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Perdidos (3): El despertar de los cachorritos de mamá

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La confianza entre Judith y su hijo mayor sigue fortaleciéndose y va en aumento. Pero la competencia entre los dos cachorros mayores de Judith, sigue acentuándose.

Quinto mes:

Llevaba 5 días seguido de lluvia en la isla, por tanto, Judith no estaba yendo a bañarse ni al mar, ni al manantial. Solo se higienizaba con agua de lluvia, cómo lo hacían sus hijos.

Jonás cada noche se levantaba a masturbarse, tras manosear a su mamá cuando ella estaba completamente dormida. Pero en cambio Jony se estaba quedando completamente afuera del asunto, al no poder espiarla en el manantial.

Muy esporádicamente Jony encontraba alguna bombacha que Judith dejaba en un valde donde juntaba la ropa para lavar. Y se masturbaba con los olores intimos y femeninos de su mamá.

Pero en aquel quinto día, luego de masturbarse a escondidas de todos, fue a dejar la bombacha rosada en el valde de ropa sucia, y cuando lo estaba haciendo, lo vio Tomás, quien lo vio, le sonrió y le dijo.

-Al parecer acá todos estamos en la misma.

-¿De qué hablas tarado? Le pregunta Jony.

-De que Vos haces lo mismo que Yo. Le responde el chico.

-¿Qué haces? Insiste Jony.

-¿No te pajeaste con la bombacha de mamá? Le pregunta Tomi.

-Bueno… fue por primera vez, ¡desde cuando lo haces Vos? Pregunta Jony.

-Cómo dos o tres semanas. Confiesa Tomi.

La conversación se trunca ahí, cuando de repente entra en el lugar Ronaldo, el más chico de los 4 hermanos.

Pero Jonatán se queda pensando largamente en lo ocurrido. De cómo su mamá se estaba convirtiendo en la “hembra” de los 4 viriles hermanos atrapados con ella en aquella isla remota.

Tenía que hacer algo al respecto, tenía que hablarlo con Jonás, y quizás pudieran sumarlo a Tomás. Para que se pueda hacer algo entre los tres.

Pero pasaron varios días antes de que Jony encontrara el momento adecuado para hablar del asunto con su hermano mayor. Y en esos días, varias veces lo vio a Tomás con alguna bombacha de Judith en la mano. Incluso él mismo agarró la costumbre de su hermano de masturbarse con los olores y la humedad que mami dejaba en sus bombachas.

Cuando por fin encontró la oportunidad, Jonás se demostró tan sorprendido cómo él. Pero ante la propuesta de hacer algo al respecto, Jonás se demostraba incapaz de tirar alguna idea. Solo repetía una y otra vez que había que tener cuidado de que ella no se diera cuenta de nada.

Asi fueron pasando los días, los hermanos mayores, se turnaban para espiar a mami, y Tomás seguía masturbándose con sus bombachas.

Cierto día Jonás y Judith, dan una larga caminata por la playa, durante la que conversan francamente madre e hijo.

Ellos comenzaron a caminar y charlar. Judith quería que Jonás le hable de sus hermanos, de las cosas que ellos charlaban con él. De cómo veía él cómo estaban tomándolo ellos, toda esta situación que les estaba tocando vivir.

Jonás le contaba que en general el estado de ánimo entre los muchachos era muy bueno, pero que bueno, también había que ver que iba a ir pasando por la cabeza de cada miembro de la familia, a medida que esta situación continúe prolongándose en el tiempo. Es decir: cada uno de ellos, incluso ella misma tenían una vida antes que esto pasara, y que esa vida se interrumpió abruptamente, y una nueva y totalmente distinta, tomó a todos por sorpresa, y que simplemente ahora cada uno estaba intentando vivir esta nueva vida cómo mejor pudiera.

Judith, le daba la razón en esto, y le agradecía a él por ayudarla tanto a manejar la familia, ella le decía que lo veía ya todo un hombre y que estaba orgullosa de él.

Pero entonces Judith, le preguntó por sus sentimientos, le preguntó sobre su novia Jessica.

Jonás le confesó que cada vez la extrañaba menos, y que cómo a ellos ya los deben considerar perdidos o muertos, ella ya debe estar de novia con otro.

Judith, se sorprendió al escuchar hablar así a su hijo mayor, y le preguntó que si realmente él pensaba que ya nos los buscaban.

Jonás le hizo ver que ya pronto se cumplirían 7 meses desde que zarparon del puerto, y que ellos jamás si quiera llegaron a donde dijeron que iban.

Unas lágrimas brotaron de los ojos de Judith, y su hijo la abrazó fuertemente.

Asi permanecieron unos minutos en los que, por primera vez, Judith pudo llorar con todas sus ganas en los brazos de su muchacho más fuerte.

Jonás le pidió perdón repetidas e incansablemente a a su mamá, mientras ella solo lloraba abrazándolo fuertemente.

Le pedía perdón, porque él apenas había terminado su curso para conducir yates y los había “embarcado” a todos en esta tragedia.

Ella lo besaba en la mejilla y llorando le decía que por lo menos estaban todos juntos. Que cómo madre se hubiera vuelto loca si él hubiera desaparecido solo o con sus hermanos en este viaje y ella tuviera que seguir adelante sola.

Pasada la conmoción del dialogo ellos siguieron caminando y conversando. La conversación era variada y animada. Los 2 se sentían muy bien acompañados estando juntos. Pero entonces ella volvió sobre el “tema” y le pregunta que cómo lleva su masculinidad sin Jessica.

Jonás se sorprendió al oírla preguntar esto, la miró a los ojos y antes que ella se sonrojara y desviara su mirada perdiéndola en el mar, Jonás percibió algo raro en su mirada.

El chico insiste en que por ahora todo es manejable, solo ocupa su mente en otras cosas y todo se calma.

Pero el percibía cómo que su respuesta no dejaba satisfecha a mamá. Ella parecía querer ahondar en el tema, querer preguntar. O incluso contar algo que por alguna razón no se animaba a exteriorizar.

Entonces el chico se armó de valor, y le preguntó cómo llevaba ella ese mismo tema.

Judith, reaccionó con sorpresa y hasta con algo de disgusto con la pregunta, pero pronto comprendió que era ella misma la que había sacado el tema.

Entonces le contó que un tiempito antes que emprendieran el viaje a donde están ahora. Ella cómo ya veía que ellos estaban grandecitos. Había iniciado una relación con un viejo amigo que la pretendía desde hace mucho tiempo. Pero que la relación recién estaba comenzando y no habían llegado a prácticamente nada.

Entonces Jonás le preguntó que si habían tenido relaciones sexuales. A lo que ella respondió que una sola vez en casa de él.

Y Jonás le pregunta que si lo extrañaba. Ella dijo que si, pero que ya se está acostumbrando a la idea de que se va a quedar sola junto a sus 4 hijos toda la vida.

Al volver al campamento, cómo Judith tenía mucho calor, decidió ir al manantial a refrescarse, y ese día le tocaba a Jonás “acompañarla”. El muchacho esperó unos hasta que ella se alejó lo suficiente, y entonces fue tras su mami.

Mientras caminaba Jonás iba repasando en su cabeza todo lo charlado con su mamá y poco a poco se le fue metiendo en la cabeza de que era cuestión de tiempo y táctica para que finalmente algo se diera entre ellos.

Jonás llegó a la roca donde se ocultaba siempre, y desde ahí la observaba con los binoculares.

Ella estaba sentada en una roca a la orilla del manantial, estuvo asi inmóvil, pensativa durante varios minutos, hasta que comenzó a desnudarse, se metió al agua y nadó unos minutos, luego salió, tomó de su bolso una botella de agua y bebió del pico un largo trago. Se sacó la bombacha blanca que era con lo único que se había quedado puesto para nadar, y ahora completamente desnuda, se volvió a meter en el agua esta vez ya para higienizarse.

Luego de hacerlo, salió del agua y se quedó parada desnuda junto al bolso de su ropa y entonces estando de frente a su hijo que la miraba desde lejos, comenzó a acariciarse los pechos y a disfrutarlo cada vez más. Jonás tuvo su inmediata erección al verla en esta escena tan erótica.

Entonces ella baja su mano a su peluda concha, y empieza a masturbarse, desatando en su hijo una simultánea, pero desenfrenada paja viéndola por primera vez a su mamá desahogando su soledad.

Ambos terminan casi al mismo tiempo, costándole un poco más a ella. Pero madre e hijo terminan recostados ella en un toallón que extiende en el piso, y él sobre la roca en la que se ocultaba de ella.

El chico queda varios minutos apoyado en su roca, y cuando toma los binoculares para ver a su mamá, ella dormía profundamente recostada bocabajo en su toallón completamente desnuda. El chico aprovecha a levantarse e irse del lugar, y unos minutos después el frio de la brisa, la despierta a Judith, quien se viste y se va.

Ya en el campamento, Jonatán, quien había notado la larga ausencia de su mamá y su hermano mayor. Estaba ansioso por hablar con su hermano, para saber cómo iban las cosas entre Jonás y ella.

Y la verdad es que Jonás también estaba deseoso por charlar con su hermano y ponerlo al tanto de las últimas novedades y quería pedirle su opinión también.

Jonás le relata detalladamente a su hermano el dialogo que había mantenido con la mamá durante aquella caminata en la playa. Le describió palabra por palabra gesto por gesto, y hasta los silencios que hubo entre ella y él.

Jonatán lo escuchaba atentamente, y compartía muchas de las impresiones y opiniones de su hermano mayor.

Incluso ambos sentían que Judith lo veía cómo un hombre de la casa, y quizás hasta pudiera ser que en algún tiempo más alguna cosa más que una adulta relación entre madre e hijo pudiera darse.

Pero claro, era acá donde Jonatán se sentía en desventaja y hasta rivalizado con su propio hermano. Y esto Jonás lo percibía perfectamente. “Él líder de la manada” sabía perfectamente que si no se manejaban bien las cosas entre “los machos de la manada” e incluso con ella. Una guerra entre los machos de la manada por la única hembra en la isla, era muy factible.

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