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Micaela y sus sobrinos (I): La pileta

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Esta es la historia de Micaela, una mujer que acaba de cumplir 30 años y todo el mundo se le vino abajo al entrar en la tercera década, ya no se siente tan joven como antes.

Sabe que su esposo mira a las chicas de veinte y que ella tiene que hacer más ejercicio y usar más cremas para lograr mantener el cuerpo que las más jóvenes tienen sin hacer mucho.

El problema de esa edad es que tampoco es muy grande, por lo que debe escuchar como otros y otras le dan consejos de cómo vivir, de cómo administrar, de qué hacer con el matrimonio, el trabajo, el ahorro, etc.

La familia política es un problema, entre su suegra que estaba encantada con la anterior novia del nene y la cuñada que tiene 40 años y a pesar de que tuvo los hijos a los 20 sin tener nada seguro, cree que sabe como hacer las cosas y siempre le recrimina a Micaela sobre todo con tan solo un par de años de casada.

El esposo de Micaela, sale siempre a favor de su familia, nene de mama, el hijo más chico, mimado y cuidado.

Micaela tiene que soportar que su esposo cuando maneja gire con descaro la cabeza cuando ve a las jovencitas caminar con poca ropa en el caluroso verano de Buenos Aires.

La casa donde viven cuenta con un pequeño jardín y una pileta, motivo por el que la familia del esposo de Micaela siempre busca una excusa para pasar el día.

La suegra es viuda, pero al enviudar estaban separados hace años.

Hace un par de años por el Covid falleció su ex esposo estando viviendo en otra provincia lejos de Buenos Aires.

Llega la notificación de la otra familia para firmar papeles por la sucesión. Tanto el esposo de Micaela como su hermana deciden tomarse unos días para tal trámite.

La cuñada llega a la casa y molesta indicándole que ropa debe llevar su esposo y como debe armar hasta el bolso, pone caras al mirar la ropa como probando que no está tan limpia la ropa o tan planchada.

Micaela no es ama de casa, tiene su trabajo como secretaria en un estudio jurídico mientras intenta terminar su carrera.

La cuñada cree que ella busca excusas para no cumplir con su rol de esposa de su hermano.

Al preparar la comida antes de viajar es la cuñada quien mete mano en la cocina corrigiendo lo que hace Micaela. Ella se traga todo porque sabe que están por viajar por un asunto delicado.

Finalmente se van.

Hay paz esa noche en la casa.

Amanece el sábado con mucho calor, Micaela se levanta como cuando era soltera, solo vestida con su tanga y se saca la remera que usaba de pijama quedando en tetas.

Prepara el desayuno bailando y se mira en el espejo, su cola es un poco más grande que cuando tenía 20 pero sigue estando firme. Su abdomen se afloja un poco, pero sabe que hay técnicas para ponerlo firme para las fotos.

Sus tetas son lindas, blancas, con una gran aureola rosa y de buen tamaño, saben lucirse en escotes.

Desayuna y decide hacer ejercicio.

A media mañana llegan unos cuantos mensajes de forma insistente. Revisa su teléfono y son sus sobrinos, los hijos de la víbora de la cuñada.

No llegan las 11 de la mañana y el termómetro marca 30 grados. El mensaje era obvio, los sobrinitos preguntándole a la tía si podían ir a la pileta en el día.

Cometió un error al mirar los mensajes, ellos ya sabían que había visto el mensaje, le mandaban emojis y stickers graciosos buscando que diga que si.

Le dice que ella necesitaba estudiar, pero es una mala excusa porque ellos le retrucan que no la van a molestar, llevarían su comida y bebida y estarían en la pileta y el jardín, ella podría estudiar tranquila.

Acuerdan que pueden venir a la pileta pero solo unas horas, y después de almorzar. Era un buen negocio, desde las 14 a las 18 era aceptable sabiendo que se los sacaría de encima de esa manera.

Llega la hora pactada y tras inventar sacar apuntes para no parecer que mentía y ponerlos sobre la mesa se sienta con su computadora, sabiendo que lo que más quería era estar sola en casa y en su pileta.

Llegan los sobrinos puntualmente. Marcos y Agustín, 19 y 21 años respectivamente. Saludan y como si estuvieran en su casa ponen las bebidas, que eran alcohólicas obviamente, en la heladera.

Marcos y Agustín son parecidos, algunos creerían que son gemelos. Miden casi lo mismo aproximadamente 1.80 m, son delgados y les gusta estar en forma.

No pasa mucho hasta que van a la pileta, poniendo su equipo de música portátil bien fuerte.

Se llevan una heladerita donde van poniendo algunas botellas y latas que piensan tomar mientras están disfrutando de la pileta.

Las mejores horas de sol están pasando y Micaela quedó atrapada en su mentira de estudio dentro de la casa. Trata al menos de estudiar cuando suena el teléfono, es su esposo.

Ha llegado bien a destino y la pone al tanto de las novedades, de fondo se escucha a su hermana que ya sabe que sus hijos están ahí gritando pidiendo que le cocine algo rico para sus nenes.

El solo hecho de escuchar la irritante voz de su cuñada hace que al terminar la llamada se levante y se dirija a su cuarto a ponerse la bikini.

Mientras se la está colocando le da vergüenza, esa pequeña flacidez en la panza le da inseguridad y decide entonces ponerse una malla enteriza que usaba en las clases de natación.

Una malla que cubría totalmente sus pechos y la cola, de color negro.

Así se dirigió a la pileta y se encontró con sus dos sobrinos adolescentes, con sus mallas cortas y arremangadas para que se vean bien sus piernas trabajadas.

Ellos la reciben con alegría, festejando que dejó de estudiar para meterse a la pileta.

Disfrutan juntos un rato en el agua y comienzan a compartir las bebidas.

La temperatura ha llegado a 38 grados y casi ni salen de la pileta solo para ir a buscar más bebida fresca y algo para ir comiendo.

El sol se despide, pero el calor no cede, es esa hora perfecta del verano donde ya el sol no quema pero aún hay algo de luz.

Agustín el de 21 dice que está estudiando para ser bartender y ensaya con las botellas que tiene unos tragos para que prueben lo que va aprendiendo.

Aún tiene una mentalidad adolescente, le cuenta a la tía Micaela que su idea es juntar algo de dinero e ir a Europa a ser bartender y allí hacerse rico.

Micaela que ya ha pasado esa edad donde todo es fantasía se le escapa una risa, y Agustín pone cara de enojo y parece que quiere ofenderse.

Micaela reacciona y le tira agua desde la pileta y el berrinche desaparece.

A tal punto que Agustín empieza a correr a su tía y al alcanzarla la levanta y la lleva hacia la pileta arrojándola.

Hay muchas risas pero de repente tal vez producto del alcohol y la euforia, Marcos comienza a burlarse del plan de Agustín y este reacciona contra su hermano.

A diferencia de su tía Micaela, Marcos no se dejaría tirar a la pileta, así que comienzan a luchar demostrando su poderío físico.

Micaela desde la pileta se da cuenta que los esfuerzos y las tomas son cada vez más bruscas y les grita que ya es suficiente.

Como niños parecen no escuchar nada y siguen forcejeando, diciéndose cosas fuertes.

Micaela sale de la pileta e intenta separarlos poniéndose entre ellos.

Eso logra sacarlos de lo rojo de sus ojos.

Micaela está ahora separando a los dos hermanos.

Una mano toca el pecho de Agustín y la otra mano los abdominales de Marcos.

Separados por su tía no tienen contacto físico pero siguen agrediéndose verbalmente.

En el medio su tía hace esfuerzos para mantenerlos separados.

Parece que quieren volver a trenzarse cuando de repente Agustín se detiene, Marcos al instante hace lo mismo.

Su tía no sabe porqué parecía que iban a agarrarse a trompadas y de repente se detienen.

En el episodio de Agustín llevando a su tía a la pileta ha roto parte de la malla enteriza en el comienzo de su bretel y el escote.

Como un pétalo se dejó caer por la gravedad y dejó expuesto medio pezón de Micaela.

Agustín y Marcos ven lo mismo y se miran entre sí, no saben si decirle a la tía o no, ambos saben que deben avisarle pero quedarían como que vieron algo prohibido, sus ojos no deberían fijarse nunca en los pechos de una mujer que no sea su novia y menos en los de su tía.

El nerviosismo de los hermanos advierte a Micaela de que algo extraño pasaba y allí es que mira hacia abajo y ve su accidental inocente desnudo parcial de medio pezón.

Acto reflejo se cubre con su brazo y mira a sus sobrinos abochornada.

"no vimos nada" balbucea Marcos mientras miraba a la pileta.

Micaela no sabe qué hacer y sale corriendo al interior de su casa.

Pasan unos minutos y vuelve con un remerón. Un remerón que usa de pijama desde hace un tiempo.

A pesar de que hace pocos años se ha casado, la pasión y el erotismo han desaparecido a tan solo 30 años de vida.

Ya no hay tanta ropa interior sexy, no hay transparencias, salvo ocasiones especiales.

Las noches de sexo son solo por espasmos de calentura de su esposo, sin previa, mientras hay un partido de futbol de fondo en una noche de domingo.

La última vez fue así. Un domingo a la medianoche, mientras estaba su esposo mirando el resumen de los goles del fin de semana. Sin preguntarle, sin siquiera tener un mínimo de consideración por ella.

Micaela solo se tuvo que prestar para que las ganas repentinas de eyacular de su esposo fuera satisfecha.

Unos pocos minutos de costado y nada más. Al terminar la besa en el cachete y se da vuelta para quedarse dormido.

Esa misma remera fue la que estaba usando tras la rotura de la maya.

Los sobrinos no querían mirarla, y Micaela se da cuenta de la incomodidad. Por lo que ella misma decide romper el hielo pidiendo un nuevo trago.

Brindan los tres y de a poco vuelven las risas.

Ya está oscuro, el calor sigue aún en la noche. Los sobrinos buscan refrescarse entrando nuevamente en la pileta.

Micaela duda porque debería sacarse la remera o bien meterse con ella.

El calor es tan agobiante en la noche y el alcohol no ha ayudado, por lo que desinhibida se zambulle con remera puesta.

Nadan los tres y luego deciden salir juntos.

Primero sale Marcos, el mayor. Micaela desde el agua ve como de un salto sale del agua hacia el borde de la pileta y se sienta esperando que salgan los demás.

Micaela se sorprendió con lo atlético de su salto, la pequeña maya masculina se pegó al cuerpo de su sobrino mayor, y en esa posición quedó en línea recta a la vista de ella el relieve de su masculinidad.

Fue un segundo o dos, pero fue demasiado tiempo para tener la mirada puesta en donde no debía.

Micaela decide romper el momento saliendo por las escaleras.

El remerón que apenas cubría sus nalgas en seco se había pegado al cuerpo mojado mostrando la figura de Micaela.

No solo se había pegado sino que había quedado a la mitad de sus nalgas. Por el nado la parte de abajo de la maya se había metido entre las nalgas.

Subiendo las escaleras Micaela se da cuenta de que estaba en esta situación y no era práctico acomodarse al subir.

Mira de reojo hacia atrás buscando el último escalón y puede ver a Agustín mirando directo a su parte trasera.

No podía determinar si solo miraba el todo de su tía o si estaba enfocado en como la maya se metía entre las nalgas de su tía.

Los nervios y esa mirada hacia atrás hacen errar el pie en el último escalón, por lo que Micaela tropieza y se va hacia adelante.

Marcos ya estaba ahí como un gato atento a su tropiezo y ella cae sobre él.

Marcos también había tomado demasiado y no puede sostenerla y terminan cayéndose lentamente al suelo.

Al caer la mano derecha de Micaela se apoya directamente en el bulto de su sobrino mayor.

Sintió el calor, la forma y el tamaño del miembro de Marcos en tan solo un instante.

Instante en el que ambos se quedan serios y mirándose a los ojos, otro instante y rompen en risas.

Por detrás llega Agustín y le tiende la mano a su tía para levantarla.

Acepta Micaela la ayuda y al ponerse de píe el efecto del alcohol hace que el equilibrio se pierda y se apoya con su otra mano en los duros abdominales de su sobrino menor.

Micaela sonríe nerviosa mientras mira a los ojos a Agustín. Sus dedos no se separan de los abdominales de su adolescente sobrino, sus uñas se deslizan por el relieve de su abdomen, su ombligo y hasta que uno de sus dedos llega al borde del mojado short.

Desde el suelo Marcos parece no querer reincorporarse, tiene la vista que antes tuvo su hermano, la cola de su tía con la tela de la maya enteriza metida bien entre sus nalgas.

Micaela entre risas voltea a ver a Marcos y lo engancha mirando su culo.

"qué estás mirando sobrinito?" pregunta entre risas.

Marcos solo balbucea y para disimular se levanta rápidamente.

La escena nocturna queda fija con los dedos de la mano izquierda de Micaela buscando sostén en el peligroso borde del short de Agustín, quién a su vez la sostiene con su adolescente y musculoso brazo dorado a su tía tomándola de la parte superior del brazo.

Micaela mientras mira a Marcos quien se puso de pie, quien tras la incómoda pregunta de su tía se sonroja pero no puede evitar la erección que al ponerse de pie se hace visible abriéndose paso por el débil elástico de su corto short.

La cabeza del glande de su sobrino de 21 años aparece en la oscuridad sorteando el elástico y es lo que Micaela observa sin sacar los ojos de encima. El alcohol la ha desinhibido.

Micaela muerde su labio inferior sin darse cuenta, su mano izquierda parece cobrar vida y se hunde un par de centímetros dentro del short de Agustín con la excusa de sostenerse.

El silencio se apodera de la situación y solo se escuchan la agitada y nerviosa respiración de los tres.

Algo está por ocurrir.

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Acepto sugerencias, sobre como quieren que se desarrolle la historia o alguna otra nueva, comenten.

(9,20)