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Micaela y sus sobrinos (IV): Hora del postre

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Micaela ha visto a Marcos masturbarse tras la mampara empañada de la ducha, también ha visto parte de la desnudez de Agustín al entregarle la toalla.

Ella vestida con una bata de raso bordó corto y con vuelo permite la vista fugaz y prohibida a sus sobrinos jóvenes de sus pechos, su cola y tal vez el relieve de su treintañera vagina.

Ya con sus sobrinos bañados y ella aún sin bañarse se sientan a la mesa a comer.

Micaela, la tía de 30 años de edad pasea alrededor de la mesa sirviendo personalmente vino a sus sobrinos dejando en esas posiciones ver a cada uno un poco de sus pezones, sus piernas y la parte de abajo de sus nalgas.

Cenan y se miran entre los tres, se sonríen nerviosos los sobrinos e inventan temas de conversación.

Micaela solo tiene en mente seguir estimulando a sus hormonales sobrinos que apenas han pasado la adolescencia.

Terminan de comer y los sobrinos que no parecen entender las indirectas de su tía solo se quedan haciendo chistes entre ellos y a lo sumo miran con disimulo tal vez guardando recuerdos para cuando se vayan a dormir.

Agustín, el menor de los dos, decide tomar la iniciativa y se levanta con los platos para llevarlos y lavarlos.

Marcos acompaña levantando la mesa.

Micaela los observa y se ríe por dentro por la falta de inexperiencia con el sexo opuesto de sus sobrinos.

Le entra culpa por sus sucios pensamientos y por todo lo que hizo para ensuciar la mente de sus sobrinos.

Ella dice que va a darse una merecida ducha, mientras ellos lavan los platos.

Busca una toalla y se va hacia la ducha, allí abre el agua y mientras cae por su cuerpo mira la mampara con detalle, esa donde su sobrino mayor acabó.

Busca algún rastro de la eyaculación de su joven sobrino y se desilusiona al no encontrar nada. Marcos ha limpiado bien su obra.

Mientras se enjabona el cuerpo, Micaela se pregunta si Marcos lo habrá hecho pensando en ella, en su culo, en sus tetas, si habrá pensado algo más perverso con su tía.

De tanto pensar no da cuenta que sus dedos otra vez juegan con su clítoris y con sus labios vaginales, buscando algo en su interior.

Trata de salir del trance, arguyendo para sí que ya se masturbó hace unas horas, como puede ser que quiera hacerlo de nuevo, ¿que clase de pervertida era?

Sale al fin de la ducha, se seca un poco el cabello y el cuerpo.

Solo vestida con la toalla sale y sus sobrinos que dormirán en los sofás, tienen solo una lámpara encendida, y están con sus celulares.

Micaela los saluda nuevamente mientras va a su cuarto.

Allí realiza su rutina de encremarse todo el cuerpo, nuevamente al tocar su piel y llegar hasta sus pechos los nota erectos, se mira en el espejo y sabe que está excitada, y es por los cuerpos juveniles de sus sobrinos de 19 y 21 años.

Recuerda que ella había dejado su diminuta tanga roja de encaje sobre la cama del lado de frente. Ahora esta prenda estaba al revés. Alguien la había levantado.

Tal vez Agustín, o Marcos, no se pudieron resistir y vieron la tanga de su tía sobre la cama y la examinaron.

Ese morbo enciende más a Micaela quien se pone la tanga rápidamente y ve que le queda cubriendo solo su vulva y aún así se pueden divisar sus labios.

por detrás la transparencia no tapa lo poco de la línea de su maduro culo, la tanga se pierde entre sus nalgas y sabe que está buena.

Falta la parte superior y la busca en el cajón y la encuentra, un corpiño rojo con transparencia que trasluce los pezones rosados de Micaela.

Vestida así, se gusta, se ve linda. y no quiere ser linda solo para ella.

Toma una bata de algodón larga y blanca, decide salir.

Pero en la puerta toma la decisión de dejar caer la bata y salir solo con sus prendas de ropa interior.

¿Su argumento de emergencia? Pensaría que sus sobrinos duermen.

Al salir se encuentra con la escena de que se ponen nerviosos y se les cae el control remoto al suelo, y se abre la tapa donde están las baterías, que salen despedidas por debajo de un sofá.

Habían encendido el televisor y estaban mirando una película subida de tono, de las que no son aptas para menores.

Allí Micaela no sabe qué reacción tomar y solo decide a decirles:

"no vi nada, no se preocupen"

Los sobrinos colorados, tratan de disculparse mientras Agustín se pone debajo del sofá tratando de rescatar la batería que falta para sacar el canal que miraban.

Micaela camina con naturalidad hacia la heladera, sabiendo como va vestida y sus sobrinos dejan de mirar el televisor para ver la figura de su sexy tía modelando esa tanga que se pierde en su culo y la combinación con ese corpiño que invita a sacárselo con los dientes.

Ella les da la espalda mientras abre la heladera y busca algo.

Allí toma un pote de cerezas frescas y crema en aerosol.

Cuando vuelve se acerca a sus sobrinos que no dejan de mirarla y les dice

"¿recuerdan que les dije que había postre?"

Agustín y Marcos están cada uno en su sofá y no saben qué decir o hacer, de fondo la película erótica con sonidos e imágenes sugerentes.

En medio de ellos su tía parada con esa sexy ropa interior, cerezas y crema sin sacarles los ojos de encima.

Le pregunta a Marcos si quiere postre y este dice que sí, lo mismo con Agustín.

Les dice que se sienten en el mismo sillón, obedecen.

Sus sobrinos están vestidos solos con sexys boxers al cuerpo que parecen van a reventar por los bultos que crecen en unos segundos.

Micaela se arrodilla en frente de ellos y pone el pote de cerezas delante de sus rodillas.

Toma una cereza y la llena de crema en aerosol, se acerca a Marcos, siempre arrodillada y pone una mano en su desarrollado cuádriceps para apoyarse.

Se acerca buscando que Marcos abra sus piernas y así lo hace, arrodillada se aproxima Micaela hasta que extiende su otra mano con la cereza con crema y la lleva a la boca de su sobrino.

Ella abre la boca como mostrándole que debe abrirla como cuando eran pequeños y ella les daba de comer cuando los cuidaba.

Marcos come la cereza mirando a su tía a los ojos.

Micaela hace lo mismo con Agustín. Y al hacerlo se pone nervioso y se le escapa una risa que hace que la crema choque en sus labios y caiga un poco en su pectoral derecho.

Micaela hace comer a Agustín la fruta y este quiere limpiarse y ella toma su mano impidiéndoselo.

Ella misma pasa su dedo limpiando la crema y se lleva esa crema a su boca mirando a los ojos a Agustín quien tiene pequeños temblores de nervios y excitación.

Vuelve con Marcos y esta vez a propósito Micaela pone exceso de crema y hace chocar los labios para que caiga por el costado de su barbilla y caiga en el pectoral.

Marcos entiende que no debe limpiarse, no lo intenta.

Micaela arrodillada entre las piernas de su sobrino mayor se acerca y mientras su mano izquierda se apoya en el muslo y el boxer usa su derecha para limpiar la crema de la barbilla, pero esta vez se lo hace comer a su sobrino de su dedo.

Obediente Marcos lo hace y Micaela deja fluir un gemido, que es cubierto por los gemidos de la película erótica de fondo.

Se acerca un poco más y al limpiar la crema del pecho se lo lleva a su boca, pero ha quedado algo, no lo ha limpiado bien.

esa pequeña marca de crema blanca está allí aún, y Micaela se acerca pero esta vez con su boca, y pasa su lengua por el pecho joven de su sobrino para limpiar lo que falta.

Lo hace lentamente, al acercarse pasa su lengua de tal manera que tanto Marcos como Agustín pueden ver la tarea de limpieza de la tía.

Vuelve Micaela a su posición inicial, arrodillada entre sus sobrinos que están sentados esperando el próximo paso.

Ella le da las cerezas a Marcos y la crema a Agustín y dice:

"ahora me tienen que dar el postre a mi"

Marcos toma una cereza y se la acerca a la boca a su tía, ella abre la boca y saca su lengua para que la deposite allí. Sonríe a su sobrino al comerse la cereza y le devuelve el carozo a la mano.

Mira a Agustín que ya sabe que tiene que darle crema con el aerosol.

Micaela arrodillada pone la cabeza hacia arriba y abre la boca sacando la lengua esperando lo que Agustín le va a dar, cae la crema e inunda la boca de la perversa tía.

Ella lo saborea y pasa su lengua por sus labios sacando todo resto mostrando que no va a perder ni una gota.

Ahora les pide que se pongan de pie y ella seguirá arrodillada, quiere que le den la cereza y la crema uno a cada lado.

Marcos tiene una erección de tal manera que infla su boxer de manera brutal a tal punto que la punta de su glande aparece por debajo.

Agustín también esta erecto, pero se acomodó de tal forma que su miembro adolescente hace su aparición por el elástico superior.

Micaela desde su posición de rodillas tiene la mejor vista de las cabezas de las enormes pijas de sus sobrinos. Ambas brillan en ese living y ella lo sabe.

Marcos le da la cereza y Micaela la come muy cerca de su boxer, prueba también la crema de Agustín acercándose con descaro casi para oler las bolas de su sobrino.

Marcos toma la iniciativa y pone la cereza muy cerca de su impresionante cabeza de pene que sale por debajo del boxer.

Micaela se eleva solo un poco, siempre arrodillada, y apoya una mano en cada muslo de cada sobrino.

Intenta atrapar la cereza pero torpe su lengua sigue de largo y toca el glande lubricado de líquido preseminal de Marcos.

Vuelve a intentar y esta vez sus labios y su lengua rodean la cabeza de ese joven pene.

No quiere dejar a Agustín fuera del show y la mano que apoyaba su muslo, comienza a subir y se mete por debajo del boxer hasta que sus dedos alcanzan a tocar las enormes bolas cargadas de leche del sobrino menor.

Ya la cereza está de más, Micaela ya rodea con su lengua el glande enorme de su sobrino, sus labios calientes y rojos ya se apresuran a intentar cubrir suavemente la enormidad de esa cabeza.

Mientras su otra mano independiente de ella, sigue subiendo por dentro del boxer de Agustín y toma las bolas con suavidad, están depiladas, están calientes y hasta le pesan en la delicada mano de Micaela.

La escena es totalmente erótica.

Luz tenue de un único velador, los flashes de la película erótica de fondo

Micaela arrodillada sumisa ante sus dos potentes sobrinos jóvenes

La boca de ella probando por primera vez la enorme cabeza de la pija de Marcos y su otra mano metida dentro del boxer midiendo las bolas de Agustín.

Ya nada podrá detenerlos.

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¿Que les va pareciendo la historia? gracias por los comentarios, los voy teniendo en cuenta.

(9,13)