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Mi suegra tenía meses de no coger
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Tiempo de lectura: 7 minutos

La emoción que teníamos por el recién realizado intercambio con Génesis y Josué, se tornó preocupación cuando leímos el mensaje que encontramos bajo nuestra puerta. Al instante nos dirigimos a la casa de mi suegra.

Habían pasado algunos meses en los que Yesica y yo nos dedicamos a puro trabajar. En una o dos ocasiones cogimos con mi tía Rosario. Y creíamos que Melinda, mi suegra, estaría bien con la relación que tenía con su amante Miguel y en general con su vida, pero nos equivocamos.

Cuando llegamos a la casa de mi suegra, encontramos que junto a mi cuñada Luisa, estaban empacando tanto sus cosas personales como sus muebles. Melinda nos contó que había llegado una notificación de desalojo, pues la casa estaba a nombre de una señora con la que mi suegro se había casado recientemente y con la que acababa de tener un hijo, mis suegros no estaban casados legalmente, así que al ser ya mayores mi novia y su hermana, su papá consideró que ya no había necesidad de mantenerlas. Mi suegra aceptó con mucho coraje, pero decidió no entrar en alegatos legales, decidió dejar la casa.

Nos llevamos el día y la noche en terminar de empacar sus cosas, conseguimos un cuarto como el nuestro ahí mismo donde nosotros rentábamos. Con sus muebles llenamos dicho cuarto, así que tanto mi suegra como mi cuñada se quedaron a vivir con nosotros, en lo que pensábamos qué hacer. Descansamos al día siguiente, mi suegra, mi cuñada y Yesica dormían en la cama mientras yo sobre unas cobijas en el piso. Me fui a trabajar en la combi, pues no podía descuidar mi trabajo.

Mi suegra estaba algo deprimida, nos contó que hacía unos meses que había terminado con Miguel, se sentía sola y luego que le llegara la noticia del desalojo, se deprimió más. Ella nos ayudaba a preparar las tortas que vendíamos en la plaza, aunque las desvelábamos a ella y a mi cuñada al tener que prender la luz de madrugada, Melinda se quedaba a dormir después que nosotros nos íbamos a vender, pero mi cuñada debía levantarse para ir a la escuela.

Luisa mi cuñada, cómo a los 15 días, optó por irse a vivir con su novio. Un tipo muy guapo y de dinero, que parecía quererla mucho y era muy atento con ella y mi suegra, tanto que le ofreció a Melinda que se fuera a vivir con ellos, pero no aceptó, se quedó con nosotros.

Pasaron los días y juntos buscamos una casa no tan grande, ni tan cara para rentar, la encontramos y como pudimos en las noches usaba la combi que yo manejaba para acarrear los muebles y nuestras cosas a la nueva casa. Nos instalamos y nos sentíamos contentos los tres. Y aunque es difícil de creer, en todo este proceso, no nos pasó por la cabeza buscar algo sexual con mi suegra. Ya más tranquilos todos pues…

Mientras estaba mi cuñada viviendo con nosotros, Yesica y yo nos aguantábamos las ganas de hacer el amor, pues tanto ella como mi suegra dormían en la cama a un lado de nosotros. Pero apenas y nos instalamos en nuestro nuevo cuarto, sobre el colchón, sin siquiera ponerle sábanas, cargué por las nalgas a mi novia y ella me rodeo con sus piernas, nos besamos muy calientes y no tardamos en estar desnudos. Al instante ella encontró la forma de meter mi verga en su panocha, me deslicé dentro de ella sin problema pues estaba muy lubricada, la recosté de espaldas sobre el colchón y mientras ella me abrazaba con brazos y piernas, yo me apoyaba sobre el piso para meterle la verga lo más fuerte que podía, me hacía chupetones en el cuello y también mordía mis hombros y el pecho, y con esa sensación de dolor que me excita tanto aceleré mis embestidas, tanto que empezamos en la orilla del colchón y terminamos en el otro extremo, ella con su cabeza colgando pero con un grito de satisfacción cuando nos venimos al mismo tiempo, yo sentía que no terminaba de venirme dentro de ella, pues los rasguños en mi espalda aumentaban mi deseo, mi excitación. Y con ella pasó igual.

Mi suegra nos escuchó y vio, pues mientras nosotros hacíamos el amor, ella pasaba con cosas que teníamos en la sala hacia su cuarto y los cuartos no tenían puertas. Ya instalados, Yesica y yo volvimos a hacernos el amor cada noche y madrugada, decidimos darle tiempo a mi suegra antes de proponerle volver a tenerla en nuestra cama. Aunque nuestros gemidos le endulzaban el oído a diario, seguros de poder calentarla aunque estábamos en cuartos separados.

Melinda poco a poco se iba relajando, le preocupaba que no aportaba nada a la economía de la casa ni a la renta, entre bromas le decíamos que nos podía pagar con cuerpo, provocándole unas buenas carcajadas y en son de broma, nos contestaba que sí. No es que anduviera por la casa con ropa provocativa, ella con el cuerpo que tenía, nos provocaba deseo de tenerla en la cama tanto a Yesica cómo a mí. Se levantaba en la madrugada a ayudarnos a preparar las tortas, cuando nos íbamos a vender ella se dormía otro rato y luego ayudaba con el quehacer de la casa, nos cocinaba y en la tarde se iba con Yesica a comprar las cosas que nos faltaban para el día siguiente. Así yo me iba tranquilo a trabajar la combi sabiendo que Melinda y Yesica se hacían compañía.

Entre insinuaciones y arrimones de verga que le daba a mi suegra, ella se iba soltando más a la idea de volver a estar en nuestra cama y mientras se daba, Yesica y yo recordábamos lo rico que hacíamos el amor los tres. Imaginábamos lo que podríamos hacer con ella de nuevo, cogíamos delicioso teniendo unos orgasmos muy ricos.

Hasta que llegó el día en que mi suegra nos sorprendió en la cama. Cuando llegaba yo de trabajar la combi, algo ya tarde por la noche, entraba directo a bañarme, mientras mi novia preparaba la cena recién bañada. Y en una de esas noches cenamos los tres y nos sentamos en la sala de mi suegra a ver la tele un rato. Ella nos dijo que se metería a bañar antes de acostarse, mientras Yesica y yo nos empezamos a cachondear, sin esperar que esa noche Melinda tenía planeado coger con nosotros.

Yesica y yo sólo estuvimos cachondeando en la sala y luego de un buen rato Melinda nos llamó desde su cuarto.

– Hijos ¿Pueden venir tantito?

Sin la menor idea de lo que iba a pasar fuimos a su cuarto a oscuras, sólo con la lámpara de su buró prendida, ahí estaba esa hermosa mujer vestida sólo con una bata transparente y un calzón cubriendo su vagina y nalgas, pero sus pezones se miraban apetecibles bajo la tela transparente. Caminando hacia ella nos quitamos la ropa tanto Yesica como yo, ella seguramente ya muy húmeda y yo con la verga dura, muy excitados los tres.

Yesica la tomó por enfrente y se unieron en un beso de lengua, mientras yo me coloqué en su espalda, flexionando mis rodillas para que así ella sintiera lo duro que me tenía sobre sus nalgas, metí mis manos entre las tetas ambas hermosas mujeres, quiénes se frotaban con mucho deseo. Yesica le quitó la bata y yo me arrodillé en su espalda y bajé sus calzones hasta los tobillos. Melinda levantó sus nalgas y aproveché para hundir mi lengua en su delicioso ano, lo cual no le molestó, pues ya sabía cuánto deseaba estar dentro de ese culo delicioso que tiene. Yesica estaba chupando sus pezones mientras mi suegra abrazaba su cabeza y en forma circular movía su cadera, yo con mi lengua trataba de entrar lo más posible en su ano.

Jaló a Yesica hacia la cama, de modo que Melinda quedó bajo el torso de mi novia y mientras se besaban, abrió sus piernas para mí, yo sin perder tiempo me metí entre sus labios vaginales, succionando su clítoris, provocándole gemidos que se apagaban entre los labios de mi novia. Lo estaba disfrutando tanto que no tardó mucho en venirse en mi boca, un orgasmo tan fuerte y húmedo, que metí lo más que pude mi lengua en ella, haciendo presión sobre su clítoris para que disfrutará más, yo sentía que la verga me iba a explotar de tan dura que estaba.

Sus besos bajaron de intensidad.

– Te necesito en mi boca. -Me dijo mi suegra mientras agarraba mi verga y la ponía en sus labios, su aliento era muy caliente. Me coloqué de modo que su cabeza quedó entre mis piernas y mi verga dentro de su boca, estaba inclinado dándole la espalda a mi novia, quién se acomodaba en forma de tijeras con Melinda y comenzaron a frotarse a un ritmo delicioso. Yesica se aferraba a una de las piernas de mi suegra y mientras se frotaban, con su mano libre me acariciaba las nalgas y el ano, con uno de sus dedos hacía un poco de presión, sin penetrarme y luego me nalgueaba.

Yo intentaba hacer un movimiento de penetración en la boca de Melinda, pero ya tenía dentro todo lo que le podía caber, me la mamaba delicioso mientras Yesica se la cogía frotando una con otra sus clítoris. Ellas alcanzaron su orgasmo, de modo que tuve que sacar mi verga de su boca, para que pudiera gemir libremente, su orgasmo fue intenso pues se aferraba a mis piernas y nalgas, apretando con fuerza, mientras su cuerpo se tensaba. Ya llevaba dos deliciosos orgasmos.

Yo seguía con la verga dura, nos acostamos de costado los tres, Yesica y Melinda de frente se besaban de manera suave, con sus cuerpos muy juntos, su respiración poco a poco se iba normalizando. Yo besaba la cabeza y espalda de mi suegra, con mi verga rozando sus nalgas y haciendo el intento por entrar entre sus piernas. Ella levantó una de sus piernas y la colocó sobre la cadera de mi novia, me estaba dando vía libre para penetrarla. Tomé con mi mano mi tronco y coloqué la cabeza entre sus húmedos labios vaginales, no me costó trabajo entrar en ella, sólo movía su cadera como atrayéndome más adentro. Poco a poco se la metí toda. Mi mete y saca la hacía gemir mientras con Yesica frotaban sus cuerpos y con sus manos se acariciaban, yo estaba en lo mío. Su calor interior era muy rico y sentí de nuevo el punto dentro de ella, en donde me parecía topar con algo. Tener sus nalgas en mi abdomen me provocaba más deseo y la embestía con más ganas, me vine dentro de ella y empujaba lo más que podía, tratando de exprimirme y dejar toda mi leche dentro de su panocha, la cual tenía un movimiento de succión que me hacía sentir más rico aún.

Descansamos para reponernos de nuestros orgasmos. Mi suegra necesitaba el contacto con alguien, se sentía segura estando entre Yesica y yo, nos abrazaba y besaba y nos decía lo importante que era que estuviéramos con ella, sin duda por lo que recién había pasado.

Ellas volvieron a hacer el amor entrecruzando sus piernas, quedando la vagina de una sobre la pierna de la otra y viceversa, abrazadas y besándose mientras yo en la misma posición me volví a coger a mi suegra, sólo que ahora, Yesica estaba bajo mi suegra y yo a sus espaldas metiéndole la verga en posición casi de perrito, sentí las contracciones de sus vaginas mientras frotaban sus vaginas sobre sus piernas, yo me volví a vaciar dentro de Melinda, otro delicioso orgasmo en su rica panocha tragona de verga.

Hicimos el amor tan rico que no nos dimos cuenta del tiempo y a las 3 de la mañana sonaba nuestro despertador, ya debíamos pararnos a preparar las tortas. Aclaramos que nos dimos un baño de rápido antes de empezar con la preparación, como ya se había hecho costumbre, Melinda nos ayudó, así acabábamos más rápido y nos preparaba algo para desayunar antes de irnos. Yesica y yo nos despedimos con un beso en los labios de Melinda, muy natural y contentos los tres. Más que contentos, trabajamos ese día con una sonrisa en el rostro y mucha alegría. Esperando el momento de volver a estar con mi suegra. Melinda ya se había operado para no tener más hijos, platicando con Yesica quedamos de acuerdo en que a ella podía penetrarla sin condón mientras ella no estuviera con alguien más.

Y así iniciamos una segunda etapa como familia, mi esposa, mi suegra y yo. La de cosas y aventuras que tuvimos, les seguimos contando en el próximo relato.

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