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Nueva normalidad

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Cuando Diana decidió darle el sí al gerente de la tienda donde llevaba laborando más de una década.  Lo primero fue darle la noticia a su hija Lucía. Diana fue mamá a los 15 años, así que ahora que su hija era mayor de edad, su trato era más de amigas o hermanas.

A Lucia no le hacía gracia Alberto, siempre buscaba oportunidades para abrazarla, era alto ella podía sentir su verga erecta en su espalda. Además tenía a dos hijos bastante pesados, Betito y Salvador a quien llamaba chavita. Pesados e igual de mirones. Ella se daba cuenta de cómo ambos saboreaban ver a su madre moverse de la cocina a la sala ahora que vivían todos juntos

Y al vivir todos juntos perdió su soledad tan preciada, debía ponerse pijama pues la primera semana al salir al baño en calzones se topó a Betito que con la boca abierta la siguió con la mirada sin decir una palabra. Al día siguiente mientras lavaba la ropa se acercó tomando unas prendas de la lavadora sonriendo.

—Yo pensé que esas tangas eran tuyas, pero usas calzones de abuelita.

—¿Oye que te pasa? —dijo enfadada y nerviosa.

—Pero es lógico, ese culote de tu mamá reventaría tus calzones aunque Diana tiene ojos hipnóticos de color verdes, su mayor atractivo es su enorme culo, redondo y bien formado. A sus 33 estaba intacto, suavecito y lograba hacer babear a todos a su alrededor. Razón por la que consiguió su trabajo y ahora tenía un marido que religiosamente metía su cara entre sus nalgas para tener su sabor en la lengua. Aunque ahora debían ser más discretos pues no querían que sus hijos los escucharan.

Lucia saco su mismo atributo, pero también unas chichis redonditas. Con pezones grandes que se marcan en su blusa sin ningún remedio. Aunque ella es bajita son tan parecidas que si no las conoces pasarían como hermanas. Alberto en cambio era canoso y con esos lentes de fondo de botella se veía mayor aún. Sus hijos con alopecia prematura decidieron hace unos años raparse. Blancos y pecosos, crecieron tras consolas de juego, teléfonos que su padre les regalaba para cubrir su ausencia y estudios que de poco y nada les sirvieron pues seguían soñando con inventar una App que los vuelva millonarios.

Así fue que Chava el más bruto comenzó a grabar a Diana. Amaba que ella usará vestidos. Se acercaba a la cocina y sin pudor se agachaba para poner su teléfono debajo de sus piernas, Betito no aprobaba sus manías, pero igual disfrutaba de ver ese par de nalgas decorando su tanga. Y Lucia tenía que aguantar sus comentarios todos los días.

—¡Mira como me pone tu mamá! —le dijo chava mientras se sobaba la verga sobre su pants.

—Nos pone—dijo Betito jalando sus shorts para que se marcará bien su verga.

—¡Qué asco! ¡Guacala! —ella prefería encerrarse en su habitación. Las redes sociales eran su escape en estos meses de encierro y más ahora que hasta sus clases eran virtuales. Aunque no lo decía, en su cabeza bailaban las vergas de esos dos que a diario tenía que soportar. Su novio vivía al otro lado de la ciudad y no lo veía hace dos meses. Así que al igual que su madre, Lucia a veces hasta tapándose la boca buscaba con sus dedos entre sus piernas.

Fue un fin de semana que su mamá salió a cenar con su padrastro. Ambos bebieron de más, pero a Diana el alcohol se le iba a la cabeza de inmediato. Así que llegó casi cayendo, apenas logro tumbarse sobre el sillón. Alberto recibió una llamada de su jefe y tuvo que salir para aclarar varios pendientes en las oficinas de las tiendas. Aunque trato de llevarla a la habitación, Diana estaba ya acomodada roncando sobre el sillón.

—¿Te vas? —pregunto uno de sus hijos que estaba atrapado detrás de su consola de juegos.

—Si, no tardó. Les encargo que no vaya a caer —dijo señalando a Diana.

—sin cuidado pa' acá le echamos un ojo.

—gracias, espero no tardarme.

De inmediato Chava saco su teléfono dirigiéndose a ella.

—¿Qué haces? —dijo Betito

—Cuida que no salga la enana de su cuarto —dijo mientras levantaba el vestido hasta su cintura, mientras el flash sin parar salía como las fotos. Al mismo tiempo su verga se puso dura y la mano dejo de temblarle. Puso su mano sobre sus nalgas, sintiendo el calor que le recorrió el cuerpo.

—¡Puta que ricas nalgas!

—¡Oye! —dijo Betito en voz baja.

—¿Que?

—yo también quiero agarrar ese culote.

Ambos tocaban con cierto temor a que despertara, los descubriera o saliera Lucia, que con los audífonos puestos no enteraba de nada de lo que pasaba a unos metros de ella.

Fue Betito quien se atrevió a meter un dedo en aquella panochita que, haciendo de lado la tanga quedaba a la vista de ambos. Hundió su dedo y Diana pego un leve brinco. Los dos se quedaron fríos, sin respirar y con el pulso a mil por hora.

—Nos van a escuchar los niños —balbuceó apenas, sin abrir los ojos.

—Solo un poco —dijo chava tratando de imitar la voz de su papá.

—¡Poquito! —respondió ella y chava se bajó el short para poner la punta de su verga sobre los labios de Diana que asomo la legua para saborear un poco, ante la mirada incrédula de Betito que de inmediato se sacó el pantalón aún incrédulo.

—¡Déjame a mi! —dijo, mientras su hermano con un dedo en la boca le pedía que se callara, pues poco a poco iba metiendo más y más su verga en aquella boquita. Luego se hizo a un lado y dejo a su hermano tomar su lugar.

—¡Que rico! —podía ver cómo su verga se marcaba dentro su mejilla, mientras a su hermano bajaba la tanga por sus piernas hasta los tobillos, para luego zafarla entres sus pies y ponerla sobre su nariz guardando el olor en su memoria. Diana asomaba su lengua salivando sobre la punta de su verga para luego recibirla en su boca. Mientras con mucho cuidado y miedo chava posaba la punta de su verga sobre su panochita húmeda. Ambos se miraron sabiendo que no había marcha atrás y que no importaban las consecuencias seguirían adelante.

Lentamente su verga avanzo, hasta posarse dentro de Diana que soltó un ligero gemido. Así se quedaron quietos, hasta que ella movió un poco sus caderas. Chava movió su cadera atrás y adelante sintiendo como atravesaba por esas nalgas su verga. Fue suave pero constante, metía y sacaba sin hacer ruido y la respuesta de Diana fue chupar más efusivamente la verga que tenía .en su boca sin saber ni entender lo que pasaba. Betito a señas le pedía cambio a su hermano que con los ojos en blanco negaba rotundamente. Un hilo de sudor escurría por su frente mientras con sus manos separaba las nalgas de Diana para mirar como penetraba su verga. Y así, como ella gemía un poco más cada vez.

—¡Ya cabron! —dijo Betito y chava saco su verga, luego de darle un beso a sus nalgas cambiaron los roles.

—¡Despacito amor! —dijo pues Betito entro de forma brusca, aunque la verga en su boca le impidió decir más y siguió chupando. Chava le zafó el vestido para tocar sus pequeñas tetas mientras su hermano se aferraba a sus nalgas para meter con más fuerza su verga.

—¡Mmmm rico mi amorrrghh haaaggg! —su boca absorbía casi por completo la verga de chava y gemía ya a un volumen considerable así que ambos miraban a la puerta de Lucia esperando que saliera en cualquier momento. Pero no paraban.

Para ambos desde la infancia, todo era una competencia y aunque estaban a punto. Ninguno quería ser el primero en terminar apretaban la mandíbula y cerraban los ojos. Betito no pudo más y sintió como su semen llenaba aquella vagina deliciosa y dispuesta. Cuando chava abrió los ojos vio a Betito agotado, tumbado sobre Diana.

—¿Acabaste adentro pendejo?

—No mames no aguante... Ahorita le limpio —saco su verga y junto a ella escurrió un chorro de semen. Sin importar, chava lo empujó y metió ferozmente su verga. Los gemidos de Diana eran estruendosos al igual su orgasmo. El semen de ambos se mezclaba dentro de ella y escurría entre sus nalgas.

Lucia escucho ruido pero sabía que su mamá se ponía muy mal cuando tomaba, ya tenía varias amargas experiencias al escuchar el golpeteo de sexo con Alberto y los gemidos intensos que ella pegaba como poseída, así que subió el volumen a la música y siguió navegando en su teléfono inteligente.

Con servilletas ambos trataban de limpiarle la panocha, así como el sillón, un olor a sexo inundaba la sala. Chava le coloco su tanga no sin antes sobar por última vez su panochita y Beto saco varias fotos. Pensaba masturbarse con ellas y de ser posible pagarles la siguiente borrachera. Como si el tiempo estuviera a su favor. Apenas se acomodaron la ropa Lucia salió a la cocina a tomar un poco de agua.

—¿A qué huele? —pregunto tapándose la nariz.

—Los viejos bebieron y mira, seguro le dio una buena cogida a tu mamita.

—¡Deja de decir pendejadas Salvador!

—¿Quieres que te ayudemos a llevarla a la cama? —dijo condescendiente Betito que miraba la galería de su teléfono.

—Pues si, está toda torcida—ambos soltaron una carcajada que apagó Lucia con una mirada de pocos amigos. La tomaron de pies y brazos para cargarla mientras ella abría la puerta de su habitación.

Mientras la colocaban sobre la cama el vestido se subió y chava aprovecho para hacer un comentario de esos que acostumbraba.

—Así deberías de usar tú también tangas hermanita, se te vería bien rico tu culo.

—¡Cállate! Y no soy tu hermana.

—Pero si tiene razón —agrego Betito echando un vistazo a su culo— aunque sea cacheteros, con esas nalgas huy no mames bien rica y si eres nuestra hermanita.

Al día siguiente el dolor de cabeza mataba a Diana que apenas noto el semen en su interior al bañarse, además era común que Alberto acabará dentro pues quería un hijo con ella. Aunque él se disculpó por dejarla sola y volver tan tarde ella no recordaba nada. En la cama de Lucia los dos hermanos dejaron una caja con ropa interior que compraron en línea. Tangas, cacheteros, ligueros, medias. Todo con una nota. "Para nuestra hermanita la más sabrosa". Aunque le hervía la sangre pues la tenían hasta la coronilla, espero a que su mamá y Alberto se fueran al trabajo para desatar su furia sobre ambos hermanos.

—¡Que es esto pendejos!

—Ropa

—¿Te gustó? —ambos reían y se miraban divertidos, lo que hizo enojar más a Lucia quien aventó la caja buscando pegarle a alguno de los dos sin conseguirlo. En cambio golpeó la pantalla de ochenta pulgadas que Alberto presumía como una cualidad en su buen gusto. El televisor se tambaleó para luego caer de frente sobre el piso. Ante el asombro de los tres.

—¡NO MAMES!

—¡Valió verga!

Lucia aterrada miraba como la pantalla se destrozaba, del coraje paso al miedo y a la angustia.

—¡Pues ustedes y sus pendejadas! —trato de defenderse aunque las piernas le temblaban y trataba de aguantar el llanto.

—esa mamada la pidió desde el extranjero

—¡No mames Lucia la cagaste cabron!

—¿Y ahora qué hacemos? —pregunto ella, esperando encontrar una respuesta que aliviará esa angustia que le invadía el estómago.

—¿Hacemos? —dijo chava mientras levantaba lo que quedaba de pantalla.

—tu Lucia, te pones toda loca por un poco de ropa, ya ni chingas.

—¿Qué hacemos? No me van a dejar sola con el paquete.

—Ve pensando como pagarla, se va a encabronar bien gacho el viejo.

—no mames —las lágrimas escurrían por sus mejillas mientras ellos limpiaban.

—yo me echo la culpa pero si te va a costar caro. Me va castigar las tarjetas —dijo chava ante el asombro de Betito.

—Lo que quieras, te lavo la ropa lo que sea.

—Nel, esa madre está arriba de los cien mil varos.

—lo que quieras

—vas a ser mi puta hasta que pase mi castigo.

—¡NO MAMES! —dijo de nuevo enojada.

—Bueno no es a fuerza.

—Nos echamos la culpa los dos, pero si pon de tu parte Lucia.

—¡Es que no mamen no!

—Piénsalo, mientras recogemos tu desmadre —ambos intercambiaron miradas de complicidad mientras Lucia se encerraba en su habitación.

Dos horas después, mordiéndose el labio y sin opciones salió de su habitación.

—Ok —dijo sin más explicaciones. Ambos brincaron sorprendidos. Sabían que en cuanto explicará lo de la ropa estarían perdidos. Pero Lucia estaba asustada.

—Pero es sin arrugarse Lucia

—dijo chava —nada que una vez o que ya no. Porque esa feria nos la va a cobrar mi papá.

—¡Ya dije que si!

—Bueno pues primero lo primero—dijo Betito tomando la caja de ropa —ponte bonita.

—¡No mamen no!

—¡He! ¿Ya empezamos con cosas?

—Pero... Bueno, ¿qué me pongo? Dijo abriendo la caja enojada.

—el rojo, todo completo ligueros, tanga, todo...

Lucia se fue a su habitación y se puso el atuendo. Se miró en el espejo y después de suspirar amargamente salió. Betito ya tenía una zapatillas de si mamá en las manos. Aunque ambos babeaban ante aquella imagen de Lucia, mantuvieron la calma.

—te faltan las zapatillas para que te veas más puta.

—¿Y para qué?

—andale ya pontelas —en cuanto se subió a ellas sus culo se vio más levantado, giro para que ambos la mirarán y se detuvo.

—¿Y luego?

Betito la jalo hasta el sillón donde unas noches atrás se cogieron a su mamá y colocándola entre sus piernas la inclino, como si fuera a darle de nalgadas pero en lugar de eso, sus dedos al igual que con su mamá buscaron refugio en la tibieza de su sexo. La posición levantaba su culo de tal manera que el estímulo visual era inmejorable. Cuando Lucia se dió cuenta su boca respiraba sobre la verga de chava, que bajo su pantalón para dejar ante sus ojos aquella verga dura y grande. Le sujeto el cabello con ambas y empujó su cabeza hasta que sus labios chocaron contra su miembro. Sentía su respiración agitada, miraba fijamente al frente mientras chava restregaba su cara sobre su verga.

—¡Ándale! Abre la boca —dijo ansioso y sus labios cedieron levemente llenando su boca con aquel sabor.

Detrás, tres dedos entraban impacientes en su sexo mientras le abría las nalgas su hermanastro para escupir sobre su ano. Su piel se erizo al sentir las venas de aquella verga atravesar su boca y forzarla a retenerla dentro.

—¡No mames que rico! —decía chava sosteniendo su cabeza para evitar que su verga saliera de su refugio.

—¡Mira! —le mostraba Betito separándome las nalgas como tres de sus dedos se incrustaban en su panocha y los gemidos de dolor y desesperación salían a la fuerza por su boca.

—¡Hggg! Haag! Mmm despacio cabrhhh gaaggh

—No mames que deliciosa estás pinche Lucia—otro par de dedos entre la saliva escupida en su ano buscaban entrar, aunque ella apretaba para evitarlos el lubricante natural ayudo a qué cediera su culo.

—¡Aaaah! Me duele no, sácalos no aaaah ay ay ya sacalaa ghhh haaggghh —el dolor era intenso y manoteaba para detenerlos pero era inútil. Aún así, Betito se sacó la camiseta y tomándole las manos tras la espalda, con un nudo rápido logro que su forcejeo fuera inútil. Luego volvió a meter tres dedos de su mano derecha en su panocha y dos de la izquierda en su cola.

—¡ME DUELE!

—¿YA ME PUEDES MAMAR LA VERGA? —dijo chava tomándole el cabello y llevando su verga hasta el fondo de su garganta.

—¡Gimes igual que tu mamá!

—mmmm hasta ay ay me vas a ahogarggg

Ambos miraron como el cuerpo de Lucia se retorcía, su piel de gallina y el temor de sus piernas eran el aviso de su primer orgasmo.

—¡Haaahhh ay ay mmm cabrones! —entre gemidos buscaba la verga para seguir mamando.

—dale vuelta dijo chava y como una muñeca la giraron, Betito se quitó el pantalón empapado por el orgasmo de Lucia y en cuanto pudo, ella busco llenar su boca. Chava coloco un par de cojines en su vientre para levantar su culo y sujetándose de la lencería metió su verga sin piedad y con mucha desesperación.

—¿Te pusiste condón? —pregunto entre gemidos.

—Si, fui corriendo a la farmacia—ambos estallaron en risa y siguieron usándola.

Betito le sujetaba el pelo y colocaba su cara de lado. Había tenido el cuidado de poner a grabar su teléfono desde la mesa de centro. Quería que se viera muy bien como le comía la verga.

—ayaayayyy

—¡Que rico culo tienes! Pinches nalgotas tas sabrosas.

—como las de su mamá

—Igual o más no mames "clap" —sono una nalgada que la hizo brincar y enrojeció su nalga al instante.

—Mas duras si, mira "clap" —otra nalgada para emparejar sus nalgas. Aunque ya hace un rato ella disfrutaba, no dejaba de dolerle. Un par de veces los vio masturbarse en el baño, pero sentir aquella verga era diferente. Chupaba la verga frente a ella y sentía como su saliva escurría por los genitales de Betito. Sudaba y pujaba a merced de ese par de pecosos cabrones.

—¿Sabías que en algún momento te íbamos a meter la verga hermanita?

—callataagh haaghh no...

—Nosotros si, desde que te conocimos y vimos a papá enamorado supimos que iba enserio. Y que te daríamos verga tarde o temprano.

—¡PENDEJOS! HAAA!

—Ni tanto "clap" —sus nalgas recibían el castigo, su vulva estaba hinchada, estaba por tener otro orgasmo pero chava se detuvo.

—ven aca —la acomodo sobre él y metió su verga hasta que ella resbaló sobre él, era incómodo pero se las arregló para subirla y bajarla sobre su trozo duro de carne. Mientras besaba sus pechos. Luego Betito beso su cuello y la acomoda para poder entrar detrás.

En cuanto sintió que otra verga buscaba entrar comenzó a gritar, primero de miedo y luego de dolor.

—¡No no no! Me duele sácalo no quiero no...

Chava se detuvo para que su hermano metiera su verga en el culo de Lucia y en cuanto sintieron que sus vergas rozaban dentro de ella cada una ocupando un agujero comenzaron a moverse. Los ojos de Lucia estaban en blanco, sus brazos sujetos estaban adormecidos, el ardor que sentía la tenía gimiendo como si estuviera poseída, sus pezones estaban empapados de saliva, su cuello seguía siendo objeto de los besos de Betito que empujaba fuerte su verga dentro de su cola.

—¡Aaaah duele mucho aaay!

—¡Eso puja como nuestra puta!

—Te estamos dando muchísima verga hermanita y es apenas el comienzo.

Se soltó el nudo en sus manos y por fin se sujetó a los hombros de chava para poder tomar impulso y menear sus nalgas. El dolor ya había pasado, quería sentir esas vergas dentro. Ahora venía otro orgasmo. Sus piernas temblaron. Cerro los ojos, beso a chava mientras sus fluidos se mezclaban.

—Yo también—dijo chava

—¿Tú también que? —pregunto Betito

—quiero usar su culo

Se separaron y Betito uso su camiseta para limpiar un poco si verga. Luego se recostó y Lucia se montó sobre él, levantando el culo para que chava pudiera meterle la verga. Si culo le palpitaba pero la sensación de ser usada como una puta le gustaba. En cuanto entro en su cola volvieron los gemidos.

—¡Puta madre que rico se siente! —dijo ella apretando los puños.

—Te dije pero te ponías mamona "clap" —al parecer sus nalgas eran el aviso instrumento favorito de chava que seguía dándole tan fuerte como podía.

—No vayas a terminar adentro—le dijo a Betito.

—Bastante tiradero dejaste con la pantalla, no apures tú te los vas a tragar.

—¡No seas cerdo! Haaa aaaay

No voy a hacer eso ay ay

—si, y justo ahora ”CLAP" —la jalo hasta tenerla de rodillas frente a el y metió su verga, literalmente le cogió la boca hasta que su semen exploto dentro. Sujeto si cabeza hasta asegurarse de que tragara todo y siguió hasta que sintió que se le doblaban las rodillas. Betito le jalo el cabello y la acomodo casi frente a su teléfono para que quedara registro de como se tragaba su semen. Tardo más pues quería que se viera bien, incluso pensó en terminar sobre su cara como en los vídeos porno pero la lengua lamiendo su verga lo hizo terminar. Lucia sentía como los chorros tibios llenaban su boca y como recorrían su garganta mientras los tragaba.

Ahora podía sentir el ardor en sus nalgas y el dolor de que le rompieron el culo. Siguió lamiendo suavemente hasta que ya no salió nada de aquella verga. Faltaba poco para que sus padres regresarán así que se vistieron y ella se dio una ducha. En el espejo miro sus nalgas enrojecidas y se tocó el cuerpo como para sentir que todo estaba en su lugar.

Los gritos en la sala la hicieron salir, ambos cabizbajos recibían los insultos de su padre que furico estrelló la consola de videojuegos contra la pared. Les arrebató los teléfonos, les quitó las tarjetas de crédito y amenazó con cortar el internet y la televisión por cable.

—si no fuera por Lucia, cortaba hasta luz.

Aunque Diana quiso calmarlo no pudo. Se fueron a dormir y se escuchaban aún los gritos. Lucia se sentía terrible por ellos.

Al día siguiente su padre les advirtió que debían buscar trabajo o se iban de la calle.

En cuanto supuso que estaban lejos, Lucia salió ahora en cacheteros y tacones hasta la sala.

—¡Gracias a los dos!

—Nos jodiste

—¿Y que, este no se me ve bien?

—Se te ve estupendo, lástima que no tengo teléfono o te tomaría unas fotos.

—Pero, ¿Se las puedo chupar o están muy tristes?

Se arrodilló y ambos bajaron sus pantalones. Quien necesitaba el XBox si tu joven hermanastra era tu puta.

—¡CLARO! —dijeron los dos al mismo tiempo.

En su oficina, Alberto repasaba el contenido de los teléfonos de sus hijos. Tenían fotos de Diana, dormida, bañándose, cocinando con esos leggings apretados. Y un vídeo de una puta. "Meten putas a la casa" pensó. Luego vio que era Lucia, los dedos de su hijo entraban en ella y chupaba la verga de chava. Cerró la puerta con seguro. Estaba en shock y su verga estaba dura dentro de su pantalón. Al final del día solo pensaba en una cosa. Cogerse a Lucia.

Una semana después y luego de mucho cargo de conciencia, Alberto llamo a sus hijos a la cocina.

—Por favor métanse a su recamara —les pidió a Diana y Lucia.

—Papá, no sé qué hicimos pero perdón —dijo Betito.

Su padre saco los teléfonos y con el cuidado de bajar el volumen. Reprodujo el vídeo. En la pantalla ambos fornicaban a Lucia mientras ella gemía como loca.

—¡Te lo podemos explicar!

—No es lo que parece pa'

—¿Y qué es? Díganme.

El silencio incómodo duro hasta que su padre apagó el teléfono.

—Llevo una semana masturbándome como pendejo con este video, de las fotos de Diana ni hablamos par de hijos de puta que tengo.

—Perdón

—Perdón madres, si yo pago todo en esta casa lo menos que me merezco es lo mismo de lo que disfrutan ustedes par de guevones

—no... No te entiendo papá

—¿Que no entiendes? Ustedes dos se van a encargar de que yo, su padre. El que paga la luz, el agua, la comida. Yo me voy a coger también a Lucia.

—pero papá...

—¿Pero qué?

—una condición —dijo chava

—¿El Xbox, las tarjetas? —pregunto su padre

—¡Diana! —contestaron ambos al mismo tiempo.

Primero quiso pegarles y mandarlos a la calle, pero el ansia de sentir ese culito que había visto desarrollarse le ganaba.

—Ya le sacaron fotos, ¿No les basta?

—No

—¡NO!

—Me aseguran que me voy a coger a esa niña.

—Claro

—seguro pa' eso es pan comido.

—Una sola vez y ya, Diana cuando bebe se le borra la memoria —ellos ya lo sabían pero asintieron serios y dispuestos a cumplir el trato.

—¿Cuando quieres?

—¡Ojalá y pudiera hoy pero no creo!

—Mañana —dijo chava

—¿Así de fácil? —pregunto su papá

—Si no quieres no, esperamos.

—No no, mañana no se diga más. Y pongan cara de regañados para que no sospechen nada.

—Ok

Cenaron como si nada y al día siguiente salieron a trabajar de manera normal. Solo que Alberto regreso al medio día. Dentro de su normalidad en qué Lucia era su puta, ahora posaba y se vestía como ellos quería incluso con ropa de su mamá. Ese día le dijeron que jugarían un juego. Para lo que tendría. Que vendar sus ojos.

—Ni que me diera pena verlos, o asco.

—Acuérdate que eres nuestra puta, ayer otra vez nos amenazó papá con corrernos a la calle.

—Ok, ¿Que hago?

—Primero ponte el de colegiala, con faldita se te ve bien rico el culo

—Voy —minutos después salió con esa falda recortada que le tapaba medio culo y la blusa blanca. Cómo siempre en tacones y ahora sí sonriendo.

—¿Y luego? —Pregunto divertida.

—ahora ven siéntate —le colocaron una venda negra en los ojos y para asegurar que no se la quitara le sujetaron los brazos atrás como la primera vez, solo que ahora sí apretaron el nudo cómo les enseñaron en los exploradores.

—vamos a ver si adivinas que verga es de quién, primero con la boca.

—Fácil —dijo Lucia.

Alberto salió de la cocina, dónde se escondió mientras ella se ponía el vestuario. Tenía ya la verga durísima. Al igual que sus hijos.

—Ya, no vamos hablar para que no sepas ok

—Ok —contesto ella abriendo la boca.

Con una reverencia le dieron paso a su padre, indicándole que esa boca era toda suya.

Se acercó desconfiado, nervioso sostuvo su verga con la mano. Era más grande que la de sus hijos. Sintió un golpe de electricidad cuando la punta chocó con los labios de esa pequeña boca. Luego miro como la lengua de Lucia abrazaba su verga, llenando de saliva el tronco. Para luego meterla en su boca.

—Eres tu chava

—¿Segura?

Escucho la voz lejos y dudo así que volvió a lamer un poco y la metió por completo en su boca chupando más.

—Es que no se

—Pues síguele hermanita

Con señas le decían a su padre que le tomara la cabeza, simulando el movimiento.

—Hata adentro a ver si así

—pero no me ahoguen

—No, despacito.

Alberto tomo su cabeza y la jalo contra si sintiendo como raspaba su garganta.

—haaaag ya hasta me gusta así

"dale" le decían con señas ambos a su padre que perdía el pudor y empujaba su verga hasta el fondo. Solo la sacaba para dejarla respirar un poco. Recargando la sobre su cara. Era grande y ocupaba todo su rostro. Luego volvía a meterla hasta el fondo, mirando como la baba que no podía sostener en su boca le escurria por la barbilla y caía en sus tetas.

—¿Es la misma? La siento igual

—Y empinada adivinaras—dijo Betito.

—Siempre me quieren empinada

—Quien te manda tener ese culote mijita.

La voltearon y pusieron sobre el sillón. Con la cabeza hundida en los cojines. El culo se abría y se podía ver su panocha dividida por la tanga. Sin pensarlo Alberto se inclinó y chupo su vagina. Le encanta el sabor y este no se lo perdería por nada.

—haaaaaa vaya, pensé que solo les gustaba meter y sacar

La lengua de Alberto recorría su panocha y saboreaba su cola, lamía las pequeñas arrugas con delicadeza.

Luego por fin se acomodó y apunto con su verga a ese tesoro para el prohibido hasta hoy.

—mmm ay ay ay

"Clap" chava le dio una nalgada fuerte como muestra para su padre que arrugando el ceño los miro. Ambos le dijeron que adelante, que podía. Así que luego de abrir sus nalgas y palparlas suavemente soltó una fuerte nalgada.

—siii que rico ay —dijo ella abriendo un poco las piernas para recibir la verga.

Así que otra fuerte nalgada llegó, así como apretones en sus nalgas. También se tomó tiempo para apretarle esos pezones que tantas veces le provocaron erecciones incómodas. Miraba con detenimiento como su verga entraba en esa panochita que creía sagrada.

Aceleró un poco el ritmo, pues el pudor de estar frente. Sus hijos habían desaparecido y se aferraba a sus nalgas fuertemente. Mientras veía a Betito meterse bajo su cara y ponerla a chupar verga.

—¿Y así como adivino? —dijo antes de. Seguir chupando.

Luego fue chava, pero Alberto parecía hipnotizado por ese culo. Además tomo su pastilla azul y sabía que esa verga estaría dura al menos por una hora. Así que siguió dándole duro, chocando contra el culo hermoso de su hijastra, nalgueando, apretando de todas maneras posibles ese par de nalgas. Hasta que sintió que Lucia temblaba.

—haaaa que rico, me vengo a cada rato con ustedes mmm síguele síguele

Alberto siguió, mientras veía como el orgasmo le escurría a Lucia entre sus piernas. Luego chava le señalo el culo a su papá. Quien de nuevo frunció el ceño.

—te voy a usar tu cola nena, ok

Pero despacio y ponte .condón.

—claro ahora sí hay

Su padre se colocó el condón e incrédulo rozo la entrada de su cola. Levantada y mirando al techo su cola fue cediendo ante la verga de Alberto que con la respiración acelerada y las pulsaciones como locomotora veía como se abría paso hasta perderse entre sus nalgas.

—despacito... ay ay aaay despacito... Me duele...

Pero la verga ya estaba adentro por completo y tocaba sacudirle el culo, la jalaba contra el logrando que sonarán como aplausos cada vez mas fuertes.

—ay ay siii aaay dio dale siii cógeme duro siii dale papi ay ay me duele mi colita

A pesar de que soñaba despierto con llenar esa carita de ángel con semen, no aguantaba mas. Estaba a punto de estallar y solo saco su verga para que los chorros de semen cayeran sobre sus nalgas. Mojando las hasta que un poco resbalara por su espalda. Mojando sus manos sujetas en la espalda. Grandes chorros de semen ensuciaron sus nalgas enrojecidas mientras seguía restregando su verga sobre ellas.

—¿Ya puedo ver? Ahora siii me cogieron muy rico. ¿Quién fue?

— todavía no acabamos —ambos hermanos se masturbaron para terminar sobre sus nalgas que terminaron batidas de semen mientras su papá se sujetaba la cabeza incrédulo de todo eso.

—Mañana otra vez si te gusto

—Si me gustó mucho. Me cogen muy rico.

Ahora tocaba planear el que sus hijos usaran a Diana y lo único impedimento era tener lejos a Lucia.

Alberto les daba largas, pensaba que romper esa barrera acabaría con el poco respeto que le tenían su hijos. Aunque también quería usar a Lucia nuevamente. Seguía teniendo erecciones cuando compartían la mesa del desayuno. En su mente esa pequeña boca seguía chupándole la verga. Así que fue la misma Diana quien dio pie a qué todo sucediera.

—El sábado se va la niña con su amiga Paula. Ya hablé con sus padres y están de acuerdo.

—Ojala y también se fueran estos dos cabrones, así tendríamos una noche para nosotros —dijo, aunque significaba otra cosa.

—¿Papá, nos dejas ir al autocinema el sábado?

—Mira amor, dios te escucho.

—Solo si ven dos películas para que me dejen en paz al menos una noche.

—Claro—chava le guiño el ojo y siguieron con su día.

El sábado, Diana espero a que todos salieran y se dio un buen baño. Se perdimos y por fin pido ponerse la lencería que tanto le gustaba a su marido. No sabía que ni los dos hermanos saldrían al cine, ni Lucia iría con su amiga.

Alberto pidió comida y una botella de vino, luego se besaron y ahí en la mesa de la cocina él le quitó el vestido. Los ligueros, y la lencería se acoplaban perfectos a sus curvas. Esas nalgas se veían tan bellas que Alberto como siempre se tomó su tiempo para besarla de arriba abajo. Luego separo sus piernas y metió su cabeza para saborear su conchita. Ella era muy cachonda y gemía como si la estuvieran matando. Alberto metió su verga suavemente, mientras la besaba dulcemente. Había acomodado una botella de vodka a un lado y cada que podía le daba un caballito a su mujer. Sabía que el vodka era su criptonita. Ella sin sospechar abría la boca y las piernas pues el calor que sentía en su estómago tvien lo sentía entre sus piernas. Pronto tuvo un orgasmo, Alberto la giro y empinada penetro su culo. Otra cosa que solo podía hacer cuando ella estaba muy borracha. La abrazo por detrás, sujetando sus pecho y terminaron al mismo tiempo. Tambaleando se fue al baño y Alberto la siguió botella de vodka en mano.

—Bebe un poco mas

—Noo, ya estoy... Muy mareada... Vamos a dormir.

—No, ven veamos una película en la sala

Ahí siguió el ritual hasta que Diana apenas pronunciaba palabra, los ojos se le cerraban y pronto comenzó a roncar. Entonces entraron sus hijos con esa mirada llena de líbido sobando sus vergas sobre el pantalon.

—Pues a mover atole —dijo Betito

—Comprale más ropa de esa pa' se ve bien buena.

—¡Cállense de una vez y terminemos con esto!

Dos días antes Lucia, segura que ninguno no de los dos fue quien le dejo ese tremendo dolor en su cola hizo que chava le confesara que fue su padre, luego de que le explicará que encontró en sus teléfonos los vídeos y que los obligó a engañarla para poderle meter la verga, que a cambio les dejaría follarse a su mamá y les levantaría el castigo planeo evitarlo. Pero se limito a abrir un poco su puerta para mirar a escondidas como los hermanos colocaban como un bulto a su madre sobre el sillón y levantaban su vestido.

—¡La vas a ahogar cabron! —le dijo Alberto a chava que metía su verga completa a la boca de Diana quien la recibía sin ningun tipo de resistencia.

—No jefe, si aguanta—ambos hermanos rieron cómplices, Betito separaba las piernas de Diana y escupiendo sobre su verga la metió en si vagina.

—Esta igual de rica que su hija me cae de madre.

Alberto sentado frente a ellos tenía de nuevo la verga bien dura, lo podía notar Lucia que al ver el tamaño entendía por fin el porque le dolía sentarse todavía.

Un golpe seco en la cabeza de Betito lo despertó del idilio que vivía mentiendo su verga en Diana.

—¡Ponte un condón pedazo de mierda! ¡No van a embarazar a mi mujer!

—¡PAPÁ!

—¡Nada cabron, suficiente tienen con poder cogersela! —les dijo y les aventó un puño de preservativos.

Con cara de reproche, pero con el mismo morbo, Betito separó las piernas de Diana y metió su verga de un tirón fuerte.

—No amor me duele—dijo Diana aún con los ojos cerrados y la verga de Chava forzando su entrada en su boca.

—¡Despacio cabron! —dijo su padre ya un poco fuera de sus casillas. Los hermanos sin embargo siguieron.

—Papà este culo es maravilloso, ¿Porque tardaste tanto en traerla a casa?

—¡Cállate pendejo!

—Y mira como se le marca mi verga en su mejilla, seguro te a de dar unos mamelucos bien ricos.

—Como su hija

—La misma boquita de mamadora tienen las dos.

Sentado con la bilis a tope, Alberto miraba a ambos empujar y meneando el cuerpo inherte de Diana.

Chava se sentó poniendo la cara de Diana sobre sus piernas y acomodándola para meter de lado su verga, así su padre miraba como entraba sin piedad y sin como sin posibilidad ni capacidad de respuesta la baba escurría mojando las piernas de su hijastro. Betito la acomodo de lado y levanto su pierna para que su verga entrara por completo. Alberto no podía evitar sentir excitación al ver aquella escena, al igual que Lucia quien con esa humedad entre sus piernas escuchaba los gemidos de su madre.

Inconscientemente Alberto comenzó a masturbarse, era una sensación nueva el placer visual que le generaba aquello. Las tetas ya de fuera se meneaban al ritmo que marcaba Betito que no paraba de chocar contra sus nalgas. Fue chava quien lo vio jalando su verga y usando ambas manos para separar la boca de ambos lados le dijo.

—metela aquí pa' ahí cabe. Además lo que le sobra es saliva—dijo limpiando sus piernas con su camiseta.

—No digas mamadas y deja de usarle así la boca.

—¡Ya pa' dejate llevar! —dijo Betito que si acepto la invitación y retirándose el condón metió su verga de frente.

—haaahhh ¡Amor! —exclamo día a cuando le permitieron tomar aire. Luego se acomodo y siguió roncando plácidamente.

Chava coloco bajo si vientre varios cojines hasta dejar su culo mirando al cielo y después de colocarse el condón metio su verga con suavidad y mirando como avanzaba hasta perderse entre sus nalgotas.

—¡Que rico chingada madre!

Los dedos de Lucia con suavidad rozaban sobre su entrepierna, sentía sus fluidos mojar su pijama, las piernas cedían ante los temblores que el roce placentero de sus dedos daban lentamente. Formaba círculos con las yemas de sus dedos, como n los ojos cerrados solo escuchando los gemidos de su madre y los pujidos de sus hermanastros. En la sala habían criado de posición y nueve te chava se metió bajo diana, recostando la boca abajo sobre su pecho. Sintiendo su piel y respiración sobre su rostro. Cuando acomodó su verga dentro le dijo a su hermano que ya podía meter la suya detrás.

—¡¿Que creen que van a...?! —el gemido de dolor y los gestos de Diana los dejaron en silencio mirándola gemir con dolor y abrir bien grandes los ojos para luego cerrarlos y apretar los puños.

—¡Me duele amor ay así no ay ay!

—Tranquila amor—le decía Alberto sobando su nuca hasta dejarla en el letargo del sueño que le provocaba el exceso de alcohol.

—¡Ay ay amor ay mmmm! —cada que sus párpados se separaban se veía como sus ojos perdían la órbita al igual que los de su hija que tumbada detrás de la puerta metia sus dedos en su vagina mientras con la otra mano tapaba su boca, no quería que la descubrieran excitada por ver cómo usaban a su madre.

Ambos hermanos estaban a punto de terminar, los gemidos de Diana los tenían a tope y no soportaban más. Fue Betito quien sacando su verga y mandando al demonio el condón soltó varios chorros de semen que recorrieron el cuerpo inherte de Diana, mojandole la espalda, los hombros y las nalgas hasta exprimirlo por completo sobre su piel. Como pudo Chava se salió de su lugar y masturbándose a centímetros de su cara soltó por igual chorros que volaron sobre su cabeza para caer sobre su espalda, hombros y un poco sobre su cabello.

—¡Hijos de la chingada no mamen!

—ya papá cálmate, además ya quedamos a mano.

—si pa' se acabó el castigo—dijo Betito sonriendo mientras sacudía su verga en la cabeza de Diana.

Su padre la levanto como un bulto y se la llevó a la habitación, luego se asomo para aventarles sus teléfonos y carteras.

—¡Y esto se acabó! ¿Les quedó claro?

—si pa'

—Si

Lucia termino con un gran orgasmo entre sus dedos, pero pudo escuchar todo aquello, ahora actuaría en su beneficio. Al día siguiente le pidió a Alberto que la llevaste al súper, por supuesto el accedió y ambos subieron a su auto después de ponerse su cubrebocas. En el camino le pidió disculpas por lo de su pantalla, aunque él le dió mínima importancia.

—Son solo objetos y se que mis hijos te molestaban por eso paso todo

—algo así—Dijo ella ajustándose al asiento.

Lucia se puso esos shorts pequeñitos que hacen que sus piernas luzcan hermosas, su camiseta se ajustaba a su pequeño y suculento busto. Lo había planeado toda la noche.

—Los teléfonos de tus hijos son nuevecitos, mira el mio —dijo mostrándole su viejo teléfono pues Diana le prohibió pedirle dinero.

—Pero podemos comprarte uno, es mas vamos.

—No, no podría aceptarlo

—Ahora somos familia, no tengo ningún problema.

—Mejor presteme 100 pesos para comprar una crema, es que no me alcanza —dijo mostrándole las monedas en su bolsa.

—Niña, ten —le dió dos billetes de 500 y entraron a la tienda. Alberto no podía dejar de verle las nalgas, se meneaban de un lado a otro, Alberto ya tenía una erección marcada y caminaba tras ella para evitar que se diera cuenta.

Al llegar a la caja saco su tarjeta de crédito y pago todo.

—Pero no es necesario —dijo ella con los billetes en la mano.

—Yo te las invito

—Gracias—se colgó de su cuello y le dió un beso en la mejilla asegurándose de rozar un poco sus labios.

Incómodo Alberto camino, está vez delante de ella hasta el estacionamiento donde Lucia al subir le puso la mano sobre el pene.

—¡Niña! —dijo sorprendido.

—Se que fuiste tú el otro día, me taparon los ojos para que no te viera, pero ese olor es inconfundible— Sus pequeñas manos sobaban el gran bulto que se formó en sus pantalones, luego de bajarle el cierre y buscar el pene de Alberto que seguía petrificado ante el arrojo de Lucia que inclinándose su boca quedó a centímetros de aquella verga pues el cinturón de seguridad le impidió alcanzar su objetivo. Fue Alberto el que presiono el botón para sacarlo y ella se abalanzó con su lengua por delante para lamer dulce te la cabeza de aquel miembro que respondía como si recibiera descargas eléctricas cada que ella lo besaba. El solo abría los ojos para ver qué nadie se acercará, pero los cerraba y apretaba cada que ella con sus labios apricionaba su verga. Mientras ella iba llenando su boca de aquel sabor que le era tan agradable. Ademas convencida de que era el objetivo principal ya que los dos mantenidos solo estiraban la mano para recibir dinero.

—no pares, no pares, no...

—mmmm

Lucia sentía como aquella verga se iba inflamado dentro de su boca y el modo en que Alberto se retorcía y sujetaba su cabeza eran señal de que acabaría de un momento a otro, así que dentro de su boca no paro de mover su lengua sobre la punta de su verga y pudo sentir como el sacaba el líquido tibio bombeando con fuerza mientras Lucia lo sorbia aguantando firme con la verga bien hundida en su boca, dejando que el semen resbalara por su garganta hasta que fueron bajando de intensidad los chorros, la fuerza, la dureza y el vigor de Alberto que sudaba como si hubiese corrido un maratón, agitado por la excitación de sentir aquella lengua seguir buscando restos en su miembro.

—No quiero que me regales nada, me lo quiero ganar.

—Lo que me pidas pequeña

—Lo primero y más importante, no quiero que tus hijos vuelvan a tocar a mamá—Alberto desconcertado la miro congelado si poder contestar nada—y lo segundo es que ella no se entere nunca de esto.

—Lo juro por Dios

—Regreso en taxi, tu ve a tu trabajo

—Ok—se sintió sorprendido y apenado recibiendo instrucciones de esa pequeña, aunque era mayor de edad seguía siendo la pequeña que hacía rabietas cuando su madre y el la llevaban por un helado o al cine.

Cuando llegó a casa los dos hermanos aplaudieron aliviados.

—¡Vamos mujer que quiero cabalgar tu culo

—ponte la mini del otro día.

Sin embargo como si fueran mosquitos zumbando, ella con un ademán los desprecio y se fue a su habitación.

—¡Maldita no me dejes así mira como la tengo!

—¡No olvides que te salvamos el pellejo mocosa! —entonces salió ella llena de calma y sonriendoles.

—Les levantaron el castigo, tienen sus iPhones, su Xbox, sus tarjetas. Yo ya no les debo nada.

—¡Vamos Lucia!, ¿Que hago con toda esta leche?

—¡Un pastel podría ser! Y se lo comen entre los dos, par de basuras.

Pasaron las horas, los días y las semanas. Ambos se masturbaban mirando en las páginas porno como antes, su padre les hizo borrar todos los vídeos así que los episodios de sexo familiar estaban solo en su memoria. Por el contrario Lucia devia ir de compras cada martes y jueves. Pedía un taxi que religiosamente la dejaba a las puertas del centro comercial, dónde el auto rojo abría si puerta para desaparecer en el asfalto y entrar fugitivo a el motel barato dónde con un hambre de más el buscaba desde el primer momento el cuerpo de Lucia.

—¿Mamá no sospecha?

—No, ella cree que tengo junta con los proveedores, además está con sus amigas y se entretiene. No nota mi ausencia.

Eran diálogos cortos, mientras las manos de vos buscaban despojarse de las ropas lo más pronto posible. Luego el preámbulo de verla vestir lencería, subía las medias por sus piernas ante su mirada llena de morbo. Los ligueros, el baby doll. En cuanto estaba lista el buscaba su sexo, como loco le devoraba con su lengua cada gota del nectar de su cuerpo, ahora le dejaba las prendas, le gustaba como se veía, además era parte de su ritual el que escogieran el siguiente atuendo. En cuando el placer explotaba entre sus piernas, ella buscaba su miembro y se recogía el pelo para que él pudiera ver

su cara llena de inocencia comerle la verga suavemente, para luego ir al fondo hasta sentir sus palpitaciones en la garganta. Sostenía el trozo de carne al fondo y podía sentir como la piel de Alberto se ponía chinita. Luego se besaban compartiendo su sabor, unidos frente a frente sentían el frenesí de sus cuerpos, compartiendo el aliento se tocaban, el besaba su pequeños pechos salivando sus pezones mientras ella se apretaba contra su espalda que para ella era una muralla, fuerte, que ahora la protegía y nadie podía separarlos.

Desde tiempo atrás el admiraba el culo redondo que con la edad tuvo Lucia, pero ahí empinado con la tanga a un costado era como entrar al cielo en vida. Le gustaba mirar como despacio resbalaba su verga hasta estar dentro por completo, bañarla para sus nalgas chocarán con furia contra el y escucharla gemir de placer mientras sus brazos se doblaban y su culo se levantaba aún más. Cuando el la buscaba por detrás la miraba morder las sábanas y apretar los puños soportando el dolor con quejidos que luego se convertían en gemidos de un placer indescriptible para ambos. En las primeras escapadas el le confesó que su mayor deseo era llenar su pequeña y hermosa cara con su semen.

—quiero pedirte algo —le dijo a medio acto desconcertando a Lucia

—¡¿Que?! —pregunto ella entre gemidos

—¿Puedo acabar en tu cara? —la respuesta a eso fue verla arrodillada y levantando la cara, mirándolo fijamente.

Así que la costumbre se apoderó de sus encuentros y cada que sentía que el aceleraba el ritmo ella se escurría entre las sábanas para recibir los chorros de semen sobre su rostro. Aunque era el paisaje mas bello el nunca le tomo foto o video para evitar que por cualquier error Diana se enterará. Era su secreto y la cara de Lucia el lienzo en el que pintaba sus pasiones dos veces por semana.

Al principio un poco con asco, ella aguantaba la respiración y cerraba los ojos mientras Alberto descargaba sus chorros sobre su cara, pero ahora disfrutaba verlo apuntar y gesticular cada que se descargaba sobre ella, lamer los restos para volverlo totalmente loco, además de que le sumaba puntos. Su iPhone, la nueva laptop y la renovación de su guardarropa eran testigos de ello. Al igual que sus medios hermanos que llevaban días siguiendo sus movimientos sin saber que hacer para poder entrar al juego.

—Era ella—le decía Betito a su hermano.

—Maldito viejo, por lo menos debería combidarnos de su esposa.

—Las quiere solo para el

—Es un maldito

—¿Quien es un maldito? —pregunto Diana saliendo de la cocina.

—Nada, un videojuego de guerra que traemos en línea.

—Pero vamos a buscar las armas necesarias para vencerlo y ganaremos. Cobraremos el tesoro que nos pertenece dijo Chava riendo con su hermano.

La respuesta estaba ahí frente a ellos. Tenían que hacer que Diana se enterará, pero sin que ellos quedarán enmedio o su padre los mandaría a la calle. Así que después de estar seguros que días y a qué horario se veían su padre y su hermanastra, buscaron la manera. Desde un teléfono de prepago le mandaron varios mensajes de texto, dándole ubicación y todos los detalles para que ella por sus medios llegara a su escondite de amor.

Al principio pensó que era una broma, alguna vez la estafaron con un premio que jamás cobro, así que con la reserva de no caer de nuevo pidió permiso para retirarse temprano ese jueves, tomo un taxi luego de cambiarse de ropa en una gasolinera espero paciente tras un puesto de revistas. Pensó en irse pero vio el auto de Alberto acercarse y entrar al estacionamiento. Los labios se le secaron y las piernas le temblaban. ¿Cómo me puede hacer esto? Se preguntaba con rabia. Si entraba de inmediato el buscaría algún pretexto así que espero por unos minutos si perder de vista la habitación a la entraron a aquel auto hotel. Incluso pensó en qué no valía la pena, volvería a casa, tomaría a su hija y se irían. Ya se las han arreglado antes y lo volvería a hacer. En contra esquina los hermanos se miraban ansioso miéntras devoraban unos tacos y dentro de la habitación la verga de Alberto buscaba taladrar el culo de Lucia que enfundada en un conjunto de enfermera apretaba la mandíbula mientras entraba aquella verga por detrás.

Desde unos días atrás Alberto y Lucia jugaban el rol de Papá e hija así que ella a gritos le pedía más placer, sin importar quién los escuchará a través de las paredes.

—eso papi, rompeme el culo papito, ¿Te gusta mi colita?

—me encanta darte por tu colita mi nenita.

—¿Me vas a dar mi lechita? —Lucia sabía que en cuanto aceleraba el ritmo era cuestión de minutos para que terminara y se hizo aficionada a que su cara recibiera el semen.

—¿Los quieres en la cara putita?

—Si papito dame mi lechita caliente

—Te voy a llenar la cara de semen pequeña puta

—Si papi lléname mi carita de... —en cuanto saco su verga ella se realizó hasta quedar arrodillada levantando la cara y haciendo puchero de niña malcriada seguía pidiéndole que le diera su premio.

—Ven acá que me voy a...

—Dame mi lechita papito, me la gane, dámela aqui—se tocaba la cara mientras Alberto mastubaba su verga hasta explotar.

—haaa

—mmm que rica lechita papi, te gusta que me escurra por mi carita. Mira papi—con el semen sobre sus labios jugaba sin dejar que se escurriera. En ese momento sonó la puerta y vos se quedaron en silencio.

—¡ALBERTO ABREME SOY DIANA! Se que estás ahí abre ahora.

Ambos en shock se miraron petrificados y el comenzó a vestirse, Lucia lo imitó mientras los toquidos se hacían cada vez fmas fuertes. Acompañados de gritos y reclamos. Hasta que Alberto abrió la puerta. Asegurándose de que Lucia estuviera en el baño.

—¿Dime con quién estás? —dijo Diana aventando lo a un lado y urguscando en cada rincón de la pequeña habitación. Hasta que vio a su hija sentada en la regadera con la cara aún llena de semen.

—¡¿Lucia?! —la tomo de la mano, salieron sin decir una palabra. Paro el primer taxi que vio, aventó a su hija como si fuera un bulto y ya dentro le pregunto.

—¿Porque? ¿Que te hace falta? ¿Porque con el?

—Mama no es lo que...

—limpiate esa cara por dios—eñ taxista veía por el retrovisor el rostro juvenil aún con semen tratar de limpiarlo con su playera. Para cuándo llegó Alberto a casa, las cosas de ambas ya no estaban. El no se explicaba como fue que se enteró sí eran tan cuidadosos. Hasta que sus hijos entraron serios a la casa.

—Hola pa'

—Hola

—¡CLARO! ¡MALDITOS INÚTILES BUENOS PARA NADA!

—Pero pa...

—Se les acabó su pa' van a trabajar porque de mi no van a recibir un solo peso.

Y así fue, ahora vos trabajaban en el área de carga del almacén, aunque su padre seguía pagando casi todo. Aprendieron a valorar. Alberto después de un tiempo logro que Diana lo escuchará y cenaría con ella el sábado. Mientras tanto el viernes que todos estaban ocupados el estacionaria su auto fuera de el súper que cambiaban cada semana, igual que el hotel para seguirse viendo. Lucia seguía buscándolo aunque tvien abogaba por qué regresará con su madre. Lo quería en casa todos los días.

@MMamaceandoO

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