasta donde estaba yo y me cuestionó respecto a lo que hacía y me pidió usar el wc de mi casa porque estaban ocupados los demás.

Obviamente no se lo iba a negar dentro de mi pensé que sería una oportunidad para espiarla u obtener algún roce con ella. La lujuria me tentó y como juego de espías necesitaba ver a Karla en sus prendas íntimas, por lo que me acerque en silencio a la puerta asomándome por la hendidura de abajo de la puerta que permitía ver perfectamente al menos hasta la cintura ya que estaba en un escalón arriba del piso de la planta alta la puerta del sanitario.

Quizá ella notó las sombras detrás de la puerta del sanitario hacia el pasillo y cuando ella se preparaba para salir yo ya me había movido hacia el escritorio donde estaba haciendo mi tarea en la planta baja. Para ello yo había dejado sobre la gran mesa del comedor familiar, aquel libro maravilloso de sexualidad abierto precisamente en las páginas donde se explicaban las zonas erógenas mientras yo me hacía el desentendido sobre la computadora. Cuando ella bajó vio el libro y se quedó inmersa leyendo el contenido en silencio detrás de mí.

El ambiente se sentía raro, parecía que los dos deseábamos algo más en ese momento pero a la vez al sentir ese peso de ser familia nos ponía el límite. Los nervios de tener a Karla a mi lado pasivamente como si esperara alguna reacción de mi parte, al menos yo ya no aguantaba más esa fiebre por mi prima.

Así que me paré a su lado muy juntos mientras ella hojeaba el libro en silencio sobre la mesa del comedor con un supuesto interés de su parte solo al libro. Mientras ella revisaba las notas del libro yo estaba a su lado tratando de seguir las mismas indicaciones de las zonas erógenas de la mujer utilizando como instrumento de ensayo el cuerpo de mi prima, que forma tan rica de aprender de sexualidad así mis tocamientos aun un poco torpes con nerviosos y casi temblando por la situación en la que nos encontrábamos, ella dirigía el dedo hacia las zonas erógenas que el libro mostraba y yo hacía los movimientos sobre el cuerpo de Karla tal cual lo había aprendido sin ser caricias bruscas.

Noté como sus pezones estaban duros a partir de que mis tocamientos fueron más intensos su respiración era agitada y a veces cerraba los ojos. Le acariciaba sus nalgas metiendo mi mano bajo su ropa y cuando pasé al frente de su coñito y eso a indicación de ella que estaba señalando la zona erógena de la vagina, tenía un poco de vellos púbicos, pude sentir la humedad que no sabía si era porque había utilizado el WC o posiblemente era parte de su excitación, suavemente recorrí con mis dedos la parte de su pubis se sentían suaves sus pelitos para mí era un sueño hecho realidad estaba metiendo la mano en aquella zona que cualquiera sueña con su primera vez, metía un dedo suavemente entre los labios de su sexo sin ser agresivo, jugué con su clítoris y ella solo empujaba sus nalgas hacia atrás cuando sentía una descarga de placer, mi prima que estaba más que caliente al igual que yo.

En aquella supuesta inocencia ambos estábamos calientes, yo tenía mi verga bien erecta de tener a mi prima junto a mi leyendo el libro que me había mostrado muchas de las cosas que iba aprendiendo. En mi casa no estaban mis padres y estábamos casi frente a una ventana con cortinas de ligera tela que permitía ver hacia afuera pero no hacia adentro, por lo que si alguien se acercaba a la entrada de mi casa por el pasillo lo veríamos de inmediato.

Aprendimos juntos a explorar el cuerpo del género opuesto. Los dos estábamos disfrutando de esas torpes caricias. Ella acariciaba mi falo por encima de mi pantalón disimulando que estaba interesada en la lectura mientras dejaba que yo explorara aquel cuerpo virginal.

Le propinaba besos en su largo y estilizado cuello que hacían sentir bien a Karla ya que poco a poco nos fundimos nuevamente en una serie de besos desesperados que poco perfeccionamos desde aquella tarde en casa de la abuela. Aprendimos mutuamente a disfrutar de aquellas caricias húmedas de nuestras lenguas y nos entregamos a ese amor furtivo que nos profesamos calladamente.

Ya habíamos liberado tímidamente mi verga mientras nos besábamos ella disponía de mi erecta verga la cual ya derramaba algunas muestras de amor hacia ella. Eso era algo nuevo para ella el notar la humedad en la punta de mi falo así que le pasaba tímidamente su dedo pulgar constantemente sobre aquella pegajosa humedad. Era obvio que ambos no teníamos la experiencia con el sexo opuesto, pero esas primeras incursiones nos estaban abriendo los ojos a la sexualidad siendo placentero consensuado sin presiones y deseado por ambos.

Era mi segunda vez que confirmaba que los pezones de Karla se endurecían conforme ella se iba excitando, sentía que iba por buen camino porque precisamente el libro había descrito todos los síntomas que teníamos, humedad, erecciones etc. Como pude me apoderé de esos eróticos botones y se los chupé creo que con desesperación, vaya que la hizo vibrar a Karla porque de su boca dejo escapar unos gemidos como los que había escuchado en alguna película porno y se retorció ahí parada ante mi, mi mano empezó a frotar su sexo mientras mi boca no se despegaba de su teta, y sentía su humedad salir de su coñito casi lampiño. Que delicia de sensaciones para ambos. Ella seguía pajeando mi verga con su mano que a veces interrumpida al perderse en sus espasmos.

Karla había disfrutado de la vez anterior de una mamada de mi parte, donde casi obligadamente me comí su panochita con unos pocos pelitos pero de lo cual estoy agradecido ya que fue mi primera vez que probaba tan exquisito y virgen manantial. Ahora ella con la curiosidad que le daba el conocer el miembro masculino del cual ya estaba más que listo para cualquier acción, lo acarició sutilmente el glande ya que mi verga es circuncidada a diferencia de su hermano menor que era lo más cercano que posiblemente podría haber visto un miembro masculino hasta ese momento, agachaba la mirada hacia mi erecto pene mientras su mano jalaba de mi prepucio en un movimiento instintivo y tal vez de lo que vio como la parte de la masturbación al miembro masculino en el dichoso libro, siguió las indicaciones correctamente ya que en ningún momento hizo movimientos bruscos que me hicieron doler mi verga.

Estábamos parados y vestidos al pendiente de que nadie llegara, ella ya tenía la falda levantada con mis manos acariciando su vulva, era excitante sentir esos vellos de su papayita. Por la lectura sobre el libro de sexualidad sabía de la existencia de la virginidad y el himen de las mujeres, por lo que mis caricias no podrían ser bruscas para no lastimar a Karla, aparte según el libro indicaba que las caricias llamadas juegos preliminares bien usadas podrían llegar a que la pareja tuviera un orgasmo.

Sin que la obligara y tal vez atraída por la curiosidad de ver aquel miembro moreno lleno de venas ya que mi corazón estaba palpitando al 100% por la adrenalina de ser descubiertos en aquel acto incestuoso, ella bajó la mirada viendo como su mano hacía movimientos como si penetrara algo invisible mi verga que tenía entre la palma de su mano con la humedad de mi liquido preseminal se embarraba en sus dedo y parte de su ropa que lograba tocar con la punta de mi verga. Así que ella misma se agachó a mirar de cerca aquella verga toda roja y caliente. Ahí estaba mi amiguito que varias veces disfrutamos de pajas maravillosas pensando en tener algún día a una fémina con quien disfrutar como lo habíamos visto en revistas o películas de contenido erótico.

Karla acercó su cara y con su lengua me devolvió el favor que anteriormente había hecho en ella en mi primer cunnilingus casi obligado. Ahora ella con su lengua recorría la punta de mi verga para que suavemente Karla se llevara mi verga caliente y erecta a su bella boca, estaba recibiendo mi primera felación con la boca de mi prima. Para ser la primera vez disfrutamos al máximo esa extraña caricia que había visto en revistas y películas en verdad que era una sensación única, ella estaba ya hincada en el piso del comedor mismo lugar donde ella había estado viendo el libro sobre la mesa, ahora era yo el vigía mientras ella exploraba y me daba una rica mamada a mi erecta verga.

Karla esbozaba una inocente sonrisa mientras saboreaba mi verga, la verdad no fue como lo había visto en las películas, pero fue algo tierno para ser nuestra primera vez. Para ese momento ya Karla llevaba tiempo en mi casa porque lo que mi tía la empezó a llamar y se acercó a mi casa por lo que la vi que camino por el pasillo hacia la puerta de entrada, rápidamente guarde mi verga y me hice pendejo ahí parado viendo otro libro.

Haciéndome el desentendido y ocupado en mis actividades de la universidad. Karla se escondió sin hacer ruido abajo de la gran mesa del comedor el cual tenía un mantel bastante grande que no permitía ver nada debajo de la mesa a menos que se buscara, ella se quedó en silencio cuando abrió la puerta mi tía se asomó a través del marco de la puerta sin entrar completamente y preguntó por Karla si no la había visto por ahí. A lo que tranquilamente le dije que no la había visto, ella se fue tratando de buscarla en otro lado o por el patio trasero de la casa.

Salió de su escondite mi prima y se arregló las prendas, con esos ojos llenos de lujuria y complicidad nunca decíamos algo al respecto, solo nos mirábamos y nos besamos inmediatamente, pero nos tuvimos que separar porque ya la estaban buscando. Acaricie por último su papayita que ya estaba húmeda, para mi eso era algo nuevo sentir esa calentura y humedad en una mujer, bueno mi primera mujer. No dudé en volver a bajar rápidamente para oler y saborear de aquella delicia, se me estaba volviendo un vicio mi prima Karla.

Vimos que mi tía no andaba cerca y ella salió de mi casa a escondidas y se hizo presente con ella recibiendo un leve regaño porque no había contestado a los llamados de ella. Mientras yo desde mi cuartel general me quedaba nuevamente a medias con tremendas ganas, ya había probado las primeras mieles del sexo opuesto y mi instinto deseaba más de esa carne que acababa de probar. No tardé en colocar una cinta porno de las que tenía mi padre escondidas y tratando de ver en alguna de las actrices a Karla mientras le apretaba el pescuezo al ganso pensando que era la mano o la boca de Karla quien me estaba haciendo disfrutar de tan íntimo encuentro. Mi semi virgen verga no tardó mucho en disparar una gran carga de líquido viscoso y blanco que ya conocía, la diferencia es que ahora la protagonista de aquella fantasía estaba más cerca y acababa de recibir caricias de su parte.

Aun con esa descarga efusiva de leche mis ganas no se calmaban mi instinto deseaba más que esa simple caricia. Así que me asome al patio de la casa y vi a mi prima en los lavaderos la habían puesto a lavar algunas prendas. Una de las puertas de mi casa daba frente al área de lavado por lo que traté de hacer algo más atrevido. Me paseaba con la verga de fuera frente a ella, que al principio no se había dado cuenta de lo que estaba haciendo hasta que volteó y miró mi verga de fuera por la bragueta del pantalón estaba aún a reventar, ella sonreía desde el área de lavaderos mientras tallaba las prendas, iniciamos un juego voyeur donde me senté frente a la puerta y me acariciaba frente a ella mientras ella lavaba, solo su mirada directa a mi verga mientras yo miraba como ella se saboreaba mi verga erecta.

Ella también tenía ganas de lo mismo que yo porque como pudo sin que la vieran desde su casa se acercó a la puerta y entró rápidamente para besarme y agacharse a darle una rica mamada, tenía el sabor de mi deslechada previa lo cual ella no hizo gestos y solo la saboreo para rápidamente se fue a seguir con sus tareas.

El juego estaba lejos de terminar sino al contrario apenas iba iniciando. Al terminar de lavar fue a colocarlas en el área de tendido detrás de mi casa. Yo estaba como león enjaulado mirando a Karla como con su esbelta figura me daba la espalda para colgar las prendas. Esa área daba atrás de mi casa y por donde había una ventana la cual abrí y me escabullí por ella, no salí por la puerta principal para que nadie se diera cuenta que yo había ido donde estaba Karla tendiendo la ropa, ella se dio cuenta de mi locura o calentura que ya traíamos. Me metí de inmediato a un cuartito pequeño que tenía un sanitario y era usado casi como bodega.

Ella terminó de tender algunas prendas más y fue a donde yo estaba oculto, cerramos la puerta solo con una apertura donde podíamos ver si alguien venía a la parte trasera donde estábamos. Nos empezamos a besar sin muchas palabras de por medio solo el deseo que nos consumía a ambos.

En aquel cuartito polvoriento donde al parecer íbamos a poder consumar las ganas que ya nos teníamos desde hace varios días. Sin más preámbulos los tocamientos estaban a la orden del día ella seguía húmeda de la panocha ya que mis dedos se habían dedicado a explorar la papayita de Karla, le bajé el calzón por debajo de sus nalgas, mientras yo hacía lo mismo con mi ropa, como pude saqué a pasear al muñeco y así parados juntamos nuestros sexos, era la primera vez que tenía mi verga muy cerca de una panochita, imagínense que casi me vengo al tener esa rica sensación, pero la leche se producía en cantidades, así que eso no importaba ya que mi erección estaba a todo dar.

Nos besamos desenfrenadamente mientras la punta de mi verga se embarraba de los jugos de Karla. Así estuvimos un buen rato frotando nuestros órganos sexuales, aun no sabíamos como hacerlo, pero el instinto se encargó de llevarnos por el mejor camino ya que ella se abrió de piernas mientras yo me acomodaba frente a ella, era un poco incómodo estar parados, pero estábamos de la misma altura fue menos complicado, ella ya se había sacado las tetas y se las chupaba con desesperación, esas dulces frutas me sabían a gloria mientras trataba de pegarme a su pequeños pezones los chupaba y ella tiraba la cabeza hacia atrás pegada a la pared se retorcía del placer al sentir mis labios en sus tetas y mi glande friccionando su virgen clítoris.

Aún no había penetración, pero pues siendo mi primera vez me estaba costando trabajo, aparte estaba la presión de que éramos primos y si pasaba a mayores, no teníamos un preservativo o pastilla. En esa época los métodos anticonceptivos eran tabúes casi te los vendían solo con receta médica por lo que yo solo los conocía en ilustraciones del fabuloso libro de sexualidad. Al menos yo si pensaba todo eso, pero también la calentura me ganaba y no iba a dejar para después mi primera vez con Karla. Ambos estábamos deseosos de culminar ese momento que veníamos prolongando desde hace varios días.

El tiempo era muy corto y en cualquier momento la volverían a buscar, instintivamente acomodé la punta de mi verga en la entrada de su vagina y fue entrando suavemente entre labios de su vulva que estaba bastante apretado.

Para mí fue de lo más rico y placentero el ir sintiendo como mi verga se introducía brevemente al menos la punta entre sus pliegues muy distinto a las caricias manuales, era mi primera vez y la sensación fue intensa, no fui brusco en nuestra primera experiencia, levemente fui entrando (solo la puntita) mientras Karla hacía gestos conteniendo sus gemidos y nos besábamos moviendo nuestras lenguas un poco diferente a los besos tiernos, como mitigando el sentir de mi falo ardiente en su gruta.

Ella movía sus caderas mientras yo bombeaba su interior. Al parecer había roto tu himen, mi verga ya estaba adentro de ella, nos acariciamos suavemente mientras ella subía y bajaba de mi verga con su cuerpo pegado a la pared donde estaba recargada en aquel oscuro y polvoriento cuarto.

No había mucho tiempo para gozar, pero esa era nuestra primera vez. Lo estábamos disfrutando al máximo yo acababa de deslechar a mi amiguito, pero a esa edad estaba produciendo más leche que Alpura, voltee a mi prima contra la pared y como si se tratara de un retén ella estaba con los calzones a media pierna para permitirle abrir sus bellas y torneadas piernas.

Me coloqué detrás de ella mientras ella paraba el culito y mi amiguito el cual estaba lleno de nuestros jugos y restos de sangre del himen roto de Karla. Con ese culito respingón moreno de mi prima me puse detrás de ella tratando de llevar mi verga hacia su conchita nuevamente pero desde esa posición, un poquito complicada para dos novatos. Aun así logre penetrarla de esa forma, la tenía con la cara pegada a la pared mientras la ensartaba desde atrás, gimiendo como loca al sentir mis estocadas en su interior, no había mucho tiempo ya estaban por volver a llamar a Karla, así que apresuré mis estocadas y sabía que no podía depositar mi semilla en su interior ya que nuestra “Biblia del sexo” decía que si uno quería concebir un hijo se tenía que depositar el semen en el interior de la vagina de la mujer. Eso sí me daba miedo ya que éramos muy jóvenes y de una familia conservadora, pero nuestra lujuria nos hacía ser temerarios.

Estuvimos cogiendo así unos minutos más y antes de eyacular. Saqué rápido mi verga ardiendo y le eché los chorros de mi descarga en su colita, ahí aventó los mecánicos mi muñeco. Karla tomó un poco ya que no conocía el semen, recuerdo que lo vio y lo olió y se lo llevó a la boca, mi prima fue muy caliente y precoz. Los saboreó y se llevó el resto de mi leche a su boca, quizá ella había visto otra revista donde las mujeres practicaban eso. Me dio un beso en la boca donde la verdad a mi si me dio un poco de asco al sentir el sabor de mi semen, jejeje estaba bien pollo.

Se acomodó la ropa mientras yo le limpiaba con papel sanitario que había ahí, limpié los rastros en mi palo y en su vagina de nuestra primera vez para que después ella se agachó a limpiar mi verga. Ella salió a escondidas del cuarto y yo me quedé ahí para no ser tan obvios de que estábamos en el mismo lugar, después de un tiempo prudente volví a entrar a mi casa por la ventana.

Me fui a la sala no podía creer la experiencia que acababa de vivir con mi prima Karla, habíamos dejado de ser vírgenes apenas hace unos cuantos minutos, la mejor experiencia de mi vida sexual hasta ese momento y de ella también. Esa tarde después de mi primer debut con una chica no dudé en ir a comprobar la diferencia con el arte manual.

Aún había leche por sacar así que Angelica Chain fue una de mis fijaciones, la había descubierto en una película de “Arte” del cine de ficheras convirtiéndose en la motivación para alguna de mis artesanías cuando no podía coger con Karla.

Con el paso de los días nos volvimos adictos de las relaciones sexuales entre los dos, por lo que les platicaré la siguiente experiencia con Karla en un próximo relato como fuimos creciendo con esas experiencias juntos.

Espero que esta experiencia mía les haya agradado y agradezco sus comentarios y/o la calificación que quieran otorgar a mi relato.

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