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Micaela y sus sobrinos (II): Despertar del deseo

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Micaela luego de una tarde noche de calor y tragos se encuentra nadando en la pileta con sus sobrinos, al salir queda en una situación extraña para una tía con sus sobrinos.

Ella entre los dos, sostenida por su mano en el borde del short de Agustín de 19 años, deslizándose unos centímetros por dentro mientras mira hacia el elástico del short de su otro sobrino, Marcos de 21 años, mira hacia allí porque la cabeza de su juvenil glande ha hecho su aparición y brilla ante la tenue luz que proviene de unos focos de bajo consumo del exterior de la casa.

Ella vestida con una maya enteriza y una remera que con el efecto del agua se transparentó y se le subió exponiendo su cola esbelta de 30 años bien llevados no colabora para que sus sobrinos con hormonas alborotadas saquen su mirada de allí.

Micaela mordiendo su labio inferior sigue mirando sin pudor ese juvenil glande que la hipnotiza, su mano izquierda ya tiene 3 dedos por dentro del short de su otro adolescente sobrino y no se da cuenta que está a tan solo dos centímetros de tocar el falo del hijo más joven de su cuñada.

Su mano derecha se posa en el hombro de Marcos y se acerca a él sin soltar el short de Agustín que es arrastrado hacia ella.

Se acerca al rostro juvenil de Marcos alternando la vista hacia el irrespetuoso glande que asoma del short y los ojos de él, su mano juguetea en el hombro arañando suavemente mientras le sonríe cómplice.

En ese movimiento también su mano izquierda se mete de más en el short de Agustín y su dedo índice hace contacto con una barra de carne caliente y húmeda.

Esto hace que Micaela gire su cabeza y mire el joven rostro de Agustín que no sabe qué hacer o decir y tiene rubor en sus mejillas.

Ese contacto fue suficiente para que un líquido pegajoso que no es agua quede en el dedo índice de Micaela.

Ella saca su mano por reflejo y lleva su mano rápidamente hacia su cara tratando de cubrirse del error cometido.

Pero al hacerlo encuentra que su dedo índice brilla por ese líquido preseminal de su poderoso sobrino adolescente.

Ha llevado su dedo índice a sus labios sin querer y ahora un hilo de ese líquido une su índice con su labio superior.

Mientras mira a los ojos a Agustín, Micaela abre su boca caliente y su lengua sale para limpiar su dedo de forma inocente y sensual. Ese recorrido de su lengua no culmina con ese dedo sino que pasa por todo el labio superior mostrando que aquello que ha probado le ha gustado.

En ese momento suena el teléfono de Agustín rompiendo la magia.

Todos parecen entrar en razón y salen del trance, Agustín nervioso trata de contestar el teléfono temblando, Marcos va a buscar su celular y Micaela también da media vuelta sin saber que hacer.

Agustín atiende y habla tembloroso, es una videollamada de su madre. Comienza su interlocución interpelando a todos porque llamo a Micaela y a Marcos y no atendieron, tenían respectivos teléfonos en silencio.

Lo que sigue es que tanto Marcos y Micaela le explican que estaban en la pileta, que hacía calor, que ya atendió Agustín etc. pero no era suficiente para la madre protectora que les pide tanto a Marcos como a Micaela como si fuera una hija más que tenga el celular con sonido.

Esto la hace enojar y le dice que le manda saludos y que va a ir a prepararle algo de comer para sus hijitos.

De esa manera se sale de la incómoda situación de estar hablando con alguien indeseable y evitar futuras discusiones con su esposo, que por cierto también había dejado llamadas perdidas.

Aprovecha entonces el momento para ir dentro de la casa, comenzar a preparar algo para comer aunque no tenía hambre y llama a su esposo.

Al hablar con él recuerda lo que acababa de ocurrir antes y se pone nerviosa como si él hubiera estado presente.

Le pregunta cómo se habían portado sus sobrinos y cuenta cosas de los trámites que fueron hacer y sus complicaciones.

Micaela se va de la conversación, no presta atención, imágenes de la pileta vienen como flashes a su mente, recuerdos de como brillaba el sol en los musculosos y dorados cuerpos de sus sobrinos impactan en su memoria haciéndola sonreír mirando al techo mientras se lleva un dedo a la boca.

Recuerda una zambullida de Marcos la cual pudo ver como su short se plegó de tal forma que pudo ver su cola firme y parada al introducirse al agua. También viene a su memoria el bulto de Agustín que cuando tomaba sol parecía crecer de forma desproporcionada mientras el agua caía por los costados.

Va a su cuarto a seguir hablando con su esposo sin escuchar nada de lo que dice y en ese cuarto se saca la remera mojada, y comienza a bajar la malla mientras se mira en el espejo.

Da media vuelta para ver su cola como quedaba con la maya entre sus nalgas y comienza a sentirse linda, deseada como cuando era más joven.

Al sacarse la maya por completo observa que sus labios vaginales no brillaban por el agua de la pileta sino de que algo de su interior fluyo y lubrico esas partes como esperando de que pueda ser explorado y que todo lo que se explore sea delicado, se deslice y no tenga restricción para llegar a zonas más profundas, íntimas y prohibidas.

Ella separa los labios con las yemas de sus dedos y siente electricidad, siente calor, tiene escalofríos y su piel se eriza.

Sigue jugando con sus dedos y un sonido retumba en su cuarto matrimonial, el sonido de sus dedos con los labios vaginales y sus jugos parecen chapotear de tal forma que cualquiera que estuviera allí sabría que lo que está haciendo es algo sucio, algo mundano, algo perturbador para una señora casada de vida aburrida.

Tiene una mano en el teléfono y se mira en el espejo desnuda, su otra mano ya es descarada y dos dedos están dentro muy profundo de ella.

Recuerda que su dedo índice tuvo contacto con el falo juvenil de Agustín y malabarea sosteniendo el teléfono con su cabeza y su hombro mientras lleva nuevamente su dedo índice a su nariz y cierra los ojos.

Aun siente o cree sentir ese embriagante olor que emana el liquido preseminal de un joven semental lleno de brío.

Cerrando los ojos parece que recuerda con mayor vividez el tacto, el olor, el gusto y la vista, todos los sentidos se acentúan y recuerda el calor de ese miembro, siente nuevamente el liquido pegándose a su dedo y siente el sabor cuando lo probó, Fue poco, fue apenas unas gotas, pero fue suficiente como para encenderla.

Su otra mano ya juega entrando y saliendo rápidamente entre sus labios inferiores.

Jadea, y se escuchan los gemidos que intenta sofocar.

En ese éxtasis escucha que su esposo dice: "porque no les decis a los sobrinos que se queden esta noche con vos así te cuidan?"

Su mente que estaba ida imagina en tan solo un microsegundo a ella arrodillada desnuda ante sus dos jóvenes sobrinos mientras se bajan sus shorts lentamente.

Abre los ojos como si hubiera visto al mismísimo diablo intentando detener sus pensamientos pero ya es tarde.

Una explosión fluye de su interior, tiene un orgasmo que la hace explotar de placer, de calor, y de frío a la vez.

Caen sus jugos como chorros entre sus dedos que están dentro de su vulva, comienza a temblar, sus piernas se vencen y se cae de rodillas mientras el teléfono no puede ser sostenido por su cabeza y su hombro y mientras lanza un gemido audible se deja caer agitada, transpirada y extasiada.

Mientras intenta recuperar el aliento se escucha el teléfono debajo de la cama, su esposo pregunta que es lo que pasó, que fue ese ruido, porque se cayó el teléfono.

Ella necesita unos segundos para reponerse pero no puede, sigue en éxtasis. Su esposo sigue preguntando que es lo que está pasando.

Poco a poco se recompone y va desnuda arrastrándose en busca de su teléfono, inventa una excusa de que vio una cucaracha y tiro el celular sin querer por el susto.

Se despiden diciéndose que se aman y Micaela queda en la alfombra acostada aún temblorosa, húmeda y con los ojos brillantes grandes buscando una justificación de lo que acaba de hacer.

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Continuará esta historia, ¿qué les va pareciendo? ¿que sugieren que ocurra?

(9,10)