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Noche lésbica de incesto: Mi esposa y su mamá cogiendo
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Nos despertamos temprano mi novia y yo, acostados todavía, nos besamos y nuestros besos sabían a sexo, a la venida de Melinda en la boca de Yesica. Mi novia estaba contenta, sonreía, me besaba en la boca y ambos disfrutábamos de ese sabor, el sabor de la panocha de mi suegra, quien seguía dormida a nuestro lado. Yesica me hizo señas para que saliéramos de la cabaña sin hacer ruido para no despertar a su mamá, así que nos vestimos y abrigamos bien, pues afuera se sentía mucho frío, así es en ese lugar donde estábamos.

"Gracias amor, desde hace mucho que deseaba tener a mi mamá así, que buena idea tuviste de traernos aquí, siempre lo voy a recordar", me dijo Yesica. "Que bueno que te gustó amor, todo esto fue por ti, quiero que disfrutes tanto como me haces disfrutar a mí. Pero dime algo, ¿Te gustan las mujeres? ¿Cómo es que te gusta tu mamá, qué sientes por ella?" Le pregunté. Me contestó que a su mamá la quería con todo su corazón, que había sido ella la única quien siempre había estado a su lado, pues a su papá rara vez lo veían. Pero me aclaró que aunque tenía ese deseo por su mamá, no tenía la idea de tener una relación sentimental. Me contó cómo fue que empezó a sentir ese cosquilleo en la entrepierna por su mamá, resulta que un día en que llegó a su casa, al abrir la puerta escucho gemidos que venían del cuarto de su mamá, sin hacer ruido se acercó y como su puerta estaba abierta alcanzó a ver reflejados en un espejo a su mamá y su papá cogiendo. Melinda estaba desnuda en cuatro patas sobre la cama y su papá se la metía desde atrás de a perrito, mientras le preguntaba si extrañaba su pitote, que en realidad no era tan grande, también le decía que esa cogida era para que no fuera a andar de puta, porque si él se enteraba, la iba a madrear. Mi suegra le decía que nunca lo engañaría y le pedía que le metiera más el pito, que lo necesitaba y mi suegro aceleraba más las metidas, Melinda gemía más y en un momento en que reposó su cabeza sobre la cama alcanzó a ver a Yesica que los observaba, pero no hizo por separarse de su marido sino que esperó a que éste se viniera mientras le daba tremendas nalgadas diciéndole que no lo fuera a engañar, porque si lo hacía le iba a ir mal. Él se vacío en poco tiempo, se la sacó apenas terminó y se fue al baño, mientras ella se quedó así con el culo levantado, viendo a Yesica que no perdía detalle, incluso me contó que veía como escurría el esperma de la vagina de su mamá. Y fue esa imagen, verla en esa posición la que le hizo sentir ese deseo, esa atracción por explorar ese cuerpo bien formado, lleno de sudor, con las nalgas rojas por las nalgadas recibidas. Y fue a su mamá a quien le dedicó su primera masturbada.

Yo estaba más que excitado con lo que me contaba Yesica, mientras ella me volvía a dar las gracias por lo ocurrido la noche anterior. La amo tanto, tomé su cara entre mis manos y nos besamos, estábamos así cuando salió Melinda, dándonos los buenos días y diciendo que ya tenía hambre, igual que nosotros. El encargado ya andaba en el lugar, así que le pedimos permiso para salir al pueblo a almorzar y comprar unas cosas. Paseamos hasta casi el medio día y regresamos con la intención de jugar en las albercas como el día anterior, pero al regresar ya había dos familias armando sus casas de campaña, o sea que ya no íbamos a estar solos. Aun así nos cambiamos, ellas se pusieron sus trajes de baño de una pieza con los que se veían más hermosas y yo un shorts, pues las familias llevaban niños y no podía andar con la trusa que me regalaron el día anterior. Sobra decir que los hombres de las dos familias, se deleitaban con los cuerpos de mi novia y mi suegra mientras que las señoras se veían molestas con la actitud de sus maridos, yo con un poco de celos, pero feliz. En un momento mientras nadábamos, Melinda demostraba un poco de arrepentimiento, nos decía que eso no debió haber pasado y que no se volvería a repetir. Le preguntamos si lo había disfrutado, obvio contestó que sí y le dijimos que nosotros no veíamos nada de malo en eso y que solo lo disfrutara. Seguimos nadando y a Yesica le dije que esa noche iban a coger solo ella y su mamá que yo no participaría pero al día siguiente sería para mí, y así estuvo de acuerdo aunque dudaba si Melinda aceptaría, le dije que encontraría el modo de convencerla.

Llegó la noche y nos disponíamos a dormir, afuera las familias tenían una fogata y ponían música. Nosotros prendimos la chimenea y las velas, otra vez yo en medio de las dos pero ahora me besaba con Melinda y le iba quitando la pijama, ella estaba muy caliente, sus pezones estaban duros, quería quitarme el shorts, agarrar mi verga y subirse sobre mí, pero no dejé que lo hiciera. Ya que la tuve desnuda, agarré unas bufandas e hice lo que mi novia me hizo en varias ocasiones, amarré sus manos a la cama y vendé sus ojos, de ese modo se quedó indefensa. Mi suegra ya sabía lo que seguía y no se resistió. Besé apasionadamente a Yesica mientras le sacaba la pijama y me senté en una silla, tenía el mejor lugar como espectador.

Yesica comenzó a pasar sus uñas por todo el cuerpo de su mamá, a quien se le veía erizada la piel y sus pezones se hinchaban con las caricias que recibían, Melinda sin pedírselo abría las piernas esperando las caricias de mi novia quien dirigió su mano a esa panocha hermosa, que se alcanzaba a notar húmeda y escurriendo, se besaban apasionadamente y mi suegra gemía mientras abría y cerraba las piernas por la sensación que le provocaban los dedos de Yesica, quien sin duda sabía el punto exacto donde tocarla. No pasó mucho tiempo en que mi suegra gritó y temblaron sus piernas, se vino en los dedos de su hija, quien prolongó lo más que pudo ese dedeo en la panocha. Yesica la besaba con pasión y ternura a la vez. Entonces Melinda le pidió que la desatara y así lo hizo, sin quitarse la bufanda de los ojos, recostó a Yesica boca arriba, se acercó a su boca y Yesica la atrajo a sus labios, después de un beso largo empezó a bajar por su cuello, por sus pechos, a los cuales les dio unos pequeños besos, siguió el recorrido con su lengua a su abdomen y mi novia entendió a dónde iba su mamá, así que abrió también sus piernas y Melinda empezó un lengüeteo sin experiencia, el cuál hacia gemir a Yesica quien tenía agarradas sus rodillas, levantando sus piernas para sentir la lengua de su mamá más profundo. Así estuvieron un rato para luego volver a fundirse en besos apasionados, sin pensar en que son madre e hija, disfrutando el sexo tan rico que se daban. Luego Yesica acomodó a su mamá en la cama y se montó sobre ella cruzando sus piernas de modo que sus vaginas casi rozaban una con otra pero eran sus piernas las que les servían de miembro para tallar sus panochas que estaban escurriendo, haciendo presión una sobre la otra, mi novia tenía a su mamá agarrada por las tetas, acariciándolas, pellizcando sus pezones, entrelazando sus lenguas y moviéndose como si se penetraran una con otra. Primero llegó el orgasmo de Yesica, quién poco a poco se quedó quieta dejando que su mamá la tomara por las nalgas y la atrajera con fuerza a su panocha para venirse del mismo modo que su hija, ambas gimiendo durante sus orgasmos. Fueron recuperando su respiración normal, y estando Yesica sobre Melinda, esta se quitó la bufanda de los ojos, tomo el mentón de mi novia para dirigir sus labios a los de ella y sin ninguna duda la beso delicadamente, beso al cuál mi novia correspondió.

Yo en mi silla me masturbaba con un brasier de mi suegra que había usado durante el día, lo enredé en mis huevos y apreté lo más fuerte que aguanté, con uno de sus tirantes rodeé mi tronco y subía y bajaba dicho tirante acabando mientras las veía fundirse en ese beso tranquilo y tierno que se daban. Yo creo que se olvidaron que estaba ahí disfrutando de una maravillosa escena de amor, me vine viéndolas pero al mismo tiempo más enamorado de mi Yesica, feliz de verla a ella feliz.

Me limpié con su brasier y lo dejé en su lugar, me acosté en la orilla de la cama y me quedé dormido. Entre sueños medio despertaba por los gemidos que se provocaban al acariciarse y besarse durante la noche, me daba gusto que mi novia siguiera disfrutando el cuerpo de deseo de su mamá. No las interrumpí y tampoco me solicitaron para unirme, a fin de cuentas, esa noche le tocaba a mi novia. Al otro día, sería mi turno.

Saludos a todos y todas. Ojalá sigan disfrutando de nuestros relatos.

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