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Mi tía Leonor: El día de su cumpleaños (1 y 2)

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Llegué a casa de mi tía Leonor, dos días antes de su cumpleaños número 42, iba a pasar dos meses en su casa, mientras entraba a la universidad, donde tendría una habitación dentro del campus.

Decidí aceptar la beca de posgrado en una universidad tan lejos de mi país, porque sabía que ahí vivía la hermana menor de mi madre y su hija de mí misma edad, a mi tía solo la había visto dos veces en mi vida, y a mi prima solamente la última de esas veces. Pero después de esto, había hecho una buena relación internáutica con ambas.

Mi prima también estaba de beca en otro país, por lo que tomé su recámara por unos días. Así que, durante esos dos días, fui la única ayuda de mi tía Leonor para preparar su aniversario.

A la fiesta acudieron unas 20 personas, entre amigos, clientes, proveedores y vecinos de mi tía, la celebración tuvo un toque mexicano, todos se divirtieron y disfrutaron la comida y la bebida, aunque pocos se sobrepasaron.

Pasada la medianoche, se fueron los últimos invitados, cuando estuvimos solos, mi tía me comentó que si quería me podía ir a acostar, ella se cambiaría y empezaría a arreglar la casa, para así poder levantarse tarde, le dije que por ningún motivo la dejaría hacer todo sola, que también me cambiaria y le ayudaría con la limpieza.

Me puse unas bermudas y una camiseta de tirantes y bajé a levantar lo que estaba tirado, mi tía tardó un poco más en bajar, traía puesto un camisón de algodón de un color beige claro hasta media pierna con dos aberturas laterales que permitían ver el muslo completo, se transparentaba que traía un bikini azul minúsculo como única ropa interior. En los días anteriores, si había puesto atención a la belleza física de mi tía, pero en ese momento pude apreciar casi a totalidad que, a sus 42 años, mi tía seguía siendo una mujer súper atractiva, su cuerpo firme y macizo, piernas bien torneadas, nada de abdomen y un par de pechos que, aunque particularmente no eran nada grandes, se conservaban bien paraditos con sus tetas y aureolas grandes y obscuras.

Involuntariamente me quedé estupefacto al ver semejante belleza de mujer bajando por las escaleras, hecho que causó una leve sonrisa a mi anfitriona que con su voz me despabiló de nuevo para seguir haciendo la limpieza

-Vamos Isaac, deja de verme como idiota y acabemos de limpiar la casa

Pero no había forma de perder de vista aquel monumento de mujer, sobre todo cuando me daba la espalda o se agachaba a recoger algo y de esa forma mostraba más sus encantos. Después de 20 minutos de observar aquello mi hombría no daba para más, una tremenda erección se dejaba ver bajo mis bermudas y no había forma de hacerla pasar desapercibida, aunque trataba de darle la espalda a mi tía cuando me hablaba, bien pudo darse cuenta de mi estado de excitación y lejos de sentirse ofendida o molesta por esto, empezó a jugar conmigo. Cuando estaba lavando la loza, me pidió le ayudara a subir algunas cosas a la alacena superior, justo arriba del lavadero, por lo que tuve que acercarme a ella lo suficiente para repegarle mi tranca a su pierna, al sentir esto, mi tía giro levemente para que aquel pedazo de carne que latía en su muslo pasara a colocarse justo en medio de sus nalgas.

-Que tienes allí abajo sobrino que se siente tan rico. Tenle respeto a tu tía.

Pero al mismo tiempo empezó a mover su culo hacia arriba y hacia abajo como queriendo sentir aquello más adentro.

-Sabes cuánto tiempo tenia de no sentir algo así, jamás pensé que te excitarías así con una mujer vieja como yo.

Al tiempo que sus manos empezaron a subirse el camisón, mis manos bajaron mis bermudas y mis boxers hasta las rodillas, por lo que lo siguiente que sintió era mi verga restregándose en su pequeña braguita, provocando ligeros quejidos de placer. Mis manos empezaron a manosear sus tetas, las sobaba al tiempo que las tomaba fuertemente para mover mi pelvis de afuera hacia adentro como si me la estuviera cogiendo.

-Dios, no sigas Isaac, me vas a hacer venirme.

Recargo sus codos sobre el mueble de la cocina mientras una de sus manos hacia a un lado la tela de su bikini y la otra tomaba mi verga para dirigirla a su humedísima panocha.

-Cógeme sobrino, cógeme duro

Mi tranca entro en ella como cuchillo en mantequilla, apenas entraba mi glande cuando mi tía tuvo un espasmo provocado por su primer orgasmo.

-Ah, que rico Issac, no pares mijo, no pares, métemela toda, no pares mijo

-Ah, me vengo, ah, me vengo

A pesar de su edad, la vagina de mi tía apretaba riquísimo mi verga, mientras ella subía una de sus piernas al mueble, no deje de penetrarla hasta sentir que mis huevos chocaban con sus nalgas, en aquella posición, mi verga entro tan profundamente que podía sentir sus paredes vaginales abrazando todo mi miembro. Una y otra vez arremetía sobre ella, mi pene entraba y salía de su nido de amor con facilidad, su chocho estaba más que lubricado por sus fluidos vaginales, luego de poco más de 5 minutos de taladrarla mi tía empezó a dar muestras de que un segundo orgasmo la estaba invadiendo

-Ah, que rico, que rico coges primor, me estoy viniendo de nuevo, ah, que rico se siente esto, no pares mi rey, sígueme dando duro.

Pero un orgasmo gigantesco de mi parte vino en ese mismo momento, sin decirle nada, acabe vaciándome dentro de ella.

Permanecimos pegados cual perros durante el tiempo que mi verga perdió vigor, mi tía solamente emitía suspiros de placer y cansancio, yo recostado sobre su espalda hasta que mi tranca salió de ella chorreando líquidos de ambos

-¿Te viniste adentro, verdad mijo?

-Si tía, me fue imposible evitarlo, estaba muy excitado para sacarlo a tiempo

-No, te preocupes, eso se puede solucionar, ¿qué te parece si vamos a mi recámara y pasamos la noche juntos?

Parte 2:

Mientras subíamos las escaleras, mi tía se quitó su bata, dejando así, que yo pudiera mirar sin ninguna barrera aquel cuerpo.

Si acaso una ligera llantita en su cintura y algunas estrías en sus nalgas podría mencionar como detalles que dejaban ver que mi tía no era una mujer joven, pero ese par de piernas y los bellos cachetes de sus nalgas que se veían al traer la tela de sus bragas bien metida entre ellas mandaban a segundo plano aquellas imperfecciones.

Llegando a su recamara, mi tía se despojó de la única prenda que todavía tenía puesta y ya totalmente desnuda preparaba la cama para que nos metiéramos en ella. Yo también me deshice de toda mi ropa dejando ver que mi pene empezaba a avisparse nuevamente.

-Vaya Isaac, la juventud se impone, que bueno que ya estás listo para continuar haciéndome gozar, nada más ya no me digas tía por favor, para ti, de ahora en adelante soy Leonor o Leo, como más te guste.

Caminó hacia mí, mostrando sus pechos macizos, con pezones tangentes y obscuros, una mata de bellos púbicos recortados finamente en forma de triángulo cubrían tímidamente sus partes íntimas, la humedad en ellos, mostraba claramente lo que había pasado minutos antes.

Nuestros labios se unieron en un beso apasionado, Leonor besaba con desesperación, después de aquel tiempo de privación, quería aprovechar el momento para saciarse toda nuevamente, nuestros brazos y manos oprimían nuestros cuerpos entre ellos como queriendo fusionarlos. Nuestras lenguas se buscaban y entrelazaban una y otra vez, provocando que el flujo de saliva entre nosotros fuera como un rio caudaloso, que rico sabor que rico olor el de aquella mujer.

Mi verga, recuperada al 100%, buscaba nuevamente donde anidarse, sobaba directamente el clítoris de Leo, entre sus piernas ligeramente abiertas. De vez en vez en el movimiento erótico de nuestras pelvis, mi glande encontraba los labios abiertos del coño de mi tía y amaga introducirse en ella.

Leonor no podía más y quería sentirse penetrada nuevamente, se acostó en la cama, abrió sus piernas mostrándose lista, húmeda, caliente y dispuesta a recibirme nuevamente.

-Vente Isaac, ven y cógeme nuevamente, hazme tuya y méteme esa verga tan linda y enorme que tienes.

Me hinque frente a ella, acomode la cabeza de mi tranca entre sus piernas, justo en la entrada de su sexo y de un solo golpe me introduje hasta el fondo de ella, después de unos minutos de bombeármela, le saque la verga y la acomode en cuatro patas, para cogérmela como perra, así le llego otro orgasmo, yo sabía que mi segundo orgasmo tardaría más tiempo que el primero así que sacándole nuevamente mi pene, me acosté boca arriba y le pedí me montara de frente y así disfrutar su cara extasiada y el bamboleo de sus tetas, se colocó justo sobre mi erecta verga, hincada, abriendo sus piernas, con una mano acomodó mi glande justo entre sus labios vaginales y despacio, poco a poco se fue enterrando aquel fierro hasta que su sexo quedo unido a mi pubis, empezó a moverse hacia atrás y hacia adelante, sus nalgas mostraban la experiencia de los años y aunque decía tener mucho tiempo de no hacerlo, sus movimientos mostraban una destreza propia de una gran puta en celo.

Mis manos sobaban y acariciaban aquel par te de tetas, aunque a veces la pasión que me desbordaba hacía que las oprimiera más que sobarlas, me senté para besarla y justo en ese momento sentí que pronto terminaría

-Leo, estoy a punto de correrme, no creo aguantar mucho más.

-No te preocupes mi amor, vuelve a acabar adentro, inúndame de tu leche, no te salgas hasta que acabes.

Con un beso apasionado, Leonor moviendo como loca su culo tratando de exprimirme al máximo y a la vez tratando de llegar a otro orgasmo con lo último de rigidez que le quedaba a mi verga, ambos explotamos al unísono.

Después de esto, ambos nos recostamos, abrazados, sudorosos y agotados de tan rica experiencia.

Valga decir que los siguientes dos meses compartimos dormitorio, hicimos el amor en cada habitación de la casa (hasta en el cuarto y cama de su hija), Leonor en esos dos meses, tuvo más sexo que en toda su vida entera.

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