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Perdidos (11): El cumpleaños de Jonathan
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Tiempo de lectura: 14 minutos

Durante el resto de ese día Jonathan evitó todo tipo de contacto con su madre y su hermano mayor. Y es que estaba realmente celoso y furioso con todo lo que había visto a escondidas durante el “el encuentro clandestino” y amoroso que habían tenido su hermano Jonás y su mamá.

Muchas cosas pasaban por su cabeza, se sentía traicionado por su hermano, quien se comía solito a mami sin poder conseguirle una “cita” con ella. Y se sentía humillado por su mamá, quien a sabiendas de que é también sufría los efectos de la “soledad”. Ella tenía descaradamente un romance con el mayor de los hijos, y al mismo tiempo les coqueteaba con ropas ajustaditas, a él y al resto de sus hijos.

Esa actitud de coquetería altanera, de hecho, Judith la mantuvo durante los próximos días siguientes, por lo que el “odio” hacia ella se fue acumulando en Jonathan, quien ya no contaba con la “ayuda” de su hermano Jonás para acercarse a su mamá, ya que el mismo Jonathan había decidido tomar las riendas de su propia estrategia para llegar a cogerse por fin a su hermosa y altaneramente coqueta madre.

Fue así que tres semanas después de haberlos visto encamarse en aquella cueva estando él mismo escondido a pocos metros de ellos. Una mañana después de espiarla practicando sus sensuales ejercicios de Joga, tomó la firme decisión de jugarse el todo por el todo con ella.

Judith concluyó su sesión de yoga con eróticas poses y sensuales movimientos, sabiéndose ya abiertamente observada por su fiel espectador de cada mañana, se dirigió a él con la ya tradicional calza rosada que al caminar se le metía tanto en su zanja trasera cómo en su zanjita delantera, enmarcándole bien su culo y concha. Y miraba descaradamente cómo su hijo ya no se contenía a comerla con la mirada.

Jonathan la llamó y la invitó a caminar y ella aceptó gustosamente

Mientras caminaban por el trayecto que había elegido Jonathan, ella disfrutaba de cómo su hijo no miraba el camino por verla en esas fachas.

Ellos charlaban animadamente de temas varios, mientras Jonathan en su mente iba contando los minutos en forma de cuenta regresiva, del tiempo que les faltaba para llegar al lugar geográfico a donde la quería llevar.

Al llegar a la cueva donde Jonás y ella tenían su encuentro clandestino, Jonathan la invita a entrar para descansar un rato de la caminata y el calor que estaba empezando a hacer esa mañana.

Judith, aceptó entrar, pero enseguida notó algo raro en la cara de satisfacción de su hijo.

Ellos se sentaron en aquella “cama” rocosa donde tantas veces Jonás y Judith habían dado rienda suelta a sus instintos de hombre y mujer.

Charlaron durante algunos minutos de cualquier cosa hasta que el chico sacó el tema de conversación por el cual la había llevado hasta ese preciso lugar de la isla,

– Mami ¿cómo llevás adelante tu soledad en este lugar? Disparó Jonathan.

– La verdad, que cómo estoy con mis 4 hijos conmigo, ya no estoy sola. Se hace totalmente la desentendida ella.

– Si claro yo también opino lo mismo, pero ¿cómo lo sobre llevás cómo mujer? Se arriesga a preguntarle él

– ¡Ahh, bueno mira qué sé yo hijito, cómo que trato de no pensar en eso, claro yo ya estoy bastante acostumbrada a ese tipo de soledad, pero me imagino por ahí que quizás a vos y ustedes en general, cómo son más jóvenes y están en una época de sus vidas donde las hormonas mandan, supongo que eso sumado a que vos y Jonás ya tenían novias para cuando nos pasó todo esto en el caso de ustedes debe ser más difícil. Dice Judith algo nerviosa, sospechando que su hijo tenía algo entre manos.

– Si claro, me imagino que quizás a tu edad las cosas se pueden llavar con más calma, pero… ¿Cómo lo sobre llevan con Jonás? ¿Ósea ustedes duermen juntos, a una edad en donde una persona de la edad de Jonás ya pudiera ser tu pareja? Dice Jonathan con cierta picardía en su mirada.

– ¡Cuidado con lo que estás diciendo Jonathan!… ¡Ustedes todos son mis hijos, y eso no lo va a cambiar esta isla deshabitada, ni ninguna otra cosa! ¡Yo entiendo que toda esta situación porolongada en el tiempo nos está poniendo nerviosos a todos, pero ante todo tenemos que conservar la calma! Dice muy firme en su posición la mamá.

– Mamá, tranquila, ya lo sé todo desde hace mucho tiempo y lo entiendo perfectamente, acá todos estamos pasando “hambre” solo digo que no es de familia comer a escondidas y el que “come y no convida tiene un sapo en la barriga”. Dice él jocosamente.

– ¿Qué te pasa? Pregunta su mamá enojada.

– ¿No se te hace familiar este lugar?, ¿No vienen aca con Jonás a… Dice él

– No sé Jonathan, hemos venido alguna vez, pero no a lo que estás insinuando. Dice Judith aterrada por el descaro de su hijo y al borde del llanto por los nervios que le provocaba estar perdiendo el control de la situación.

– Mirá mami, no es necesario que te pongas mal, solo reconóceme lo que ya es obvio y listo. A ver, tampoco me extraña tanto todo esto, Jonás siempre fue tu consentido, y era obvio que una vez más el elegido iba a ser él, yo solo te traje acá para dejarte en claro que ya lo sé todo. Dice él.

– Está bien hijito, perdóname. Pero no es verdad que él sea mi favorito, simplemente es el mayor y el hombre de la casa o algo así. Dice llorando su mamá.

– Si, está bien, mamá, pero él no es el único que quedó solo, yo estoy en su misma situación. Replica Jonathan.

– Si mi amor, mami te entiende. Comenta Judith llorando.

– Entonces si es verdad que me entendiste, solo te pido el mismo trato que con Jonás. Dispara Jonathan.

– ¿Cómo sería eso? Pregunta ella incrédula por lo que acababa de escuchar.

– Quiero que nos turnemos con vos, mira. La semana que viene es mi cumpleaños, nuestra primera vez, podría ser mi regalo de cumpleaños de tu parte. Le propone él.

– ¿Queee?, ¡soy tu madre! Le replica Judith casi gritándole.

– ¡También Jonás es tu hijo! ¿no? Le retruca el chico.

– ¡Si, pero…! Dice ella ya sin argumento.

– ¡El Sábado es mi cumpleaños, acomodá tu agenda para en algún momento del día venir a darme “el regalito”, o si no abstenete a las consecuencias! Le dice Jonathan antes de irse de la cueva y dejarla a Judith sola llorando desconsoladamente, sintiéndose humillada en su propio juego.

Mientras que Jonathan, se fue con la cabeza en alto disfrutando del paisaje marítimo que le ofrecía el camino de retorno a casa. Ahora ya solo restaba esperar que se venciera el tiempo de plazo que le había dado a mamá para entregarle su regalito de cumpleños.

Al llegar al campamento, Jonathan seguía disfrutando del gran avance que había logrado para por fin echarse al plato a su madre.

Cuando por fin la vio llegar a Judith, notó que traía una cara muy preocupada, y que, si talvez la viera así su hermano Jonás, iba a tener problemas con él.

Entonces, se le acerca a Judith, y le dice:

– Escuchame tres cosas: anda cambiando la carita, que aquí no ha pasado nada, solamente hemos caminado y charlado, y además a partir de ahora vas a tener 2 pijas para vos solita. Segundo: Jonás no tiene que saber lo que pasó, si él hizo con vos lo que hizo. Y yo me lo enteré de casualidad, pues conmigo va a ser de igual modo. Y tercero, en mi cumpleaños te quiero vestida así cómo estás ahora, con la calza bien metida en la zanja del culo y en la zanjita de la concha. ¿Ya pensaste cuando me vas a dar el “regalito” ¿. Le dice Jonathan.

– El sábado a la mañana. Le dice Judith.

– ¡perfecto, que linda manera de arrancar festejando mis 22. Le dice sonriéndole él.

Judith, mira al piso resgnada y se va.

Ella no estaba tan molesta porque ahora se sume Jonathan a la locura que estaba viviendo con Jonás desde hace ya un buen tiempo, pero si le molestaba, y la humillaba mucho el trato agresivo que tenía con ella. Era algo que quería hablarlo muy seriamente con él en algún momento.

Los días fueron pasando y el sábado se fue acercando cada vez más inevitablemente. Y eso era algo que a Jonathan lo alegraba de sobre manera al tiempo que lo impacientaba, él sentía que de algún modo sería el mejor cumpleaños de su vida con un regalo que jamás hubiera esperado recibir.

Por su lado Judith, pensaba en cómo iría a ser el encuentro con Jonathan, que iba a querer exactamente de regalo, y cómo haría ella para imponérsele y en todo momento manejar este asunto ella misma.

El Vierna por la tarde, Jonás y Judith, fueron a “caminar” después de almorzar. En el camino a la cueva, Jonás la notaba distinta a su mamá, le costaba conectarse con los temas de conversación y estaba muy dispersa, incluso por momentos parecía cómo querer contarle lo que le pasaba, pero a último momento se frenaba y se lo callaba.

Su hijo se daba cuenta que algo no andaba bien, a estas alturas madre e hijo se conocían perfectamente y se podían entender sin hablarse, pero si ella no era capaz de decirle lo que le pasaba, él jamás la incomodaría con insistencias sobre el particular que la aquejaba.

Por su parte Judith consideraba que era un asunto que cómo mujer adulta tenía que manejarlo sola. Además ¿Qué le podía decir? ¿Qué en unas horas tendría que abrirse de patas para su hermano? Y, por otro lado, sabía perfectamente que era algo que ella misma se lo había buscado solita.

Al momento del jueguito sexual, Judith, definitivamente no estaba a la altura de las circunstancias, y con solo unos besos y caricias, Jonás supo que era mejor dejarlo para otra ocación. Ella le agradeció la comprensión y le pidió disculpas. Pero él le restó importancia al asunto, ya que era la primera vez que se iban de aquel lugar sin algún jueguito intimo.

Al llegar al campamento familiar, ella se sintió más aliviada y agradecida por la comprensión de Jonás, y eso fue motivo para que frente a la familia su humor cambiara.

Esa noche al irse a dormir, Jonathan estaba eufórico, la espera por concretar su fantasía, esa fantasía que se le había instalado en la cabeza, sobre todo desde que había descubierto la relación entre su hermano mayor y su madre, la espera por tener a mamá cómo la tenía su hermano, había terminado, o más bien estaba por terminar.

Muy temprano, al amanecer, cómo cada mañana Judith despertó, y su hijo Jonathan, al oírla, salto de la cama, cómo cada mañana en la que la espiaba haciendo sus poses de relajación frente al mar, pero esa mañana del día de su cumpleaños, sería destinta a las otras anteriores, esa mañana era la mañana del día de su cumpleaños, donde su mamá más allá de lo que hicieran específicamente hoy, pondría fin a su “soledad” desde hoy en adelante, y por cómo venia la maño en este año que ya llevaban varado en esa isla, todo parecía indicar que la familia pasaría el resto de sus vidas en estas condiciones, lo que convertía al derecho de “comerse” a mamá en el mejor regalo de cumpleaños que se podía recibir en la vida, si te tocara un destino final así y si tu madre fuera la preciosa, atlética y por demás atractiva Judith.

Jonathan, se vistió y al salir de la carpa su mamá iba a la orilla del mar vestido tal cual se lo había pedido su hijo, haría unos minutos de meditación frente al mar, y enfrentaría su destino con Jonathan.

– ¡Te voy a estar esperando, no se te ocurra fallarme! Tené en cuenta que hoy vamos a comer a la una de la tarde todos juntos, y el trayecto a la cueva a donde vamos es lejos, y no tendrás mucho tiempo para “entregarme el regalo”. Le grita él desde lejos emprendiendo su camino al lugar indicado. Judith asiente con la cabeza y siguió tratándose de concentrarse inútilmente en sus ejercicios matutinales, pero los nervios, y el miedo y hasta algo de excitación, la obligaron a abandonar su yoga y unos minutos después siguió el mismo camino que su hijo.

Jonathan, al llegar a la cueva entró en ella y descansó en su interior un buen rato, y cuando empezó a impacientarse en la espera de su madre, salió a esperarla afuera.

Caminó un buen rato por el lugar, dando vueltas en círculos pensando en por qué rayos Judith se demoraba tanto a llegar a su primera “cita” con él en este día tan especial.

¿Es que acaso se tomaría el atrevimiento de tener la osadía de dejarlo esperando después de que él le advirtió claramente de que eso le traería consecuencias?

Ya estaba perdiendo la calma, ya pensaba en volverse al campamento familiar o por lo menos salir a su encuentro recorriendo el camino de regreso a “casa”.

Dejó pasar unos minutos más y eso hizo. Salió al encuentro de ella por el camino de regreso a casa, y justo después de recorrer los primeros metros, vio venir a lo lejos.

– ¡Pensé que ya no venías! Le dijo en tono aspero su hijo Jonathan.

– Me demoré un poquito perdón. Le responde su mamá

– No sé cómo te manejas con Jonás creo que vienen juntos ¿no? … pero te aclaro desde el principio que conmigo es importante la puntualidad, sobre todo a la hora del sexo ¿entendiste? Continúa en su tono de macho dominante Jonathan.

– ¡Ayy bueno! . Reacciona Judith sorprendida por la dureza e intolerancia de su hijo.

– Fijate que ya deben ser casi las 10 de la mañana y para el medio día tenemos que estar en el campameto para que el “capitán de barco hundido” y los demás me canten el feliz cumpleaños y cómamos pescados y cangrejos una vez más. Le dice Jonathan.

– ¿Por que lo tratas asi a Jonás? Él solo intentó poner a salvo a toda la familia y eso te incluye a vos. Le responde ella harta ya de la altanería de su hijo.

– Ah tenes razón, ahora resulta que nos salvó la vida tu hijo favorito. Dice Jonathan en tono burlón.

– ¡No tengo favoritismos con mis hijos, todos son iguales en mi corazón, pero eso vos nunca jamás lo entendiste, y desde que papá nos abandonó te pusiste peor conmigo y Jonás!… bueno, mira acá estoy cómo me lo pediste, ¿Qué querías que hagamos? Dice Judith para cortar de una vez la discusión por viejos rencores familiares, y dar paso al verdadero motivo del encuentro.

Entonces él la toma de la mano y la lleva hasta la entrada de la cueva, y la deja mirando a la “pared” haciéndole apoyar las manos en ella, le hace separar las piernas y echar la cola hacia atrás.

Jonathan, se para detrás de ella y la observa. Allí estaba la bella Judith, con su pelo castaño claro lacio bajando por su espalda deslizándose por su remera verde y espalda hasta llegar casi a su cintura.

Jonathan la miraba en silencio, observándola detenidamente y adimirando el escultural cuerpo de mamá moldeado por años de gimnacio, caminatas, joga y una sana y acotada dieta alimenticia.

Cómo el tiempo pasaba y el silencio y quietud dominaban la escena, Judith no pudo evitar mirar de reojo hacia atrás y en ese preciso momento es que Jonathan se le acerca suavemente por detrás. Entonces ella vuelve su mirada a la pared, y cierra sus ojos en un gesto de total resignación y sumisión a los caprichosos deseos de su conflictivo hijo.

Jonathan visiblemente excitado por aquel culo parado con aquella calza rosada metiéndose en la zanja de mamá. Posa sus dos manos en las firmes nalgas de Judith, quien siente cómo un escalofrio recorre todo su cuerpo cuando su hijo se apodera con sus firmes manos de sus nalgas

Y entonces Jonathan al percibir el pequeño temblequeo del cuerpo de mami con el escalofrio, le pregunta:

– ¿Esta maravilla es por el gim?… ¿te estás calentado perra?

A lo que Judith solo responde afirmativamente con un leve movimiento de cabeza, cómo para complacerlo con su respuesta.

– ¡Nunca antes había prestado atención a lo buena que estás! . debiste haber tenido muchos admiradores ¿eh? ¿te dicen muchas cosas en la calle? ¿Cuántos tipos se te tiraron desde que quedaste solita? ¡Yo hubiera hecho lo que sea, aunque sea para echarmo un polvo con vos! Continuó admirándola su hijo.

Pero Judith permaneció en silencio ante semejantes palabras de su propio hijo.

– ¿Te gusta perra? Le vuelve a preguntar él con voz más autoritaria y nalgueándola

– ¡No me digas así!, soy mamá y merezco respeto, ¿acaso tratabas así cómo a una puta a Camila? Pero ni bien la terminó de nombrar a Camila, Jonathan la toma firmemente en sus brazos y la hace girar hasta que quedan frente a frente.

– Nunca más vuelvas a dirigirte con esa palabra a Camila… ¿sabes por que?… porque ella a diferencia tuya, no coquetea ni se encama con su propia familia. Le replica firmemente Jonathan, mostrándole su mano en posición para abofetear a su mamá, quien lo mira con los ojos bien abiertos y llenos de lagrimas por la indignación por lo que había acabado de escuchar.

– Si estoy acá dejando que me metas mano y no sé que más me harás, es por complacerte por tu puto cumpleaños ¿sabes? ¡Yo tampoco soy una puta para merecerme esto! Le replica ella entre sollozos.

– ¡Corrección mamita!, si te pedí esto es porque estoy hasta la coronilla de tener que soportar de verlo al capitán de barco hundido de mi hermano, cojerse él solo a la única mina de la puta isla en la que nos metió para todo el resto de nuestras vidas, alejándome de mi gran amor y toda mi vida, de la que ahora solo tengo recuerdos. Mientras que él cómo premio, mami se lo lleva a la cama todas las noches, y lo cabalga cada vez que le es posible, ¿cómo hacía para calentarte cuando te traía acá? ¿se ponía su gorrita de capitán de barco hundido y te recordaba las que pasaste vos con la tormenta en alta mar, entre ataques de histeria, mareos y vómitos? Se burla Jonathan

– ¡Noo, me trata con ternura, dulzura, es compañero, amigo, servicial, buen hombre, buen hijo! ¡Snif, snif! Y ¿Sabes que? ¡Si, si me equivoqué al caer en tentación con, él, pero fue por amor, fue tanto por él cómo por mí! pero te prometo que sí lo necesitas vos también, mamá va a tener las mismas atenciones que con Jonás, pero te pido que nos tratemos bien, con cariño con amor y ternura ¿bueno mi amor? Le dice llorando Judith.

– Está bien mami, cómo digas, entonces yo ¿a partir de ahora, también puedo… Es decir ¿nos vamos a turnar con Jonás para estar con vos? Refleccióna muy feliz él.

– ¡Mhm!… lo prometo. Le murmura ella secándose las lagrimas del rostro.

– Pero, quiero que por lo menos durante un tiempo sea a escondidas hasta de Jonás. Le pidió él.

– ¡Mhm! Creo que también lo prefiero así, para mí sigue siendo un poco difícil todo esto, todo se dio muy de repente con la persona menos esperada y ahora con vos. Le dice su mamá

– Estás hermosa ¡te amo! Le dice su hijo.

– ¡Jajaja, gracias, me vestí así para vos, para tu cumple mi amor. Dice Judith muy tiernamente.

Entonces Jonathan se acerca a ella tanto cómo para poder respirar su aliento. Empieza a acariciarle los pechos, mientras la mamá cierra los ojos y disfruta de las primeras caricias con ternura que le hace su hijo Jonathan.

Con sus dos manos, baja lentamente hasta el vientre casi plano de Judith, y lo acaricia tiernamente mientras acompañaba los movimientos de la respiración de su mamá.

Ella da unos pequeños pasos hacia atrás, y se apoya sobre el acantilado.

Entonces Jonathan sigue bajando muy lentamente sus manos por encima de la remera hasta llegar a la calza rosada.

Se arrodilla frente a su madre y mira bien de cerca cómo aquella ajustad prende de vestir se metía perfectamente en la vagina de la mujer, enmarcando bien la zanjita delantera de la hermosamente provocativa Judith.

No pudo evitar la tentacíon de juntar sus manos en el centro de la entrepierna, y notar una fresca humedad en la zona veginal de su mamá.

– ¿Estás muy excitada ya? Le pregunta su hijo incrédulo por la humedad que acariciaban sus manos.

– Más o menos mi amor. Le responde ella murmurando en un tono sensual.

– ¡Pero bien mojadita que estás! Le responde él con una gran sonrisa de satisfacción por la humedad descubierta allí a bajo por sus manos.

– No creo que ya sea para tanto, lo que oasa es que cuando estaba viniendo a acá en el camino me dieron ganas de hacer pis y no tuve con que limpiarme, y cómo la bombacha que uso casi siempre con esta calza están fina y la calza esta me queda tan ajustada al cuerpo, me debo ahaber meado la bombacha y la calza, perdón hijito mami no tenía con que limpiarse. Exiplica Judith un tanto avergonzada por lo notado por su hijo.

Entonces Jonathan acercó su mano a la zona vaginal, impregnó sus dedos con aquella humedad y se los olió, comprobando que su mamá tenía razón con lo que le acababa de contar.

Acto seguido hunde su nariz y boca en aquel lugar, haciendo que instintivamente Judith separe sus piernas y con las dos manos acariciaba suave y tiernamente la cabeza de su hijo.

El chico huele, besa y golpetea suavemente con su lengua la zanja vaginal de su mamá quien no dejaba de acariciarlo tiernamente. Estuvieron así unos largos instantes, hasta que Jonathan se puso de pie, la tomó de la mano y la condujo al interior de la cueva.

La acostó en aquella roca rectangular, la acomodó bocaarriba, le abrió y fleccionó las piernas, y otra vez se avalanzó sobre ella para disfrutar de aquellos olores. Cuando ya no aguantó más su erección, le sacó las zapatillas, luego la hizo ponerse de pie para desvestirla hasta dejarla con una bobacha rosada como la calza, y un corpiño blanco.

– ¿Te gusta ver a mamá asi? Le pregunta Judith con una tierna sonrisa en sus labios al ver cómo era devorada por la mirada de Jonathan.

– Me encanta. Le responde él.

– ¿Me espiabas cuando me bañaba en el manantial?, Le pregunta ella con picardía.

– ¿Como lo sabes? Le pregunta sorprendido Jonathan.

– Intuisión femenina. Le responde Judith.

– ¿Te lo contó Jonás? Le pregunta Jonathan.

– Ni falta que hubiera hecho, una buena madre sabe siempre donde están sus pollitos. Le responde ella.

– ¿Puedo ver más? Le pregunta nervioso su hijo.

– Hoy es tu cumpleaños y este está siendo el regalo de mamá. Dice Judith sacándose la bombacha y dándosela.

– ¿Me la regalas? Le pregunta eufórico Jonathan sin poder sacarle los ojos de encima a esa peludicima concha.

– ¡Jajaja, mami te la presta un ratito para que “juegues”, pero después se la tiene que volver a poner ¿oue van a decir tus hermanos si mami vuelve sin bombacha a “casa”. Pregunta ella casi riéndose.

– Pero a mi me gustaría conservarla, la bombacha de nuestra primera vez. Dice Jonathan casi suplicándole.

– Escuchame mi amor, mami no se trajo mucha ropita para estas vacaciones que supuestamente iban a durar un mes, y si cada uno de ustedes me pide el mismo souvenir en la primera vez con mamá, cómo viene la mano, mamá puede llegar a terminar con 4 bombachas menos, y no es que sean todas las que me traje, pero si son muchas para las que tengo. Le explica Judith tiernamente.

– Pucha, que lastima. Responde Jonathan resignado mientras la huele.

– Si tanto te gusta verme vestida cómo me vine hoy, mami puede vestirse así para nuestros encuentros ¿Queres? Trata de conformarlo ella.

– Está bien, ahora subite a la piedra y ponete en 4 patas. Pide su hijo.

– Pero no vas a poder…. Intenta explicarle mientras complace a su hijo poniéndose a cuatro patas en la “cama

– Ya sé, ya sé cómo es el asunto con el aujero de mami, hay que rosarle la verga en el hoyo sin embocársela, ya vi cómo lo hace Jonás, Tranquila. Le cuenta él.

– ¿Cómo es que lo sabes? Pregunta Judith, mientras Judith, mientras Jonathan se desviste rápidamente.

– Los vi. Responde su hijo ya desnudo colocándose detrás de ella

Ella se queda callada y llena de vergüenza.

Entonces su hijo comienza a rozar su pene en la entrada vaginal, mientras Judith gozaba en silencio, y su hijo notaba la creciente excitación de su mamá notando cómo se mojaba más y más. Entonces no resiste más, y tomándola firmemente con sus brazos, la penetra de un solo empujón.

– ¡Nooo, por favor hijitooo, así nooo, así nooo! Gritaba desesperada Judith tratando de safarze de los brazos de Jonathan.

– ¡Eso, movete perra, movete ahh, ah, movete, ahhh! Decía su hijo sujetándola fuertemente.

– ¡Vas a preñar a mamá, vas a preñar a mamá saliii! Gritaba Judith desesperada casi llorando.

– ¿Te parece?… ¿no te habrá preñado el “capitán” y ahora me lo queres endozar a mí?

– ¡Nooo, hijito, no, no le hagas esto a mamá. Suplicaba llorando Judith, casi vencida en su resistencia, en parte por la fuerza de Jonathan, pero también por el placer de sentir una pija bien adentro, después de tanto tiempo.

– ¿Quien te coje mer mami, el “capitán” o yo? Le pregunta él bombeándola salvajemente

– ¡Ahh, buaaa! Lloraba Judith entregada al placer, y al miedo de que le terminara adentro.

– ¡Ahhh! Gimió Jonathan con su orgasmo, al tiempo que le retiraba el pene de la vagina.

Judith, se dejó caer sobre la “cama”, y lloraba desconsoladamente cubriéndose la cara con las manos, mientras Jonathan se vestiá y luego de tomar la bombacha de mamá que estaba en el piso, se fue de la cueva mientras ella permaneció llorando desnuda en la cama un buen rato hasta poder calmarse, vestirse y salir rumbo a “casa”.

En el camino, ya casi llegando al campamento, Judith se Reencontró con Jonathan.

– ¡Cambiá esa carita y ponete contenta, hoy es mi cumpleaños, y todo lo que hiciste fue darme el regalo, acá no ha pasado nada.

– Bueno, está bien, pero devolveme la bombacha, Le reclama su mamá.

– Me gusta saber que andas sin bombacha, subite bien la calza para que se te meta en el culo y la concha, y andá así en frente de todos, si te oortas bien te la devuelvo esta noche. Le ordena Jonathan.

Judith intenta volver a hablarle, Pero Jonathan la ignora y se va a conversar con Ronaldo y Tomás.

La mamá acomoda su ropa cómo se lo había pedido su hijo, y al almorzar, se sentó junto a Jonathan, que, en voz baja a cada momento durante el almuerzo, le pedía a su madre que pidiera un brindiz por él y le dijera feliz cumpleaños, a lo que ella accedía llamando la atención de los demás precentes, quienes al verla así la creían pasada de copas.

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